DE MARQUINHO A LEANDRO FRANCO: LOS BRASILEÑOS QUE DIERON EL "GRAN SALTO"


EL COMERCIO DICIEMBRE 1, 2011

De Marquinho a Leandro Franco: los brasileños que dieron el 'gran salto'

Un repaso a los futbolistas que firmaron por un club grande del Perú luego de una buena temporada en el Descentralizado

ENRIQUE VERA (@kiquevera)
Redacción online

Es casi un hecho que el goleador del Sport Boys Leandro Franco jugará la próxima temporada en Sporting Cristal. El caso del delantero brasileño de 30 años refresca las experiencias que vivieron otros de sus compatriotas. Aquí un recuento de brasileños llegaron con perfil bajo al fútbol peruano y apenas en una campaña hicieron lo justo para dar el salto a un club grande de nuestro país.

MARCO DOS SANTOS ‘MARQUINHO’. Desde sus primeros partidos con Boys, ‘Marquinho’ dejó claro que era el distinto. Buen fichaje de los rosados al Internacional de Brasil a fines de 1989. Aquí lo dejó claro con sus impecables ejecuciones de tiro libre y bolas servidas para tiro de gol a Claudio Adao, y Germán Carthy. Un ‘cerebral’ nato. Su dinámica en mediacancha, con la irrupción del novel ‘Kukín’ Flores, puso al cuadro chalaco en las instancias finales de los torneos 91 y 92, y en la Copa Libertadores de esos años. Dio el gran salto a Sporting Cristal en 1993, pero no reeditó las actuaciones que remecían al primer puerto. Alianza lo trajo de Austria en el 95 y de México, el 97. Ese año fue gravitante en la consecución del título íntimo luego de 18 años. Después, volvió al primer amor, Boys, y otra vez Alianza, pero solo tuvo chispazos de magia.

JULIO DE ANDRADE ‘JULINHO’. De todos sus paisanos fue el que más lejos llegó, aunque a su arribo en 1991 ni se imaginara que iba a tener al frente la más clara posibilidad de darle a Perú su primera Copa Libertadores. Julinho llegó a Lima casi por una situación fortuita. Era muy amigo de Lula, un centro delantero que Defensor Lima había buscado desde mediados de 1990. Dicta la leyenda que el refuerzo granate puso como condición en su contrato que Julinho también integre la plantilla y así fue. De a pocos el melenudo atacante se hizo de un lugar en el equipo y mandó al archivo las expectativas por su compañero de viaje. Sus goles convencieron a Cristal, donde fichó en 1993. Se hizo ídolo, ganó un tricampeonato y disputó la final de la Libertadores, versión 1997, ante Cruzeiro. Sí, tuvo la mejor opción de gol, en el choque de vuelta, pero Dida le atajó el remate. Se retiró el 2003, pero no olvida aquel momento.

GERSON LENTE. Fue el buque insignia del descendido Ciclista Lima que alcanzó el subcampeonato Apertura 1994 y, con ello, la clasificación a la Copa Conmebol del año siguiente. Un jugador de área con la efectividad del mejor Maestri y que una vez goleó ‘solito’ a Alianza en Matute. Registró 13 tantos y llegó a La Victoria para la Libertadores del 95. No era un jugador extraordinario, pero tenía mayor movilidad que Sáenz y Muchotrigo juntos. Por esa Copa, jugó un partidazo frente al Bolivar de La Paz que meses después (Agosto del 95) le valió el salto a España. Su viaje permitió el último suspiro de Franco Navarro en el fútbol, quien lo reemplazó cuando ya casi estaba retirado. Pero la incursión de Lente en Europa no fue próspera. Firmó por Cristal en 1996 y ahí la competencia que demandaban Bonnet y Julinho no le hicieron un lugar permanente en el equipo. Se fue a fines de ese año con el paraguayo Struway.

