KOURIOSIDADES II

Peru21 Dom. 13 jun '10, 2010

Kouriosidades II
Autor: Pedro Salinas

Previously on The eye of Mordor: Les recordaba la vez pasada el capítulo en el que Álex Kouri buscaba a Vladimiro Montesinos para pedirle un favor. Un favorcito nomás. Que ayude a un primo suyo detenido por paquetero. El 'Doc’ le dijo que no se preocupara. Que la imagen de Kouri era muy importante para él. E incluso le ofreció a Kouri un encuentro con su primo, discreto, solapa, caleta. ¿Para cuándo sería?, preguntó Kouri. Para mañana. Para mañana a las siete, acá, y que, plis, no se entere nadie, porque sino tendrían problemas los dos. Pues bien. Los siguientes hechos sucedieron al día siguiente del encuentro entre 'Vladi’ y Kouri. A las siete de la noche, en la salita del Servicio de Inteligencia Nacional.

TOMA 1: Álex Kouri se encuentra conversando con el almirante Ibárcena en la sala de la corrupción. Entra un furrier y les alcanza unos periódicos para que se entretengan, como hacen en las peluquerías. Sus temas de conversación son irrelevantes. Sosos. Aburridos. Al poco, ingresa un mozo. Kouri le pide un vaso de agua. ¿Agua mineral?, pregunta el mozo. Sí, por favor, responde amablemente Kouri. ¿Helada?, replica el sirviente. Así es, dice Kouri. Y sigue la cháchara. Kouri felicita al aire de que Villanueva Ruesta ocupe la cartera del Interior. Y luego Kouri le relata a Ibárcena que una vez fue a un bar. Que a discotecas, muy poco. Que algún día quisiera retornar a la docencia (porque a la decencia, está más jodido). Le cuenta de su trayectoria política. De sus pinitos. De los peldaños que escaló. Director municipal. Regidor por Lima. Presidente de la Beneficencia. Congresista. Alcalde. Le confiesa que le gusta la política. Que le encanta. Que la ama. Le dice que la política es como el fútbol. Que no importa cuántos goles le metan, sino cuántos goles mete él. Y así. ¿Y cómo te relajas?, le inquiere Ibárcena. Voy al sauna, responde Kouri, pues ese es su vicio. El único que tiene, dice. Y que la mujer, dice, es un complemento de la política, y no al revés, pues en sus prioridades la política está por encima de todas las cosas. De todas.

TOMA 2: Aparece Montesinos, como un fantasma. Saluda. Ibárcena y Kouri se levantan, cual militares, como resortes. Montesinos despacha rapidito a Ibárcena, y una vez a solas con Kouri le revela: El muchacho ya está acá. Yo me voy a retirar, le indica. Tienes 20 minutos. Luego vendrán para llevárselo, ¿ya?, indica el 'Doc’. Cómo no, dice Kouri. Entonces, adelante, suelta 'Vladi’ como un director de cine. Gracias, responde su candidato al Óscar.

TOMA 3: Sale Montesinos de la escena, y hace su ingreso el traficante también apellidado Kouri. ¡Primo! ¿Cómo estás, Félix?, ¿qué tal?, ¿cómo te sientes? Puta, cagao, cuñao, cagao, cagao. Ya sabes que tu situación es delicada. Estoy mal, primo. Escúchame, tranquilo, ¿okay, primo? (El primo pastrulo se arranca a llorar). Esto no es un juego, estamos en medio de la unidad de drogas (le miente). Yo ni sé, primo, me han traído con los ojos vendados. Se trata de una deferencia. Taque no sé cómo he llegado acá. Ya, ¿pero tú cómo estás, cómo te sientes? Puta, cagao, hermano, cagao, cagao. Escúchame, háblame de tu consumo. Cocaína, hachís. Lo de la marihuana no interesa mucho, sí interesa el tema de la cocaína: la única fórmula que veo es que te acojas a un beneficio, diciendo “señores, soy un consumidor y se lo compro al señor tal” (en realidad la fórmula se la dictó el 'Doc’). Víctor, solo sé que se llama Víctor. ¿Dónde lo conociste? En La Victoria, en Renovación. ¿Y ese 'pase’ grande? No sé, no sabes cómo estoy, no te imaginas, huevón. ¿Has hablado con tu mamá? Sí, está jodida, yo ni sabía dónde me traían con los ojos vendados, simplemente me dijeron que iba a ver a alguien que yo quería mucho, no quería causarte problemas. No me causas ningún problema. La prensa es una mierda, hermano. Aquí no hay ninguna prensa, y tú eres mi hermano, mi primo, y estoy para darte la mano. Ahora, hermano, yo, la verdad, no suelo consumir coca; o sea, jalo, pero te soy franco, fumo marihuana todos los días. ¡¿Todos los días?! Sí. ¿Te han hecho un análisis toxicológico? Sí. ¿Cuál es el resultado? No lo sé, huevón, puta, estoy cagao, cagao.

TOMA 4: Reaparece Montesinos luego de que se llevan al primo fumón. Listo, dice 'Vladi’. Te agradezco, responde el otro, quien en su lenguaje enrevesado y huachafo, que quiere hacer pasar por ilustrado, le dice que ya entendió “la metodología y circunstancia”, que, supongo, es una manera de darle nombre al concepto de la justicia delivery ofrecida por Montesinos. E inmediatamente, como si no hubiese pasado nada, se ponen a urdir planes de demolición contra Alberto Andrade, y le dice a Montesinos que lo que él quiere es peso político, y quedan nuevamente para el día siguiente para retomar el hilo de sus conspiraciones. ¿Mañana a las 9 de la noche? ¿Puede ser un poquito más tarde, por favor? ¿A las 10? Sí. Entonces mañana nos vemos a esa hora. Le agradezco. Listo. Muy amable. Okay. Y así. Así eran aquellos tiempos que hoy pocos recuerdan.
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PERU 21 JUNIO 6, 2010

Kouriosidades
Autor: Pedro Salinas

Si alguien tenía un problema, ya saben, él tenía la solución. O una coartada. O una celada. O una extorsión preparada. Era algo así como el Padrino de Coppola, pero sin gato en los brazos ni los cachetes de Brando. Hablo de Vladimiro Montesinos, obvio, el socio de aquel otro mafioso de ojos rasgados, también amoral y leal solo al reflejo que aparecía frente a su espejo. 'Vladi’, les decía, además de espía, manipulador e hijodeputa profesional, tenía el don de radiografiar a los personajes con los que se topaba. Muchas veces se equivocaba, ciertamente, pero qué quieren, estamos hablando de Montesinos, la moneda más falsa que ha parido este país. Detrás de su naturaleza doble y turbia, nunca hubo cabida para la sinceridad. Jamás decía la verdad de frente. Ni de costado. Y es que el diablo se esconde en los detalles, como dice Luis Jochamowitz.

