(EDITORIAL) AFICIONES PELIGROSAS

EL COMERCIO JUNIO 23, 2012

(Editorial) Aficiones peligrosas

El consumo de alcohol por parte de menores no es el asunto trivial que muchos piensan

Este Diario ha iniciado una campaña para combatir el consumo de alcohol por parte de menores de edad.
Puede que este sea un tema que escapa a los radares estadísticos, pero a nosotros nos consta su gravedad, entre otras cosas, por la asiduidad con que recibimos noticias de accidentes, desapariciones, violaciones y aun muertes que involucran a menores de edad en estado de ebriedad. Por otra parte, cualquier padre de hijos adolescentes o preadolescentes que se detenga a reflexionar un momento sobre el asunto sabrá cómo la edad de iniciación en el alcohol se ha adelantado enormemente, al igual que se ha multiplicado la cantidad que se considera normal que un menor de edad consuma.
Creemos que este problema requiere un cambio cultural. A juzgar por lo que recogen los psicólogos que trabajan con este fenómeno, muchos de los antes mencionados padres parecen considerarlo natural o, por lo menos, inevitable, y blindan así al problema de cualquier posibilidad de decisión real.
Hay que romper con el pacto trivializador que tiene nuestra cultura frente al alcohol y que hace que, en el caso del adolescente para quien salir y emborracharse son la misma cosa, nuestra sociedad se haya puesto implícitamente de acuerdo en verle las ropas al emperador. Es hora de decir que está desnudo. Que la imagen del menor que vuelve a casa tambaleándose y a vomitar es mucho más grotesca que graciosa. Además de peligrosa.
Las permanentes noticias a las que comenzamos aludiendo no son coincidencias. Internacionalmente existen abundantes estudios que relacionan el consumo de alcohol por parte de menores de edad con ese tipo de sucesos. La OMS, por ejemplo, estima que el abuso de alcohol ocasiona anualmente alrededor del mundo 2,5 millones de muertes, de las cuales una gran proporción pertenece a – o es ocasionada por– jóvenes. Un reciente estudio realizado por la State University of New York, por su parte, encontró que el 95% de los delitos que se cometen en los campus (incluyendo el 90% de las violaciones) está relacionado con el consumo de alcohol por sus autores o sus víctimas y que el 60% de las universitarias con enfermedades de transmisión sexual, como herpes o sida, las contrajeron por no usar protección bajo los efectos del alcohol.
Este tipo de posibles consecuencias del uso de alcohol por parte de menores, sin embargo, no agota, ni mucho menos, el peligro que este involucra. De hecho, acaso el mayor aliado de la trivialización del uso adolescente o preadolescente del alcohol por parte de los padres de familia es el hecho de que muchas de sus consecuencias salen a relucir solo años después. Así, los padres cuyos hijos menores no llegan a estar involucrados en delitos o accidentes relacionados con el alcohol piensan que el uso alcohólico de estos es de los que quedan sin consecuencias. En un enorme número de casos, se equivocan: muchos de los daños que causa el abuso juvenil del alcohol están en el tipo de personalidades y hábitos adultos que ayuda a formar.
El alcohol es, ante todo, un alterador de estados de consciencia y es, por lo tanto, el equivalente a una gran cáscara de plátano psicológica para quienes por definición están en edades en donde no han acabado de formar sus ideas de sí mismos y de su relación con el mundo que los rodea. Aunque parezca solo un entretenimiento, para estos jóvenes las más de las veces el abuso de alcohol es también un recurso inconsciente para ahogar en él problemas que entonces quedan sin solución hasta estallar muchos años después, cuando ya han crecido con sus dueños y cuajado en su personalidad. Por ejemplo, los problemas derivados de los hogares disfuncionales o de las relaciones sociales. En todos esos casos y en otros más el alcohol viene a funcionar como una especie de tramposa muleta que impide que estos menores desarrollen “músculos” – recursos psicológicos– ahí donde más lo necesitarán. Una muleta que acostumbra y a la que, con el tiempo, se tiene que recurrir cada vez más (y muchas veces en sus más poderosas versiones, como las drogas ilegales).
Los padres de familia peruanos tenemos que trazar una raya. Al menos en lo que toca al alcohol, dejemos de preocuparnos porque nuestros hijos sean “normales”. Escojamos que sean sanos.

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EL COMERCIO MARZO 25, 2012

Las bebidas alcohólicas que envejecen la piel más rápido

Especialistas recomiendan consumo moderado de alcohol destilado ya que estos aceleran el deterioro del cutis

Como se sabe el consumo excesivo del alcohol puede ocasionar enfermedades como la cirrosis. Sin embargo, este hábito también podría afectar de manera negativa nuestra piel, según advirtieron algunos especialistas en dermatología y estética.

La rosácea (enrojecimiento de algunas partes del rostro y cuello) y la psoriasis (inflamación crónica de la piel) serían algunos de los males más comunes, producidos fundamentalmente por el consumo de whisky, ginebra y vodka, las bebidas más peligrosas para la piel.

Daisy Morales, cosmetóloga de los Centros de Estética Pretty Woman, explicó a La Nación de Chile que el alcohol también puede producir “un desbalance en el nivel de azúcar, lo cual impacta en la piel de manera tan grave que incluso puede aumentar la aparición de acné”. El licor repercute negativamente sobre la vitamina A, favoreciendo la pérdida de flexibilidad de la piel, la aparición de arrugas, líneas finas y piel muerta.

Como se sabe, una bebida destilada es aquella que se obtiene al hervir una bebida fermentada. Este proceso eleva la graduación alcohólica de la bebida, que queda por encima de los 17º. A veces se le añade sustancias acompañantes (aromas, azúcar o agua), para que sea más suave y agradable de sabor.

“El alcohol –sobre todo el destilado- muchas veces hace que la piel se vea mal al día siguiente, debido a sus efectos deshidratantes. Al deshidratar el cuerpo, la piel también sufre este proceso, debido a que tiene un efecto sobre la hormona anti-diurética que es responsable de la micción e hidratación”, enfatiza la experta en belleza.

La genética es responsable sólo del 25% de los daños a la piel y el 75% restante culpa de factores externos como el medioambiente, el cigarrillo y el consumo de alcohol.

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