MARCUS DI GIUSSEPPE. Lo de Bica fue un caso particular. En 1995 llegó para jugar por Cristal, el entonces campeón, y anotó goles decisivos por Copa Libertadores y el torneo local de ese año. Se fue a Austria cuando aquí ya era habitúe de pasarelas y lanzamientos de ropa de temporada. Volvió en el 97 para Municipal para empezar de nuevo: nunca cobraba pero era el goleador. Dio el salto al Boys de ‘Chalaca’ Gonzales que peleó hasta el final el título del 98 y luego a la ‘U’ en el 2000. Años estos en que canceló su boda con una popular conductora de TV y, ya divorciado de otra modelo, se hizo novio de otra presentadora, hoy en el mismo canal de la primera. Se fue a Europa y a su regreso deambuló por varios equipos: Deportivo Wanka, Estudiantes de Medicina y Bolognesi. Lo último que se supo de él fue cuando desminitó que era portador del VIH.

EDUARDO ESIDIO. En 1997 ancló casi de casualidad en el entonces ascendido Alcides Vigo. Su primo, Marcelo Esidio había fichado por José Gálvez y de refilón trajó a ‘Edu’ para que pruebe suerte. Fue presentado como volante pero rápidamente se supo que lo suyo era el ataque. Y más que eso, la definición. Dio el salto a la ‘U’ y su primera temporada con la crema la hizo a pura fuerza: se le diaganosticó el virus VIH, lo cual generó una gran polémica. El torneo 1998 lo cerró anotando dos goles en la segunda final ante Cristal. La siguiente, también la cerró con un gol en la primera definición ante Alianza, aunque ya se había cansado de firmar en clásicos desde que llegó. El año 2000 hizo 37 tantos, pero solo al registrar el número 33 frente a Unión Minas ya había roto el récord de goleadores. En sus celebraciones siempre apuntaba al cielo… a Dios.

RONAILE CALHEIRA. Nadie en Universitario, ni el hincha más pesimista y menos lúcido pronosticó que Ronaile Calheira, goleador en el Clausura 2008 jugando por Sport Ancash, iba a tener tan bajo rendimiento con la crema puesta. Aquel fue su gran salto, pasó de un equipo de media y final de tabla al grande que apostó todas sus fichas por la Copa Libertadores 2009. El brasileño llegó como refuerzo con Solano, nada menos, y a pedido de Juan Reynoso. Nunca dio pie en bola y al otro año se fue. Pero los 16 goles que facturó en el 2008 todavía llenaban los ojos en Perú. León de Huánuco lo contrató para la temporada 2010, aunque fue intrascendente. Ancló en Colombia, América de Cali lo fichó, aunque sus goles revivieron en el Huila, también de ese país.
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EL COMERCIO NOVIEMBRE 8, 2011

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ENRIQUE VERA (@kiquevera)
Redacción online

Benji Nzeakor. En agosto de 1992 Nigeria tenía en formación a la que años después sería su mejor camada de futbolistas (anótese: Okocha, Yekini, Kanu, Amokachi). No accedía aún a la élite del balompié mundial como sí ocurrió por un tiempo luego de su rutilante campaña en EE.UU. 94 y, menos, era una plaza importante para la exportación de jugadores. Perú vivía tiempos de ‘cochebombas’ y ‘apagones’, la ‘U’ de Iván Brzic lideraba el Descentralizado y, en Municipal, la cabeza del uruguayo Hohberg había rodado. La ‘Academia’ hizo entonces la contratación más ‘extravagante’ que se conocía en Perú: Benji Nzeakor, nigeriano cuya llegada desató un inusitado show mediático. Fue objeto de comparaciones en serie con Antonio Cartagena, el salsero de moda por esos años, y la curiosidad fue tal que incluso parte de la prensa entró en exabruptos: “¿Será un caníbal? ¿Vendrá de una tribu? ¿Coleccionará cabezas?”, iniciaba, con tonos racistas y con evidente ignorancia, la nota de una desparecida revista. Pero ‘Benji’ se encargó de ubicar su nombre en el estricto plano futbolístico. Debutó y marcó (a Defensor Lima), puso otro en la fecha siguiente (a Manucci) y dos más a UTC. Dirigentes rivales denunciaron su mala inscripción en el torneo y en medio de los reclamos Nzeakor firmó su último tanto ante CNI. Una lesión y el riesgo de que “Muni” pierda puntos en mesa lo marginaron de las últimas fechas. Entre ‘cochebombas’ y medianoche, su contrato fue rescindido.