Traigo a 'Vladi’ a colación porque el otro día, ordenando libros y papeles viejos en la estantería, me topé con algunas de las desgrabaciones de los videos filmados en la salita de la corrupción, esa a la que acudía asiduamente Álex Kouri. Y ahí encontré algunos pensamientos montesinistas de antología. Verbigracia. Decía Montesinos en una reunión con un funcionario de la empresa Luchetti: “De Kouri no hay que fiarse mucho”. Pero no por las razones que uno esperaría, claro.

Es decir, porque Kouri era, qué sé yo, un político independiente. O un crítico acerado. O un demócrata irreductible. O algo así. No, no, no. No se equivoquen. Montesinos lo dice porque para él Kouri “es un tipo muy zigzagueante (…) de esos muchachos que quiere jugar a la política y aparenta ser un independiente, pero en el fondo trata de conciliar con Dios y con el diablo, y así no se puede ser porque en política usted no puede estar aquí y acá”. Vaya. Que lo diga el Dalai Lama, santo y bueno. Pero que el archicriminal más inextricable de nuestra historia asevere que fulano de tal está más retorcido que un tubo de Kolynos, como que suena fuerte, ¿no? Es como si Capone se hubiese referido a 'Vito’ Corleone como “alguien poco confiable”. No sé si me siguen.

Lo curioso es que en otras conversaciones lo vuelve a repetir. “Kouri es como un cigüeñal: medio torcido”. Se lo dice a José Francisco Crousillat, quien en vez de inferir que es un tipo oblicuo, sinuoso y taimado, cree que es maricón. Bueno. Qué esperaban.

Ahora, para entendernos. Una cosa es lo que opinaba Montesinos de Kouri ante terceros, y otra, muy distinta, el trato que mantenía con él cuando se reunían en la salita maligna. Ahí la historia era otra. Se apreciaban. Se respetaban. Se piropeaban. Pero Kouri, se acordarán, era el que usualmente se aparecía para pedir. Favores. Apoyo. Beneficios. Una tajada. Lo que sea. Como aquella vez que buscó al 'Doc’ para interceder por un primo detenido por traficante.

Kouri, ¿cómo está?, ¡qué gusto de verlo! De igual manera, a los tiempos, disculpe la informalidad. Ninguna informalidad, ¿me vio en la televisión? Claro que sí, y creo que ha sido una de las mejores entrevistas que he visto en los últimos tiempos. Mire, aquí tengo el caso de su primo hermano; él mandaba el clorhidrato para allá, para acá. ¿Y tiene usted la solución a este problema? Sí podríamos ayudarlo. La familia está muy preocupada. No se preocupe que yo pienso en su imagen.

Muchas gracias. De nada; propiciemos una reunión entre usted y su primo, algo reservado, puede ser acá, yo lo hago traer con el jefe de la Dinandro, que es de mi confianza, como que lo sacan a una diligencia, viene acá, a mi oficina, conversan los dos, y luego de unos quince minutos paso para orientar las cosas, y entonces de esa forma le podemos solucionar el problema. ¿Y a qué hora sugiere usted que podemos reunirnos? Mañana a las siete, en una hora prudente, para que usted venga discretamente acá; eso sí, cualquier cosa usted nunca se entrevistó conmigo ni con su primo en mi oficina del SIN, porque imagínese el problema que podría traernos. Correcto. Yo lo hago para cuidarlo a usted. Y yo me adecúo a sus órdenes, no se preocupe. Lo vamos a manejar con la Policía, con el perfil más bajo, muy discreto, yo creo que quedamos así. Cómo no, a las siete entonces. Ya, okay, muy bien, buenas noches, adelante. Después de usted. No, después de usted, usted es mi invitado. Y así.

Así dialogaban Álex Kouri y Montesinos. Y no exagero, oigan. Muchos de ustedes los conocerán, supongo. Uno está preso. Por corrupto. Y el otro, permitan que me tronche, el otro es uno de los candidatos favoritos para la Alcaldía de Lima.
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GATOENCERRADO MAYO 17, 2010

Bailando con lobos por: Pedro Salinas

No es la solución, me temo. Pero algo así habría que hacer por acá, en Perulandia, el país donde los corruptos se la pasan como en Disney. Me refiero a la nueva cárcel que han estrenado en Yakarta, Indonesia, diseñada exclusivamente para corruptos. Se trata de una prisión de paredes grises y desnudas, con barrotes y camastros austeros, de sencillez espartana, y que pretende evitar el levantamiento de pequeños reinos al interior de las penitenciarías, como ha ocurrido tantas veces.

Imagínense que, hace poco, en una inspección sorpresa se descubrió que una empresaria –encarcelada por corrupción– recibía una sesión de tratamiento facial con láser en su aposento, que era algo así como una habitación del Marriott. Setenta metros cuadrados, aire acondicionado, equipo de karaoke, televisión de pantalla plana, frigorífico, cama matrimonial, cocina, baño privado. Y así. Como para exhibirlo en el programa de Jordi Puig, digamos.

Y bueno. Como comprenderán, no fue el único caso ampayado, pues la red de favores y corruptelas al interior de las prisiones indonesias ha sido más grande de lo que imaginaban los ciudadanos de esta nación, que es considerada como una de las menos transparentes del mundo. Y, claro, la cosa ha estallado como un volcán de Java, y se ha suscitado una gigantesca ola de descontento y de rechiflas, pues en Indonesia viven cien millones de personas, y, para que tengan una idea, el cuarenta por ciento sobrevive con menos de dos dólares al día y sus casas no gozan, podrán inferir, de ninguno de los lujos que adornan los presidios de este archipiélago preñado de cráteres.

