COMO EVITAR LA NAVIDAD

PERU 21 DICIEMBRE 18, 2011

Cómo evitar la navidad
Por: BETO ORTIZ

Alguien en alguna reunión lo dijo: “No hay navidad en Singapur”. Yo lo escuché, me lo creí y, al día siguiente, compré los boletos. Y en diciembre del 2001 volé como 18 horas hacia allá ignorándolo todo sobre aquel remoto país pero firmemente esperanzado en que sólo así lograría escaparme de este habitual infierno de fruta confitada, tarjetas musicales y ridícula histeria colectiva. Vana ilusión. El soñado paraíso no existía. Singapur era el Jockey Plaza y a cada paso te asaltaban esbeltos e hiperkinéticos papanoeles chinos. Todo el mundo parecía tener muchísima plata y ya se sabe que de eso de trata todo este asunto, en realidad: de shopping. A más money, más navidad, de modo que si el consumista espíritu de la merry christma te llega al shopping, estos apuntes de autoayuda –que contienen valiosos aportes de los eternos grinches del Twitter– serán todo un regalo para ti.

“Cómprate un pasaje que te garantice que pasarás las 12 del 24 en el aire y, listo, ni cuenta te darás de que es nochebuena.”bortiz@peru21.com

1. Prueba una nueva religión. Ya tú sabes: la búsqueda espiritual del ser humano no tiene fin y qué mejor que esta temporada de aturdimiento para aventurarse a explorar nuevos caminos. Volverse súbitamente musulmán puede resultar el mejor antídoto contra el stress pascual. Hay una mezquita paquistaní disponible en Tacna, se llama Bab Ul-Islam y fue edificada en los días del auge de la importación de chatarra con timón a la derecha. El furor pasó, la gente empezó a comprarse carro nuevo y, poco a poco, se fueron quedando sin feligreses así que las vacantes sobran. Esta nochebuena podría ser la ocasión ideal para desenrollar la alfombrita, pegar la cabeza al suelo con unción y comenzar a orar con dirección a La Meca. Pasaje aéreo: 368 soles. Si el presupuesto no te alcanza para llegar, te proponemos otra opción más –digamos– franciscana: la comunidad Eco Truly de los Hare Krishna de Chancay. Recontra truly. Bus a Chancay: 4 luquitas. En ambos casos el alcohol y la carne te serán prohibidos lo cual te servirá de pretexto perfecto para no tener que participar jamás de cenas, intercambios de regalos, amigos secretos entre otras molestias.

2. Vuela. No me malentiendas. Me refiero a volar en avión. Cómprate un pasaje que te garantice que pasarás las 12 del 24 en el aire y, listo, ni cuenta te darás de que es nochebuena. No solamente te salvaste del aquelarre familiar sino que te ahorraste un huevo de plata en regalos destinados a gentes que carecen de vergüenza y te siguen obsequiando medias, pañuelos y jabones. Como a nadie se le ocurre pasarla en el aire, las tarifas suelen ser más baratas que las de boletos normales y, si tienes suerte y el personal de a bordo se pone navideño correrán alegres ríos de un aceptable champán gratuito que te hará olvidar que viajas en clase económica.

3. Hornea. Malentiéndeme: vuela. Hornea galletitas felices, quequitos de la risa, happy brownies para la chica darkie, para el guapo primo existencial, para todos tus torturados amiguitos de la cuadra. Resultan sumamente convenientes para el alma si el aciago panorama que te espera es la consabida pataleta general de los sobrinitos chillando su envidia del juguete ajeno o la bulliciosa cabalgata de las tías gordas blandiendo aterradoras bateas de puré de manzana. Tú, tranquilo. Lleva adelante tu diabólico plan. Tú prosigue con las manos en la masa. Confía en la receta secreta del viejo Coronel Sanders: añade a la mezcla tan solo una pizca del amigo grass de Kentucky y al horno. El inconfundible y dulce aroma será el preludio al frenesí. No dejes que se enfríen, pásalas de mano en mano, de pueblo en pueblo. Chomp, Chomp, me llamo Chomp. La vida será una carcajada general. A mal tiempo, buena cara.

4. Perrea. ¿Te has fijado qué día cae el 24? Pues cae sábado. ¿Y qué se hace los sábados? Pues ir a bailar, a bailar el choque-choque-choque, nueva y galante danza que consiste en proporcionarle a la doncella una ráfaga de tiernos cabezazos en los glúteos. Así es. Tal como lo oyes. El aeróbico esfuerzo desplegado en la pista de baile te salvará de los cinco kilos extra por concepto de chocotón con mantequilla remojado en chocolate caliente y la ensordecedora bulllanga del Tumbao VIP, el Chulo’s Extreme o el Cabash Norte te sustraerá de la excelsa sinfonía de las mamarratas. Si optas por el Tequila Rock o establecimientos afines, esta nochebuena será tu nochemejor y tanto la relajación como el solaz esparcimiento estarán mas que garantizados. ¡Alegría, alegría y placer!

5. Timbea. Los casinos atienden 24 horas al día, todos los días. Y eso incluye a la navidad. Los casinos son universos paralelos donde la realidad queda suspendida hasta nuevo aviso, no en vano en Atlantic City (que, como su nombre lo dice, es una ciudad), los casinos tienen cielo artificial para que la luz del día dure para siempre y, como un girasol que naturalmente abre sus pétalos, tú sientas que debes continuar dilapidando tu dinero como un animal. El mundo real no existe en los casinos, ¿qué mejor lugar para sobrellevar cualquier calamidad?

6. Machuca play. Admitámoslo: la de la navidad es una noche mala para terminar de leer esa novela que has dejado a la mitad. Hay demasiada agitación, demasiado claxon, demasiada bombarda, demasiada felicidad. Pero sí es, en cambio, (siempre positivos), una ocasión espléndida para ver películas. Trocamos la absurda ensalada de manzana con mayonesa por el sobrio pop-corn, chapamos nuestro clásico cocacolón, apagamos todas las luces de la casa, nos ponemos los headphones recontra power del Dr.Dre y tomamos de nuestra vastísima videoteca, dividiteca o blueray-teca, una exquisita selección de filmes inmortales en número suficiente como para que el día advenga y ni nos demos cuenta. Con un poco de suerte, cuando, empuñando chispitas Mariposa, todos se confundan en el abrazo unánime de la medianoche, Vito Corleone estará siendo espectacularmente acribillado en tu departamento ante tus ojitos atónitos y lacrimosos.

7Bórrate con roche. Emprende una expedición a lo desconocido: Esta es mi favorita. Aléjate de absolutamente todo. Pásala, por ejemplo, en medio del desierto de Samaca. O en una playa caleta que no tenga luz eléctrica. O a bordo de un barco, navegando. Y si es uno que navegue el Amazonas, tanto mejor. El río no necesita almanaque para estar alegre. Un rotundo cielo estrellado cualquier noche del año siempre será mucha más navidad que cien mil lucecitas intermitentes en el escaparate de una tienda de juguetes pelotudos e impagables.
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PERU 21 DICIEMBRE 11, 2011

Para no romper el alma

Jamás me pegaron en mi casa. Quizás por eso me sigue sorprendiendo esa risueña naturalidad, esa dulce nostalgia con que la gente evoca las innumerables tandas, cueras, palizas, tundas, catanas o azotaínas brutales que, entre llantos y aullidos, recibió desde su más tierna infancia como el salvaje anticipo de un ancestral legado de violencia infame que muy probablemente trasmitirán a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

Beto Ortiz, Pandemonio
Ni me pegaron nunca en mi casa ni soy papá pero no me hacen falta ninguna de las dos cosas para hablar, con total conocimiento de causa, de la que es estoy convencido una de las peores formas de agresión que se pueden cometer contra un hijo pequeño. Yo no se cuánto daño puede llegar a hacerle a un niño el injustificable abuso que hay detrás de un par de cachetadas, un coscorrón en la cabeza o un rosario de correazos, nunca me cayó uno solo. Imagino que habrán de doler pero, puesto a escoger entre aquellos y lo que, de chico, me tocó en suerte, ahora creo que tal vez hasta los hubiera preferido.

El viernes pasado en un asombroso reportaje de “Abre Los Ojos” sometimos a los pascuales paseantes del Jirón de la Unión a un certero test de violencia doméstica. Sabiendo que los taimados limeños difícilmente responderían “sí” a la ilusa pregunta “¿Le pega usted a sus hijos?” optamos por dar por descontado que todo el mundo lo hacía, que era la cosa más cotidiana y natural así que elegimos una pregunta muchísimo más directa, cínica y campechana: “¿Con qué le pega usted a sus hijos?” y, a manera de material didáctico, pusimos a disposición del encuestado un auténtico catálogo paterno de instrumentos de tortura: correa, chicote de tres puntas o “San Martincito”, palo de escoba, manguera, cuchara de palo, cable de luz, regla de madera, sayonara y zapato. Como quiera que la mayoría eran adultos, lo que tendría que haber sido una catarsis colectiva, (con el mínimo dolor de corazón que se esperaría de tamaña confesión de culpa), se convirtió en una liturgia callejera de la añoranza familiar, de las más entrañables memorias de chiquititud, ni más ni menos que en “La Hora del Recuerdo”.

Todos o casi todos recordaban sonrientes haber sido sistemáticamente flagelados por sus papacitos y muchos de ellos demasiados reconocían alegremente, frente a cámaras y con un desparpajo aterrador haber masacrado de vez en cuando, claro, no siempre a sus retoños con alguna de las armas contundentes arriba mencionadas. Las excusas eran, por supuesto, una antología de los grandes mitos de toda la vida: 1) “Es la única manera de que los chicos crezcan derechitos.” 2) “Mi mamá también me daba de alma y yo ahora se lo agradezco.” 3) “Las criaturas son terribles y no entienden razones.” 4) “Tienen que saber quién es el que manda acá porque si no, nunca aprenden a respetar”. 5) “Yo les pegaba bien duro cuando me traían un rojo en la libreta y todos me salieron excelentes profesionales”, etcétera. No vale la pena detenerse siquiera a analizar alguna de todas esas idiotas justificaciones de la brutalidad, variaciones hipócritas de aquel viejo e infausto lema con el que domesticaban a nuestros bisabuelos: “La letra con sangre entra.”

A pesar de que no soy padre o quizá precisamente porque no lo soy sé mejor que nadie que es absurdo además de profundamente estúpido, ruin, imperdonable, cobarde, inaudito creer que la violencia que está en las antípodas del amor pueda ser la manera de educar a un hijo. No me cabe en la cabeza o, si cabe la ironía: yo no logro concebir que una pareja pueda cortejarse, enamorarse, convivir o casarse, engendrar un niño, esperarlo con ilusión, llorar al unísono viendo y escuchando el infaltable videíto de la ecografía, tejerle ropones y comprarle peluches gigantes para que finalmente nazca y les ilumine la existencia y… apenas alcance el tamañito suficiente, poder por fin sacarle la entreputa a latigazos o puntapiés sin misericordia. Tengo la modesta impresión de que semejante proyecto de felicidad familiar carece del menor sentido pero si esa fuera la fórmula mágica de la buena crianza, la verdad es que yo paso.

“Nunca me pegaron en mi casa” – fue la escueta, casi insólita respuesta que di cuando, en la ultima reunión de mi equipo de producción del noticiero, la sola mención del controversial temita desencadenó un animado debate en el que todos participaron y en el que cada nuevo testimonio sonaba más perturbador que el anterior: a una la levantaban de madrugada en viernes santo para meterla a la ducha helada y azotarla en nombre del dolor de Cristo crucificado, a otro le partían en la cabeza los platos del almuerzo que se negaba a comer, a otro le lavaban la boca con pulitón cuando decía lisuras y a otro más lo sentaban en ladrillos calientes cada vez que se orinaba en la cama.

