NUESTRAS "DESTARTALADAS" COMBIS


De: Guillermo Tejada Dapuetto [mailto:gtejadad@speedy.com.pe]
Enviado el: martes, 11 de octubre de 2011 03:37 p.m.
Para: Guillermo Tejada Dapuetto
Asunto: Nuestras "destartaladas" combis

Sr. Director:

Para una persona de metro 85 de altura y contextura robusta es toda una historia transportarse en las denominadas “combis”. Lamentablemente tengo que usarlos todos los días laborales para ir a la chamba. Una vez dentro empieza la tortura, tienes que manejarte bien con el equilibrio del cuerpo y pararse en angulo de90 según la velocidad que se le antoje al chofer. Si por un milagro de esos se encuentra asiento (como mínimo dos libres), pues a tratar de sentarse. Quien suscribe no entra ni con calzador en un asiento, pues mi contextura copa tres cuartos de los dos asientos….y si por una de esas alguien se atreve a sentarse a mi lado, pues empieza una pelea de caderas que al final gana el que esta cerca a la ventana.

El otro caso es cuando ya cansado de estar parado en angulo de 90 con las cosas que uno suele llevar al centro de trabajo y con la “pilcha” (terno) que debe llegar más o menos presentable, pues me siento en los “inventados” cuasi-asientos colocados detrás de los asientos de adelante, allí si se tiene que ser equilibriste, pues sentado con un cuarto de nalga la cosa es trágica. Se llega al lugar de destino con un dolor de piernas, cintura, columna del carajo.

En este tipo de transporte la gran mayoría en mal estado de presentacion, bueno uno se topa con todo tipo de gente…bueno pocos limpios, la mayoría semi-sucios y una gran mayoría con unos olores a comida, con sus bolsas de verduras, sus latas de condimentos-especerías que llena de inmediato el olor del micro y es más soportable que una halitosis o un olor a sobaco o pezuña que te tuerce la cara. Si bien es cierto en este tipo de combis, tanto el chofer como el cobrador están uniformados, pues sus uniformes dejan mucho que desear en limpieza, sin embargo son “puntualitos” para cobrar y lo hacen ni bien uno sube y trata de acomodarse, lo cual para mi es casi imposible.

Por último, y lo más criticable de estos “señores de las combis” es cuando se quedan con tres o cuatro pasajeros y empiezan a cambiar su ruta cortando camino a su lugar de destino. De nada sirve que te quejes, ellos son los dueños de las pistas, de los caminos y se sientan en tu queja. Particularmente me ha pasado esto un par de veces, por supuesto que pedi que me devuelvan parte del pasaje, lo cual hacen a regañadientes, pues se desvían tanto que uno tiene que latear un importante tramo.
Cada vez que se toma un vehiculo de estos, pues se gana con una serie de quejas, reclamos y hasta peleas. Lo primero son cuando algun incauto se siente en los primeros asientos que se supone son para las personas con niños o para la gente de la tercera edad. Lo segundo es cuando te cobran, pues estos “bandidos” tienen una serie de tarifas que cambian casi todos los días. En este caso lo mejor es pagar completo y olvidarse del asunto.

Unas líneas especiales para los pobres escolares que viajan solos o los estudiantes universitarios que no se hacen respetar o no quieren meterse en problemas con algunos “energúmenos” llamados cobradores. El ejemplo mas preciso es la línea Orion y Acuarius , que cubre la ruta Chorrillos - Ventanilla, simplemente estos cobradores NO LES DA LA GANA DE COBRAR ESCOLAR Y MENOS PASAJES UNIVERSITARIOS. La otra línea que no cobra pasajes escolar es la línea 49 (ó 6,ahora último) de la empresa ETELMESA, que cubre la ruta Chorrillos – San Martin de Porres. Por último la línea CH, que cubre la ruta Ate- Salamarca, es especialista cortando caminos y si se trata de corretearse, pues agarrate Catalina!!!

A todo esto qué ha hecho al respecto la Alcaldesa de Lima, la sra. Susana Villarán? Acaso no ofreció durante su postulación que iban a acabar con estos “renacuajos” de autos? Mientras tanto, qué hacemos? Pues nada más ni nada menos que convertirnos en “artistas” al subir y bajar de estos destartalados vehículos. Que Dios nos coja confesados. Amén.

Guillermo Tejada Dapuetto
DNI 07541222
gtejadad@speedy.com.pe
www.guillermotejadadapuetto.com
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De: alex.llerena@gmail.com [mailto:alex.llerena@gmail.com]
Enviado el: martes, 11 de octubre de 2011 05:30 p.m.
Para: Guillermo Tejada Dapuetto
Asunto: Re: Nuestras "destartaladas" combis

Huelen a "pesopo" pezunia, zobaco y a poto, te falto decir.
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De: Guillermo Tejada Dapuetto [mailto:gtejadad@speedy.com.pe]
Enviado el: viernes, 12 de noviembre de 2010 07:29 p.m.
Asunto: Nadie esta libre....pero conmigo se quemaron

Resulta que desde hace dos meses me informaron en mi chamba que un beneficio que tienen todos los empleados públicos de mi nivel en todos los ministerios y, en mi caso, desde hace 22 años, se me retiraba en un extraño proceso de ahorro publico. Esto conllevo en un primer momento a tomar taxi todos los días tanto de ida como de venida, hasta que me di cuenta que era un gasto inútil, pues a pesar de seguir haciendo la chamba de siempre nadie lo valoraba. Entonces tome la decisión de volverme un ciudadano de a pie, en una persona como cualquier otra, es decir uno más de ese mar humano que sale todos los días de su casa en busca de su combi, micro asesina o su articulado del día.