Así las cosas, han creado la Comisión para la Erradicación de la Corrupción (conocida por sus siglas KPK), que, en teoría, debe emprender una lucha sin cuartel contra una de las peores lacras que padece dicho país. Y los primeros reclusos de este nuevo penal, que queda en Cipinang, en las afueras de Yakarta, no se han hecho esperar. Ahí acaban de ingresar, por ejemplo, el ex ministro de Salud, Achmad Sujadi; el parlamentario Abdul Hadi; el empresario Anggodo Widjojo; y se espera en estos días la llegada del ex vicegobernador del Banco de Indonesia, Aulia Pohan, suegro del hijo mayor del presidente del país, Susilo Bambang Yudhoyono. Y otros personajes de similar calaña.

No sé cómo les irá a estos señores asiáticos en sus luchas intestinas contra este estigma canceroso, que es el de la corrupción. Espero sinceramente que les vaya bien, y que su KPK haga más goles que PPK, y que, más temprano que tarde, tengan motivos para descorchar botellas. Ojalá sea así. De veras. Sin embargo, les confieso que lo que más me preocupa es lo que pasa a nuestro alrededor, que es lo que de verdad importa, donde el Estado, que debe velar por que las instituciones funcionen con transparencia y corrección, se ha convertido en una plaza clientelista, en una leonera de sabandijas, desde la cual se puede traficar terrenos, favores, influencias, y festinar todo lo que se quiera, todo, tan solo con presentar el carné del partido de gobierno y ofreciendo comisiones. Porque así estamos, oigan. Copados por una administración a la que la ética y la gobernabilidad les importa un rábano. Y en la que el jefe máximo de la misma, en plan de doncella ultrajada, con cara de yo no sabía nada, responde a lo evidente con un gesto para las galerías, histriónico, replicado aparentemente de un jamboree de fumigadores y raticidas.

Y no me vengan con que todo esto ocurre, por suerte, en un Perú que, pese a todo, está creciendo económicamente y que, con corrupción y todo, y que con lobos y robos y todo, indiscutiblemente está arrojando números macroeconómicamente importantes, porque, ¿saben una cosa?, esos numeritos macroeconómicamente importantes y tanta vaina, no sirven para un carajo si el costo de la corrupción se traduce en el debilitamiento de la democracia, en la pérdida de confianza de los ciudadanos hacia el Estado, desprotege las inversiones, y, si no se han puesto a pensar, puede producir daños imprevisibles en el tejido social del país.

En consecuencia, como ven, el asunto no es baladí. Ni baladá. Por lo que, llegados a este punto, y si me apuran, si el presidente no manifiesta una firme voluntad política para erradicar la huella de la corrupción en su gobierno, con hechos y no con gestos, sin impunidades victoriosas ni risitas cachacientas de fugitivos indultados, el presidente, decía, debería ser el primero en irse al diablo. Pues eso.
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PERU 21 MARZO 14, 2010

“Disculpen, fui un idiota”
Autor: Pedro Salinas

Un mal sabor. Es lo que dice Alan García que le ha dejado la milagrosa recuperación de su indultado estrella, José Enrique Crousillat (el único indultado “por razones humanitarias” en lo que va de este gobierno). “Uno empieza a sentir que ha sido un poco burlado, porque una persona que está en la última situación de salud no está en la playa ni en Asia ni en el restaurante Costanera 700”. ¿Un poco burlado, dijo? ¿Se puede creer aquello? ¿Que Alan García –el autor de la frase “en política no hay que ser ingenuos”– fue sorprendido?

Difícil de creer. Muy difícil. Lo que García no debe haber calibrado a cabalidad, quizás, fue el morro y la conchudez superlativa de Crousillat, quien, apenas fue beneficiado por el Gobierno, salió a la calle por sus propios medios, altanero, con mirada arrogante, como si fuese el chulo del barrio. Y, luego, se dedicó a exhibirse en gimnasios, supermercados, tiendas, restaurantes, y así. Como para que nos enteremos todos. Pero no solo ello. Avezado en la desfachatez, se embarcó en la confección de un ariete con forma de demanda judicial, con la pretensión de reingresar a América TV.

Así, mientras Crousillat actuaba de la mano de su abogado en los pasillos oscuros de la justicia peruana, el ministro de Justicia, Aurelio Pastor, ficha clave en la Operación Indulto y de tórpida habilidad para los tejemanejes, chapa el micro desde la explanada de Palacio de Gobierno, al lado del primer ministro, que parece avalarlo, y dispara: El Gobierno aprista cree que la versión de Crousillat, que sostiene que hubo un chanchullo en la transferencia de Canal Cuatro, tiene visos de realidad. Más todavía. Propone una inmediata investigación por parte del Congreso y del Ministerio Público. Vaya. Ni Hannibal y sus muchachos (Mario Baracus y el Loco Murdock, de Los Magníficos) eran tan sincronizados. Ya antes, Aurelio Pastor había soltado la falsedad de que el indulto era irreversible, cosa que no era cierta. Lo que yo no tenía registrado en la memoria era el incidente de enero de este año –que recuerdan Paola Ugaz y Jacqueline Fowks, del equipo de IDL-Reporteros–, entre Alan García y la periodista Jéssica Chahud, de América TV, a quien el jefe de Estado, molesto por el trato de la emisora, le dijo: “Su canal está en problemas judiciales”. ¿Cómo interpretar esa advertencia? ¿Como un ladrido gratuito que, por esas cosas de la vida, coincidió fortuitamente con la posterior arremetida judicial de Crousillat contra América TV? ¿O todo estaba engranado? ¿Sabía algo García de lo tramado por Crousillat? ¿Acaso ha sido partícipe de esta estratagema que, como hemos visto en este diario, ha pasado por la tergiversación de informes médicos para liberar como sea al corrupto ex capitoste de la tele?

