FERNANDO VIVAS: "EN EL PERU, A MUCHOS NOS AMAMANTO LA TELEVISION"


PERU 21 NOVIEMBRE 19, 2008

“En el Perú, a muchos nos amamantó la televisión”

Este año, la televisión peruana cumple 50 años. ¿Hay motivos para alegrarse por esto? Fernando Vivas, crítico de TV, considera que sí. Por eso acaba de hacer una reedición aumentada de su libro En vivo y en directo, una historia de la televisión peruana, sobre el cual conversamos.
Autor: José Gabriel Chueca

"Yo estudié cine pensando en ser cineasta. Trabajé en cortometrajes, pero no tenía la vocación ni el talento para hacer cine con todo lo engorroso que es producir. Pero, en primer lugar en cuanto a aficiones, sigo siendo cinéfilo", explica.

¿Cómo empezó a hacer crítica de televisión?
Me encargaron una sección al respecto que había en Caretas. Yo pensé que, si me la veía con la gran pantalla, podía vérmelas con la pantalla chica. Que es chica en tamaño, pero mucho más grande en cuanto a referencias, porque todo pasa por ahí. Encontré que la televisión era una ventana a muchas otras cosas.

¿Qué aspecto de la TV aborda en su libro En vivo y en directo?
Me interesa analizar los programas, no los públicos que los reciben. Eso se lo dejo a las ONG. Lo mío es analizar cómo en un programa confluyen muchas creatividades. Es la historia que cuento en mi libro, desde los géneros de ficción, humor, noticieros y entretenimiento. También me refiero a algunos personajes. Empiezo con el nacimiento de la TV en el Perú, en el 58.

¿Ha visto todos los programas?
No. Es imposible. Algunos eran de cuando la TV era en vivo y no se grababa. En el 66 empezaron los primeros videotapes. Y se grababan algunas cosas y otras se perdían. Para eso me baso en los testimonios de los protagonistas y en mis recuerdos de la infancia. Muchos peruanos nos hemos amamantado de la TV. Y he encontrado algunos pequeños archivos: fragmentos.

¿Por qué hay poco material?
La memoria de la televisión es frágil porque no tiene la estima de las grandes artes, como la literatura o el cine. Muchos veteranos de la TV de los primeros años con los que hablé no se acordaban de un montón de cosas. Luis Álvarez, por ejemplo, se acordaba de todas sus obras de teatro, pero no se acordaba de que había sido el papá de Simplemente María, una de las tres telenovelas más importantes de la historia.

¿Hay algún balance de todo esto?
Pues, seguimos para adelante. Y ahora viene la TV digital, que va a permitir más acceso a la TV. Aunque no debemos esperanzarnos en la tecnología. El cambio debe surgir del público. Las 140 páginas extras, que son la razón de ser de esta reedición, tratan sobre cómo nos afectó lo sucedido en el 2000: descubrir que la TV que nos acompañaba todos los días era la principal aliada –por dinero– del régimen mafioso. Perdió credibilidad pero, curiosamente, eso no afectó tanto a noticieros o a programas políticos, como a la ficción.

¿Por qué?
La ironía es que descubrimos que la TV se había vendido a través de la imagen registrada de la realidad, y en ella seguimos creyendo. Descubrimos que la TV fabulaba, que las Lauras Bozzo y los Nicolás Lúcar no decían la verdad. Pero fue la ficción la que sufrió desconfianza. Se sigue creyendo en la noticia registrada; por eso los noticieros tienen tanto rating, incluso el de Magaly. Y, ahora, la producción de ficción apela a personajes de la vida real. Y no existe más humor que el de revista.

Antes, los personajes afeminados eran una travesura en TV. Ahora conducen programas. ¿Por qué?
Creo que tiene que ver con un componente de homofilia aguantada en la TV. El espectáculo de los hombres que se toquetean entre ellos es una manera de conjurar la homosexualidad reprimida. Y esto se contrarresta con la homofobia declarada de las chapas y las bromas.

¿Por qué la televisión banaliza todo?
La televisión es masiva. Cuando uno ve lo bueno o malo en tantos miles de hogares, quizá critica lo masivo, por pobre o poco trabajado. Pero, de pronto, sí es inspirada. Jaime Bayly puede ser brillante. Y Beto Ortiz puede ser muy bueno también. Carlos Álvarez tiene trazos de genialidad. Hay imágenes y conceptos que han sido establecidos por él: la percepción de Carlos Ferrero como traductor de Eliane Karp; el relato presidencial de Toledo y Eliane, con su tumi de lata; y las vecinas de Ate y las de Huaycán son una lectura de conflicto social muy interesante.

Son momentos. En el cable, uno ve toneladas de cosas muy buenas.
Sostener la genialidad como lo hace la TV de otros países es difícil con el mercado pequeño del Perú. Pero, aun cuando uno vea todo el tiempo el cable, necesita conectarse con su realidad, con la parodia nacional, los líderes de opinión y la ficción nacional, para tener identidad local, regional, nacional...

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