Yo no tuve ninguna historia parecida que contar. No mentí al decir que mis papás nunca me pegaron porque no lo hicieron pero lo que no dije (porque aquello se hubiera convertido en un relato interminable) es que, desde muy chico, desde que tengo memoria, crecí en medio de una violencia sorda y feroz que, en algunas épocas, llegó a convertirse en el monocorde fondo musical de mi ermitaña niñez de hijo único: los gritos de mis padres peleándose, discutiendo sin tregua, exasperantemente, durante horas y horas por las razones más triviales que pueda el lector imaginarse: un táper de comida olvidado en la refri, el helecho marchito por falta de riego, un recibo de luz impago, un tubo de crema dental mal tapado, el perro durmiendo sobre el confortable, la marca blanca que el vaso mojado dejo sobre el fino laqueado de la consola, las maledicencias de la vecina obesa de enfrente, el maldito elástico de un calzoncillo que el detergente había arruinado. Ahora que enumero los ridículos pretextos que, cada semana, cada quince días, precipitaban a mi mamá y a mi papá a una nueva y atroz declaratoria de guerra, casi podría decirles que me enternezco de pensar lo sencillo que hubiera sido hacer que mi infancia fuese un poquito menos triste y sola. Liberarme del pavor que sentía cada vez que volvían a agredirse y a lanzarse insultos que ni siquiera entendía, del terror de que un día se fueran a las manos, de la culpa de creer que yo tenía que ser el único causante de todo eso, del miedo de que ya no se quisieran más y que, en consecuencia, tampoco me quisieran más. De mis precoces y horribles ganas de desaparecer en pedacitititos.
Como puede verse, este artículo es, en realidad, un llamado de auxilio. Porque diciembre es el mes más cruel y miles de niños van a llevar a casa libretas con notas tan malas como las que llevaban ustedes o yo. Y miles de padres estarán prestos para humillarlos, para torturarlos, para insultarse o para insultarlos cruelmente por eso. Para precipitarlos hacia la vergüenza, el desprecio, la desesperación y el suicidio por eso. ¿Para eso se reproducen ustedes? ¿En serio? ¿Para eso? Yo no he tenido esa suerte pero si tú que estas leyendo esto tienes un hijo no sé qué estás esperando para tirar este periódico al piso y correr a abrazarlo en este instante.
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PERU 21 DICIEMBRE 10, 2011

“Si tengo un hijo, mi novio me ayudará a criarlo”

Cuando parecía que todo estaba en calma, beto ortiz cambió de canal. Hoy, en Abre los ojos, no ha perdido el ritmo y sigue haciendo muy buenas entrevistas.

Foto: Alberto Orbegoso

Beto Ortiz, Periodista
Autor: Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com

Beto Ortiz, el periodista imprevisible, el entrevistador afilado, el conductor de Abre los ojos (de lunes a viernes, 6 a.m., por Frecuencia Latina), está frente a nosotros y empieza a hablar: “El Inconquistable es un libro que no he escrito, es uno que he hablado (ríe). Es una larga entrevista con Mario Vargas Llosa que merecía publicarse porque salió bonita. Desgraciadamente, no pude conseguir la versión completa, nadie la tiene. Solo rescatamos el 75% de la entrevista, el resto se perdió”.

¿Es tu mejor entrevista?
Quiero creer que sí. Fue la que mayor trabajo me costó y de la que estoy más orgulloso de mi vida como entrevistador amateur (ríe).

Vi la entrevista. Eran los últimos meses del fujimontesinismo. Por eso, escuchar a Vargas Llosa en ese espacio tenía un valor agregado, porque las preguntas no llegaban ni de Schütz ni del SIN…
Montesinos nos subestimó a mí y a Canal 11. ¿Quién se preocupa por Canal 11? Era de Domingo Palermo, ministro de Fujimori. Quizás por esto Montesinos pensó que estaba bajo control. Palermo mezcló sus cualidades democráticas con su olfato comercial. En una coyuntura de control de medios, ser un poco crítico o darle espacio a la oposición, vende, es comercialmente exitoso.

Muchos peruanos valoran a Mario Vargas Llosa como escritor, pero lo repudian como analista político. Sin embargo, en esa entrevista te dijo tres cosas que luego se cumplieron: Fujimori va a huir a Japón, Montesinos no tendrá a dónde irse y se vendrá un proceso de transición democrática…
Lo dijo como si lo hubiera vivido. Su fracaso electoral ha hecho que tenga, injustamente, una imagen de poco olfato político. El ‘mundo’ que tiene, su contacto con líderes de todo el orbe y sus infinitas lecturas le han dado una visión y una claridad que pocos tienen. Sucede que la vehemencia con la que defiende sus posiciones políticas genera temor en un país acostumbrado a las medias tintas. Él tiene las cosas claras y las dice con firmeza.

Imagino que el mejor premio a esa entrevista fue la dedicatoria que te hizo: “A Beto, quien me autopsió el alma”.
Es una humilde condecoración. No pertenezco a ese cogollo o argolla literaria que lo busca en Londres, Madrid o Estocolmo, y que sabe que Morgana los va a meter a la premiación del Nobel aunque sea como nana (risas). No soy de los que lo llaman ‘Mario’, no me sale, tiene que haber una distancia natural porque él está, merecidamente, en la estratósfera y uno en la tierra. Con otros personajes, como (Ollanta) Humala, me sale el ‘tú’ de manera conchuda.

¿Cómo te sientes en Frecuencia Latina?
Feliz, contento. Tenemos un concepto distinto al programa anterior, otra manera de contar y priorizar la noticia. Que la gente opte por algo diferente tarda pero, felizmente, nos ha ido bien desde el principio. La valla de América es aún lejana, pero queremos ser segundos.

¿Es cierto que estás buscando una entrevista con Alan?
Sí. Pero Alan ha dicho que no quiere ser oportunista. Y, obviamente, Milagros Leiva, quien sí lo entrevistó, tiene más encantos que yo, no puedo competir con ella (risas).

¿No te han cogido miedo los políticos? A algunos los has hecho irse de boca…
Antes me tenían más miedo, cuando era el transgresor, el malcriado. Ahora, que me porto mejor, tienen menos miedo y, si se van de boca, es más por el horario: es una hora infame para armar un discurso coherente (ríe). Además, aunque me cuesta, soy un entrevistador que habla poco, otros están acostumbrados a pontificar, a poner nota, a dar clases. Yo me aguanto las ganas de interrumpir, de ser ‘ingenioso’, de enfrascarme en una lucha de esgrima con el entrevistado para ver quién es más canchero, más cague de risa. El televidente quiere escuchar al entrevistado; yo tengo otros espacios para mandarme rollos. En cualquier situación, cuanto más hablas, más te metes en problemas. Hacer una entrevista no es moco de pavo. Y tampoco es bonito irse a dormir a las 8 p.m. como un lactante. Yo no puedo hacer nada en la noche, no puedo ir al cine, a una fiesta, pegármela: tengo costumbres de vieja (risas).

La campaña fue rica en conflictos, y estos días, también…
Aquí no hay calma. Lo curioso es que, a diferencia de otros gobiernos, el primer año de Humala no está siendo una luna de miel. Hoy, afortunadamente para los periodistas, hay aguas revueltas, pues las aguas calmas no nos sirven, y este gobierno va a ser, durante sus cinco años, mar encrespado.

¿En verdad quieres ser papá?
Sí, no es una joda; no lo estoy buscando, no lo he planeado, pero no lo haría mal, sabes. Y me daría el trabajo de procrearlo. De lo poco que recuerdo de aquello, no era tan difícil (risas).

¿Qué diría tu novio?
¿Si tengo un hijo? Me ayudará a criarlo, pues. Dos papás, una mamá, ¿qué puede ser mejor? Con la mamá nos podemos turnar.
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PERU 21 DICIEMBRE 4, 2011

Los papas y las papas

Como ya lo había hecho tantas veces con Magaly Solier, Santiago Roncagliolo y otras celebrities indiscutibles, el aclamado cascarrabias Marco Aurelio Denegri (133,000 resultados arrojados en búsqueda de Google) disparó esta vez la ponzoña ilustrada de su astuta cerbatana hacia Martha Hildebrandt (804,000 resultados en Google). Luchando denodadamente por hacer a un lado su público corazoncito marthiano y ciertamente ignorante de las eruditas diferencias que existen entre la papa alimenticia y la sexual, nuestro columnista –que, acogiéndose a la confesión sincera se declara inculto y analfabeto funcional– enumera las razones por las que aquí nadie debe –y nadie puede– volver a creerse la postrera chupadita.

Por: Beto Ortiz, Pandemonio
A ver, chicos, tres preguntas de culturita general para “La ruleta de la suerte”: 1) ¿En qué memorable película nacional estelarizada por Adolfo Chuiman actuó Marco Aurelio Denegri? 2) ¿Qué títulos de libros suyos, (de Denegri, no de Chuiman) podría mencionar? Y 3) ¡Qué cosa es –o qué cosa era– “Fáscinum”? (Las respuestas, más adelante). Como ya todos han de saber, esta semana Marco Aurelio Denegri, (MAD, a partir de aquí), decidió pescuecear públicamente a Mi Martha Hildebrandt (desde ahora: MMH) y, con ese aguzado olfato carnívoro que ha desarrollado en su prolongada supervivencia en las heladas tundras de TV Perú, logró catapultarse a los titulares faranduleros como solo lo hacen los viejos zorros de la pantalla cada vez que quieren renegociar su contrato para el próximo año. Lo que MAD masculló, rezongó o farfulló en su programa sobre el último libro de MMH es lo que menos me preocupa revisar aquí, primero: porque ya ha sido analizado hasta el aburrimiento y segundo: porque no alcanzo el nivel de enajenación indispensable para atreverse a enmendarle la plana a quien ha de ser, seguramente, el más insaciable lector peruano del último milenio. Bástenos con saber que MAD, en su infinita sabiduría, corrigió el libro de MMH en los siguientes aspectos: a) Dijo que “desde el título está mal” porque se llama 1,000 palabras y frases peruanas y debió llamarse Mil palabras y frases peruanas. (Okey, sorry.1,000 disculpas). b) Dijo que, en la entrada referente a la palabra cojudez MMH consigna apenas dos significados cuando esa palabra tiene cinco. También podríamos encontrarle diez si consideramos, por ejemplo, la huevadita de la cojudez. c) Dijo que MMH olvidó referirse a “cojudógeno”, un término de su autoría. Quiero yo también dejar constancia aquí de mi protesta porque, en el libro, tampoco se hizo mención alguna al “neo-túestásbiencojudooquéchuchatepasamierdismo”, una corriente literaria de vanguardia de la que soy humilde pero preclaro precursor.

Y es así que llegamos a d) Donde las papas queman. Todos sabemos lo que esa frase significa, ¿verdad? Pues bien, MMH sostiene que es una expresión peruana y que su origen se relaciona, metafóricamente por supuesto, con nuestro ancestral tubérculo: papas recién hervidas, calientísimas, que se pelan pasándolas de una mano a otra. Ah, no. MAD se nos encabrona y gruñe que no, que esa es una interpretación disparatada, que MMH desconoce el lenguaje obsceno, que no diferencia la papa comestible de la papa sexual (o la papaya, según pícaro aporte de la afamada mujer de prensa y lingüista criolla Mónica Cabrejos en reciente y fina alusión a lo que, en otros círculos intelectuales de Lima se conoce más bien como el estuche de peluche). Hasta allí todo muy alegre y divertido. Pero cuando MAD, en su implacable búsqueda del conocimiento, intenta remontarse a los gloriosos puticlubs o lenocinios de Huatica donde discurrieron las rijosas tardes de su adolescencia, solo consigue que tan estimulante debate académico se nos vaya un poquitito p’al carajo. ¿O no han escuchado su iluminada teoría de que las papas que “queman” son, en realidad –perdonen la crudeza– vaginas aquejadas de sífilis, chancro, clamidia, gonorrea o cualesquiera enfermedades “venéreas”? (queda uno como un carcamal usando esa palabrita tan prejuiciosa y tan fifties, tío, ahora se les dice “E.T.S”, más cool: enfermedades de transmisión sexual). No decidiré cuál de los dos tiene la razón en este punto porque lo ignoro. Le creo a Dante Bobadilla de La Mula cuando escribe que “es poco probable que los putañeros limeños de mediados del siglo pasado hayan plasmado una frase de uso extendido en dos continentes”. Prepárese el lector para el carnaval de imágenes que danzará por su cabeza la próxima vez que escuche a alguien utilizar esa expresión.

