EN ISRAEL PROHIBEN LA PUBLICIDAD CON MODELOS DE MUY BAJO PESO


EL COMERCIO MARZO 20, 2012

En Israel prohíben la publicidad con modelos de muy bajo peso

La nueva ley también exige que los anunciantes informen cuando las imágenes sean alteradas

Isabelle Caro, la modelo francesa que se convirtió en ícono en la lucha contra la anorexia, murió en noviembre del 2010. (Foto: AP)
Jerusalén (AP). Una nueva ley israelí intenta combatir el esparcimiento de desórdenes alimentarios al prohibir modelos de muy bajo peso en la publicidad local.

La legislación también exige que los anunciantes informen cuando las imágenes son alteradas para hacer parecer más delgada a la gente.

La prohibición parece ser la primera ocasión en que un gobierno utiliza la ley para arremeter contra la industria de la moda, acusada de solapar los desórdenes alimentarios al idealizar la delgadez extrema. Esta norma podría ser un modelo para otros países que batallan con el incremento de casos de anorexia y bulimia, particularmente entre las mujeres jóvenes.

La ley, aprobada anoche, es patrocinada por la doctora Rachel Adato, quien compara la batalla contra los desórdenes alimentarios con la que se da en contra de los cigarrillos.

Los críticos dicen que el nuevo código debía centrarse en la salud de las modelos y no en el peso.
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EL COMERCIO OCTUBRE 2, 2011

Drama juvenil: se duplica el número de los varones con anorexia

Así lo indica un estudio de Abint hecho a estudiantes de secundaria. “Tenía miedo a los buffets” o “cenar era mi peor castigo” son algunos testimonios

(Captura de YouTube)
MARISOL GRAU
El Comercio

Luis tiene 16 años y sufre de anorexia. Comenzó a dejar de comer a los 9 debido a las crueles burlas de sus compañeros. Lo llamaban gordo todo el tiempo. “Sin importar el género, ya todos le damos mucha importancia al físico y lo relacionamos con el éxito o la felicidad”, sostiene la argentina Mabel Bello, fundadora de Abint, uno de los pocos centros especializados, sino el único, que trata trastornos alimentarios en Lima. Un estudio anónimo realizado por dicha institución entre cerca de 6.000 alumnos de secundaria, en 30 colegios (públicos y privados), demostró que el 10% de chicas y el 4% de chicos presentan incidencia de anorexia y bulimia. En el caso de los varones este número se duplicó en los últimos cinco años.

Aunque Luis prefiere no revelar su peso, la palidez de su rostro, sus facciones perfiladas y la delgadez de sus muñecas delatan que su estado de salud no es el óptimo. La vergüenza de tener una enfermedad que –equivocadamente– escuchó era de mujeres o gays lo motivó a juntarse con pandilleros para demostrar su hombría.

Todavía son muchos los mitos que giran alrededor de los trastornos alimentarios en nuestro país. La desinformación es un diagnóstico clave. Si bien en su mayoría las víctimas son chicas, cada vez hay más muchachos que batallan en silencio con su propio cuerpo. Aquí una nueva mirada.

Aunque por lo general los síntomas suelen manifestarse en la adolescencia, el caso de Luis es un claro ejemplo de que el inicio también puede ser prematuro. Además, se cree que la patología solo se presenta en muchachas de raza blanca y clase alta, pues pueden darse el lujo de tirar los alimentos. Sin embargo, son Japón y Corea del Sur los países con las tasas más altas de anorexia y bulimia en el mundo. Aparte, Bello explica que “cuanto más baja la clase social, más fuerte la necesidad de triunfar con el cuerpo”.

EL PESO DEL SILENCIO
“Hacer dietas estrictas empezó como un juego, pero con los años el problema se agudizó”, cuenta Esperanza. Ella tiene bulimia desde hace más de 17 años. Regulando su peso hasta la exageración fue que encontró la manera de canalizar problemas y frustraciones. Los especialistas en salud dicen que el detonante de estas patologías en cada ser humano es particular. No obstante, se relaciona con el miedo a crecer y afrontar retos.

De ese modo influyen predisposiciones genéticas, pero también una baja autoestima y determinadas condiciones sociales o familiares. Personas que, por ejemplo, sufrieron abuso sexual resultan potenciales candidatos. “La adicción a la comida es absolutamente comparable con el alcoholismo o la drogadicción”, afirma Bello. Claro, con la diferencia de que la primera es vital para todos.