Ya había olvidado la desgracia que es viajar en uno de estos destartalados movilidades de humanos, muchos saludando a Ala en un ritual de sueño del carajo, otros rezando rosario en mano, otros con cara de susto y mirando a todo lado como si sufrieran de delirio de persecusion y los infaltables rateros, bolsiqueadores, mañosones con cara de estúpidos, los niños que suben a cantar, a bailar o el faite que señalando un crucigrama en su cuerpo le mete miedo a la gente para que le baja un sencillo.

Bueno resulta que hoy al subir a mi microbio (porque tengo que doblarme en ocho para entrar en estas combis asesinas), algo que dude porque estaba realmente lleno, pues entre y comencé a hacerme espacio a punta de empuje y buscando sitio donde no había….cuando de repente la gente empezó a moverse de un lado a otro y en ese monton de olores nauseabundos senti una mano que descaradamente se metía a mi bolsillo y casi al mismo tiempo otra mano se metía a mi otro bolsillo. Pense en un par de segundos, o me dejaba robar o reaccionaba como todo un energúmeno. Pues me decidi por la segunda opción y como si fueran un par de ganchos agarre las dos manos bolsiqueadoras y comencé a meter patada a todo lo que se movia delante mio, por supuesto que justos pagaron por pecadores, pero increíblemente en esa combi donde no alcanzaba un alfiler segundos antes, ahora había un espacio como si fuerza un ring de box. Al raterillo este lo tenía delante mio en una posición sumamente incomoda, pues yo lo tenia agarrado de los brazos y lo pateaba con una furia animal, con una cólera del carajo pensando en lo que tienen que pasar mis dos hijas todos los días.

Luego de una andanada de patadas el ratero ya parecía un saco de papas, pero sin papas, era una piltrafa humana que gritaba, lloraba y ahora se había convertido en victima. Lo que más me lleno de impresión e indignación es que ahora la gente me empezó a insultar: “Oye abusivo dejalo al pobre muchacho”, llegando inclusive un par de señoras con sus años encima (un par de viejas) a agarrarlo lo que impedía que yo lo siguiera pateando….al final solte a esa basura humana y con la ayuda de dos más de sus coimpinches se bajaron de la combi. Por supuesto que la gente seguía con sus comentarios en contra mía, me miraban como si yo fuera el ratero y evitaban acercarse. Yo me senté doblado en ocho en esa especie de asiento que tenía ese destartalado carro y espere a llegar a mi sitio de bajada.

Ya en ese momento se habían bajado mas de la mitad de los que habían visto el incidente y había otro monton de gente nueva. El resultado fue una rotura de mi saco, dos bolsillos colgando y sudando como en una rutina de gimnasio de aquellas que me metía en mis buenos tiempos.

Ahora te invito a circular este email para que tus amigos, patas y familiares tomen sus precauciones. Si no lo circulas no pasara nada….porque nadie está libre de una aventura de estas al subir a ese engendro humano que se convierte un micro o una combi llena de humanoides…..toooooooooodos los días.

Guillermo y Gemo para mi amigos.

p.d. la combi que tome es la denominada CH (53) que va de Ate a Chorrillos.
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De: Antonio Meza [mailto:amezae@hotmail.com]
Enviado el: sábado, 13 de noviembre de 2010 10:31 p.m.
Para: Guillermo Tejada Dapuetto
Asunto: Re: Nadie esta libre....pero conmigo se quemaron

Hola Gemo:
Ya leí tu email.
La moral de la gente ahora ya no tiene los principios firmes de antes, ahora se trata de "apoyar al que sufre". Te aseguro que en un inicio te apoyaban porque eras la sufrida víctima, pero luego, la imagen del ratero doblegado y llorando, movió sus nuevos "valores dinámicos" hacia el pobre hombre que se gana la vida "honradamente robando".
Este cambio ya lo hemos observado antes. Si un animal del volante (léase conductor de micro, combi, bus o cualquier transporte público) comete una falta flagrante, como subirse a la vereda, al pasarse una luz roja y esquivar al que venía cruzando en verde, la gente del paradero le va a gritar "animal". Sin embargo, si se acerca el policía de tránsito, el animal del volante lo primero que le va a decir es "jefe no sea malito pes, estoy ganándome el pan de mis hijos" ... y con eso automáticamente se transforma en la víctima, y es 100% probable que la misma gente que tuvo que esquivarlo para no morir en la maniobra, empiece a "pifiar" y a gritarle cosas al "tombo".
Lo mismo ves en los desalojos de gente que se ha apropiado de un predio -hasta los noticieros apoyan a los sufridos desalojados y piden a las autoridades que los socorran-, o cuando capturan a un raterito y lo empiezan a llevar a la comisaría, normalmente "su barrio" lo apoya y los policías deben salir cuanto antes de la zona porque sino los podrían linchar, a ellos, no al raterito. Apoyar al que sufre es la nueva moral de la sociedad. Tantos años de novelas venezolanas (las mejicanas también tienen lo suyo) nos han transformado en fervientes creyentes de que aquellos que lloran y que sufren -sin ningún tipo de análisis respecto a si merecen su sufrimiento o llanto- son "los buenos" como en las novelas. No hay bueno que no llore o sufra, luego, esa es la manera de identificarlo y apoyarlo moralmente, aunque sea, con unas lagrimitas desde el sillón de la casa, o gritando improperios contra el que motiva el llanto. Así estamos en los tiempos que corren.

Que bueno que no te haya pasado nada, excepto algunos problemas de vestuario, y que bueno que llegaste a salvo a tu casa. Ojalá no te los encuentres de nuevo en la combi para que no estés pasando malos ratos cada cierto tiempo.
En fin. Así es el fútbol!!
Cuidate un montón,
Saludos,
Toño
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PERU 21 SETIEMBRE 5, 2010

Lima asfixiada por el tránsito

Hay 600 rutas de transporte en una ciudad que solo necesita 300. Sepa qué plantean Flores Nano y Villarán para salvarnos del caos. Compartir Enviar
Atolladeros en la Javier Prado, correteos en la Arequipa, choques y fugas en la Panamericana Norte. Más de 34 mil buses, microbuses, coaster y combis atravesados en una ciudad que, según los expertos, solo requiere de 15 mil. ¿Alguien podría poner en duda que utilizar el transporte público en Lima es como darse un paseo por el infierno?