Y atención a las respuestas de nuestro concurso: 1) La película se llamó “Un marciano llamado deseo” y en ella, MAD hacía de sí mismo y entrevistaba a una apetecible hembrichi que aseguraba haber tenido cuatro orgasmos con un extraterrestre. 2) Algunos de los libros más conocidos de MAD son: “Cajonística y vallejística”, “¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán?”, “Miscelánea humanística” y “Ermósgasbord”. Fueron publicados por sellos editoriales de nombres tan rítmicos como Umbra y Kavia Kobaya. Son aptos solo para lectores mínimamente competentes y no se encuentran en librerías por lo que, según informa su página web, si usted desea adquirir una de sus obras deberá llamar al 998617422. 3) Fáscinum, revista científica y artística de cultura sexual fue el largo y muy provocativo nombre de una revolucionaria publicación que MAD fundó, dirigió, escribió y difundió desde 1972 logrando congregar en su lujosa nómina de colaboradores a algunas de las mentes más brillantes y subversivas de la época con un único fin: dinamitar desde dentro la cucufatería limeña. O, lo que es lo mismo, demoler la cojudez. ¿La he leído? Sí. Me la prestó el amigo Max Silva Tuesta, psiquiatra y fan number one de MAD y el único que conserva, empastada en cuero, la colección completa.

“La inteligencia sólo alcanza para pagar la luz y el teléfono” –escribió César Hildebrandt en uno de los artículos que, de vez en cuando, publica rumiando sabe Dios qué macerados resabios contra su hermana – “ser especialista en Bolívar o en filología vende pocos ejemplares y obtiene poco reconocimiento.” La justicia poética, sin embargo, existe y en la Feria del Libro de este año, un suceso prodigioso aconteció. La Editorial Planeta, (el mismo prestigioso sello que años atrás había anunciado en prematura portada de “Caretas” el inminente lanzamiento de un libro de memorias televisivas que el gran César nunca terminó), publicaba el riguroso, disciplinado libro de doña Martha: un diccionario que se convertiría –con grandes titulares de “El Comercio” en el best seller máximo de la misma feria en la que el libro de César –editado por el heroico sello charapa “Tierra Firme”– quedaba en un honroso tercer puesto.

A eso se reducen las más pavorosas guerras entre intelectuales. El día que el gran Marco Aurelio venda los miles de libros que merece vender. Que publique en Alfaguara y no en Umbra. En Planeta y no en Kavia Cobaya. El día en que él, que es uno de los cerebros mayores de la patria no necesite irse en un Tico indigno al canal ni andar dando su numerito para contratos, ese día se acabará todo ese infantil rencor. Y vivirán felices para siempre. Así en nuestros estantes como en nuestros corazones.
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PERU 21 NOVIEMBRE 27, 2011

Ay, Milagros

La gente dice que hay química, que hay magia, que hay electricidad entre nosotros. Que les encanta vernos juntos. Que somos polos tan distintos que ya es como si fuéramos iguales. ¿No te sorprende la cantidad de televidentes que nos escribe a decirnos que nos lancemos a la piscina, que apliquemos, que nos logremos? Tremenda encrucijada la que la vida nos plantea. Una sola cosa queda clara: el cliente siempre tiene la razón
Autor: Beto Ortiz

Te parecerá una zalamería pero la primera mujer que besé en mi vida se llamaba Milagros. Se llamaba no, se llama porque está viva aunque no he vuelto a verla en veinte años: Milagritos de la Cruz. Sé que está viva, que sigue guapa y también menos sola que yo: se marchó a España, tuvo un niño en Australia y ahora vive en Bulgaria. Del primer hombre que besé en mi vida no escribiré nada aquí porque sería demasiada realidad y a nuestro público hay que darle lo que nos pide: fantasía. ¿Besaste tú a una mujer alguna vez? Podría apostar que no. Que no eres, precisamente, Britney Spears. Podría apostar que, como a mi amada Martha Hildebrandt le encanta repetir: a tu vida le ha faltado un poco de locura. ¿Le ha sobrado locura a la mía? De repente. No lo sé. Lo único que sé es que a esta vida hay que sorbérsela toda como un mango maduro, rojo y helado en el verano y sumergirse en su pulpa y embarrarse de ella y quedarse luego todo pegajoso y extasiado. (Un mango nunca sabrá igual si se lo come usted –ejem, ejem– en platito de porcelana, con cubiertos de plata y la servilletita bordada perfectamente puestecita en el regazo, señorita.)

De Milagros me enamoré por varias razones siendo la principal de ellas su impresionante parecido con Beatrice Dalle, la bembona, tetona y culona actriz francesa que hizo de Betty Blue, estoy seguro que viste la película en el cine Ambassador o en el Alhambra –que ya no existen–y te pusiste colorada como un rocoto en esa primera escena en que la cámara se acerca en un travelling lentísimo hasta esa crujiente cama rústica de casa de playa donde se producía uno de los polvos más gloriosos, más espléndidos, más reales, más prolongados y más envidiables de la historia del séptimo arte. Polvo éste que, de acuerdo a los observadores más agudos y entendidos, era imposible de ser actuado con semejantes bríos y tamaña vividez por lo que solo pudo haberse tratado de un polvo de verdad. Y frente a cámaras, ¿te imaginas?, ¿con veinte camarógrafos, luminotécnicos y sonidistas haciéndonos barra en Canal N, Milicita?, ¿te imaginas ese polvorín de padre y señor mío, en vivo y en directo? No, no te imaginas. Mejor. No lo imagines. Ya no estamos para esos trotes. ¿Te parece una grosería que emplee la palabra “polvo” en una misiva dirigida a una dama respetable, distinguida lideresa de opinión?

Lo es, sin duda. Me deshago en rendidas disculpas: soy un vulgar de mierda y cada vez que te entrevisto, que me entrevistas, que nos entrevistamos mutuamente, Miracles, darling, toda modosita en tu set tan cuchifrunis y tu escenografía pipirisnáis de Marcelo Wong me provoca mechonearte, desamarrarte los pasadores del corsé para que por alguna vez en la vida dejes de contener el aire, para que dejes de ajustar y respires. Cada vez que me vuelves a hacer tu carantoña cucufatona se me antoja decirte un montón de cochinadas por el interno. (Ejem, me parece que eso es lo que le está faltando a su vida ejemplar, señorita de conducta intachable y trayectoria acrisolada. Demasiado cable, señorita. Demasiado blog y demasiado cable. A su glamorosa y perfectita vida le falta una buena antena muy caliente, ¿me comprende?, ¿no le da miedito terminar convertida en la versión femenina de Renato Cisneros?, Hello, deje el show, súbase la minifalda hasta la espalda, ¿quiere pasarse la vida gritándole al mundo lo mucho que busca novio por la vida y el poquísimo cau cau que encuentra?, súbasela, deje el show, más alta, ¿quiere usted convertirse en otra de esas limeñitas reprimidas, quejumbrosas, agrias y candelejonas?, ¿quiere dar la impresión de que se resiste a deshacerse de los fustanes, de que todavía la viste su mamá? Por el amor de Dios, a usted le falta a gritos escandalizarse menos y escandalizarnos más, chapalear en las miasmas de los titulares de los diarios chicha, despeinarse con el libertinaje obsceno de la señal abierta, usted necesita que el ANDA le censure el escote, que le corten un par de escenas subiditas de tono como a la Perricholi ¡Le faltan inmensas dosis, toneladas, cantidades industriales de la rica cochinada!)

Bueno ya. Poco floro, tigresa. ¿Cómo hacemos? Sabes perfectamente que yo nunca hago planes porque los planes siempre se joden y vaya que a ti te consta. Casualidad: váyase al casillero de inicio. Comience de nuevo. Lo único que tenemos es esto: Tu plan A se llamaba Joaquín. Se llamaba. Fue hermoso mientras duró. La tristeza no se acaba nunca. De acuerdo. Pero, ¿y ahora? No te recomiendo vivir abrazada a una ausencia, principessa. Todavía soñamos, como solía cantar en los 80 doña Mocha con su bombo y su ponchito en Tiempo Nuevo. Todavía cantamos. Todavía soplamos. Tú todavía estás aquí. ¿Y ahora? ¿Cómo se llama tu plan B? ¿Con qué letra empieza? Yo nunca hago planes pero esta vez te tengo el plan perfecto. Y el plan consiste en que patees el tablero. ¿no sabes? Yo te enseño cómo. Arca Comunal: váyase directamente a la mierda sin cobrar 200 ni pasar por go. En el buen sentido, Milagritos, en el mejor sentido, ¿me sigues, me entiendes? ¿Cómo se llama tu Plan B? Tu Plan B se llama Bete, Buela, Biaja con B de Brahma. Cambia de paisaje y de paisanaje. Cambia esa cara de seria, esa cara de intelectual, de enciclopedia. No te quedes allí de estatua. No te me fosilices de la pena. No te conviertas en la hija de la lágrima, en lagrimita congelada, en estalactita. Ponte las pilas. Ponte las plataformas, las portaligas. Haz maletas. Altimatízate con Altimatic. Elige tú el destino que yo te acompaño. No hagas preguntas. Relaja. Afloja. Conmigo no te pongas picky, esto es hasta abajo, cógele el tricky, esto es fácil, esto es un mamey. Vamos a meterlo todo en un muñeco de año nuevo y a prenderle fuego. First we take Manhattan and then we take Berlin. Ay, Milagros. Déjate de cuatro cosas. Poco floro. ¿Cómo hacemos?
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PERU 21 NOVIEMBRE 20, 2011

Tu mujer nos engaña

Twitter se ha convertido en el espacio perfecto para divulgar extravagantes mensajes o frases de gran inspiración. Aquí un breve recuento que nuestro columnista hace de lo que encontró en esta red social.
Autor: Beto Ortiz

Espacio libérrimo para el chistorete, la diatriba, el editorial, la moraleja o el haiku, el Twitter se ha convertido para millones en una maravillosa pared en blanco donde somos libres de garabatear lo primero que se nos venga a la cabeza. Aquí, el extraño recuento de cien días de intensa realidad nacional en una selección de bocadillos o tuits que pueden parecer sin ton ni son pero que, en el fondo, no lo son.

Me gusto cuando callo porque estoy como ausente.

Sintiendo muy liviana la bolsa de lavandería caigo en la cuenta de que últimamente solo me pongo ternos y pijamas.

Esta fea mañana, mi sobrepeso y yo nos disponemos a llegar hasta El Cristo del Pacífico en bicicleta.

“Me gusta cuando algo mío parece escrito por otro. Entonces cobra vida propia. Nada mejor que ser tu propio escritor fantasma”. –dijo Villoro.

¿Qué tanta chilla con que Alexis Humala sea condecorado por el alcalde de Santa Eulalia? ¿Ignoran acaso que ostento la Orden del Sol de Huampaní?

