VISITA CARAL, UNA CIUDAD MILENARIA


PERU 21 OCTUBRE 1, 2011

Visita Caral, una ciudad milenaria

Es la civilización más antigua de todo el continente americano. Aquí los motivos para conocer esta maravilla de cinco mil años de historia.

En 2009, Unesco la declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad. (USI)
Se cree que la Ciudad Sagrada de Caral fue el núcleo seminal de las culturas andinas. Es decir, aquí se incubaron las principales bases de los posteriores pueblos que se desarrollaron a lo largo del territorio.

La administración teocrática, el intercambio de productos, el sistema de colaboración mutua, el uso de calendarios para fines agrícolas y arquitectónicos, entre otros, fueron conceptos que, según algunos investigadores, aparecieron primero aquí.

Por ejemplo, el Imperio Incaico –cuyo apogeo se dio cuatro mil años después de Caral– es, posiblemente, un heredero de esta cultura. He ahí su importancia.

CENTRO DE PODER. Caral se encuentra a 200 kilómetros al norte de Lima. Es una ciudad cuya construcción se orientó a funciones político-religiosas. Ahí tenemos las pirámides, por ejemplo, espacios ceremoniales, al igual que los altares, templos y plazas.

Además de ello, lo que más sorprende, sin duda, es la construcción circular conocida como anfiteatro. En este lugar se llevaban a cabo actos públicos importantes. Se calcula que esta cultura se desarrolló entre los años 3000 y 1800 a.C.

En la actualidad, Caral ofrece las facilidades necesarias para ser un lugar turístico atractivo. Los precios de las entradas oscilan entre los 4 y los 20 soles. El circuito permite apreciar los principales puntos de la ciudad, es decir, el anfiteatro, las cuatro pirámides, el monolito y las residencias.

Hay servicio de guías, si usted prefiere, así como la posibilidad de recorrer sitios arqueológicos aledaños. Se recomienda llevar un equipo apropiado (lentes, protector solar, gorras, zapatillas cómodas y bebidas hidratantes).

DATO
Mientras Caral se desarrollaba en América, otras civilizaciones hacían lo propio en otras latitudes, tales como Mesopotamia.
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EL COMERCIO JULIO 3, 2011

San Fernando transferirá terrenos a Proyecto Caral

La avícola, que había comprado tierras dentro de zona arqueológica, denunció ante el MP a representantes de la asociación de Era de Pando

(Foto: Archivo El Comercio)
NELLY LUNA AMANCIO

El gerente general de San Fernando, Rizal Bragagnini, anunció esta semana que la empresa que dirige transferirá al Proyecto Caral las tierras que compraron dentro de la zona arqueológica conocida como Era de Pando.

“Nosotros respetamos el patrimonio arqueológico, por eso estamos coordinando con el proyecto un mecanismo legal que permita transferirles estos terrenos”, sostuvo el empresario.

Precisó, además, que –previo Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos, CIRA– solo utilizarán el predio ubicado en Pampa Hermosa, que se encuentra fuera de la zona arqueológica.

En su edición del 12 de junio El Comercio alertó que esta avícola había comprado dos predios en el valle de Supe, uno de los cuales se superponía a la zona de Era de Pando, centro arqueológico que forma parte del complejo que investiga y dirige la reconocida arqueóloga Ruth Shady.

DENUNCIAN A RESPONSABLES
El gerente general anunció además que el 22 de junio último han denunciado ante la Novena Fiscalía Penal de Lima a Porfirio Alejandro Blas, Eutimio Malpartida Tello y Felipe Alvarado Espillco, representantes de la asociación de agricultores de Era de Pando, por daños al patrimonio.

Como se recuerda, precisamente esta asociación fue la que le vendió a San Fernando las 2.116 hectáreas de tierras por casi dos millones de dólares.

“Los hemos denunciado porque al momento de tomar posesión de estas tierras nos hemos dado cuenta de que estos señores han atentado contra el Patrimonio Cultural de la Nación; han sembrado dentro de la zona protegida”, explica Bragagnini.

Esta denuncia se suma a la que los abogados del Proyecto Arqueológico de Caral interpusieron ya –también por daño al patrimonio–contra los integrantes de la mencionada asociación de agricultores. La arqueóloga Ruth Shady sostiene, sin embargo, que la empresa debió denunciar a los dirigentes de la asociación por estafa o tráfico de tierras.

El gerente, por su parte, insistió en que se han reunido ya con la doctora Shady y que están próximos a definir un mecanismo legal que permita transferir las tierras de Era de Pando.

“Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para proteger el patrimonio”, puntualizó.

SEPA MÁS
Detalles del complejo arqueológico
ORDENAMIENTO TERRITORIAL
La Ciudad Sagrada de Caral fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco el 2009. Se espera que las autoridades elaboren un plan de ordenamiento territorial que garantice su protección. Era de Pando pertenece al complejo arqueológico de Caral.