¿Por qué el tránsito limeño es infernal? Una de las principales causas es que hay demasiadas rutas de transporte –cerca de 600, cuando se necesitan a lo sumo 300–, y muchas de ellas están superpuestas. Un punto al azar: el cruce de La Marina con Sucre; pasan por allí 65 rutas. Otro: la Panamericana Norte con Habich; 64 rutas.

Breve historia del caos: En 1991, el gobierno fujimorista sacó el Decreto Legislativo 651 que buscaba enfrentar el déficit de unidades de transporte en Lima. La norma dio carta libre para que cualquier persona preste el servicio y empiece a trabajar en la ruta que elija.

Por esa época, muchos ex servidores estatales cambiaron la CTS por las novedosas combis: parecía un negocio rentable. De un déficit se pasó a una enorme sobreoferta. Había combis hasta por las puras.

En 1996, el alcalde Alberto Andrade trató de ordenar un poco las cosas con la Ordenanza 104, que estableció que las rutas debían ser asignadas por el municipio provincial. Sin embargo, tanto su gestión como la de Luis Castañeda, lejos de reducir el número de rutas, lo incrementaron. Para 2004, cuando se redactó el Plan Maestro del Transporte, había más de 400 rutas.

En el libro La guerra del centavo, la investigadora Claudia Bielich explica que con la Ordenanza 104 comenzó el actual y nefasto modelo: una empresa que consigue una ruta y le cobra por usarla a un grupo de propietarios de vehículos, quienes a su vez alquilan sus unidades a duplas de choferes y cobradores. Estos, para que les quede algo de dinero luego de pagar al resto de la cadena, deben trabajar hasta 16 horas, compitiendo no solo con los vehículos de otras rutas, sino también con los afiliados a su misma compañía.

“En enero de este año, el municipio sacó la Ordenanza 1338, que dispuso que las empresas debían ser dueñas de las unidades. Pero el alcalde Castañeda ya no la va a hacer cumplir. Le está dejando la pelota al próximo alcalde”, dice el especialista de la ONG Luz Ámbar, Luis Quispe Candia.

No es lo único. En 2008, Castañeda dijo que antes de que comenzara a operar el Metropolitano dejarían las calles 12 mil vehículos. En 2009, Protransporte indicó que solo saldrían 4,500. Por lo que se ve, nada se hará en lo que resta de la gestión. La papa caliente será para el –o la– sucesora.
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PERU 21 SETIEMBRE 4, 2010

Combis, sinónimo de estrés y malhumor

Según sondeo, el 58% de limeños viaja en ellas y sufre las consecuencias. Asimismo, el 74% dijo que nunca o casi nunca usará El Metropolitano.

Pese a las obras que se han iniciado para mejorar en algo el transporte en Lima, según el último sondeo del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica (IOP-PUCP) la mayoría de limeños (60%) sigue considerando el servicio como muy malo o malo, y el 58% ha reconocido que esto le ha ocasionado estrés y malhumor.

Asimismo, la mayoría de entrevistados reconoció que viaja mayormente en combi o couster (57%), y el 44% se quejó de que el estado de este sistema le ocasiona retrasos para llegar al trabajo o al centro de estudios.

Entre los principales problemas del transporte, los limeños ubican en primer lugar la cantidad de buses, micros y combis que circulan en la misma ruta (54%), el hecho de que los choferes no manejan bien (52%), y que estos no respetan las señales de tránsito (41%).

En otras respuestas de la encuesta, realizaada entre el 13 y 15 de agosto, el 73% de entrevistados indicó que está muy de acuerdo o de acuerdo con pagar más por un mejor servicio, mientras que la mayoría consideró que El Metropolitano, así como el Tren Eléctrico, solucionarán en mucho o algo el problema de transporte de la capital (61% y 64% respectivamente).

Sin embargo, pese al dato anterior, el 74% de los encuestados señalan que debido a las rutas de desplazamiento de El Metropolitano, utilizará este sistema de transporte con una frecuencia mínima, es decir, “nunca o casi nunca”.
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SUPLEMENTO DOMINGO LA REPUBLICA FEBRERO 21, 2010

Lecciones en combi

Dice que no estudió sociología para salvar el mundo, sino para entender su entorno. Durante años viajó encogida y doblada en una combi. Un día decidió focalizar su atención en el transporte público. Hoy, con solo 26 años, no hay quien conozca mejor que ella cómo opera ese enloquecido y motorizado ejército que irrumpe y atora estas calles.

Por María Isabel Gonzales
Fotos Rocío Orellana

Era lunes 15 de febrero y el reloj marcaba la 1 y 45 de la tarde. En el cruce de Javier Prado con Arequipa, Claudia Bielich sudaba la gota gorda. Detrás de ella íbamos, redactora y reportera gráfica, sacudiendo el aire bajo nuestras gargantas, listas para emprender la tortuosa ruta hacia el centro de Lima. “Todo Arequipa, Tacna, Wilson, sube, sube, sube”. El cobrador habla en tono imperativo. Claudia subió a la cúster y se acomodó en el primer asiento que vio libre. Sonreía porque la entrevista era en sus dominios. Qué mejor lugar para una investigadora del transporte urbano que uno de estos vehículos tan odiados e imprescindibles a la vez.

En el trayecto de 45 minutos hasta el jirón Callao, Claudia recordó sus primeros viajes en combi y el interés inmediato y duradero que estas máquinas y sus temerarias travesías despertarían en ella. El resultado tangible de esta obsesión académica es el libro “La guerra del centavo”, un estudio que explica con rigor las razones del caos que cada mañana se desata en nuestras pistas y la responsabilidad que tienen allí desde el chofer de combi hasta el alcalde de Lima.