“No sé googlear. No tengo cable. No tengo celular. No sé quién está de moda. Yo elijo lo que ignoro”, dijo Charly García.

El método más eficaz para hacerse de amigos fieles es felicitarlos por sus fracasos.

“Le pondré una pelota delante. Si la patea, bacán. Pero si la agarra con la mano, caballero: ¡que chape su libro nomás!” –dijo Advíncula sobre su bebé.

“Abimael Guzmán y Alberto Fujimori son pares” –nos dijo Mocha García Naranjo. No nos dijo quiénes son nones.

A quienes creen que mi entrevista con Kenyi Fujimori ha sido la peor de todas les digo: No han visto nada todavía. ¡Batiré mi propio récord!

“Lo que los demás rechazan de ti, cultívalo. Eso eres tú”. dijo Jean Cocteau

Hay que sospechar cosas espantosas. Cada vez que aparecen videos o fotos de tombas calatas. Hay que sospechar.

“Cuando uno está jodido, alivia ver que los demás también se joden...” –dijo Pedrito Suárez Vértiz

“Nos querían como sifuéramos de verdad” dijo también Pedrito sobre Arena Hash.

Hay un espacio en el corazón que nunca será llenado. Bukowski

“Presencia de Anita” es la telenovela favorita de los exquisitos lectores de la web. Ya viene la segunda parte: “Ausencia de Anito”

Despuesito = peruanismo creado hoy por Elsa Malpartida. Dícese de algo que ocurre inmediatamente después. Úsese de modo análogo a “aquicito”

“En medio de este crudo invierno he constatado que un implacable verano bulle en mi interior.” –dijo Albert Camus.

Eisha en invierno es la vida después del desastre nuclear. Mientras esperas tu pizza en “Antica” tienes miedo que asome una horda de zombies.

- ¿Por qué caza palomas, señor Rey?
- ¿Acaso tú no comes pollo?
- ¿No le da pena?
- No tienen alma
-¿Qué mal han hecho?
- De algo tienen que morir.

“Despójate por un instante de esa triste sabiduría que nos ha convertido a ti y a mí en jueces.” Sebastián Salazar Bondy. Catálogo para Szyszlo. 1953

“Dios condena lo que ignora” –dijo Eduardo Galeano.

“Dios es un artista que sufre porque su obra maestra es Luzbel. Y Luzbel se rebeló. Y fue convertido en Lucifer. He ahí su dolor” –dijo don Isaac Humala.

Charly le cantaba a la grasa de las capitales, ahora don Isaac advierte: “nos ataca la espuma de la sociedad”. Ha nacido un poeta.

Flash: Cruz de Motupe fue condecorada. Venerado madero recibió distinción del Señor de Sipán por ser benefactor del departamento de Lambayeque.

Es más fuerte que yo: cada vez que oigo hablar de la Señora Baca me acuerdo inmediatamente de la entrañable vaquita del Tío Johnny.

“Damas a Trabajar” es el nombre de la loable labor filantrópica del congresista Nestor Vallqui, presunto dueño de un puticlub. Tome café Cafetal.

En periodismo sabemos que ninguna primicia vale la vida de un reportero. Del mismo modo, ninguna camiseta vale la vida de un hincha.

En manchón son todos William Wallace o Leonidas de 300. Cuando quedan solos se esconden o huyen despavoridos. ¿No ven que de chicos les faltó amor?

“El fútbol será todo eso que tú dices pero también puede ser un refugio, un hechizo para soportar el tedio de esta vida inmunda.” -dijo Constantino Carvallo.

Mañana: No se pierda una electrizante entrevista con adivinen quién y dos palpitantes reportajes sobre sabe Dios qué cosas mantecosas.

Seco de cordero: $34. Cuenta del almuerzo en “La Mar” de Nueva York para cinco: $700. Con rebajita: $460. El menú firmado por el chef Victoriano: no tiene precio.

Julianne Moore pasó hoy caminando a mi costado. No salgo de mi asombro ni quiero salir. Juliana qué bella eres. Qué bella eres, Juliana.

“Dejamos nuestro corazón en el segundo tiempo pero ya era tarde” –dice Pizarro. La historia de nuestras vidas, Claudio.

“Nunca es tarde para ser lo que siempre debiste haber sido” –dijo George Elliot

No es lo mismo ser el puto amo que ser el puto que amo.

Mónica Cabrejos desentrañando los intrincados enigmas de la negropsia.

Michel Obando, rescatista de alta montaña, ha dicho lo más sincero que se ha escuchado en años en la TV nacional: “Yo, la verdad, ignoro”.

El amor vivo e implacable de Don Ciro y Doña Charito por su hijo. El triunfo de la bondad y el coraje sobre la ruindad. He ahí la noticia.

Mi vida es un reality show esperando ser filmado.

Ama, ama Amazonas. ¡Se hizo fusticia! ¡Todos juelices con nuestra maravilla natural! ¡El papa es charapa!

Enjambre de abejas atacó a cortejo fúnebre: un muerto ¿Y cuál es la noticia? ¡Todos los funerales tienen un muerto!

Señora congresista Anicama, le advierto que si no viene usted a la entrevista voy a terminar pelando mi cable.

Autoridad Moral, Autoridad Moral... ¿Y cuándo son las votaciones para elegir Autoridad Moral?

Leído en el guardafango de un mototaxi: “Sospecho que tu mujer nos engaña”
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PERU 21 NOVIEMBRE 13, 2011

Las mañanitas

Cada mañana se lleva a cabo un ritual en la fría habitación de un hotel. Despertar, afeitarse, vestirse, escoger la corbata más chillona y prepararse para una nueva entrevista, además de la infaltable llamada a la valerosa producción.
Autor: Beto Ortiz

Cada madrugada edifico frente a su rostro una muralla de almohadones para evitar que la luz con que me afeito la despierte. Me he programado para abrir los ojos a las tres y –mientras derroto la breve pesadumbre de tener que salir a enfrentar la jungla primero que los demás– me levanto de la cama suave camay, en cámara lenta, para no molestar a la persona que, por ahora, duerme a mi lado y que ignora la suerte que tiene de poder seguir durmiendo otras cinco horas más. La persona que duerme a mi lado –el persono, se entiende– gusta acostarse en las altas horas en las que ya planeo por los soñaditos parajes de la fase R.E.M. y no se cuenta, como es obvio, entre el público cautivo de mi noticiero. No, qué va. Son las tres de la mañana en Radio Felicidad y mientras enciendo el lánguido foco ahorrador del ñoba le dedico un pensamiento solidario, por ejemplo, a los hermanos panaderos del Perú que, en estos imprecisos instantes, amorosamente amasan los toletes, los cariocas y las colizas con que nos desayunaremos todos en la tahona estuosa de aquellos mis biscochos, pura yema infantil innumerable. Que conste: no ha sido idea mía lo del foco ahorrador. El ahorro no es mi fuerte y, para serles franco, aborrezco su luz mortecina y su feo diseño mas usarlos es política del hotel cuatro estrellitas en que moro desde hace ocho meses como inquilino precario y feliz.

Alabado sea el glorioso canje publicitario.
Las tres. Ha llegado la hora de abrir así que no solamente abro los ojos. Abro las cortinas de la ducha. Abro la llave del agua caliente. Abro los poros. Reverdezco. Me riego un rato con un buen chorro de agua tibiecita. Vean ustedes cómo florezco. Pienso en la suerte que tengo de vivir tan acolchadamente en este hotel en el que, con solo apretar un botón, te subirán en bandeja el primer café, el primer jugo o el primer huevo que te apetezca a la hora en que te dé la gana. Pero como no todo puede ser placer, debo afeitarme. Afeitarme es mi manera de empezar el día en comunión con el dolor, mi primera aproximación al sufrimiento humano. Mi cilicio moderno, mi secreto ritual de mortificación del cuerpo, mi ecce homo. No importa con cuántas espumas y cuántos bálsamos me embadurne la faz o cacharro. Que me aplique juntas todas las cremas cual popular salchipapa de barrio. No importa, igualito me desangro sin remedio y mi cremosa lavaza enrojece de repente con violencia pues mi sangre, (que es plebeya) también tiñe de rojo. Los cinco filosos cuchillos de mi Gillete Fusion Power rasuran mis cachetes fatigados con ternura, tasajean mi carne trémula de comatoso líder de opinión. No importa.

Mi piel es morena y está curtida contra las penas.

Pero, ¿a quién se le ocurre elegir semejante lugar de residencia? Vivo en un hotel solo porque suena literario y hasta podría parecer ligeramente glamoroso. Porque salvo los botones y los prácticos palomillas de housekeeping, nadie sabe que vivo aquí, porque aquí a nadie le importa a qué hora salgo ni a qué hora llego ni con quién. Porque me tienden la cama y absurdamente me cambian las sábanas todos los días y me planchan sin falta las camisas. Porque me gustan las botellitas de vodka en miniatura. Vivo en un hotel como Dylan Thomas vivió en el Chelsea, como Humareda vivió en un sucucho de La Parada, como en el Riviera de Wilson, mientras la merodeaba un bizarro torero, vivió la inacabable, la inabarcable, la inconquistable Monique Pardo. Vivo en un hotel porque desde el balcón de mi sweet suite en un piso 17 a veces se alcanza a ver a la estonaza muchachada sobrevolando Larco Mar al capricho de los vientos mientras otra tarde tremenda zozobra legendaria como el Huáscar en el mar de Grau.

Vivo en un hotel principalmente, porque es gratis.

Como mi colección de anteojos está en exhibición sobre alguno de los muebles de mi dormitorio en tinieblas, tengo que elegir al tacto cuáles me pongo esta vez. Las corbatas, en cambio, están abajo, en el primer nivel del dúplex-baticueva. Escojo entre todas la más chillona, la más bullanguera, la inenarrable, la que no haga juego con nada, ni siquiera con el color de las medias, (que tampoco sé de qué color serán porque mientras me las calzo, no las veo). Quizá deba subrayar aquí que cuelgo mis centenares de corbatas en un perchero que más parece un arbolito de navidad. Las cuelgo siempre con el nudo hecho de antemano porque nunca aprendí a hacérmelo solo. No sé cómo amarrármela siquiera. Sirvo para muy poquitas cosas, como podrán apreciar. Tampoco sé cómo maquillarme –ni quiero saber– pero sí puedo jactarme de saber al ojo qué polvo te conviene más. Una vez, en una pausa comercial, Lucianita León me preguntó, (si no era indiscreción), que qué base estaba usando. Le di la fórmula, por supuesto, porque la belleza no se discute, se obedece. Le dije la marca y el número y el tono pero olvidé el secreto fundamental: religiosamente utilizo un menjunje excelente que, según la impulsadora que me lo vendió, es cirugía plástica en pomo si te lo aplicas, mínimo, una horita antes del make up. Un frasquito enano de tapa roja marca Clarins. Anota, Anita. ¿Algo qué agregar? Frívola será tu abuela. Conste que mientras me debato entre abluciones, cosméticos y seda voy desentrañando las posibles soluciones a los más intrincados enigmas de la existencia:

Lo único malo de vivir solo es demorar demasiado poniéndote los gemelos.