Dolmo Flores. A la calle Odriozola, antigua sede de la ‘U’ en Breña, los ecos del ‘Demonio’ llegaron tras las Eliminatorias de la Concacaf para EE.UU. 1994. El hondureño Dolmo Flores había sido clave en su selección, aunque esta no clasificó, pero el principal cartel del artillero anunciaba un gol a Brasil de potente cabezazo. Apenas llegó, el llamado ‘Demonio del Caribe’ punzó al aclarar que su característica no era el juego aéreo, pese a que esto precisaban los cremas ante la salida de ‘Balán’ y Baroni. En efecto, la mayoría de goles que encajó aquí no fueron de cabeza. Firmó de tiros cruzados, voleas y anticipaciones (incluso en Cerro de Pasco). De hecho, así definió su gol más recordado en Perú, por Copa Libertadores frente a Alianza. Ganó la posición a Basombrío y colocó el balón a la derecha. Por el mismo torneo, fue al “Demonio” que le anularon el empate y clasificación ante el DIM en Colombia. “Por favor, negro, ¿quieres que me maten?, juega nomás”, le dijo el árbitro según reveló años después el hondureño.

Daniel “Cari Cari” Noriega. Llegó a Sporting Cristal en su ‘mejor momento’. Artillero del Unión de Santa Fé argentino que facturó 10 goles en la temporada 99 y seleccionado de Venezuela, para la Copa América de Paraguay. Al “Cari Cari” se le rotuló como reemplazante del ‘Condor’ Mendoza en el esquema que Juan Carlos Oblitas diseñó para el Clausura del 2000 en La Florida. La ‘carta de gol’, nada menos, pero apenas si jugó. En 14 partidos anotó dos goles y así se fue. Lo bueno para el llanero vino después. Su paso por el Rímac y la sequía de gol en la delantera de su selección le valieron ser titular indiscutible en la vinotinto. Jugó la Copa América del 2001, la del 2004, y las Eliminatorias para Corea-Japón 2002. Años después volvió a hacer noticia en Perú cuando se especuló que su contratación en Cristal había permitido el enriquecimiento ilícito de algunos directivos celestes. “A Noriega ni siquiera se le compró el pase. Yo lo pedí porque se trataba de un jugador de selección”, defendió el ‘Ciego’. ¡Vaya jugador!

Masakatsu Sawa. No fue un atacante cuya principal fortaleza haya sido el gol. Por lo menos no en su paso por Perú. De hecho, lo del japonés Sawa aquí iba más por las arremetidas y habilitaciones desde la derecha. Un extremo todo pulmón que apareció en el 2005 como refuerzo del Sporting Cristal entonces dirigido por ‘Chemo’ del Solar (hizo un gol ante Alianza Atlético). Fue pieza inamovible del Bolognesi que alcanzó el cuarto lugar en el Descentralizado 2006, y se hizo casi un mártir del ‘Muni’ que descendió el 2007. Ahí registró 10 tantos e, incluso, rechazó a la FPF jugar por la selección. Al año siguiente, en Cienciano, conformó con William Chiroque una dupla letal en el ataque por bandas, aunque ello fue de manera intermitente. Cayó lesionado y se fue. Ancló en el Kashiwa Reysol de su país donde juega hasta hoy.

Martín “Loco” Menacho. El melenudo atacante boliviano pisó Ancash, en febrero del 2005, con un archivo cargado de detalles curiosos y otros grises, hasta entonces desconocidos. Tenía pinta de rockstar venido a menos pero una despampanante novia, ex vedette en Bolivia, con la que andaba orondo por las calles y mercados de Huaraz. También algunos buenos fajos de dólares –herencia paterna made in Santa Cruz- en su ‘mansión’ del Altiplano, según se especulaba. Presto a debutar con la ‘Amenaza’ se hizo pública una suspensión por agredir a un árbitro. Se fue unos meses, mientras aquí hervían las acusaciones por presunto ultraje sexual a una menor, y cumpió su inhabilitación. Desde su regreso, anotó siempre que tuvo que hacerlo. Goles a puro aguante; un provocador con mística de guerrero que cortó 31 partidos de racha invicta al Cienciano a falta de 5 minutos del final de un partido. Ese día Menacho pudo firmar también su final vía linchamiento. En su celebración, corrió al camarín haciendo el ademán que el partido había terminado; regresó a la cancha y simuló dispararse con dos pistolas. Hubo furia imperial. Dejó Ancash, pero en Cusco aún lo esperan.

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