Dicho sea de paso, las declaraciones del cardiólogo Félix Revilla Manchego, quien formó parte del grupo de médicos que examinó a Crousillat, son sumamente esclarecedoras y han dejado al Gobierno con el culo al aire. El informe que redactaron habría sido utilizado convenientemente a favor de Crousillat. Dicho documento, según Revilla, señala que “el paciente se encuentra clínicamente estable”, y en ninguna parte se sugiere que está en condición moribunda o agónica, o en inminente riesgo de muerte. Y, encima, nadie les dijo a los galenos que la junta médica para la que fueron convocados iba a ser utilizada en un trámite de indulto.

Así las cosas, si Alan García quiere curarse en salud y librarse de la picazón de la conciencia, pues tiene que hacer dos jugadas. Primero, anular el indulto otorgado a Crousillat y regresarlo a la cárcel, de donde nunca debió salir. Y, acto seguido, expulsar del gabinete a Aurelio Pastor, ese verdugo de la lógica, cuya actuación en este caso se presta a demasiadas suspicacias. Puede hacerlo al revés, si quiere. Pero tiene que hacerlo, sí o sí. Disculpen la franqueza, pero aquí no caben medias tintas, ni apuntes moderados, ni equidistancias cabronas. Crousillat tiene que volver tras de rejas y Pastor debe irse a su casa. Punto. Y Alan García, qué quieren que les diga, Alan García tiene que escribir mil veces: “Disculpen, fui un idiota”. Aunque suene más falso que Judas. Digo.
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GATOENCERRADO FEBRERO 23, 2010

Alevosías por: Pedro Salinas

Crousillat, el señor de los milagros.- Sí. Lo confieso. Fui uno de los tantos tetudos y tetelemeques que se creyó el cuentazo de la cardiopatía hipertensiva, la diabetes mellitus y la enfermedad vascular cerebral. No solo me lo creí, sino que, en un programa de televisión, hasta justifiqué el indulto otorgado a José Enrique Crousillat. “Por razones humanitarias”, le dije al periodista que me preguntó. Cuando lo hice tenía pegada en la retina esa puesta en escena, muy bien montada, por cierto, en la que aparecía el susodicho con los ojitos bien cerrados, el suero goteando, “agonizando” en la cama de un hospital, y las hijas, pobres, las hijas al pie, suplicando, gimoteando, clamando piedad. Y luego, después del indulto, vino el “milagro”. Lázaro Crousillat no solo resucitó, sino que se puso a levantar pesas en el gimnasio, se fue de compras al Wong de Asia, quería irse a producir novelas en Argentina y, encima, pretendía que le devolvieran América Televisión. Así, la historia que parecía un plañidero drama se transformó en El resplandor de Kubrick, en el Tiburón de Spielberg, en El bebé de Rosemary, de Polansky, en un desconcertante capítulo de Lost. No sé si Crousillat termine haciendo alguna puñetera telenovela en Buenos Aires, pero a su edad, vaya, a su edad se ha revelado como toda una promesa actoral, pues ha demostrado tener muchas capas, al igual que las cebollas. ¿Tetudo, dije? ¿Tetelemeque? No. Me quedé corto. Metepatas. Boquimuelle. Pajarulo. Huevastristes. Pisaverde. Gilipollas. Pueden decirme eso, y más.

Tolerancia a la corrupción.- La corrupción peruana es tan profunda como la que existe en Gotham City, la ciudad de Batman. Y la manga ancha que exhibimos frente a ella es un espejo de lo que somos, con nuestra caspa y todo. Me refiero, en concreto, a la denuncia de este diario, según la cual en la gestión del alcalde Castañeda se perpetró una “movida” millonaria, a través de triquiñuelas burocráticas y pendencieras, que beneficiaron rochosamente a una empresa desconocida, que usó a modestos pobladores de zonas pobres de Comas, y luego, cumplido el cometido, dicha empresa y los autores de la rapiña, borraron sus huellas, desapareciendo del mapa, haciéndose humo con sus millones a cuestas. ¿Y Castañeda? Bien, gracias. Incombustible, como siempre. ¿Dijo algo? Pues no. Puso a un abogado por delante, como escudo, para que lo blinde, para que justifique lo injustificable, para que recoja la ropa tirada, porque él no habla y se cree un tipo listo. Más todavía. La gente lo premia y le pone primero en las encuestas. Es el Perú, señores, donde la transparencia ha sido secuestrada y la criollada tiene su asiento. Es el Perú de siempre, el que rinde culto a los prestigios de hojalata.

Sofistas ensotanados.- “El cardenal no recibe grandes sueldos”, dijo Cipriani hablando de sí mismo. Pero recibe. Él no le llama grande ni sueldo a lo que recibe, sino “subvención”, y suponemos que “modesta”. No obstante, para todos los efectos, es lo mismo. Es una paga, un emolumento, una mensualidad, un sueldo. Puro chamullo, o sea. Para metaforizar: una porno tiene más argumento que un discurso de Cipriani. Bueno, qué quieren, así es como hablan en esos pasillos de alfombras y terciopelo, que son los palacios arzobispales. Como sofistas. Como actores profesionales. Con argucias y sutilezas. El tema de fondo, lanzado a la arena por Jaime Bayly, es que el Estado debe ser laico y ese mismo Estado no debe financiar a ninguna iglesia. A ninguna. De eso no habló, curiosamente, el cardenal. De eso hizo mutis por el forro. No será la primera vez, supongo. Ni la última.

La impunidad como institución.- La escandalosa absolución del ex alcalde de Pucallpa Luis Valdez, acusado –con pruebas e indicios suficientes– de ser el autor intelectual del asesinato del periodista Alberto Rivera, suena a justicia a la peruana, no faltaba más. Esa de abracadabrantes sentencias, que no se lava las manos en el aguamanil, ni en la palangana, ni en el lavabo, donde la mediocridad rampea y la corrupción yace como una costra. Donde los jueces peruanos empiezan a parecerse a los espejos de la catedral del Cusco, que nadie sabe por qué son tantos ni qué función cumplen. Porque, vamos, a veces da la impresión de que los jueces de este país, como las tetillas de los hombres, no sirven para nada. Digo.
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PERU 21 ENERO 10, 2010

La razón de los brutos
Autor: Pedro Salinas

Sus declaraciones son demasiado grises como para reparar en ellas. Pero son persistentes como goteras y no atienden a la razón. Y dicen siempre lo mismo. Que el Museo de la Memoria pondrá en el mismo saco a terroristas y a soldados del Ejército. Que la intención de este lugar será generar la desunión entre peruanos. Que todavía no ha transcurrido suficiente tiempo. Que es una afrenta para el distrito de Miraflores levantar un edificio que sólo será visitado por cacasenos progresistas. Que Vargas Llosa es un tetudo al que se lo van almorzar los manipuladores profesionales de la caviarada vernácula. Que el terrorismo está vivito y coleando en el VRAE. Y así. El coro lo conforma el fujimorismo rampante, unos cuantos generalotes, Rafael Rey, Luis Giampietri, Juan Luis Cipriani y el artista de Altamira.