“Salvajes del volante”

–Los choferes del transporte público cargan con el estigma de ser pésimos conductores. ¿Son ellos los culpables del caos?

–Todo en el transporte tiene que ver con el tiempo. Manejan intentando conseguir la mayor cantidad de pasajeros posibles y de hacerlo en el tiempo que la empresa dueña de la ruta lo establece. Para lograrlo eligen técnicas como el “chantarse” (detenerse en un lugar y no avanzar hasta conseguir varios pasajeros), o “corretear” (manejar a alta velocidad en competencia con otra unidad). No tienen de otra, porque al no tener ningún régimen laboral que les asegure un sueldo fijo deben hacer dinero trabajando entre 16 y 18 horas diarias. Y a la vez compiten con varias empresas que tienen la misma ruta.

Claudia no se considera una defensora de los choferes pero sí entiende su forma de operar. “Esto cambiaría si pudieran tener algún derecho como trabajadores. Mientras no tengan beneficios ellos seguirán evitando a policías e inspectores municipales y buscando aglomeraciones de gente. Y pasarán por encima de los carros particulares porque no les importa dónde empiezan los derechos del otro siempre y cuando ellos tengan un ingreso diario”.

–En “La guerra del centavo”, hablas de otros actores como la empresa y el propietario. ¿Qué papeles juegan ellos?
–Primero hablemos de los antecedentes. Hay que remontarse a 1991 cuando se promulgó el Decreto Legislativo 651. Ahí se estableció la libre competencia de tarifas, el libre acceso a las rutas y la posibilidad de que cualquier persona natural o jurídica, en cualquier vehículo (exceptuando camiones y vehículos de dos ruedas) prestase servicio de transporte público. La consecuencia fue y es una sobreoferta.

–En 1997 surge una nueva regla, la ordenanza 104 estableció que la Municipalidad de Lima es la que otorga las rutas mediante concesiones. Y aquí aparecen los actores que hasta hoy tienen vigencia: a) Las empresas que ganan la concesión de la ruta. Estas empresas hasta enero de este año no estaban obligadas a ser las dueñas de su flota: tenían la posibilidad de tercerizar el servicio.

B) Los propietarios de los vehículos, y, finalmente; c) Los operadores: choferes y cobradores, a quienes se les da el vehículo para trabajarlo. La diferencia hoy es que las empresas deben tener una cantidad de unidades a su nombre y una lista de sus trabajadores.

“Un sol veinte hasta Tacna”. El cobrador nos acaba de interrumpir: Claudia paga su pasaje y retoma su disertación: “Para dividirse los ingresos del día los propietarios tienen dos modelos: a) el alquiler y b) el pago por porcentaje. El primero es el más utilizado.

Los propietarios alquilan cada día sus unidades por un monto fijo supeditado a la cantidad de vueltas que trabajan los operadores.

Por ejemplo, en algunas empresas el monto que se debe pagar es S/. 60 por vuelta. Si el chofer decide trabajar dos vueltas, deberá pagar S/.120 de alquiler, si decide trabajar sólo una pagará S/.60. Lo que sobra se utiliza para pagar, por ejemplo, la gasolina y lo último que les queda es lo que se divide entre el chofer y el cobrador, así consiguen su ganancia diaria”. La segunda opción es el “pago por porcentaje”. Los operadores ganan un sueldo diario de acuerdo a un porcentaje de la producción de ese día. Al no ser muy ventajosa para los propietarios son muy pocos quienes lo aplican.

–Según explicas, quien se la lleva fácil es la empresa.

–Claro. Es muy poco lo que hacen. Basta con constituirse como empresa y postular a una ruta. En mi investigación revisé los casos de tres empresas: ETUPSA, Santa Rosa y Star. Ahí encontré que solo los propietarios tienen relación con los operadores (choferes y cobradores). Estos son la “última rueda del coche”; algunas veces les dan una camisa y un fotocheck que no tiene ningún valor oficial. Y para rematar son quienes finalmente deben respetar las frecuencias (una determinada cantidad de minutos) entre unidades en circulación. Para controlarlos existen relojes a lo largo de la ruta, en los que los choferes deben marcar una tarjeta a una hora determinada, recibiendo un castigo por cada minuto de tardanza.

–¿Qué castigos podrían imponerles además de que no tienen ningún beneficio?

– Un ingreso menor. Los obligan a ingresar más tarde a trabajar y eso les recorta la jornada de trabajo y la oportunidad de tener mayores ingresos. O simplemente no los dejan trabajar durante algunos días.

Municipalidad permisiva

Llegados a este punto, Claudia expone: “Además de la situación laboral de los choferes y cobradores, y de cómo se constituyen las empresas de transporte, el problema más grande es la permisividad de Municipalidad de Lima. Ellos dan las rutas en concesión y se lavan las manos. Quienes trabajan en la Gerencia de Transporte Urbano saben qué hacer pero nadie quiere comprarse el pleito con las empresas de transporte”.

En el 2008 cuando Claudia visitó dos subgerencias de la municipalidad (la de Regulación y la de Estudios de Tránsito y Transporte), comprobó que ninguna coordinaba entre sí. “Los de Estudios de Tránsito decían que pronto tendrían un nuevo plan de rutas que reduciría a la mitad las 484 existentes, pero en Regulación nadie sabía al respecto. La nueva ordenanza de transporte que salió en enero de este año dice que tienen 180 días para presentar ese nuevo plan de rutas. No creo que lo cumplan y sobre todo en un año electoral en el que ningún político va a pelear con las empresas y con los usuarios”.

Claudia advierte que aquí la responsabilidad es compartida. “A pesar de que un reordenamiento del transporte urbano sería beneficioso para todos, los ciudadanos no están dispuestos a sacrificar la comodidad de encontrar transporte en cada esquina”.

–¿Se sabe cuántos buses, combis y cústers hay en Lima?