Una vez que he cumplido con todas estas sencillas pero significativas ceremonias ya son las cuatro. O las cuatro y media si la hemorragia fue severa porque olvidé comprarle repuesto a la máquina de afeitar. Antes de salir de la recámara o alcoba, le dedico un pensamiento solitario a quien, sepultado por el emplumado edredón, duerme en mi cama. Ángel de la guarda, dulce compañía. Y también, por supuesto, a todos los que no. A todos los que alguna vez me abandonaron, Dios los ilumine con la luz que cubre lo perdido. Ahora sí, open your eyes. Despabílate, amor. El horror amanece. Es la hora de tomar el ascensor. Sal solcito, caliéntame el bobito. Es la hora. Y, mientras con cadencia y son y garbo y donosura enrumbamos como Húsares de Junín hacia el deodorizado mambo taxi que ya espera, telefoneamos a nuestra insomne y valerosa producción para hacerle siempre la misma inmensa pregunta de todos los días:

¿Entonces?, ¿a quién hay que entrevistar?
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PERU 21 NOVIEMBRE 6, 2011

El Plan B

Durar y disfrutar. Esos son los nuevos “récords” que se ha impuesto nuestro columnista ahora que ha confirmado su retorno a la televisión. También ha prometido “incomodidad”. Una entrevista que no se puede perder.
Autor: Beto Ortiz

Abrumado y agradecido por las numerosas muestras de interés del ilustre colegaje en las oportunidades laborales que, providencialmente, han aparecido en el camino de vuestro siervo, es grato aligerar aquí la pesada chamba de fin de semana respondiendo a algunas de las preguntas más frecuentes sobre nuestro próximo emprendimiento. Una entrevista conmigo mismo.

¿Por qué elegiste ese título para el artículo? ¿Qué significa “El Plan B”?
Significa dos cosas: 1) El nombre que, hace tiempo, quiero ponerle a un programa de TV. Todavía no he podido imaginar alguno al que le quede bien. 2) El plan que siempre aplico, prácticamente, en todas las decisiones importantes de esta vida. Siempre es el Plan B.

¿Es cierto que has firmado contrato nuevamente con Frecuencia Latina?
Yes!

¿Otra vez?
Así es, ¿cómo la ves?

Pero... ¿cuántas veces has trabajado allí?
Cinco veces en doce años y, siguiendo una vieja cábala, después de firmar mi contrato, me he vuelto a quedar con el lapicero como amuleto. Aprovecho para expresar públicas disculpas al (ex) propietario del mismo.

¿Podrías recordar las diversas razones por las que te marchaste todas las veces anteriores?
No.

Pero, ¿cómo has podido regresar?
Por el portón de la fachada. Es automático y se abre solito. Muy cool. Pero hay que tener buenos reflejos porque se cierra solito también.

¿No crees que uno no debe volver adonde lo botan?
No en este caso pues las personas que me botaron ya no están. La ley del equilibrio universal hizo que también fueran botadas. Del mejor canal del Perú me han botado tres veces. A ver, ¿alguien se atreve a competir con eso?

¿Cuál es tu nuevo reto?
Más que nuevo reto, lo que me propongo ahora es un nuevo récord: durar. Durar y disfrutar. Como en un comercial de Durex.

¿No te parece que dejar la pantalla y mandarte mudar así, de buenas a primeras, como lo hiciste fue una absoluta desconsideración con el público?
Sí. Lo lamento. Espero sepan disculparme.

¿Te arrepientes?
No.

¿Por qué?
Porque con el arrepentimiento me ocurre lo mismo que con el breakdance. Siempre quise hacerlo pero, por más que lo intento, no me sale, todavía no entiendo cómo se hace.

¿Quién será tu primer invitado?
¿Cómo podría saberlo? Todavía no estoy seguro ni de qué programa vamos a hacer.

Bueno, pero si volvieras a hacer un programa de entrevistas, ¿quién sería tu primer invitado?
Jorge Trelles.

¿Y tú crees que iría a tu programa?
No.

¿Entonces para qué lo invitarías?
Por cortesía. Lo cortés no quita lo valiente, dicen.

Bueno, pero si Trelles fuera a tu primer programa, ¿qué le preguntarías?
¡Qué no le preguntaría!

¿Es verdad el rumor que dice que estás tratando de que todos crean que vas a hacer un noticiero matutino porque tu verdadero plan secreto es recuperar tu horario de las once de la noche?
¿“Mi” horario? En televisión no existe “mi” horario, ni “mi” fórmula, ni “mi” nada. Nada es de nadie. El público te pone, el público te saca. Y no hay más na’.

Eso no responde a mi pregunta.
Ajá, entonces chambea y repregunta.

¿Esperarás pacientemente tu oportunidad de regresar al horario de las once de la noche?
No. La experiencia ha demostrado que la noche me endemonia demasiado y los excesos, que pueden ser excelentes para el camastro, son nefastos para el periodismo de televisión. Créeme. Sé de lo que hablo. Además, si empiezas algo nuevo en tu vida tratando de quitarle al otro el pan de la boca, empiezas mal. Quiero una silla que no tenga dueño.

Asu. ¿En qué momento te convertiste en Paulo Coelho?
Una vida sin causa es una vida sin efecto. Pero peor que una vida sin causa es una vida sin cebiche.

Entonces, ¿qué le dirías a Carlos Carlín?
Que no todo lo que le han contado sus patas es verdad. Que soy un ser humano, como dijo el Hombre Elefante.

Ahora que todos la vocean como tu posible compañera de pantalla... ¿qué quisieras decir sobre Jessica Tapia?
Ella no lo sabe –y no me lo va a creer– pero en febrero de este año, antes de que entrara al Dos a reemplazar a Claudia Cisneros, yo la propuse dentro de la terna de candidatas a conductora de “Buenos Días, Perú” pero como ella había trabajado tanto tiempo con la anterior administración del canal, mi moción fue velozmente desestimada. Una pena.

¿Te ves a su lado?
Yo no tendría ningún problema pero creo que sería de caballeros hacerle primero la pregunta a ella. He visto las cifras que confirman que sin Mario levantó la sintonía de su noticiero en las últimas semanas y vaya que me consta lo difícil que es lograr eso. Un amigo común, sin embargo, me ha contado que ella le dijo que, para poder sentarnos juntos, primero tendríamos que tomarnos “unos cuántos relajantes musculares”. Soy muy poco pepero y nunca los he tomado pero siempre estoy llano a experimentar nuevas sensaciones.

¿Y qué opinas de Aldo Mariátegui?
Que toda gran historia necesita un gran villano y él es uno de los mejores que ha tenido nunca la televisión. Hacer de malo es más difícil siempre. Y se nota que él lo disfruta.

¿Algún otro colega al que quieras enviarle un mensaje?
Agradecer a todos los periodistas, conductores y directores del 2 que, esta semana, apoyaron la idea –ciertamente impensable– de mi regreso: Iván, Nicolás, Eduardo, Mónica, Renato, Mauricio, etcétera. Y también a los que quizá sin votar a favor, generosamente se abstuvieron. Rendidas gracias también a ellos.

En un reciente artículo suyo, César Hildebrandt te ha llamado “el Truman Capote de las tinieblas” ¿Qué le dirías?
Que nunca me habían halagado así. Que aunque nunca quiera que le entrevistemos, le queremos.

¿Cuál sería tu mensaje a los detractores?
Mi mensaje a los detractores es que continúen arando la tierra y contribuyendo con el desarrollo del país.

Una promesa.
Incomodidad. Hago mía una frase de Gonzalo del Río. Más que promesa es un lema: ¡Por una incomodidad que nos dignifique! Qué bonito le salió eso.

¿Qué deben esperar tus entrevistados de este enésimo retorno? ¿Preguntas más difíciles?
Las preguntas siempre son fáciles. Difíciles son las respuestas.
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EL COMERCIO NOVIEMBRE 5, 2011

Beto Ortiz confirmó su regreso a Frecuencia Latina

Periodista vuelve a la televisión, pero es ambigüo sobre conducción de “A primera hora”

(Archivo El Comercio/ Twitter)
Beto Ortiz finalmente hizo oficial su ingreso a Frecuencia Latina. A través de su cuenta de Twitter, el periodista informó que volverá a la televisión, pero no especificó si, efectivamente, lo haría como conductor de “A primera hora”.

“Por medio del presente les confirmo feliz que desde ayer soy parte de Frecuencia Latina, pero mi contrato no dice conductor de A Primera Hora”, escribió Ortiz.

Similar actitud tuvo Jessica Tapia, quien muy temprano y también a través de Twitter, se negó a confirmar si sería partner de Ortiz.
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PERU 21 OCTUBRE 30, 2011

La entrevista de mi vida

Nunca he preparado las preguntas de una entrevista con tan obsesiva dedicación como en mayo del 2000, cuando supe que, por fin, podría lograr una de mis más altas ambiciones periodísticas: entrevistar a Mario Vargas Llosa. Créanme.
Autor: Beto Ortiz

Nunca he estudiado tanto para una gran prueba salvo, quizás, cuando batallaba, a sangre y fuego, con el álgebra en las semanas previas a mi examen de ingreso a la universidad.

Eran las postrimerías del aciago régimen fujimontesinista y Vargas Llosa, tras una larga ausencia, regresaba al Perú en vísperas del grosero fraude electoral de la re-reelección para presentar una novela que era, además, un nuevo y potente alegato contra la dictadura: La fiesta del chivo. Los principales periodistas de los principales canales de televisión ya tenían agendada, de antemano, una cita con él pero quien esto escribe no formaba, en absoluto, parte de tan selecta cofradía. Recuérdese, por favor, que en la TV peruana de entonces, los grandes temas que debían tratarse en pantalla no los decidían necesariamente los periodistas, ni siquiera los dueños de los canales. Todos saben que era una instancia “superior” la que decidía qué se decía y qué se callaba, a quién se vetaba y a quién se entrevistaba, qué se le preguntaba y, sobre todo, qué no se le preguntaba. Y si había un entrevistado prohibidísimo para aquella televisión ese era, precisamente, Vargas Llosa, aquel pensador réprobo que había sido amenazado con perder la nacionalidad porque “desprestigiaba al Perú” y de quien un generalote estólido había dicho, en medio de una ceremonia castrense –que los noticieros transmitieron– que “había nacido en el Perú por un accidente de la geografía”.

Pero el raro interés de aquella prensa geisha por recibir a Vargas Llosa no significaba, sin embargo, que los canales al servicio de la dictadura hubieran sufrido un súbito ataque de independencia. Todo lo contrario: a pocas semanas la gran farsa electoral, al régimen le convenía proyectar una falsa apariencia de pluralismo y apertura. ¿Había acaso mejor prueba de libertad de prensa que ver al Némesis de Fujimori hablando en vivo en todos los canales? ¿No era eso, acaso, la democracia? Como quienes coordinaban las entrevistas eran los encargados de prensa de su casa editorial, era obvio que darían preferencia a las vacas sagradas de la ominosa TV de entonces. Yo sabía que no me iba a ser fácil lograr que él entrara en mi casa. Beto A Saber, mi primer programita tenía apenas 4 meses de vida y el Canal A era, como el entrañable Hocicón de Condorito, un canalito pobre pero honrado que no integraba la millonaria logia de los canalazos comprados por el Doc. Si no recuerdo mal, antes de tomar la decisión personal de visitarnos, Vargas Llosa acudió a 3 canales y, con la rebeldía a que nos tiene acostumbrados, respondió a todas las preguntas que aquellos periodistas no le formularon, dijo en voz alta lo que muy pocos se atrevían a decir por el miedo a terminar sus días secuestrados, torturados o muertos, (y cremados con gran eficiencia), en los lúgubres sótanos del SIN. O por el temor –bastante más pedestre y deleznable– de terminar despedidos a patadas.

Recuerdo muy vívidamente que en una de esas presentaciones televisivas, su entrevistador, en un exceso de entusiasmo que le costó caro, se animó a editorializar a nombre de su empresa, quizá algo fastidiado por las incómodas alusiones del escritor a esa prensa corrupta que, a cambio de unos montículos de dólares, se había convertido en cómplice del horror y la infamia. “Yo le garantizo, Mario” –lo apostrofó el colega –“que los periodistas de este canal trabajamos con la más absoluta independencia y objetividad”. La aplastante respuesta de Vargas Llosa a tamaña declaración de principios tardó apenas un segundo y nos produjo el sonrojo de la vergüenza ajena: “Con todo cariño te tengo que recordar que tú no decides nada. El único que decide todo lo que sale aquí es el siniestro señor Montesinos.” Sé que fue después de haber asistido a programas como aquel y de haber sido animado por amigos que le hablaron del presunto espíritu disidente que intentábamos insuflarle a nuestro espacio que Vargas Llosa aceptó por fin visitarnos en el set para grabar a las 2 de la tarde de aquel inolvidable 10 de mayo del 2000.