PATRIMONIO CULTURAL
Era de Pando fue denominada Patrimonio Cultural de la Nación en marzo del 2000 y, desde el 2005, sus linderos quedaron inscritos en los Registros Públicos.
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EL COMERCIO JUNIO 12, 2011

Avícola compra terrenos en zona arqueológica de Caral

Asociación de agricultores vendió por US$2 mlls. más de 2.000 hectáreas. Empresa San Fernando afirma que no se afectará el paisaje cultural

(Foto: Richard Hirano)(http://elcomercio.pe/peru/778627/noticia-avicola-compra-terrenos-zona-arqueologica-caral_1)
NELLY LUNA AMANCIO

SUPE. Un arqueólogo tiene la paciencia y el ojo entrenado de un cazador: puede distinguir un templo donde otros solo ven un cúmulo de tierra. George Chauca tiene, además, la piel tostada, la ropa cubierta de polvo y un enorme sombrero que protege su rostro del sol. Desde enero del 2010 trabaja en esta zona conocida como Era de Pando, un enorme y solitario terreno escondido entre los cerros del valle de Supe, donde el viento remueve la tierra que alguna vez ocupó una civilización casi tan antigua como la mesopotámica y la egipcia: Caral. En febrero de este año, Chauca excavaba en estas tierras de 5.000 años de historia, cuando dos vigilantes privados ingresaron a la zona arqueológica y le informaron que habían sido contratados por la avícola San Fernando, la nueva propietaria de esos terrenos.

LA HISTORIA DE UNA COMPRA
Unas semanas antes de la llegada de los vigilantes privados, los representantes de la Asociación de Agricultores Era de Pando se acercaron al lugar y le mostraron al arqueólogo las partidas registrales en las que ellos aparecían como los supuestos dueños de ambos predios de 2.116 hectáreas. “Nos dijeron que eran sus tierras y desde entonces hemos sido hostigados”, cuenta Chauca.

Era de Pando fue denominada Patrimonio Cultural de la Nación en marzo del 2000 y, desde el 2005, sus linderos quedaron inscritos en los Registros Públicos. Sin embargo, la historia de sus ocupantes y litigios se remonta a mayo de 1990, cuando el Ministerio de Agricultura le otorgó a la Asociación de Agricultores Era de Pando 2.116 hectáreas de tierras eriazas para que desarrollasen en ellas proyectos de irrigación. La miopía de la entonces Dirección de Reforma Agraria y Asentamiento ignoró que el catastro del patrimonio arqueológico del valle de Supe –elaborado por el Instituto Nacional de Cultura, INC– incluía desde el año 1979 esta zona como protegida.

El lío apenas comenzaba. En 1995, el Ministerio de Agricultura declaró la caducidad del contrato e inició una batalla legal que terminó recién el 2006, dándole la razón a los agricultores. Con el fallo a su favor, tres años más tarde, la asociación de agricultores registró los predios a su nombre.

“En febrero de este año nos enteramos, de pronto, y sin que nadie nos consulte, que la asociación había vendido estos terrenos a San Fernando en diciembre del 2010, a pesar de que el contrato de otorgamiento impedía la transferencia de la propiedad a terceros sin la autorización del Ministerio de Agricultura”, advierte Ruth Shady, jefa de la zona arqueológica de Caral.

La arqueóloga, que en 1997 postuló a Caral como la civilización más antigua de América, luce indignada. Cuenta que, por el momento, la inscripción en Registros Públicos de la propiedad a nombre de San Fernando ha sido tachada por los abogados del Proyecto Caral. “Creemos que se debe declarar la caducidad del contrato porque esas tierras son del Estado y nunca se tomó en cuenta el sitio arqueológico”.

Durante los últimos meses, como resultado de estos y otros sucesos, la Fiscalía Provincial Penal de Barranca investiga por el delito contra el patrimonio a Porfirio Alejandro Blas, presidente de la Asociación de Agricultores Era de Pando. Consultado sobre el tema, Alejandro Blas niega los cargos y sostiene que nunca ha afectado el patrimonio. “Yo tengo toda la documentación que comprueba que nosotros éramos los dueños y que, por tanto, podíamos vender los predios. Fueron ellos los que nos invadieron. Como las cosas se pusieron difíciles, decidimos vender los terrenos”.

¿QUÉ DICE LA EMPRESA?
Las 2.116 hectáreas –que nunca fueron sembradas ni producidas– fueron vendidas a San Fernando por 1’905.183 dólares: casi 900 dólares por hectárea, o 9 dólares por 100 metros cuadrados.