–Depende, según el Cidiag, para el 2006 había 27,273 vehículos de transporte público: 12,655 combis, 12,129 microbuses y 3,512 ómnibus. No hay otro récord al respecto.

–¿Y qué nos dices del Metropolitano?

–Es un modelo adoptado como ya sabemos –Transmilenio Colombia– y no digo que por eso sea malo. Hay sistemas de buses eficientes en Quito y en Santiago. Pero aquí el Metropolitano es una pequeña réplica que por la forma en que está planteado solo beneficia a un 10% de la ciudad. No es una solución eficiente. Mira, fijémonos en el tren eléctrico, nunca se ha visto que el recorrido –como en este caso– sea de la periferia al centro. Los problemas de estas aparentes soluciones son sus planteamientos y sus objetivos. No están pensados en aliviar el problema del transporte sino en aparentar una mejora. Cuando hacía entrevistas para mi trabajo, la gente me hablaba de Enatru. Pero cuando conversé con quien había sido el gerente de esta empresa me confesó que solo atendían al 18% de la población.

La propuesta

La visión de Claudia Bielich como socióloga no es fatalista. Si bien a través de los años no se ha hecho más que patear el problema, aún se puede solucionar. “El caos del transporte público se hizo mayor con Fujimori pero no fue enteramente su responsabilidad. El problema real es que nunca ha existido un Plan de Transporte Urbano”.

–¿Y qué se debe hacer para revertir la situación actual?

–Primero las empresas deben agruparse en consorcios, unir sus capitales y adquirir flotas propias. La Municipalidad debe obligarlos a hacerlo. Otra de sus tareas es reducir las rutas y asignar una a cada consorcio para que no se congestionen las vías con varias empresas cubriendo la misma. Acto seguido: los trabajadores de las empresas de transporte deben estar en planilla. Así se dedicarán solo a manejar y no a corretear otras combis.

Muchas veces he escuchado a ministros de Transporte –que no son competentes en este ámbito– decir que con clases de educación vial para los choferes o con un endurecimiento del Reglamento de Tránsito se va a arreglar en algo el problema. Y no hay nada más falso que eso. Te aseguro que todos ellos conocen el reglamento al dedillo y por eso lo infringen. Así los metan a todos en un salón, las cosas seguirán siendo iguales. Claro que debe haber educación vial para el usuario y para quienes manejan pero eso es solo una pequeña pieza dentro de este gran engranaje.

27,273 vehículos de transporte público había en Lima el 2006, según estudio de ONG Cidiag.

1991 año en que se liberalizó el transporte público en el Perú.

17 horas diarias pueden llegar a manejar los choferes del transporte público. Trabajan seis días a la semana.

Perfil

• Nombre y edad: Claudia Teresa Bielich Salazar (26)
• Profesión: Licenciada en CCSS con mención en Sociología
• Rutas: Ahora usa auto, pero en sus años de estudiante viajaba hora y media en la línea “S”, desde Surco hasta la PUCP.
• Experiencia laboral: • (2007) Instituto de Estudios Peruanos (IEP).Ganó un concurso de investigación sobre el papel del Estado en el tránsito de Lima • (2007-2009) Asistente de investigación, Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES): “Mapeo de Movimientos Sociales en el Perú”. • (2008) Dirigió estudio sobre el transporte público limeño: La guerra del centavo. Financió su investigación al ganar concurso del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES). • (2010) Dicta clases de sociología en la PUCP.
• Planes: Estudiar maestría en sociología y estudios urbanos.
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Nota de redaccion.- Este problema no solo se presenta ahora, esto viene de muchos años atrás. Particularmente me he salvado en tres oportunidades de una muerte seguro y completamente estúpida. La primera vez fue bajando de una ENATRU cuando adolescente. Había jalado la cuerda para que la ENATRU se detuviera en el parardero del puente en la intersección de la Av. Canadá con Paseo de la República (era de noche) y cuando estaba a medio bajar, la puerta se cerro y el carro empezó a andar, tenía medio cuerpo fuera del carro, por lo que tuve que jalar hacia afuera (para dentro era imposible) y de milagro caí parado...hasta ahora no me explicó cómo caí parado.

La segunda vez fue cuando universitario, salía de la UPIGV y tomé el micro de la línea 20 en el paradero del Estadio Nacional, no había terminado de subir cuando el carro arrancó con una rápidez anormal que caí de milagro también sobre un montón de ramas y basura de plantas, que usualmente los vendedores de flores tiraban a unos metros del paradero. Por supuesto que me golpeé las piernas y me arañé con las ramas pero de eso no pasó. Por último, ya mayor, estaba esperando un carro en el paradero de la Av. Canadá cuando de repente una combi apareció por delante mio y se abrió la puerta y salio el cobrador gritando como loco sus destinos.....por supuesto que me hice a un lado y el tipo salio volando...el muy sinverguenza creía de repente que yo iba a ser su freno...la basura esa se molestó conmigo por hacerme a un lado, por lo que lo tuve que aplicar y dejarlo como caballo fino.

En ninguna de las tres oportunidades NADIE intervino, la gente miró e ignoró. Nadie dio aviso al chofer, que seguramente se cagaba de la risa de un incidente más.
Antes de terminar este breve comentario, me acuerdo que cuando trabajaba ya en una revista especializada Avance Económico, local que quedaba en la Av. Alfonso Ugarte, subí con una compañera de trabajo a una combi que nos llevaría a cada uno a sus casas, cuando de repente sentí un grito detrás mio...era mi amiga que no se cómo después de subir delante mío estaba casi cayendose de la combi -empujada por un tipo que le incomodaba- sin pensarlo la agarré de la espalda y el carro -ahora sí- paro en seco....si se caía, pues se maleteaba feo y tal vez ya no estaría en Limamanta.
Gajes del oficio dirán algunos de un ciudadano de a pie, suerte de aquelllos, dirán otros....yo que lo viví en carne propia digo: conchudez extrema y falta de sensibilidad y de formalidad simplemente.

