PEDRO SALINAS: "EL SENSACIONALISMO HA GANADO ESPACIO IMPORTANTE EN EL PERIODISMO

PERU 21 DICIEMBRE 21, 2O11

Pedro Salinas: "El sensacionalismo ha ganado espacio importante en el periodismo" (http://blogs.peru21.pe/leeporgusto/2011/12/pedro-salinas-el-sensacionalis.html)

Compartir: Es periodista de pura casualidad -así lo dice él-, pero su vocación por escribir no es azarosa. Fanático de Spiderman, Pedro Salinas no lanza telarañas, aunque teje palabras en sus columnas semanales que publica en Perú21. Aquí sus arácnidas respuestas a nuestras preguntas.

"Pedro Eduardo Salinas Chacaltana nació en Lima, en 1963, al igual que Xuxa, Michael Jordan, Austin Powers, Eros Ramazzotti, Brad Pitt, Helen Hunt, Ollanta Humala y Magaly Medina". Así empieza la 'antibiografía' de este periodista, que a fines de los noventa aparecía en las pantallas de Canal 13 vistiendo pantalones con tirantes. Y aunque ahora no los usa, es una curiosidad que se diga que el periodismo pasa hoy en día por momentos tirantes.

Tu nombre es en realidad una coincidencia poética (ni bien digo esto ríe con ganas). Te llamas Pedro por tu abuelo materno Chacaltana y no por el poeta español de la Generación del 27
Yo soy Pedro por mi abuelo Pedro Chacaltana, y Eduardo por mi abuelo Salinas. Tengo los nombres de mis dos abuelos. Mis padres, estoy seguro (ríe) no sabían quién era el poeta cuando me bautizaron.

¿Esa coincidencia te llevó a leer la obra del poeta?
Sí. Eso pasó cuando estaba en cuarto o quinto de media. En un Dominical, de El Comercio, vi: "Se cumple un aniversario más de la muerte de Pedro Salinas", y yo me dije ¿quién es este que se llama igual que yo? (ríe y sus ojos de achinan). Me compré un libro chiquito de poesías de él... y vi que el tío escribía muy bien (ríe).

Contabas que cuando eras niño conjugabas las historietas con novelas de Salgari y Julio Verne...
En realidad fue progresivo. Mi abuelo Pedro, que era muy sabio, se dio cuenta de que no me gustaba que me pongan inyecciones -yo de muy chico sufría de asma-, entonces comenzó a chantajearme (ríe). Me decía "déjate poner la inyección y te traigo algo". Empezó con monopolio, con un juego de damas, y de pronto en las idas al quiosco me compró historietas.

¿Entonces tu primer acercamiento con la lectura surgió a través del cómic?
Sí. Mi abuelo me alimentaba de cómics y luego comenzó a pasarme otro tipo de literatura, ya sin dibujitos, que eran básicamente libros de Julio Verne, de Salgari...libros de aventura, que me enganchaban.

Empezaste leyendo a Superman, pero te has declarado fanático de Spiderman incluso tienes un baúl con más de 500 números de revistas del arácnido. ¿Por qué ese fanatismo?
Spiderman era un adolescente que se enfermaba de gripe, que era tímido con las chicas. A diferencia de Superman que es un héroe 'perfecto'. Por eso me sentí identificado con Peter Parker.

Y es por los cómics, contabas, que desarrollaste tu apetito por la lectura, ¿qué libro recuerdas con especial cariño?
Yo recuerdo básicamente los de Julio Verne. Él tenía esa cosa descriptiva, sus héroes son recontra héroes. Por ejemplo, Miguel Strogoff. La descripción que hace Verne de este personaje la recuerdo, era como un Superman de tinta. Y la ventaja de leer, me fui dando cuenta, es que tú mismo te ibas creando un mundo mucho más rico y colorido que el que ofrecía un cómic. Y así fue el tránsito que hice del cómic a la literatura.

Mateo Diez, tu primera novela, decías que más que pretensiones literarias era una venganza de tu paso por el Sodalicio. ¿Fue un exorcismo personal?
Sí, fue un exorcismo personal. Yo tuve un tránsito adolescente por una organización religiosa católica cerrada, de características cuasi sectarias, en la que entré, me lavaron el cerebro, me convirtieron en un fanático, en un robotito, en un guerrero de Dios. Salirme de ahí tuvo un costo, porque la forma cómo se maneja la culpa en el Sodalicio es terrible, entonces destetarme de ellos fue un trámite de varios años que, incluso en algún momento requirió conversaciones con psicólogos, con psicoanalistas, hasta que decidí que un libro es una manera de exorcizar esos demonios que tenía adentro y dicho y hecho, funcionó de maravillas.