Como ya he dicho, llegué a la cita con varias amanecidas de estudios a cuestas. Soy, por suerte, un reportero chapado a la antigua, pre-googliano y, como no confiaba –ni confío– en la validez periodística del Internet, puse a todo mi sufrido equipo a bucear en archivos de diarios, bibliotecas y librerías de viejo. El desmesurado acopio de datos se tradujo en rumas de libros de y sobre Vargas Llosa –muchos de ellos comprados a vendedores callejeros–. Además de todos esos volúmenes usados me rodeaban también, cordilleras de fotocopias que leí y anoté con una chanconería de la que yo mismo me habría burlado en otras circunstancias. Llené una libreta entera con anotaciones producto de la fascinante lectura de todo aquello. Luego elaboré un resumen. Y después, un resumen del resumen. También dividí la información por temas y subtemas, usé lapiceros y papeles de distintos colores para poder pasar rápidamente de un tema al otro. Recuerdo que cuando vi a Vargas Llosa entrando al canal, comencé a sudar helado, sentí ese vértigo, ese hueco en el estómago, ese temblor de piernas que no experimentaba desde la última vez que me sacaron a la pizarra en el colegio, en mis arduos días de gordito del salón. Recuerdo que, al presentar en cámaras a mi invitado, dije –o mejor dicho: tartamudée– que lo mejor de ser periodista era tener la posibilidad de conversar cara a cara con nuestros ídolos y que esa noche, (que, en realidad, era una tarde pero nadie tenía por qué saberlo), yo estaba a punto de entrevistar a uno de mis tótems y que esa era la razón por la que estaba tan nervioso y que pedía disculpas, de antemano, por todos los errores que seguramente iba a cometer. “Caramba, Beto”. –dijo mi invitado, entre risas –“con semejante presentación, el que ahora está nervioso soy yo”.

Nadie lo ha notado pero esa edición de aquel programa de entrevistas –que estuvo al aire durante todo el tempestuoso año 2000– fue la única en que usé corbata.
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PERU 21 OCTUBRE 16, 2O11

Querida, ya llegué
Autor: Beto Ortiz

Estoy rodeado por tigres de bengala. Uno de ellos, inmenso, majestuoso, sensual, se me acerca hasta quedar a pocos centímetros de mí. Él me mira, yo lo miro y él se aburre de mirar. Entrecierra los ojos verdes y abre las atroces fauces en un lento bostezo escalofriante. Para acercarme todavía más, pego –como chibolo– la nariz al vidrio que se ha empañado con su aliento y lo veo perderse en la espesura de su selva imaginaria, alejarse algo abatido, bamboleante, seguido por su cola serpenteante que revolea en el aire como un látigo o una boa constrictora. Parado entre las hordas de salvajes escolares que acribillan a las fieras indefensas con sus flashes, mirándolo todo calladito como el más modoso visitante que jamás haya tenido el felinario del zoológico del Bronx, disparo una única foto y me asalta la certeza de que yo ya he vivido este momento en el pasado, alguna vez. Mortíferos tigres que me acechan agazapados del otro lado del cristal. Lo he vivido o lo he soñado. Qué más da. Las pesadillas merodean como tigres domesticados.

Cinco años después, he regresado a Nueva York un martes 4 de octubre. Dato bobo que se vuelve relevante si consideramos que el día de 2006 en que partí de Nueva York para ser detenido en el Perú por cuestiones políticas (que Toledo y yo, convenientemente, hemos olvidado para siempre) era también un 4 de octubre. No fue planeado que así fuera, simplemente fue. Alucina. Casi nunca planeo nada. Y las pocas cosas que planeo se confunden fabulosamente con las cosas que me pasan. Alucina. Como un policía encubierto enviado en misión especial a desbaratar alguna célula de la mafia del Dragón Rojo, estoy alojado en un hotel de Chinatown y el paisaje feroz que irrumpe por la ventana de mi cuarto blanco y diminuto es un carnaval de neones enloquecidos que anuncian relojes bamba, tallarín saltado o quizás el apocalipsis en perfecto cantonés. Cinco años atrás mi vida no era mía, en realidad. Mi vida dependía de cuántas sartenes fregaba y de cuántas papas majaba, amasaba, rellenaba y freía por noche en este mismo restaurant en el que ahora estoy sentado como el engreidísimo huésped ilustre frente al que danzan las langostas del Maine, chisporrotean los bifes Angus y desfilan entusiasmados ejércitos de botellas de Merlot. Las torres gemelas son ahora abismos hermosos y perfectos que honran el recuerdo de sus miles de muertos con poéticas caídas de agua y angustiosas cantidades de vacío mientras los indignados de Wall Street llevan tantos días sin ducharse que hieden a kilómetros como si fueran homeless o loquitos de la calle.
Los coolísimos newyorkers que no se sorprenden nunca, salen por un segundo de su eterno trance musical y aprietan pausa en sus iPhones para usarlos como cámara y retratar, son los mismos que han pegado amorosos post-its de homenaje al finado Steve Jobs y le han dejado como ofrendas millares de manzanas mordidas en la fachada de todas y cada una de las tiendas Apple. Los hieráticos newyorkers que antes me encantaba contemplar arrellanados en las bancas de los parques, en los cafés, en los buses y en los trenes, completamente hechizados por la lectura voraz, obsedidos por la trama de esos soberbios libros de pasta dura que hoy han decidido reemplazar por alguno de esos aparatejos indignos, Nooks o como mierda se llamen esos vulgares juguetuchos fanfarrones que seguramente almacenarán varias bibliotecas en su cibernética memoria pero que yo aborrezco, entre muchísimas otras razones, porque han significado la muerte injusta y cruel de muchas de mis librerías favoritas en esta ciudad: por la misma maldita razón por la que ha muerto Virgin Records, templo maravilloso en el que debo haber pasado cientos de horas formidables, sumergido entre discos, películas y libros, la librería Borders ya no existe más. Y lo mismo está ocurriendo con su antigua competencia Barnes & Noble, que agoniza sin remedio y una de cuyas sedes más entrañables, la de Lincoln Center, es ahora un estúpido Citibank. Detesto los libros electrónicos, sobre todo, porque escribo y como todo el que escribe lo hago en la ilusión de que estas palabras se conviertan en tinta y se impregnen para siempre en el papel y no desaparezcan todas al mismo tiempo y para siempre con una caída en el sistema, un error en el servidor, un apagón global o porque un día algún imbécil machucó el botón equivocado. Si al final solamente voy a ser una palabra, no quiero ser una virtual. Quiero ser una palabra impresa con tinta sobre papel. Una palabra impresa que no dependa de absolutamente nadie.

¿De qué dependo yo ahora? Hace cinco años dependía de la probidad y el buen criterio de la titular del seguramente fenecido Cuarto Juzgado Anticorrupción. Dependía de la tarjeta telefónica que me permitía llamar a mis viejos todos los días. Dependía del amigo ecuatoriano que tan tibiamente me dejaba habitar todas las noches, la mitad o las tres cuartas partes de su cama, sabedor de que hallábame en la última lona, el mismo perfecto anfitrión guayaquileño al que ahora, en pálido gesto de gratitud, he invitado a este gran teatro de Broadway en el que, en breves instantes, podremos ver de cerquísima –como a los tigres– a esa deslumbrante diosa que responde al nombre de Brooke Shields, la de la Laguna Azul, vivita y coleando, nuestra más acariciada fantasía de cuando éramos apenas un par de imberbes adolescentes tercermundistas, de cuando éramos felices y heterosexuales. Para ser absolutamente justos, mi vida, hace cinco años, dependía de la voluntad del apolíneo San Martín de Porras que encontré, cubierto de pan de oro, en una basílica de Lexington Avenue y ante el cual, lo recuerdo cual si fuera ayer, entré en una especie de Getsemaní privado que he visto regresar a mí, más de una vez. Aquel morenaje en cuya anforita de los deseos deposité discretamente un sobre que contenía un donativo más bien tela y un papelito que decía: I want to go home. Mañana mismo paso a dejarle su billetito sin falta: Graciela, zambito.

Pero ahora yo no quiero regresar a casa. I don’t want to go home. Por lo menos, no todavía. Allá, mi contrato de canje publicitario del hotel en que moraba ha sido interrumpido y, en represalia por la ciertamente patética caída en sintonía, mi pobrecito celular ha sido cortado y bloqueado y dinamitado y ya nada en la vida volverá a tener sentido sin él de modo que, mucho apuro por volver, tampoco tengo. La esperada entrevista con la distinguida congresista robacable tendrá que esperar, queridos televidentes. Eso fue lo que le respondí anoche a una alegre y guapa familia de peruanos que creo que cenaba spaghettone al frutti di mare en una mesa contigua a la mía. Les dije que todavía me falta volver a cruzar varias veces el Puente de Brooklyn en bicicleta. Que por ahora estoy bien donde estoy. Que cuando tenga adonde regresar, regreso.
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EL COMERCIO OCTUBRE 7, 2011

Beto Ortiz a Augusto Thorndike por Twitter: "Te encargo mi ráting"

Aunque la abrupta salida del ex conductor de “Buenos días Perú” no ha tenido aún explicación oficial, este bromea sobre ello desde Nueva York

“Bueno, son casi las doce, brilla un sol esplendoroso en NY y yo me voy un rato a montar bici al Central Park: @angustio (cuenta en Twitter de Augusto Thorndike) te encargo mi rating!”, escribió esta mañana Beto Ortiz desde la Gran Manzana.

Por el mismo medio, Thorndike respondió que “va estar bien difícil eso” pues la audiencia “te extraña” y “no es lo mismo sin ti”, antes de mandarle “buena vibra”.

A NY viajó Ortiz a comienzos de esta semana, tras abandonar sin aviso previo la conducción del matutino de Panamericana, “Buenos días Perú”. Su súbita renuncia ha fortalecido de pronto los rumores que sonaron hace un par de meses, sobre su pase a Frecuencia Latina.

En el ínterin, y mientras se define su situación laboral y la de parte de su equipo en un nuevo medio de comunicación, ha venido bromeando a través del Twitter con su amigo y colega, Augusto Thorndike, quien lo ha reemplazado en el noticiero.
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PERU 21 OCTUBRE 6, 2011

Beto Ortiz pagaría caro su renuncia

El exconductor de Buenos Días, Perú tendría que pagarle US$250 mil a Panamericana Televisión por incumplimiento de contrato.

Al periodista Beto Ortiz le podría salir cara su renuncia a Panamericana Televisión, ya que estaría en la obligación de pagar US$250 mil por incumplimiento de contrato.

El exconductor de Buenos Días, Perú, quien se rumorea podría volver a Frecuencia Latina, tenía contrato con Canal 5 hasta diciembre de 2012.

Por su parte, el productor del noticiero, Martín Suyón, y la conductora Romina Antoniazzi, tendrían que abonar 50 mil y 30 mil dólares, respectivamente, por seguirle los pasos a Ortiz, informó El Comercio.