Luchar contra la comida no es más que hacerlo contra uno mismo. “Tenía miedo a los buffets”, “cenar era mi peor castigo”,“almorzaba dos tallarines para no engordar”, “me daba atracones pues sentía culpa” son algunos de los testimonios de pacientes que recogimos. Antes que el cuerpo, debe curarse el alma.

La cultura light y sus ídolos nos empujan a conseguir el cuerpo perfecto. “Mientras más flaco, mejor”, piensan muchos. Irónicamente, luego discriminamos o tildamos de loco a quien sufre de un trastorno alimentario. “No sabía cómo iba a reaccionar mi familia al enterarse de mi problema con la comida, me daba vergüenza”, recuerda Esperanza.

PRINCESAS ATRAPADAS
Desde hace unos años se esconden en Internet las llamadas princesas Ana y Mia, sobrenombres para la anorexia y la bulimia. Existen páginas web, chats, blogs y foros que alientan la enfermedad y retardan la búsqueda de ayuda profesional. Lo que parece un espacio virtual inocente e infantil es, en realidad, un mundo perverso que encierra en un círculo vicioso a muchos jóvenes obsesionados con su peso. Asimismo, promueven la mentira y el silencio, características claves de la patología. Aquí se encuentra todo tipo de consejos para esconder los alimentos, adelgazar o vomitar. Incluso hay sitios en la red en los que se llevan a cabo carreras de kilos. Todo ello con tan solo apretar un ‘clic’.

“Mi mamá me descubrió cuando ingresé a un foro pro Ana y Mia desde su computadora”, revela Mariana. “Entraba allí porque era el único lugar donde me sentía comprendida y acompañada”. El fenómeno ya invadió Facebook e incluso Twitter.

TAREAS PENDIENTES
En el Perú los problemas de salud mental se tratan tibiamente. Con frecuencia, esto se debe un problema de presupuesto y falta de personal. Sin embargo, Mabel Bello advierte: “El Estado debe tomar conciencia de que esta patología es la tercera que causa la muerte entre adolescentes”.

Tanto el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado–Hideyo Noguchi como los hospitales Víctor Larco Herrera y Hermilio Valdizán (especialistas en materia de salud mental) atienden de manera ambulatoria a pacientes con anorexia o bulimia. Sin embargo, esto es insuficiente para eliminar la patología. Cabe mencionar que los seguros no cubren específicamente y de forma integral los trastornos alimentarios, motivo por el que muchos jóvenes no pueden acceder a un tratamiento.

Hace falta también desarrollar una sólida campaña de prevención. Aquí bien vale la pena preguntar por el rol del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes). Resulta fundamental identificar el problema con conciencia y las zonas con mayor número de casos. Los trastornos alimentarios son reversibles siempre y cuando los pacientes reciban una atención inmediata.

Tras seis meses de rigurosa terapia, Luis ha recuperado su apetito por la vida. Si antes la muerte rondaba sus pensamientos, hoy piensa en el futuro. “Quiero estudiar administración bancaria, practicar algún deporte y viajar a lugares exóticos”, dice. Y luego de unos segundos agrega: “Pero, sobre todo, quiero recuperar las cosas buenas que me perdí durante el tiempo que estuve pensando solo en mi cuerpo”.

MOVIMIENTOS PRO ANA Y MÍA EN LAS REDES
SOLO BASTA UN ‘CLIC’
Las páginas web de ‘princesas’ a favor de la bulimia y la anorexia se encuentran fácilmente en Internet. Aparte de chats, foros y blogs existen espacios virtuales creados para llevar a cabo carreras de kilos. Por si fuera poco, ya invadieron el Facebook y Twitter.

BUSCA AYUDA
Si padeces de alguna patología alimentaria es fundamental que busques ayuda profesional. Más información en: www.abintperu.org o www.casavidamujer.com.pe
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EL COMERCIO JUNIO 17, 2011

Gemelas mantienen un pacto de anorexia desde hace 20 años

Maria y Katy Campbell pesan cerca de 30 kilos cada una. Iniciaron su promesa a los 11 años, luego de escuchar un comentario de su padre

Maria y Kate Campbell antes y después de iniciar pacto de anorexia. (dailymail.co.uk)
Impactante. Gemelas inglesas realizan una espeluznante carrera por ser delgadas desde hace más de 20 años. A los 11 años edad, Maria y Kate Campbell, que pesan cerca de 30 kilos cada una, hicieron una inquietante promesa para ser anoréxicas el resto de sus vidas, luego que oyeran un comentario de su padre, que según ellas cambió sus vidas para siempre.