Entonces fue terapéutico escribirlo...
Terapéutico 100%.

Mencionas como a uno de los escritores que más admiras al español Arturo Pérez-Reverte. ¿Qué es lo que más te gusta de él?
Yo empecé con Pérez-Reverte, creo que por el Capitán Alatriste, del cual he leído los tres primeros libros. Pero a mí lo que me encanta de Pérez-Reverte son sus columnas semanales, porque la forma en que narra sus crónicas lo hace en un estilo directo frontal que disfruto. Él es uno de los columnistas españoles que yo siempre he tratado de imitar.

GAJES Y RAJES DEL OFICIO
Pedro nos recibe amablemente en Chisac, consultora en comunicación de la que es director. Pregunta con curiosidad y asombro cómo es que yo mismo grabo la entrevista, hago cámara y luego edito el video. Sí, es una chambita algo ardua, pero se hace lo que se puede. Mejor hablemos de periodismo.

No terminaste de estudiar filosofía ni psicología y dices que te iniciaste en el periodismo de pura casualidad. ¿Qué motivaba tu confusión interior?
Mi confusión interior empezó por mi paso por el Sodalicio (ríe). Cuando me 'capturan' yo creía que la psicología era lo mío. Cuando salgo del Sodalicio ya había estudiado tres años de filosofía y en la Universidad San Agustín de Arequipa estudié un año de psicología. Cuando me salí del Sodalicio no sabía qué hacer, y en ese trance me avisaron que estaban buscando practicantes para la sección editorial de El Comercio y yo, sin tener estudios universitarios sobre la materia, empecé en el periodismo.

¿Cómo así te diste cuenta que te querías dedicar al periodismo?
Precisamente cuando me aceptan en El Comercio. Me encantó, porque era revisar periódicos todos los días y meterte en la coyuntura del país. Estar en editorial me obligaba a estar atento a lo que ocurría en las demás secciones.

Cuando presentaste tu libro Rajes del oficio, hace tres años más o menos, te preguntaron sobre el estado del periodismo de entonces y dijiste que era mediocre. ¿Ahora cómo vamos?
Yo creo que estamos igual (ríe).

¿O peor?
No sé si peor. Yo no puedo emitir un juicio porque no veo televisión y no escucho radio. Igual, creo que soy una persona más o menos bien informada. Consumo mucha prensa por Internet y leo seis o siete periódicos de los denominados serios. Si me preguntas qué está pasando en la farándula o quién es quién, ahí desconozco mayormente (ríe).

¿Y si lo restringimos al periodismo político?
En el periodismo político -en líneas generales es una tendencia, no solo en el Perú- el sensacionalismo ha ganado espacios importantes y eso es inquietante. Justamente una de las razones por las que yo dejé de ver televisión era que para enterarme de la noticia que me interesaba tenía que soplarme 30 o 35 minutos de sangre, de casos dramáticos, con cortinas musicales tremebundas...hasta que dije consumo lo que me interesa.

Y también te preguntaron en broma si en una futura edición de Rajes del oficio incluirías a Magaly Medina, Nicolás Lúcar y Álamo Pérez-Luna
Y dije que a Magaly de ninguna manera.

¿No la consideras periodista?
Eh...lo que pasa es que ella ha incursionado en un rubro bien cuestionado. Yo puedo reconocer que Magaly tiene olfato, tiene habilidades, por supuesto que sí. Pero no sé si merecía aparecer en esos primeros dos libros, donde doy preeminencia a los periodistas políticos que sigo y que dicho sea de paso, escriben, y algunos muy bien.

Y hablando de escribir, en esa entrevista que tuviste con César Hildebrandt para tu libro, él decía que en el periodismo cada día se escribe y habla peor y que solo hemos avanzado en corbatas. ¿Estás de acuerdo?
(Ríe). Creo que sí (y ríe con más ganas todavía). Cuando lees los periódicos ves que falta eso que encuentras en la prensa norteamericana o en la misma prensa española, ese periodismo que conjuga la literatura con la noticia. No es que se ficcione en torno a la verdad, sino que se alimenta a la crónica de formas que le dan mucho más potencia a lo que se está contando. En el Perú encuentras muy pocas crónicas periodísticas lamentablemente.

¿Cómo defines tu estilo como columnista?
Trato de tener un estilo directo, que la idea quede más que clara y que tenga una pizquita de humor, de ironía, de sarcasmo y algo corrosivo, así como la baba de Alien (ríe y festeja su ocurrencia).