El también escritor no ha informado hasta ahora el motivo de su decisión y viajó al extranjero. “Rumbo a mi vieja Nueva York con el fin de extrañarlos mucho y brillar un poquito por mi ausencia. Más temprano que tarde me verán volver. Chau”, escribió en Twitter.
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EL COMERCIO OCTUBRE 5, 2011

Beto Ortiz defiende su amistad con Thorndike: "Soy más macho que él"

Periodista que podría integrar filas de Frecuencia Latina aclaró que la relación con el conductor de “Panorama” es buena

(@malditaternura)
A través de su cuenta en Twitter, y desde Nueva York, Beto Ortiz —tras haber abandonado intempestivamente la conducción de “Buenos días Perú”— respondió a los comentarios sobre la broma hecha esta mañana por Augusto Thorndike, quien reemplazó a Ortiz en la mesa del noticiero.

“@angustio es mi único amigo heterosexual que me saluda con besito. Sabe que -cuando tratan de apanarlo-me pide ayuda y soy más macho que él” escribió el periodista. Ello, en la misma línea de los comentarios de Thorndike sobre su broma, en el sentido de pedirle disculpas a Ortiz si se hubiera ofendido y de aclarar que no es homofóbico.

Asimismo, agradeció porque su nombre en la red de microblogging sea tema del momento: “Gracias, amigos Los abrazo desde Christopher Street (calle histórica en la lucha por los derechos de los homosexuales). Comenzaron las mariconadas!”.

* Augusto Thorndike: "Ya se fue Beto, así que se acabaron las mariconadas"
Ante las críticas por la polémica frase, el periodista, quien tras la salida de Ortiz condujo hoy “Buenos días Perú”, indicó que fue solo “una broma a un amigo”

(Video: Panamericana Televisión)(http://elcomercio.pe/espectaculos/1313056/noticia-augusto-thorndike-ya-se-fue-beto-asi-que-se-acabaron-mariconadas)
Augusto Thorndike, el director de noticias de Panamericana Televisión, lanzó una polémica frase durante la emisión de “Buenos Días Perú”, programa que hoy condujo tras la intempestiva renuncia de Beto Ortiz. ““Mira, Omar, ya se fue Beto, así que se acabaron las mariconadas”, le dijo el periodista a Omar Ruíz de Somocurcio, quien le había preguntado cuál era el jugador más guapo de la selección.

Minutos más tarde, y tras recibir una horda de críticas a través de Twitter, Thorndike optó por aclarar la “bromita”. “Yo puedo hacerle bromas a mi amigo Beto si es que me da la gana”, indicó.

“No sean tan sensibles. A pesar de todo Beto Ortiz sigue siendo mi amigo. Yo lo quiero mucho. No estoy de acuerdo de que se haya ido de la forma en que lo hizo. Yo incluso le dije que aquí podíamos darle las posibilidades legales necesarias para que se vaya bien del canal. Escogió no hacerlo”, comentó también Augusto, quien aclaró que no le guarda “ningún rencor”.

Horas después, Thorndike dijo, a través de su cuenta de Twitter, que “siempre defiendo el “Gaypride””. “Si ofendí a alguien con mi comentario les pido disculpas, no creo que Beto Ortiz lo tome a mal. No soy homofóbico, todo lo contrario”, explicó también, además de afirmar que su relación con el ex conductor de “Buenos días Perú” es “a prueba de balas”.

ACCIONES LEGALES
Asimismo, durante el programa el periodista aclaró que aunque él le desea todo lo mejor, “el canal seguramente va a querer tomar algunas acciones legales”, cuestión que “es cosa de abogados”.

AYUDA PARA ENCONTRAR A BETO
A pesar de la salida del periodista, el humor de Thorndike no decayó en todo el programa. “Qué tal, yo soy Beto Ortiz. Esto es “Buenos Días Perú”“, dijo Augusto para abrir el programa.

Al final del espacio, el director de noticias aprovechó para soltar otra de sus “bromas”. “Ahí tienen en pantalla nuestra página web. Ahí nos pueden escribir si tienen alguna información sobre Beto Ortiz. Hasta Mañana”, finalizó el conductor.

Por otro lado, las especulaciones sobre el posible ingreso de Ortiz a Frecuencia Latina crecen, Panamericana Televisión aún no anuncia quien será el reemplazo de Ortiz Pajuelo.

* Panamericana TV: "Beto Ortiz renunció sin dar explicaciones"
El canal confirmó la renuncia del periodista a la conducción de “Buenos Días Perú” pese a que tenía contrato “hasta diciembre del 2012”

(Panamericana TV)(http://elcomercio.pe/espectaculos/1312856/noticia-panamericana-tv-beto-ortiz-renuncio-sin-dar-mayores-explicaciones)
El periodista Beto Ortiz renunció a la dirección y conducción del noticiero matutino “Buenos Días Perú”, según confirmó Panamericana Televisión. “Dejó sin efecto, vía carta notarial, un contrato vigente hasta diciembre del 2012”, informó el conductor del noticiero “24 Horas”, Augusto Thorndike.

“Ha renunciado y no ha dado mayores explicaciones”, agregó. Otras versiones periodísticas afirman que el conductor habría viajado a Nueva York para decidir su futuro, el cual estaría en Frecuencia Latina.

* Jessica Tapia sobre posible ingreso de Beto Ortiz al 2: “No soy la indicada para dar versión oficial”
Tras la abrupta salida de Beto Ortiz de “Buenos Días Perú”, cobran fuerza nuevamente versiones sobre su llegada a “A primera hora”

Hoy, Beto Ortiz no condujo el matutino de Panamericana Televisión. Tampoco su “partner”, Romina Antoniazzi. Por medio del Twitter y Facebook, anunció que se iba a pensar a Nueva York. Pero en Lima, su salida ha dejado pensando a más de uno.

Hace ya un par de meses se venía comentando un acercamiento de Ortiz con el canal de la avenida San Felipe, para tomar la conducción del noticiero “A primera hora”. Y aunque en su momento el periodista negó la posibilidad, hoy esta se abre nuevamente y ahora, en vista de que ambos se ausentaron del set, para la dupla televisiva.

De hecho, la actual conductora del espacio, Jessica Tapia, escribió en su cuenta en Twitter: “Y para los q pgtan x Beto en APH... No soy la persona indicada para dar la version oficial d FL =(”. Tras ello, volvió a tuitear y escribió entonces que hace tiempo aprendió “que lo laboral es incierto”.

Al respecto, también Mario Saldaña, periodista que hasta hace poco condujo “A primera hora” con Tapia, escribió en la red de microblogging: “Pocas cosas más enrevesadas, retorcidas y poco racionales que la TV. Buen viaje Beto, y piensa bastante en NY!, como lo hizo el loco David��.

* Beto Ortiz sobre su renuncia: "Más temprano que tarde me verán volver"
Tras confirmarse su salida de “Buenos Días Perú”, el periodista dijo en su cuenta en Twitter que está camino a Nueva York

El periodista Beto Ortiz, quien este martes renunció a la dirección y conducción del matutino “Buenos Días Perú”, dijo que está viajando a Estados Unidos y prometió volver pronto a la televisión peruana.

“Rumbo a mi vieja Nueva York con el fin de extrañarlos mucho y brillar un poquito por mi ausencia. Más temprano que tarde me verán volver”, escribió en su cuenta de Twitter.

Panamericana TV confirmó la renuncia de Ortiz y señaló que este “no ha dado mayores explicaciones” pese a tener “contrato vigente hasta diciembre del 2012”.
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PERU 21 SETIEMBRE 24, 2011

“No cambiaré algo en lo que me va bien”

Beto Ortiz aclara que no piensa dejar la conducción de Buenos días, Perú para volver con otro programa por Frecuencia Latina.

El periodista decidió no retomar la conducción nocturna. (D. Vexelman)
Beto Ortiz negó rotundamente que vaya a dejar Panamericana por irse a Frecuencia Latina, como se ha estado especulando en las últimas semanas.

“Me tienen absolutamente podrido con eso. No voy a cambiar algo ( Buenos días, Perú ) en lo que me está yendo bien. No hay ninguna señal de que el canal de Jesús María (Frecuencia Latina) me quiera. Ellos tienen un noticiero con el que yo compito. En cambio, sí hay señales de que se copian un poquito de lo que yo hago, lo cual me halaga. Pero no puedo hablar en función de algo que no existe”, dijo el periodista que, a su vez, descartó volver a conducir un programa nocturno.

“Creo que sería un error hacer un programa nocturno porque nunca me ha ido mejor que en la mañana”, expresó. “Cada vez que sale ese rumor, me crean un problema porque Federico Anchorena (gerente de Panamericana) me llama a su oficina y me cuadra (risas)”, agregó.

Para el conductor de Buenos días, Perú, dicho noticiero es un proyecto por el que quiere seguir apostando. “Siento que lo que hago está en un proceso de agarrar cuerpo. Recién tengo seis meses, está funcionando y estamos contentos”, sostuvo convencido del rebote de sus entrevistas.

Por otro lado, el exconductor de Enemigos públicos manifestó que dejó atrás su faceta polémica y farandulera. “El Beto de Enemigos públicos no murió, evolucionó. En este momento, nunca la gente ha sido tan cariñosa y tan generosa conmigo… Cuando he hecho otro tipo de periodismo, en la calle he sentido reacciones beligerantes y agresivas”, subrayó.
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PERU 21 SETIEMBRE 18, 2011

“Me tratan como si hubiese salido del Centro Victoria”

“Durante la campaña electoral, muchos canales actuaban con una mentalidad ‘vendida’, pero sin haber recibido plata, lo que es peor: eso se llama esclavitud mental”, nos dice Beto Ortiz, director de Buenos días, Perú (Panamericana Televisión).
Autor: Gonzalo Pajares

"Los periodistas pecamos de soberbios cuando nos alucinamos eso de que somos líderes de opinión. La última campaña nos lo ha demostrado y ha traído abajo la arrogancia de algunos, quienes sentían que podían cambiar el curso de la historia. Este error es frecuente… yo también caí en él”, nos dice Beto Ortiz.

Durante la campaña presidencial, gracias a tus entrevistas, muchos políticos se desenmascararon…
No fue planeado. Empecé a hacerlas porque no me resignaba a leer un teleprompter. Los primeros meses fueron duros porque, además de levantarme a las tres de la mañana –algo que no le deseo ni a mi peor enemigo–, sentía que no estaba haciendo lo que más me gusta ni lo que hago mejor. Con Maribel (Toledo Ocampo) hacíamos entrevistas de a dos, cosa difícil porque cada uno tiene su estrategia y, al final, no se llega a ningún lado. Eso nos pasó con Keiko, donde la cosa nunca prendió.

Chispa que sí prendió en la segunda vuelta…
Tenía una responsabilidad grande porque estaba en un canal del cual César Hildebrandt había dicho que haríamos campaña por Keiko. Eso significaba lidiar con un prejuicio: “Ah, el canal de los fujimoristas”. Yo traté de demostrar que no estaba ni con Dios ni con el diablo. Así, pude entrevistar a gente de Gana Perú sin ladrarles, como hacían los demás, como un perro rabioso ni morderles la yugular. Hice conversaciones en un registro calmado, callándome más, cosa que, reconozco, me cuesta trabajo (ríe).

Así, los fujimoristas se fueron de boca…
No hice ningún esfuerzo consciente por ‘emboscarlos’. Lo que pasó fue un accidente de trabajo (risas). Por ejemplo, Jorge Trelles estaba con su discurso de ‘Madre Mía, Madre Mía’ y, yo, lo que le dije fue que la campaña no podía ser un concurso entre Barrios Altos y Madre Mía porque, al final, iban a terminar discutiendo sobre quién mató más, y Jorge salió con su frase “Nosotros matamos menos”… se me heló la sangre. Por eso digo: cuanto más se deja hablar al entrevistado –sobre todo si es político–, más coquetea con el abismo.