El absurdo es una extraña y jodida cosa que, supongo, se resuelve con el tiempo. Porque, vamos, lo más contundente de estos señalamientos no es la sintaxis, ni su ocurrencia, ni el énfasis, sino su halitosis. ¿Qué puede tener de amenazante un ágora que pretende recordar a los que faltan? ¿Por qué es difícil de entender que no se puede construir un presente desde el olvido y desde el encono? Si pasamos las páginas de nuestra historia reciente, dando por sentadas las injusticias y los asesinatos, nada impedirá que la violencia se repita. Es incomprensible que se siga sosteniendo que la historia reciente no es historia y, por ende, hay que esperar un espacio de tiempo que, por lo demás, nunca se precisa. No sólo ello. Sostener que lo que ocurre en el VRAE es el mismo fenómeno que padecimos en la década de los ochenta, es falso. Uno de los objetivos del Lugar de la Memoria, como le ha bautizado Vargas Llosa, es el de enseñarle a las nuevas generaciones los estragos que causan el fanatismo ideológico y exhibir el sufrimiento que ocasionó ese pensamiento político demencial. ¿Qué cosa tiene el foco de violencia en el VRAE de ideológico? ¿No tiene acaso más de mercenario que de senderismo?

El Espacio de la Memoria es un reclamo que no puede desoírse, y debe encarnar la ausencia de todo aquello que nos fue arrebatado por el horror y la tragedia y la insania. Uno de sus detractores le exige al Museo respeto por la verdad de los hechos, imparcialidad, como si en eso no estuviésemos todos de acuerdo. El Lugar de la Memoria sólo debe mostrar lo ocurrido. Para que nunca más ocurra. Su misión no debe ser comprender ni ilustrar sobre la historia, ni siquiera sobre la violencia, sino simplemente mostrar lo que pasó. Para que reflexionemos. Para cuestionarnos. Para que nos preguntemos. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué ocurrió? ¿Cómo pudo suceder? Preservar la memoria es proyectarse al futuro, resistirse al silencio, combatir la negación.

Pero es inútil. Las acechanzas reaccionarias y sus estrategias de distracción no se detendrán. Sus ladridos continuarán, aduciendo que recordar nos dividirá, cuando es exactamente lo contrario. No importa. Ello es parte del proceso de construcción de la memoria. Como dice el artista alemán Host Hoheisel, “los monumentos están vivos mientras se discute sobre ellos”.

Como sea. Para todos los efectos, la memoria ya tiene un lugar en Miraflores, gracias a los reflejos del alcalde Manuel Masías. Y en éste la memoria se aprenderá, se ejercitará, se practicará, producirá justicia, sacudirá conciencias, y, sobre todo, develará. “Esa es la función de los museos de la memoria –señala Mario Vargas Llosa– No fomentar el masoquismo que suele producir una forma retorcida de placer a ciertos políticos e ideólogos cuando contemplan los horrores del pasado y tratan de explotarlos en provecho propio, sino educar a las nuevas generaciones de tal modo que todo aquello que abruma y avergüenza a una sociedad en su historia no vuelva a repetirse en el futuro. No hay mejor homenaje a esas víctimas de la intolerancia, el fanatismo, el prejuicio o la mera estupidez, que recordarlas, aprender de ellas e inculcar de este modo a la sociedad la cultura de la tolerancia, el respeto a la diversidad, al pluralismo político, religioso y cultural”. Pues eso.
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PERU 21 DICIEMBRE 20, 2009

El rey del antro
Autor: Pedro Salinas

Como una deidad penate, se alza su mandamás, Luis Alva Castro, el rey del mambo, il capo di tutti i capi, el heraldo de Galactus. Pensó que no lo iban a ampayar. O quizás ni le importó. Alva Castro se gasta más neuronas en hacer lo que le viene en gana que en activar su sentimiento de culpa y su capacidad de arrepentimiento. Pero él no los tiene. Ni culpa, ni arrepentimiento. Así de simple. Le basta con tener una bancada y un consejo directivo que le sirvan de escudo, de blindaje, de caparazón, de cercado de púas que evite que le toquen.

Ese cerco vivo le da la certeza de que, aun cuando lo descubran con las manos en la masa, o desviando fondos para un show privado, no habrá sanción. Ninguna. Porque además del cobijo de su séquito leal y cerril, cuenta con la protección del mismísimo dios, quien con voz tonante ha acusado a la prensa de perderse en “chismes de quinta de barrio”, y la ha conminado a que se dedique a “lo central”. ¿Y qué es lo central?, preguntamos desde esta insignificante columna. Y nuestra divinidad embarrilada, que no necesita aparecerse en una zarza ardiente, porque no cabe, ha sentenciado: “Tengan confianza todos los peruanos, incidentes hay, problemas en el Parlamento, problemas de noticias momentáneas, pero esa es la décima parte de lo que importa al Perú del futuro”. ¿Noticia momentánea? ¿Pequeño incidente? ¿Apenas un problemita congresal?
O sea, el mensaje es: “Miren, señores periodistas, no se preocupen ustedes de que el Congreso esté hecho un asco, y de que su presidente haya incurrido en un caso de malversación o peculado con fondos estatales. Vamos a olvidarlo y a procurar no enredarlo más.