Cuando San Fernando adquirió los terrenos, George Chauca ya investigaba en el lugar. “No hay forma de que ellos no supieran que este era un sitio arqueológico”, dice Chauca. Y eso también lo dice Andrés Sotomayor, gerente del área legal de la empresa San Fernando: “Nosotros sabíamos que ahí había una zona arqueológica, pero eso no es impedimento para realizar la compra de una propiedad. El terreno es muy grande y nosotros no pensamos alterar el paisaje cultural. La instalación de cualquier criadero de pollos contará previamente con su certificado de inexistencia de restos arqueológicos”.

Sobre la compra de estas tierras a los agricultores Sotomayor sostiene que no hay conflicto alguno. “San Fernando es una empresa respetuosa del orden legal vigente y de las acciones de protección del patrimonio. No construiremos los galpones cerca de la zona arqueológica”, asegura.

Sin embargo, los arqueólogos del proyecto Caral insisten en la irregularidad de esta propiedad y temen que estas construcciones sí afecten sitios arqueológicos.

“Si nosotros no decíamos nada, estas tierras se hubieran continuado traficando”, alerta Ruth Shady. La arqueóloga ha llevado su preocupación a la Defensoría del Pueblo, al Ministerio de Cultura, al Ministerio de Agricultura, a la policía de Barranca, al gobierno regional, a las municipalidades locales, pero poco la están ayudando. Mientras tanto, la destrucción e invasión de otras zonas arqueológicas del Proyecto Caral continúa impunemente.

DESTRUCCIÓN DE TEMPLOS
Una isla arqueológica es Allpacoto, núcleo urbano que convivió cerca de 300 años con la civilización Caral. Una isla rodeada por hectáreas de chacras y canales de riego que han comenzado a humedecer las débiles paredes de piedra y barro. El arqueólogo de la zona, Marco Bezares, y su equipo cubren todos los días con papel y arena las gradas de la pirámide y los muros más afectados. “Es una forma de detener el poder destructivo de la humedad”.

Una visita fiscal en febrero de este año constató la existencia de construcciones de material rústico al lado oeste de una de las pirámides y de un cartel en el que se leía: “Fundo agrícola San Cirilo-propiedad privada”. Este cartel permanece hasta ahora.

“La ocupación sobre más de 22 hectáreas del sitio arqueológico para destinarlas a actividades agrícolas ha dañado la integridad del asentamiento arqueológico”, denuncia Shady. Se han afectado los principales edificios monumentales coetáneos de Caral, muchos de los cuales presentan frisos y decoración mural. En este caso la fiscalía investiga a Bernardo Vega Corzo. Este Diario intentó comunicarse con él vía telefónica, pero resultó imposible.

También en esta zona –y como para coronar el desorden catastral– el Ministerio de Energía y Minas ha aceptado el trámite de Hugo Rosales Almicar, representante de la empresa minera Virgen del Perpetuo Socorro, que pretende explotar material no metálico en 200 hectáreas ubicadas a unos pasos de la zona arqueológica.

Al otro extremo de Allpacoto, en Chupacigarro, la destrucción ha llegado a una edificación monumental. Silos Torres Visitación y su esposa Alcida Solís, quienes se atribuyen la posesión de estas tierras, han colocado una vivienda y extendido sus terrenos de cultivo sobre áreas protegidas. “¡Han construido su casa sobre una pirámide!”, dice indignado, aunque sin perder la paciencia, Marco Bezares.

DATOS & CIFRAS
PATRIMONIO MUNDIAL
La Ciudad Sagrada de Caral fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en junio del 2009. Desde entonces, se espera que las autoridades elaboren un plan de ordenamiento territorial que garantice la protección del patrimonio y el avance ordenado de las áreas agrícolas.

SIN PLAN A LA VISTA
“El retraso en el ordenamiento territorial ha contribuido a que personas inescrupulosas busquen apropiarse de terrenos que contienen patrimonio, e incluso venderlos ilegalmente”, dice Ruth Shady.

2009
INVASIÓN AL PARADOR
Un grupo de 14 pobladores del valle, a pesar de poseer casas en el pueblo de Caral y lotes de cultivo, invadió terrenos vecinos al parador turístico. Todos ellos fueron desalojados y denunciados al Ministerio Público.

RESPONSABILIDADES
Otra de las personas a las que se acusa de estar detrás de la protestas contra el proyecto Caral es Luis Augusto Loarte Catirre, quien registra antecedentes penales por robo. En marzo del 2000 el Segundo Juzgado Penal de Barranca lo condenó a tres años de pena privativa de la libertad por el delito contra el patrimonio, en la modalidad de robo agravado. Había intentado asaltar, junto con otros dos delincuentes, una casa comercial en el distrito de Supe (Barranca).