Guillermo


A diario, miles de choferes de transporte urbano en Lima se burlan de las autoridades. (USI)

PERU 21 OCTUBRE 31, 2009

Las combis sin control en Lima

Perú.21 detectó que ningún agente controla las faltas cometidas en diversas zonas de Lima. Los choferes aprovechan ausencia policial para incumplir los artículos del Código de Tránsito.

Por Fabricio Escajadillo/Lourdes Fernández

Mientras el Congreso de la República endurece las penas para aquellos choferes de transporte público que manejan ebrios, la Policía de Tránsito en Lima parece haberse olvidado de patrullar las calles y detectar a quienes, aprovechando la necesidad de la población, infringen la ley. Tres meses después de que entrara en vigencia el nuevo Código de Tránsito, Perú.21 constató –video en mano– cómo es que hay malos conductores que no tienen quién los controle.

AMPAY. Una de las novedades que mostró el Código de Tránsito –publicado el pasado 21 julio– fue la prohibición (Art. 93) de llevar pasajeros parados dentro de un vehículo cuya altura sea menor a 1.80 metros. Es decir, que todas las combis solo podrían albergar a personas sentadas.

Nada de eso se cumple en Lima. Por ejemplo, a la altura del Puente Nuevo, en El Agustino, todos los días centenares de combis viajan atiborradas de pasajeros no solo sentados sino también en cuclillas, aglutinados como mercancía, sin que ningún agente haga nada por impedirlo.

Igual bajo el puente Benavides, en Surco. Las combis que viajan hacia Javier Prado van repletas de pasajeros expuestos a morir en masa si ocurriera un choque o un vuelco. Muchas han alterado sus techos para alcanzar la altura obligatoria.

Idéntico panorama lucen el puente Atocongo, la avenida Tomás Marsano y la avenida Próceres de la Independencia. La lista podría ser interminable. Si la PNP parece incapaz de fiscalizar este tema, ¿realmente podrá detectar a los choferes ebrios o drogados que manejan por las calles limeñas?

DESCARGO. En diálogo con Perú.21, el jefe de la División de la Policía de Tránsito, Juan Dulanto, señaló que, si bien hace falta más control en “ciertos” paraderos de Lima, la responsabilidad también recae en los peatones “que siguen viajando de esta manera”.

“Invocamos a los usuarios a que no suban a combis llenas o que no tengan asientos libres. Ellos deben empezar por no permitir este tipo de cosas”, se excusó, aclarando que, de julio a la fecha, en Lima se han impuesto 1,062 papeletas a choferes que cometieron esta falta.

“Solo en octubre, los infractores fueron 234. En las zonas Sur 1 y Sur 2 (en donde están los puentes Atocongo y Benavides), 45 vehículos fueron multados”, agregó.

De otro lado, opinó que el límite de alcohol permitido en conductores de transporte de pasajeros, mercancías o carga debería reducirse a cero. “Será complicado diferenciar el límite entre 0.5 y 0.25. Estará permitido tomar un vaso de cerveza, pero no se precisa de qué tamaño debe ser el vaso”, expresó tras informar que este fin de semana se vigilará avenidas de Barranco, Miraflores y Los Olivos.

En tanto, un coronel en retiro de la FAP –Enrique Dávila– protagonizó ayer un aparatoso accidente en Surquillo al conducir en estado de ebriedad. Se le impuso una multa de 3 mil soles.
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LA REPUBLICA OCTUBRE 29, 2009

El transporte público dignifica a la persona
Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Un factor clave para ser una sociedad moderna.

Cada vez que viajo al extranjero constato, como ahora que escribo esta columna en un tren entre Nueva York y Boston, que una diferencia clave entre países, que determina de un modo esencial la calidad de vida de su gente, es el transporte público.

Este es un rasgo fundamental entre las sociedades desarrolladas –como Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwán, España o Francia– o las que están en proceso de serlo –como, para no mirar muy lejos, Chile–, pues implica una serie de beneficios para sus ciudadanos pero, mucho más que eso, tiene consecuencias en la dignidad de la vida de las personas, y connota la valoración que los gobiernos tienen de la misma.

Un sistema de transporte público moderno, entendido como uno que permite desplazar a las personas dentro de las ciudades y entre distintas localidades, con seguridad, eficiencia, rapidez, comodidad, y a precios razonables, implica ventajas fundamentales para el ciudadano común y corriente.

Por ejemplo, el desplazamiento con rapidez entre destinos es fundamental para que la gente tenga más tiempo para otros fines, incluyendo, sin duda, el ocio y el descanso. Tener que dedicar de tres a cuatro horas del día a movilizarse en un medio de comunicación para ir y volver de la casa al trabajo es una manera miserable de perder la vida.

Esto es lo que ocurre hoy en el Perú en lo referido al transporte en ciudades como Lima, donde la falta de un sistema público explica graves problemas de congestión y contaminación pero, también, sobre la dignidad de la persona. O los serios problemas de seguridad en el transporte interprovincial, lo cual explica en nuestro país muchas muertes innecesarias que serían inaceptables en una sociedad moderna.

Es obvio, en este sentido, la profunda diferencia que puede existir entre ir al trabajo y volver en un medio donde se viaje con relativa comodidad y decencia, y hacerlo como sardina en lata que es desplazada en condiciones infrahumanas.

Asimismo, un sistema de transporte público eficiente es un factor importante para la democratización de una sociedad pues constituye un punto de encuentro de personas de diferentes niveles socioeconómicos.

Contar con una infraestructura y un sistema de transporte público moderno, eficiente y seguro implica, en suma, decisiones e inversiones estatales de todo nivel que, en el fondo, expresan la manera como los gobernantes entienden la dignidad de las personas para las que, supuestamente, dedican sus esfuerzos.
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PERU 21 OCTUBRE 28, 2009

Choferes compiten en las pistas para ganar S/.0.10
Tienen que recoger a por lo menos 400 pasajeros diariamente para ganar 40 soles.