En dicha oportunidad, él dijo que se encontraba sorprendido por lo rápido que sus hijas habían crecido y que ya estaban “formando cuerpo de mujer”. Si bien para la mayoría de personas un comentario de este tipo resulta inofensivo, para estas gemelas, hoy doctoras de profesión, ello resultó un detonante para cumplir el siniestro pacto, informó Daily Mail.

“Ese día decidimos que si dejábamos de comer perderíamos nuestras caderas. Yo quería castigar a mis papás y supongo que eso es lo que hemos estado haciendo desde entonces (...). Estábamos indignadas por el comentario de mi padre”, señala Katy de 33 años.

A ello se sumó un cambio de escuela durante la secundaria, donde las gemelas se habrían sentido intimidadas por otras jóvenes. “En todas las clases de educación física nos pesaban. Hubo otro par de gemelas idénticas que pesaba menos que nosotras y eran más bonitas y populares”, asegura Kate, quien también dijo que veían a su madre, quien era muy delgada, como modelo.

Así, su inocente objetivo se convirtió en un camino hacia la muerte. “Por una extraña razón, en vez de sentirnos rechazadas, sentimos una atracción por la anorexia”, señalan.

“Es como tener una bola y una cadena alrededor de mi tobillo que no puedo quitármelas (…). Siempre estoy preocupada por lo que como. ¿Cuántas calorías estoy consumiendo? ¿Cuánto pesaré mañana? Es una obsesión”, afirma Maria.

Además, Katy confiesa que no puede caminar más. “Me duele la espalda, los latidos de mi corazón son irregulares, tengo osteoporosis, dolor crónico gástrico y pancreatitis. Estoy en tratamiento con diuréticos porque mis riñones no funcionan”.

¿CÓMO FUE ESTA ENFERMEDAD AL PRINCIPIO?
“Maria comenzó a llevar un diario de alimentos en el que anotaba todo lo que comía, el peso y la cantidad del ejercicio que habíamos hecho. Empezamos a saltarnos el desayuno y nadámos varios metros de la piscina por la mañana y hacíamos gimnasia después de la escuela”, revela Katy.

Maria añade: “En casa, escondíamos lo que estaba sucediendo. Poníamos la comida detrás de los refrigeradores, en los cajones, en nuestro piano. Entonces, cuando no nos veían simplemente la tirábamos a la basura”.

Ambas también revelaron que si bien su madre se siente culpable por lo que les sucede, no hay nada que ella pudiera haber hecho. “Estábamos obsesionadas por ser delgadas”, agregan.

Asimismo cuentan que a sus 16 años, ambas aún no menstruaban. “Incluso ahora, ninguna de nosotras lo hace. Los médicos dijeron que teníamos que subir de peso si no se dañaría nuestra fertilidad”, confiesan.

Maria y Kate continuarán hospitalizadas por varios meses y aseguran que esta vez sí están decididas a vencer su anorexia.

“La clínica de recuperación es el peor lugar. Siento que he sido condenada a la prisión. Tengo tanto miedo de mi estómago que he dejado de dormir por las últimas dos semanas”, asegura Maria.

Así, las gemelas dicen luchar para darle sentido a sus vidas. “Lo he perdido todo por esta enfermedad. He perdido mi vida, mi casa, mi pelo, mi trabajo, todo”, indicó Maria.

Por su parte, Christy Campbell, de 58 años, y su esposa Clara, de 56, cuentan que sus hijas pasaron la mayor parte de sus vidas como adolescentes y adultas en diferentes clínicas de recuperación.
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LA REPUBLICA SETIEMBRE 13, 2009

Delgadez extrema

Padecía anorexia y bulimia desde hace cinco años y rechazaba la idea de ser internada en un hospital. Todo lo poco que podía comer, lo arrojaba a los minutos. Requería medicación permanente para controlar su ansiedad. María Elisa Durán Simeón, una enfermera de 32 años, se suicidó hace una semana. Pesaba 38 kilos.

La espuma que cubría su boca no le impidió implorar a su madre: “Vete, vete”. Poco antes de las cinco de la tarde en Pacallal, una barriada de Ate Vitarte, no pasaba ni un mototaxi. María Elisa no quería ser auxiliada, pero Jenny ignoró aquella última súplica y la llevó a la posta médica de Santa Clara. No la pudieron atender allí y debió trasladar a su hija hasta el hospital de Vitarte. Perdió 45 minutos vitales. Los médicos poco pudieron hacer. María Elisa agonizaba.