Una de las experiencias más urticantes como periodista dices que fue una columna en la que criticaste a Juliaca, ¿Admitirías que se te fue la mano?
Curiosamente fue una crónica de viaje y no política. Y terminó en un follón, como dicen los españoles, que duró casi un mes. Me declararon persona non grata, yo no puedo pisar Juliaca hasta ahora. Querían demandarme por 50 millones de dólares (ríe) y organizaron una marcha con niños que recitaban poesías mentándome la madre.

Pero esa rima "Grande, Lampa. Juliaca, una caca", ¿no fue un exceso?
Yo dije si Andrés Calamaro hace ese tipo de rimas tontas ¿por qué no yo? Y no me ligó (ríe).

¿Y moderó tu estilo o más bien lo envalentonó el problema judicial que tuviste con el excongresista Jorge Mufarech?
No. Esos son gajes del oficio. Me tocó enfrentarme a ese personaje y fui hasta el final. Yo creo que lo que marcó mi estilo fue Mateo Diez. Hasta antes de esta novela yo publicaba columnas de opinión acartonadas, rígidas, donde me reprimía y guardaba cosas que quería decir. Mateo Diez es, además de un exorcismo, un experimento para romper un molde y reinventarme en cuanto a estilo.

DEL INTERNET Y OTROS 'DEMONIOS'
Su blog se llama La voz a ti debida, como el libro de su tocayo el poeta español. Dice que le resulta práctico el poder tener allí videos, textos e informaciones que sabe que luego revisará con detenimiento. Felizmente, en algunos casos para bien, Internet lo aguanta todo.

¿Crees, como dice Beto Ortiz, que Google ha vuelto flojo a los periodistas?
Sí claro. Sobre todo Wikipedia (ríe). Es verdad, yo creo que Google y Wikipedia te dan acceso a información que antes la encontrabas solo en una biblioteca o en una institución pública. Lo que no puedes hacer es quedarte solo con la información que te da Wikipedia.

¿Piensas crearte una cuenta de Twitter? Cada vez más periodistas están en esa red
No. Mi amiga y productora en La Mula, Paola Ugaz, que es una tuitera fabulosa, ha tratado de convencerme, pero yo no he claudicado hasta ahora.

¿Y cuál es tu reparo con esa herramienta?
Mi reparo es que siento que estoy informado. Estar sobreinformado te genera cierto estrés. Además yo veo que hay cierto nivel de adicción y veo a varios amigos y amigas (coge su BlackBerry) que están hablando contigo y están con el aparatito (mira fijamente a su teléfono). Así yo no quiero estar. A Facebook tampoco quiero entrar. Además, tengo un blog, aunque he llegado tarde, cuando la moda del blog terminó (ríe). Estoy feliz y tranquilo ahí. Sin embargo, no les quito valor, sé que tienen una importancia informativa.

¿Qué es lo que más te gusta del periodismo?
Hace unos años yo te podría asegurar y firmar que la adrenalina. Ese era mi motor, pero ahora que tengo algunos añitos (ríe) me sigue atrayendo tratar temas de coyuntura, comentarlos y tratarlos, así como escribir. El periodismo está atado, en mi caso, a la escritura, Por ese lado, siento que es como una necesidad. Como todos necesitamos respirar, los periodistas necesitamos una dosis de adrenalina.

¿Y qué es lo que menos te gusta del periodismo?
A veces veo broncas absurdas entre periodistas que llegan al odio, en el periodismo hay tribus y cuando hay discrepancias a matar. A veces siento el desgano, la pereza, la cosa floja en la información.

CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR PEDRO SALINAS

1. El legionario de Cristo. De Jason Berry y Gerald Renner. Tiene que ver con una investigación que estoy haciendo. Es sobre el caso Marcial Maciel, el fundador de los legionarios de Cristo en México, que se descubrió que fue un monstruo.

2. Todos los hombres del Presidente. De Boodward y Bernstein. Un clásico para los periodistas.

3. Juego de tronos. De George R.R. Martin, es una especie de Tolkien para adultos. Son cuatro libros que en realidad son cinco si te fijas bien. Hay hecho una serie de televisión de ella y esta me llevó a leer el libro.

4. Todo Julio Verne. Hasta Martín Paz, que es esa historia de amor que ocurre en el Perú. En ese libro te das cuenta que Verne nunca visitó el país (ríe).

5. Tom Sawyer, de Mark Twain.

Bonus Track: Arturo Pérez-Reverte.

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