Las pistas de la capital son una 'jungla’ donde la ley es impuesta por el más rápido. Los ciudadanos que diariamente utilizan el transporte público pueden dar cuenta de ello. Pero, qué impulsa a los choferes a emprender carreras tan feroces que, a veces, terminan en sangre.

Un estudio realizado por Claudia Bielich, investigadora del Centro de Investigación Económica y Social (CIES), revela que la competencia entre las diferentes unidades de transporte se debe a la ganancia que obtienen por cada pasajero: S/.0.10.

“Los transportistas ven a los usuarios como soles, no como personas. Para ellos, cada segundo que puedan demorar para captar pasajeros es dinero perdido”, precisó Bielich.

POCA GANANCIA. Según el presidente de la Asociación de Empresas de Transporte Urbano (Asetum), Omar Calderón, hasta 400 pasajeros pueden subir diariamente a una unidad de transporte, lo que equivaldría a una posible ganancia de S/.400.

Sin embargo, considerando los pagos a los propietarios del vehículo y otros gastos, los choferes y los cobradores solo obtienen el 10% y el 5% de lo ganado, respectivamente.

“El conductor obtiene, en promedio, entre S/.40 y S/.60 en sus buenos días. Es decir, por cada pasajero que recoge está acumulando S/.0.10 para su ganancia final”, sostuvo el dirigente.

INFORMALIDAD LATENTE. El informe del CIES asegura que la furia con la que maneja la mayoría de choferes se debe a la situación informal en la que se encuentran.

“No cuentan con sueldo fijo, por lo que tienen que trabajar hasta 16 horas diarias. Tampoco reciben beneficios de la empresa porque no tienen una relación directa con ella”, agrega la investigadora Bielich.
Ante esto, los transportistas señalaron que, para lograr la formalización, es necesario que el municipio limeño les otorgue las licitaciones de las rutas por más tiempo.
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SUPLEMENTO DOMINGO LA REPUBLICA OCTUBRE 11, 2009

Mundo combi

Cobradores, choferes, dateros, jaladores y pasajeros conforman el improvisado universo que se desplaza a la velocidad de la luz en un diminuto y enclenque vehículo. La combi, con sus códigos y personajes, es parte innegable de nuestra cultura. Todos las odiamos. Todos hemos viajado en una y probablemente todos volveremos a apretujar nuestros cuerpos en esas máquinas de espanto.

Por Rafael Robles
Fotos Eduardo Cavero

Viajar en combi es un suplicio que la mayoría de peruanos debe soportar cada día: una procesión de disgustos, maltratos y el riesgo constante de perder la vida en una carrera con la muerte como copiloto. El vía crucis empieza con el llamado imperativo y la posterior sumisión ante el jalador, ese vehemente personaje surgido en los oscuros años noventa y que vive, literalmente, atarantando y jaloneando a los transeúntes. Él es el encargado de reclutar a los pasajeros y hacerlos ingresar a las celdas de transporte público en las que viajamos hacinados. La escena se parece un poco a la del perro pastor ladrándole a las ovejas que, aterradas, no tienen más alternativa que obedecer con las orejas gachas.

Una vez adentro, el pasajero-recluso intentará apoyarse en cualquier bulto, hombro o cadera que pueda servirle de asiento antes de que la bala perdida vuelva a acelerar la marcha para esquivar personas, autos y señales de tránsito como si fueran asteroides.

Así, semisentado, con las rodillas rozando las rodillas de otros, y la seguridad de estar respirando la humanidad entera de todos ahí dentro, intentará relajar la mente con pensamientos que no estén relacionados con una muerte trágica en manos de un chofer con decenas de papeletas en la guantera. “¿Con cuántas vértebras menos se tendrá que nacer para sentirse cómodo doblado en tres?” ¿Por qué luego de una hora de camino la famosa ‘posición fetal’ se transforma irremediablemente en ‘imposición fatal’? ¿Cómo se las arreglan los altos, los gordos y las personas con artrosis?”, son algunas de las preguntas que pasan por su cabeza como frenazos en la ruta.

Bajo sus reglas

Ingresar al mundo combi también significa reconocer la legislación que tanto chofer como cobrador han establecido en su dominio de cuatro metros y medio de largo, un metro sesenta de ancho y uno cuarenta de alto. Ahí está regulada la figura del datero, el encargado de informar a cuánto tiempo se encuentran las otras unidades con la misma hoja de ruta, tarea por la que recibe 10 céntimos. Si dice, por ejemplo, “2-3-3” significará que la última combi acaba de pasar hace dos minutos y eso, teniendo en cuenta que la distancia entre una y otra debe ser de cinco, es una falta llamada “chantarse”, que consiste en detener el auto hasta que se llene de gente.

Pero hecha la ley, hecha la trampa. Existe una modalidad conocida como “sacar la huaracha” y que no es más que brindarle un dinero adicional al datero para que no informe o informe mal sobre la distancia del vehículo que va adelante. Felizmente están los “contradateros”, defensores de la verdad y especialistas a la hora de identificar datos falsos.

Dentro de este sinfín de normas, personajes y mañas, el pasajero solamente se ve beneficiado con la popular “china”, como improvisado medio pasaje; y por la “luca”, como pago único para buena parte de los trayectos. Aparte de esto todas son pésimas noticias para él, ya que la tripulación aprovechará para maltratarlo por varias de sus características personales, como llevar uniforme escolar, estar apurado, buscar comodidad, ser mujer, contar con una estatura superior a la del promedio, no tener sencillo, querer bajar de la combi en los lugares correctos y fantasear que, como en otros países, el transporte público en el Perú puede fungir como sala de lectura improvisada.