Jenny recuerda la tarde del miércoles 2 de setiembre. Asegura haber tenido un presentimiento. Una figura de blanco apareció fugazmente ante sus ojos. Instintivamente, pensó en María Elisa, su hija mayor, enfermera en el área de cirugía del Instituto Materno Perinatal. Algo malo le sucedía, pensó. La verdad es que desde hacía cinco años luchaba contra la anorexia y bulimia, dos trastornos alimenticios que encogieron su figura.

Tratamiento y pastillas

Sus hermanos la llamaban Papá Noel. María Elisa era generosa con los suyos, aplicada en los estudios y empeñosa en el trabajo. En casa, sin embargo, mantenía una actitud reservada y se molestaba cuando le preguntaban por sus asuntos. Jenny, su madre, empezó a preocuparse cuando descubrió que cada día estaba más delgada. La descubría arrojando en el baño y en un principio creyó que su hija estaba embarazada.

La llevó a la posta de Chaclacayo y allí conoció la verdad. Una doctora le dijo a la joven: “María Elisa, tú eres enfermera. Sabes lo que tienes”. De allí fue derivada al hospital de psiquiatría y salud mental Hermilio Valdizán, en Santa Anita. Según sus familiares, una vez hecho el diagnóstico le recomendaron internarse para seguir un tratamiento; pero ella se opuso. Pidió mantener en secreto su enfermedad. “De repente, tenía miedo de que su padre se molestara”, presume Jenny ahora.

Con el tiempo se resignó, su estado de salud era conocido por sus familiares. Su padre, César Durán, cree que el desorden alimentacio que padecía María Elisa se agravó en 2007 a causa de su fallido intento de migrar al extranjero. Quería un empleo seguro y su destino era Italia, pero el avión hizo escala en España y fue detenida. Portaba visa de turista, pero las autoridades españolas presumieron que sus intenciones eran quedarse como ilegal. Después de una semana detenida, la regresaron a Lima. De vuelta, su única preocupación era devolver el dinero que su padre le prestó para pagar los pasajes. Él está convencido de que “esa angustia desencadenó la enfermedad”.

Las pastillas para controlar la ansiedad le permitieron dominar el trastorno por un tiempo, pero no siempre le eran suministradas en el hospital Hermilio Valdizán. Las citas para sus controles eran cada dos meses, demasiado tiempo. Sin medicación, María Elisa se desesperaba y se negaba a probar alimento. “A veces comía, pero te descuidabas y vomitaba. Ya no se podía controlar y lloraba por eso”, recuerda su madre.

En las últimas semanas, los problemas de la joven enfermera se habían intensificado. María Elisa pidió ayuda a su madre, quería que ella supervisara su alimentación. Pero la joven vivía obsesionada y ni la más estricta vigilancia materna le parecía suficiente. Don César entendía que la enfermedad de su hija era un vicio que, entre otros trastornos y reacciones, la sumía en el insomnio, o en un persistente intento por destruir todas las fotos que daban cuenta de lo que había sido su existencia. Sus padres y sus cuatro hermanos quieren ahora olvidar lo ocurrido. Para ellos María Elisa dejó de ser un Papá Noel para convertirse en un ángel de la guarda.

–Marilia Pastor

Matándose lentamente

Algunas personas solo desarrollan un trastorno de conducta alimentaria; pero en el caso de María Elisa Durán confluyeron la anorexia y bulimia. Diana Pacheco, coordinadora del área de psicología del centro Anorexia y Bulimia Terapias Integradas, explica que esto se debe a que son enfermedades con tendencias cíclicas. “Los periodos (de anorexia y bulimia) se van rotando y pueden darse a lo largo de meses o años”.

Quienes sufren de ambas patologías pueden presentar: un frío intenso debido a que los nutrientes que asimilan no resultan suficientes para el organismo, menorrea (ausencia de la menstruación) por un desorden hormonal, además de osteoporosis y uñas quebradizas como resultado de la pérdida de calcio.

La psicóloga Pacheco precisa que también es común encontrar “bradicardia” (descenso de la frecuencia cardiaca) que puede desencadenar un paro cardiaco. Otras consecuencias son el desgarro del esófago, mareos, insomnio y cambios de conducta llegando a la irritabilidad, inseguridad y depresión, en algunos casos.

Pacheco Ponce recalca que todos los que sufren desórdenes alimenticios necesitan ayuda profesional. “Hay que parar con las opiniones de que el paciente se cura solo. No es así. Según las charlas de prevención en aula que hacemos, tres de cada cuatro niños reportan conductas vinculadas a trastornos alimenticios”. Un peligro del que todo padre debe estar atento.

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