Los fujimoristas se metieron en tres temas espinosos que, quizás, les hicieron perder las elecciones: derechos humanos, esterilizaciones forzadas y servicio militar obligatorio…
Fueron temas decisivos, pero el misil que dio en el blanco fue el de las esterilizaciones forzadas, porque la fortaleza de Keiko eran las mujeres. Rafael Rey me dijo: “Las esterilizaciones no fueron contra su voluntad sino sin su voluntad”.

A pesar de todo, los fujimoristas te siguen tratando con cariño…
Ellos no tienen cuernos (risas). Aquí hay mucha intolerancia; si alguien no me cae, lo censuro, no lo entrevisto. Eso es antidemocrático. Hay mucha gente, sobre todo joven, que tiene una idea antidemocrática de la democracia. Solo quiere escuchar a quienes piensan como ellos.

Te has vuelto a sentar con Alejandro Toledo. ¿Lo sigues detestando?
Ya no tanto. Cuando lo entrevisté, una semana antes de la primera vuelta, llegué a su casa con la intención de hacerle una entrevista agresiva, crispada, pero me encontré con un hombre derrotado, desencajado…

Y lo disfrutaste mucho…
No, me dio pena. De la soberbia había pasado a la derrota, al agotamiento. Entonces, cambié la agenda de la entrevista y le hice una más tranquila: además, allí me di cuenta de que buena parte de mi odio hacía él también era paranoia. Desde entonces tengo hacia él menos anticuerpos. Solo le bromeé sobre su cirugía plástica, que negó, pero que era demasiado obvia (ríe).

¿Por quién votaste?
No puedo decir eso, me arruinas, pierdo rating.

Hablando de rating: resucitaste Buenos días, Perú…
Dicen que estoy más tranquilo pero, el otro día, Luisa María Cuculiza me dijo algo peor: “Ahora haces periodismo” (risas). La gente quiere que te portes bien, sobre todo mi público, que es mayoritariamente de señoras A-B, de 50 años para arriba: si entro a la panadería San Antonio, desato una histeria colectiva. La gente me trata como si ya me hubiese regenerado, como si acabase de salir del Centro Victoria, pues ya no hago cosas incorrectas, no hablo de mi vida personal… ya maduré.

¿Y es cierto?
No lo sé, pero el público no te puede exigir estas cosas. Me siento muy cómodo con esta chamba, me he disciplinado, no me juergueo, y me obliga a prepararme más, ya no salgo a lo que haya: primero, porque soy el director del noticiero –¡estoy chambeando!– (risas) y, segundo, ya no tengo la necesidad de ser ‘divertido’, algo que sucede con los programas de la noche, cuyo público se va con más facilidad.

¿Tienes competencia?
Claro. No te miento. Durante varios meses comí tierra: los primeros 90 días del noticiero tuvimos un punto de rating. Es cierto que, en parte, no me sentía cómodo con nuestro primer formato, el del teleprompter: estábamos cometiendo las torpezas que parodiamos en nuestro comercial de lanzamiento con los políticos.

¿Tu mejor registro es el de entrevistador?
Quisiera creer que escribo mejor de lo que entrevisto… mejor dicho, escribía, pues Fritz Du Bois acabó con mi carrera literaria cuando me despidió de Perú.21 (risas). Uno escribe cuando tiene la necesidad de hacerlo, y yo mismo extraño al Beto Ortiz que escribe. Por eso no me halagas cuando me dices que mis entrevistas son lo mejor que hago o sé hacer (risas).
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PERU 21 MARZO 23, 2011

Beto: “Carla es emocionalmente frágil”

El conductor de Buenos Días, Perú ironizó sobre el llanto de la Barzotti tras su salida de Canal 5 y aseguró que eso siempre da rating.

Beto Ortiz le responde a la Barzotti. (BDP)(http://peru21.pe/noticia/731911/beto-carla-emocionalmente-fragil)
El director y conductor de Buenos Días, Perú, Beto Ortiz, minimizó el llanto de Carla Barzotti en Magaly TeVe tras ser desembarcada del noticiero matinal y del programa que iba a conducir en Panamericana Televisión.

“Carla se imaginó una invitación que nadie le hizo. Llegó al estudio con una actitud de conductora y devaneos de diva, y de esto son testigos todos los invitados al programa. El llanto en televisión no tiene pierde, consigue siempre conmover a la audiencia y esta escena probablemente haya tenido una buena sintonía, y yo lo celebro”, señaló.

Además, Ortiz Pajuelo cuestionó que a Barzotti le afectará tanto esta situación. “Viniste en esa actitud (de diva) y pedí que no ingresaras al set. Eres emocionalmente frágil, por eso pedí que no entraras, no quise hacer un talk show, un drama, esto es un noticiero”, refirió.

Asimismo, negó ser el culpable de la salida de la exconductora de Amor, amor, amor de Canal 5. “No pedí su cabeza, qué podría hacer con la cabeza de la Barzotti, yo estoy muy contento con mi cabeza”, remarcó.

INVITADA. La actriz Evelyn Ortiz condujo esta mañana el bloque de espectáculos de Buenos Días, Perú. Ella aclaró que no pidió la pauta de la secuencia, como sí lo hizo la Barzotti el último lunes.
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PERU 21 MARZO 19, 2011

Beto y Aldo se reconcilian con un beso (http://peru21.pe/noticia/729910/beto-aldo-se-reconcilian-beso)

El director de BDP y el conductor de Enemigos Públicos dejan atrás las diferencias que los separaron con un reencuentro en televisión.

Con abrazos y un beso en la mejilla Beto Ortiz y Aldo Miyashiro se reconciliaron anoche en televisión luego de que se distanciaran tras la salida del primero de Enemigos Públicos.

Ortiz, quien volvió a Panamericana como director de Buenos días, Perú, conversó con su otrora excompañero y limaron asperezas en el set de Enemigos Públicos.

“Hemos tenido un tiempo para que alguna herida que tuviéramos cicatrice. Así que dame un abrazo. Mucha suerte ¡Qué te vaya muy bien! Estamos en Panamericana por alguna razón. Hay que empujar el carro”, le dijo Aldo a Beto. Durante el amplio diálogo ambos recordaron sus inicios y los motivos por la que terminaron su relación amical.
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PERU 21 MARZO 5, 2011

“Por su rencor, Luis Corbacho me hizo acordar a mí”

“Estoy molesto con Aldo Miyashiro. En los tres años que trabajamos juntos no me dio ni un piquito. El otro día fue un activista del MHOL, recién lo conocía, y a él sí lo besó”, me dice Beto Ortiz, nuevo director y conductor de Buenos Días, Perú.

¿De quién me siento más cerca: de Wilde o de Capote? Felizmente no dijiste Magaly o Bayly. Cualquier respuesta a tu pregunta sonaría petulante y ridícula, pues significaría compararse con dos dioses. ¿Cuál disfruto más como lector? Wilde. Capote me fascina pero su lado ‘loquita frívola’ me pone de mal humor. Como prefiero el lado tortuoso, opto por Wilde”. Así empieza el diálogo con Beto Ortiz, el periodista convertido en figura pública que será el nuevo director y conductor de Buenos Días, Perú (Panamericana).

¿Te molesta salir en Espectáculos y no en la página de Cultura?
Nadie que haya leído un poquito tiene como meta compartir páginas con La Pícara del Folclor, pero, ya, pues, es un precio que hay que pagar. La televisión vive de eso, necesita del rebote en la prensa, necesita que la gente hable de ti para mantenerte vigente.

Capote primero escribió y, luego, se metió en la farándula…
Yo no he escrito nada aún. Quizá estoy siendo severo conmigo mismo, pero, cuando hice el documental sobre Vargas Llosa y conocí su rutina de trabajo, descubrí que todos los demás somos unos mecanógrafos eventuales. Yo no tengo a la escritura como un norte, como una religión, como una gimnasia diaria. Y ahora que no tengo mi columna, escribo menos (risas).

¿Cuán ruin hay que ser al momento de escribir?
Yo no creo que hay que ser un hijo de puta, lo que hay que tener es una historia y talento. Hay demasiada gente escribiendo como para ser uno más.

¿Estás condenado a la tele?
Yo no siento que sea una condena. La tele es una buena chamba, pero está satanizada por una ‘elite’ periodística que la califica de poco seria, pacharaca, farandulera. A mí, en cambio, me encanta. Primero, por su poder. Segundo, porque es divertida, apasionante, vertiginosa y, si la cagaste en vivo, ya no lo puedes arreglar. Tercero, me gusta que cambie: se reinventa día a día. Cuarto, paga muy bien (risas).

Nuestros noticieros matutinos son malísimos…
Estamos de acuerdo. Los noticieros son la morgue y yo me voy a transformar en el Dr. Dexter (risas). Hay que empezar a ser un levantamiento de cuerpos mañaneros, hay que retirarles los cadáveres, los campos de exterminio, nadie quiere empezar el día así. La excusa de que ‘así es la realidad’ no es suficiente. La realidad es que vamos al baño todos los días, pero, quién quiere ver eso.

¿Cómo le vas a dar la vuelta a esto?
Dejando de seguir la plantilla que han seguido todos. Primera Edición, en su época de gloria, fue el que impuso esta plantilla: dos conductores –hombre y mujer–, una mujer que hace espectáculos, un hombre que hace deportes, y todos los bloques son a la misma hora. Hay flojera, no quieren darse el trabajo de pensar en otra cosa. Podemos hacer algo más ágil y que le dé al televidente una idea de lo que ha pasado en el mundo, algo que no sucede hoy.

¿Te duran los resentimientos?
Me pasan. Yo volvería a Frecuencia Latina, a América, a Perú.21. Yo no creo que uno deba tomarse los trabajos como militancias, porque siempre te terminan dando una patada en el culo y uno no puede sangrar toda la vida.

¿Te quedaste con ganas de contestarle a Bayly?
No. Después de haber escuchado a este pobre chico, Luis Corbacho, casi me ha dado un poco de compasión. Escuchándolo hablar con tanto rencor y tan envenenado, me hizo acordar a mí hace 10 años. Ese tiempo de sentimientos te ligan más a la persona de la que estás tratando de separarte. El rencor es un vínculo más fuerte que el amor, pues uno está pensando en destruir y desgraciar al otro. Así, uno termina convirtiéndose en su parásito. Corbacho generó en mí desasosiego, daban ganas de consolarlo.

Cómo tomaste que Bayly hiciera un paralelo entre su vida y la tuya y quedaras como loser…
Tomo con humor esta condena de tener siempre que hablar de Bayly (ríe). En una bronca uno decide si entra con la pata en alto o simplemente no pelea. Llevo 20 años en televisión, con broncas tipo ‘trinchera norte’ y juicios por difamación, y es una mierda vivir así. Yo no quiero seguir recibiendo insultos y respondiéndolos; levantarme a las 6 a.m. e ir a un juzgado de la Av. Abancay a responderle a Maribel Velarde. Ya no. Si el precio de estar en un escenario es que te caigan huevos podridos, habrá que asumirlo, pero ya no patearé el avispero.

Entonces, este regreso a la tele significa una nueva etapa en tu vida…
Yo no quiero hacer actos de contrición, que se diga que el malo se volvió bueno, pues yo no siento que sea ni malo ni bueno. Me aburro cuando gente como Carlín declara: “Cualquiera que se acerca a Beto Ortiz termina insultado”. La gente que me conoce sabe que no soy así y yo quiero que a Carlín le vaya bien. Que se me quiera poner cachos y colmillos me produce risa. La televisión tiene que ser agresiva y filuda, pero eso no significa que uno esté las 24 horas del día con un cuchillo en la mano. Igual, prefiero que se preocupen por mí, que crean que soy un perro rabioso y que no me traten como huevón o como alguien que se puede pasear.

¿Eres un perro rabioso?
Soy un perro, me encantan las perras (risas).

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