Y aquí reunidos, mientras los legisladores falsifican facturas, les recortan ilegalmente el sueldo a sus asesores para cobrárselos ellos, contratan asesores fantasmas (o, en su defecto, a la empleada doméstica), roban energía eléctrica, difaman amparándose en su inmunidad, adulteran sus hojas de vidas, liquidan perros, encubren sus militancias terroristas, le dan tribuna a subversivos en el Parlamento, viajan en góndola con nuestros impuestos. Así, nosotros, en un mundo aparte, vamos a hablar de la manera increíble en que el Perú está creciendo –y, sobre todo, avanza–, de la envidia que nos tienen los otros países de la región, del magnífico negocio que sería para el Estado la compra de tanques chinos, de la magnanimidad que encierran los indultos, y de todas las bondades que tiene este gobierno. Y nos vamos a reír de los críticos y analistas aguafiestas, que siempre están dando la lata y buscándole tres pies al gato. Mejor todavía, no les vamos a hacer ni puto caso”.

Y fíjense. Está funcionando. El Congreso, por lo pronto, ya lo exculpó. “Fue un lamentable error, en el esfuerzo de mejorar la imagen del Parlamento”, dijo uno de los que habitan en la Cueva. “La entrega de quince mil dólares a la empresa de Fabiola de la Cuba se trató de una actividad cultural. Es como si se hubiese publicado un libro”, dijo un miembro de la banda. “Acá lo que hay es una campaña para dañar la imagen del Parlamento”, dijo otro mantenido orgánico desde los púlpitos tronantes de Abancay.

Por Zeus. No sé usted, pero yo a veces me siento como el general Custer, totalmente rodeado y sin salida. La pregunta es: ¿Hay algo que podamos hacer para librarnos de esta panda de desubicados? Encima nos obligan a llamarlos “congresistas”, y la verdad es que para mí son como una barra brava pero con licencia social. Porque no me digan que, mientras uno declara alguna paparulada que agrede la propiedad privada o al sentido común, otro de sus colegas le espera fuera con el auto en marcha, al estilo Bonnie y Clyde. Porque así son. Chupópteros. Políticos piltrafas. Advenedizos de chirigota. Regentados, además, por un buda para el que la democracia es sinónimo de descaro y venalidad.

Post scriptum: Que me perdonen Bedoya, Bruce, Galarreta, García Belaunde, Hildebrandt, Lombardi, Morales, Mulder, Pérez del Solar, y Valle Riestra, que, como verán, cito en orden alfabético, señal de que he revisado la lista congresal como un mono expulgando a un colega, o, si prefieren, en plan Abraham buscando una puñetera decena de justos en Gomorra.
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GATOENCERRADO DICIEMBRE 14, 2009

Grasas, totales por: Pedro Salinas

En este gobierno las verdades suelen salir en ambulancia. Porque, está claro, que a la postre, y con el postre, se sabe todo lo que se maquina en esta administración. Si no, que le pregunten a Octavio Salazar, el ministro clown, el que abogó recientemente por resucitar el servicio militar obligatorio, el ministro metepatas, el que justificó el arresto de la poeta Melisa Patiño, el ministro que conoce de psicosociales y de circosociales, de esos que evitan que miremos lo que está pasando en Trujillo.

Ahora, si algo hay que agradecerle a Octavio Salazar es que es un maestro en el arte de descorchar titulares, disparar tonterías, y, a pesar de ello, mantenerse en el puesto, que ese es un don que no tiene cualquiera.

Ni la Cabanillas, por poner un ejemplo. Sobre todo lo digo porque después del sarao que se armó con la historia de “Los 'Pishtacos’ del Huallaga”, que arrancó más encabezados que los que logró el robo del pulmón, lo mínimo que se habría esperado es que ruede la cabeza del ministro, y no solo la del jefe de la Dirincri. Porque, vamos, la versión de Eusebio Félix Murga, quien lanzó la especie en conferencia de prensa, no habría agarrado el vuelo que tuvo si el titular del Interior no la hubiese avalado.

“Hemos encontrado pruebas para estar casi cien por ciento seguros de que estamos ante un caso de 'pishtacos’”, dijo Murga. E informó entonces que un equipo de la Policía Nacional estaba buscando los cuerpos de sesenta agricultores desaparecidos en Huánuco y en Pasco. Que los crímenes se habían perpetrado a lo largo de treinta años. Que a las víctimas se les extraía la grasa para venderla a una red internacional. Que la grasa era vendida a Europa para la elaboración de cosméticos.

Que 'el tejido somático’ (que es como aparentemente se le llama al sebo humano en las comisarías peruanas) se vendía a 15 mil dólares el litro, y se comercializaba, no faltaba más, en botellas de vidrio de Inca Kola, la bebida de sabor nacional. Que la manteca adiposa también era vendida a chamanes y brujos para elaborar velas que se usarían luego en rituales satánicos. Y así. “Aunque parezca increíble, es verdad”, dijo Salazar respaldando la denuncia. Alucinante.

El caso lo comentó, por cierto, cachacientamente y en este diario mi vecino de página, Marco Sifuentes, quien fue el primero en destripar el caso como un verdadero 'pishtaco’. Todo un logro histórico por donde se le mire, dijo Sifuentes, algo así como si la Policía Federal de México detuviera a “Los Chupacabras de Veracruz” o como si Scotland Yard enmarrocara a Nessie. Y Salazar siguió declarando: “No es una leyenda, es una realidad. La Policía jamás se prestaría para una farsa de este tipo”.

Lo dijo con la contundencia que tiene el enterrador al hundir su pala en la fosa del panteón. Lo dijo, es verdad, el ministro que antes señaló que Sendero no era un peligro; al que Hernani, su predecesor, se refirió como el campeón de los psicosociales; aquel que entiende las conferencias de prensa como coartadas.

Es que a Octavio Salazar no hay que analizarlo como un fenómeno de la política, sino como una erupción cutánea, como un forúnculo en el glúteo del poder, como una eyaculación precoz y, por ende, quizás como objeto de atención de los urólogos, más que de los analistas. Pero, eso sí, que distrae, distrae, y en esa función Salazar no tiene parangón.

A este paso, dentro de poco, en una próxima rueda de prensa, va a anunciar que él fue el fotógrafo de la última cena o que ya aprendió a abrir cervezas con el ojo o nos va a contar alguna historia en la que reanimó a un ahogado con un vaso de agua o que si le arrancamos un pelo del bigote le vamos a encontrar ADN extraterrestre.