DENUNCIADO
El proyecto Caral ha denunciado a Bernardo Vega Corzo, representante del poblado de Allpacoto. Según los investigadores, él estaría beneficiando a sus familiares con la venta de lotes trazados sobre zona arqueológica, en una ilegal ampliación del poblado. Por este delito se lo ha denunciado y enjuiciado, exigiéndole que se retire de los lotes recientemente ocupados. Sin embargo, él sostiene, y así se lo ha dicho a los demás pobladores, que la orden de desalojo es para todos los de Allpacoto y no solo para los lotes que él vendió.
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PERU 21 MAYO 5, 2011

Traficante vendió terrenos de Caral

Bernardo Vega hizo la operación por US$2 millones con al menos cuatro personas que invadieron la zona de Era de Pando y que serán desalojadas.

El parador turístico de Caral también fue invadido, denunció Ruth Shady. (Internet)
La directora del Proyecto Especial Caral-Supe, Ruth Shady, denunció que Bernardo Vega Corzo, un traficante de tierras del centro poblado de Allpacoto, vendió por US$2 millones el terreno Era de Pando, uno de los más grandes en la zona protegida de Caral, en Barranca.

Vega habría hecho esta operación con al menos cuatro personas, las tomaron posesión del lugar. La funcionaria indicó que serán desalojadas por tratarse de una venta ilegal.

De otro lado, Shady negó que se pretenda retirar a unas 2 mil personas de cinco poblados cercanos al centro monumental, como informó el alcalde de Supe, David Nishijima.

En cuento a la situación de las otras personas que habitan cerca a la Ciudad Sagrada, la arqueóloga señaló que su permanencia depende de una evaluación del terreno para determinar si es zona arqueológica. De ser así, la alcaldía de Supe asumió el compromiso de adquirir un terreno en el que se reubicaría a estas familias.

Por último, denunció que un grupo de 14 pobladores invadió el parador turístico de Caral, lugar donde se recibe a los turistas. Sobre ellos también pesa una orden de desalojo.
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EL COMERCIO ABRIL 23, 2011

(Editorial) Caral: amenazas que deben conjurarse

Esto no puede continuar. El reto para el Estado es grande y complejo, y rebasa la competencia del Ministerio de Cultura…

No podemos soslayar la grave denuncia formulada por los responsables del Proyecto Arqueológico de Caral, cuyos vestigios arqueológicos de más de 5.000 años están bajo la inminente amenaza de ser invadidos.

Esto, además, ha puesto de relieve la alta vulnerabilidad del patrimonio arqueológico ante las mafias organizadas que se dedican impunemente a la usurpación y el tráfico de tierras en el Perú, prácticas delictivas que en muchísimas ocasiones han terminado legalizadas gracias a la pasmosa permisividad del propio Estado.

En este caso, el Ministerio de Cultura ha reaccionado oportunamente ante la inminencia de una nueva invasión. Hace pocos meses la llamada Asociación la Era del Pando intentó usurpar una zona colindante y destruyó parte de un edificio monumental para construir un reservorio de agua.

¿Qué estamos haciendo como nación para proteger nuestro patrimonio arqueológico?

Subrayemos que las amenazas de invasiones no son un caso aislado ni exclusivo de Caral, pues el mismo peligro se cierne sobre la mayor parte de los restos arqueológicos del país. Las autoridades –tanto del Gobierno Central, como regionales y judiciales– deben estar siempre alertas ante este tipo de situaciones. El Perú, con vestigios arqueológicos, históricos y culturales, además de reservas naturales únicas que nos identifican en el ámbito mundial, no puede darse el lujo de descuidar la protección de esta riqueza.

¿Acaso no se recuerda lo ocurrido hace pocos meses con la invasión de la zona de amortiguamiento del complejo de Pachacámac, en Lima, que fue felizmente desalojada? ¿O lo ocurrido en Batangrande, en Lambayeque, o Chan Chan en La Libertad, que por muchos años estuvo tomada y fue depredada por usurpadores ilegales?

Además de esa amenaza hay otras que se ciernen sobre los restos culturales, que siguen a la espera de la acción de las autoridades, como lo ocurrido recientemente con la destrucción del cerro arqueológico La Virgen, en Huanchaco, que fue prácticamente demolido para usarse como material de construcción o la peligrosa acumulación de desmonte cerca de los restos de Chan Chan. Incluso, en Lima, complejos arqueológicos como Pachacámac y algunas huacas han sido amenazados por mafias de invasores o por irresponsables que los utilizan como botaderos o guaridas de indeseables.

Esto no puede continuar. El reto para el Estado es grande y complejo, y rebasa la competencia del Ministerio de Cultura. No solo debe involucrar los respectivos planes de gestión de las entidades involucradas en esa tarea –incluidos los gobiernos regionales y las municipalidades–, sino, además, la obligación de promover la participación de la empresa privada y hasta de las propias comunidades, también llamadas a preservar el legado que pertenece a todos los peruanos.

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