Es capaz. El problema es que no se me ocurre qué hará cuando ya no sea ministro, porque cuando uno revisa su currículum, la verdad es que lo mejor de todo, qué quieren que les diga, es la grapa. Como sea, mi querido general, por el servicio cumplido, grasas, totales.
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GATOENCERRADO NOVIEMBRE 11, 2008

Dioses por: Pedro Salinas

Detrás de Dioses, la película, se agazapa un revolucionario, un maestro de la magia de salón, quien a punta de close-ups y encuadres estudiados logra una descripción de uno de los problemas de siempre del Perú, el que avizoró y machacó hasta el cansancio José Carlos Mariátegui en sus escritos, el de la separación de cholos y blancos, la de los ghetos de Asia y los contraplanos de las familias que echan sus raíces en El Agustino.

Decía Guillermo Cabrera Infante que todo director de cine es superficial. No creo que sea el caso de Josué Méndez, el creador de Dioses y Días de Santiago, quien ha plasmado con audacia en el écran su visión de una facción del Perú en el que todos hablan, se conocen, chupan y son felices, mientras que otro Perú, más grande y más necesitado, atiende las necesidades frívolas de los primeros.

Méndez lo describe bien en sus diálogos, como aquel de Cano y Diego, el protagonista principal: …no pues, huevón, por eso es que al final uno siempre termina con una huevona como uno… No es por racista, sino que al final buscas a una flaca como tú, con una cierta educación… ¿Y quién puede ser así…? Una flaca que haya ido a un colegio como el tuyo, que haga las mismas cosas que tú. Esa huevada es así. Uno busca lo que se le parece. No vas a salir con tu empleada, pues, ¿no? Eso nunca va a ocurrir. Aparte que toda tu vida tus viejos te la han separado bien: esto es la chola y esto eres tú. No se mezclan. Si no, ¿por qué crees que no las dejan entrar a la piscina? Porque ahí está la vaina. Ahí está la razón de todo. A las cholas las dejan jugar vóley, salir a pasear, pero no pueden entrar a la piscina. ¿Por qué?.

¿La mejor escena? La toma final, que no voy a contar acá. Aquella sobre la que Josué Méndez refiere en una entrevista a Milagros Leiva: Mientras se mantenga así, estamos cagados.
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PERU 21 18 de Junio de 2008

Entrevista
José Gabriel Chueca

Pedro Salinas: A Peter Parker tener súper poderes le trae súper problemas

Hoy, con Perú.21, sale a la venta el cómic Spider Man. Al respecto conversamos con Pedro Salinas, autor de los libros Rajes del oficio 1 y 2, sobre el heroico arácnido del cual es fan declarado. Pónganse las máscaras, acomódense en sus telarañas y sigan esta sorprendente entrevista.

"De chico sufría de asma y, cuando me daba, guardaba cama un par de días aburriéndome tremendamente. No había cable. Y mi abuelo, cada vez que me enfermaba, me traía cómics de Superman y de Batman. Pero entre los 8 y 10 años descubrí a Spider Man. Me fascinó porque, para empezar, él se inicia a los 15 años", dice Pedro Salinas. Estamos en su oficina.

A esa edad comienza su carrera como superhéroe.
La araña radiactiva pica a Peter Parker cuando él estaba en secundaria. Claro, ahora yo soy mayor que Parker. Sin embargo, en esa época empecé a seguir el cómic. Faltándome unos diez, tengo los primeros 560 números de Spider Man.

¿Sus papás no le dijeron que dejara de leer tonterías?
Sí. Decían que eran más importantes las tareas del colegio -a las cuales nunca fui muy dedicado-. Los cómics siempre estaban bajo mi almohada, en mis cajones. Pero ellos se dieron cuenta de que así me animé a leer a Verne y a Salgari.

El cómic, al margen de ser un arte en sí, es una entrada a la lectura.
Más. Spider Man -en oposición a Su-perman, que es un sujeto demasiado idealizado- es como cualquier adolescente: se enferma, tiene carencias económicas, quiere a su tía May, sufre la violencia, las drogas y no tiene suerte con las chicas.

Las chicas son un tema.
La primera enamorada de Parker es la secretaria de Jameson, su jefe en el Daily Bugle, Betty Brant. Después aparece Gwen Stacy, que es el amor de su vida. Creo que todos los seguidores de Spider Man nos hemos enamorado de ella. Y siempre que le entraban sus dudas de seguir siendo superhéroe, se distanciaba de ella porque él entendía que tener súper poderes trae súper problemas. Finalmente, ella es asesinada por el Duende Verde. Esa es la pesadilla de Parker: la gente que está cerca de él acaba siendo víctima de sus enemigos.

¿Y Mary Jane?
Ella viene después. Pero es modelo, es como mucha mujer para Parker. Lo interesante es que él es un personaje muy humano. A su tía May le da un infarto y no tiene para pagar la clínica. Y a sus problemas sentimentales se suman los problemas laborales. Jameson lo explota como reportero del diario y a Spider Man le hace unas campañas negativas que no ha sufrido ni Alejandro Toledo en su peor época. Eso es lo que uno admira de él: su lucha por superar sus problemas cotidianos; sería un héroe incluso sin tener súper poderes.

Su sentido del humor es clave.
Parker es un nerd. Flash Thompson lo lornea todo el tiempo aunque, paradójicamente, es el fan número uno de Spider Man. De hecho, con la máscara, Parker se libera. Spider Man, en los momentos de mayor tensión, siempre está bromeando.

¿Qué piensa de las películas nuevas?
Creo que no reflejan mucho al personaje. Es lógico, desde el 62 han pasado 46 años, que no pueden resumirse en una hora y media. Además, en la segunda, en la pelea con el Dr. Octopus, en el metro, se saca la máscara. Nada que ver.

¿A qué archienemigos considera los más feroces?
Tiene enemigos muy inteligentes e intrigantes: el Duende Verde y el Chacal. Venom también es poderoso. Las historias son buenas. A mí que no me vengan con vainas. Hay cómics con argumentos que superan muchas novelas. Recuerdo la saga en la que muere el capitán Stacy, el papá de Gwen. Un personaje entrañable. ¡A mí me impactó muchísimo! Y los artistas detrás de los dibujos son puro talento.

¿Qué espera del cómic que va a publicar Perú.21?
Hay cambios. La araña que pica a Parker no era solo radiactiva sino, también, un ser totémico, lo cual nos pone otra vez a la expectativa. Eso es como decir que Superman no nació en Krypton. He visto que sale un aliado nuevo... Estas historias en forma de saga son bacanes de leer aun cuando cambien algunos elementos. Después puede volverse a lo original de forma mejorada.

Spider Man no hubiera podido ser imaginado en otra ciudad que Nueva York, por su densidad urbana altísima.
Spider Man en Lima andaría en Tico y su sentido arácnido le serviría para que no lo atropelle una combi. Además, en Lima no necesitas a Spider Man sino a The Punisher (El Castigador), para que vaya al Congreso, con su polo negro con la calavera, y... haga patria.
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GATOENCERRADO SETIEMBRE 5, 2008

El Proceso (II) por: Pedro Salinas

Pedro Salinas
Patente de Corso

Entra en escena Nakazaki, con su cara de piña agria. Un ujier anuncia que Hermoza tardará unos treinta minutos debido a una descoordinación. Nakazaki, sentado en un asiento de cuero negro frente al equipo de Ronald Gamarra, hace una mueca de disgusto. Al lado de él, una rubia al pomo, de raíces oscuras y profundas, revisa unos documentos. Frente a él, el banquillo de Fujimori se mantiene vacío. Además de las banderas, escudos, crucifijos, pizarras, proyectores, écranes y laptops de rigor, en la sala abundan las cámaras de televisión, que parecen observar todo y registran todo.

Por un segundo, desde el otro lado de la pecera, alucino el momento Kodak como si se tratase de un comercial de agua San Luis. Todos tienen una botellita sobre su escritorio. Mientras que en la esquina de la sala donde se encuentra el equipo de Gamarra, intercambian palabras y por ratos sonríen, en la otra esquina, en la mesa de Nakazaki cunde el silencio, un silencio elocuente, fantasmal, espeso. Nakazaki lee algo y toma San Luis. Creo que con gas. La rubia con su billetera hace lo mismo, toma San Luis y menea su negriamarilla cabellera como si se tratase de una modelo de champú anticaspa.

Miro mi reloj, son las 9 y 50 A.M., bostezo, me tapo la boca, veo alrededor y un gringo nos está tomando fotos a los observadores. Gamarra y Carlos Rivera también fisgonean sus relojes. Delgado Aparicio no otea su reloj, quizás porque el suyo pesa mucho.

De súbito, ingresa Fujimori con su ya característico saco azul, largo, grueso, muy parecido al que usaba Pinochet. En ese instante, como resortes, la veintena de fujimoristas se levanta de sus butacas guindas, y reverencian a su líder con gesto cortesano. Incluso llego a escuchar un ruido de choque de talones. Patético, pienso.

Me sorprende el talante de Fujimori. Antañazo, mandón, achoradito, cunda. Hoy, en la sede judicial de Ate, no es sino un triste reflejo de lo que fue. Parecía un volcán apagado. Un encendedor sin bencina. Alguien al que le habían quitado su Montesinos, un ente al que habían desenchufado de su alma. Y un detalle adicional: Fujimori no toma San Luis. Toma algún brebaje desconocido de una taza de metal.

Minutos después se incorporan los magistrados. Una señorita nos pide, como un cura en misa, que nos pongamos de pie, para que inmediatamente después el magistrado San Martín nos ruegue que nos sentemos. Showtime.
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CORREO 21 de agosto de 2008

El proceso (y III)
Por: PEDRO SALINAS

El tribunal se excusa por la demora. Esgrime problemas de coordinación. Claro, es el Perú, señores. Toma el uso de la palabra Carlos Rivera. Ni bien empieza a hablar, Nakazaki levanta su manita y vomita absurdos como aperturar, y cosas así. Lo observo. Al verlo, constato una vez más que el Perú es un país de segunda mano. La verdad del país no está en las estadísticas, ni en el Congreso, sino en la cartera de clientes de Nakazaki, que huele a retórica falangista y a sala de la morgue. Dos olores en uno. Nakazaki histrioniza, se rasca el testiculario, y exagera. Exagera para resultar verosímil. E interrumpe todo lo que puede, como Florinda Meza interrumpe a Chespirito. Pero Rivera no es Chespirito, y no se deja. Le dice nica.

El juez San Martín zanja el cruce de palabras entre Naka y Nica. Y anuncia, en plan Laura Bozzo, que pase el testigo. De súbito, se abre una puerta vaivén y entra tarde, como una novia, Hermoza Ríos, vestido de impecable azul, aunque con la corbata chueca, descuajeringada; lo hace apurado, como una de esas modelos que por ingresar con tardanza a la pasarela se quedan con la teta afuera, o se les salta el pezón, como a Janet Jackson. Se ubica en el atril donde será interrogado, y de una maleta parda, como si se tratara de una chistera o el maletín del Gato Félix, va sacando libros, documentos, papeles, y así. Los fotógrafos ubicados en la sala contigua lo fusilan a flashazos. Los familiares de las víctimas de La Cantuta, presentes en la sala (exactamente delante de mí), también quieren fusilarlo, pero no sé si a flashazos.

Los abogados ya están premunidos de sus medallas doradas con cintas celestes, las que cuelgan sobre sus pechos. La rubia, que no es rubia, se rasca lo más oscuro de su cabeza y alterna algunas palabras con su jefe, Nakazaki.

Luego viene el interrogatorio a Hermoza, quien niega todo. No es cierto. No me consta. No, doctor, no. No me acuerdo. Nakazaki le mira preocupado. Rivera le lanza preguntas recién afiladas. La rubia está pensando en un pollo Norky's. El aire acondicionado emite pitidos. El juez San Martín quisiera ser más amable. Delgado Aparicio se mira las uñas. Y Alberto Fujimori toma nota. Pero no me consta si es sobre lo que dice el testigo o acaso está escribiendo su testamento.

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