Jerga sobre ruedas

“Apéguense y asencillando pe, que no tengo ni ‘chinas’ (monedas de cincuenta céntimos) ni ‘ferros’ (monedas de diez céntimos). No me la pongan difícil pagando con ‘cheques’ (billete de diez soles)”, le advierte el cobrador a sus pasajeros. Si alguno de ellos no estuviera bien entrenado en el léxico que se maneja en una combi, es más que seguro que no entenderá ni una sola palabra de lo citado anteriormente.

Para Julio Hevia, psicoanalista, comunicador y autor del libro “¡Habla jugador!”, las jergas que nacen en determinados segmentos de la sociedad establecen una identidad ante la colectividad y marcan diferencias con otros grupos. Las combis, con sus odiados personajes, no son la excepción. “Estos sujetos terminan incluyendo variantes expresivas, anecdóticas y fraseos que solo ellos entienden. ¿Quién podría entender el término ‘pie derecho’ si es que no ha viajado en una combi o no vive en este país?”, sentencia. Es cierto, el Perú ya no es más el Jirón de la Unión ni el parque Kennedy. Costa, sierra y selva están resumidas en este pequeño auto que rompe las reglas a toda velocidad.

¿Habla vas? Diccionario de ruta

• Apégate: Orden del cobrador para que se haga un espacio donde ya no lo hay.
• Asencíllame o sencilléame: Pagar con sencillo o cambiar billetes.
• Cabecear: Meterle el carro a otro.
• Camello: Combi cuyo techo ha sido modificado para poder llevar más pasajeros de pie. Hay una versión más redondeada llamada “huevo”.
• Chantarse: Cuando el chofer disminuye la velocidad para esperar pasajeros.
• Chiquita: Corte de camino.
• Huarachear: Acción en la que una combi decide dar vuelta en U antes de llegar al final de su ruta.
• Lleva, lleva, lleva: Aviso del cobrador para que el chofer avance.
• Pampa: Anuncio del datero cuando puede haber varios pasajeros por recoger.
• Pase: Pasajero que por ley no paga pasaje.
• Perreo: Indicación del datero cuando dos unidades están compitiendo a gran velocidad.
• Plancha: Unidad con todos los pasajeros sentados. Ninguno de pie.
• Plomo: Escolar. Usuario que está por mucho tiempo en la combi, ocupando un sitio.
• Sopa: Combi repleta de gente.

La ética del combista

1. Manejarás como una bestia.
2. Sólo serás prudente frente al patrullero.
3. Diez luquitas siempre en la guantera… para coimear.
4. Tratarás al pasajero como si fuera ganado. No olvides que gracias a ti él puede llegar a su destino.
5. Antes que respetar al prójimo, mejor meterle el carro y le ganarás pasajeros.
6. Recuerda: no hay paraderos para bajar, pero cualquier lugar sirve como paradero para subir.
7. Saca tu SOAT sólo después que te pare un guardia.
8. Nunca pagarás las multas. Y si te quieren obligar, harás un paro de transportistas con el resto de tus compañeros.
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COMERCIO 18 de septiembre de 2008

SEMÁFOROS TOMADOS
Luz verde para los malabares
Por Rudy Jordán

Los domingos, entre las cuatro de la tarde y las siete de la noche, un colorido desfile rompe la quietud del Campo de Marte. Algunos de sus integrantes llevan disfraces, otros sombreros y hasta bolas de plástico. Parecen juglares modernos. Su casta se caracteriza por ser nómada, viajera y ellos se sienten cómodos cuando tienen entre las manos un objeto con el cual pueden inventar piruetas en el aire.
Estos jóvenes, agrupados en la Asociación Peruana de Malabaristas, no superan en general los 25 años, optaron por talleres artísticos antes que aulas universitarias y desde hace un tiempo han tomado los semáforos como escenario para "entrar en armonía con el elemento".

El elemento, en realidad, es plural y maleable: bolas, clavas, círculos de fuego, monociclos, aros y toda la parafernalia que define a este tipo de artistas.
Y, claro, no son estos malabaristas los únicos que operan en los semáforos de Lima, pues existen también los que hacen saltos mortales, los que bailan, los que caminan como robots y hasta los que se disfrazan de King Kong. Sin embargo, por su origen juglar y callejero los malabaristas son quizás los que representan mejor la idea del arte popular de las esquinas.

En Barranco, justo en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Grau, Bryan Meza deja las medias blanquinegras que acaba de manipular, le agradece al público (en su mayoría taxistas) con una leve reverencia y, ante la pregunta sobre la rentabilidad del oficio, dice que "uno recibe del semáforo lo que le da" y que esto le ha servido para ser llamado a otros eventos y costear cursos de títeres, teatro y mimo.

Bryan, quien obtendrá su DNI en diciembre, confiesa que improvisó una rutina en una reunión familiar y ahí convenció a su tío --escéptico de los malabares-- de que ser artista era su oficio, aunque no fuese una carrera convencional. "Lo más gratificante fue cuando una señora me felicitó y me puso como ejemplo ante sus hijos, que iban sentados en la camioneta", comenta.

A unos kilómetros de allí, entre las avenidas Canadá y Nicolás Arriola, Carlos Gutiérrez (19) juega con cuatro bolas de colores y un gorro puntiagudo que rescató del olvido en una fiesta de cumpleaños.

"Por ahora hago el número con bolas, pero mi idea es juntar plata para arreglar mi monociclo", señala Carlos, quien cada cierto tiempo cambia de espacio porque la gente se aburre y "se 'quema' el semáforo".

En el cine Tauro, ubicado entre las avenidas Quilca y Washington (Centro de Lima), Elena, Leo y Lucho esperan, con pelucas desordenadas y chompas de lana que no tienen marca, a que aterricen las cuatro bolas rojas que Gabriel hace flotar en el aire.
"A veces la gente nos confunde con mendigos", revela Leo, quien asegura que "no hay nada mejor que vivir de su hobby".

Juan Carlos Tenorio trabaja cerca de allí como policía de tránsito y, lejos de perturbar a los chicos o hacerles la vida imposible, afirma que nunca ha echado a alguno de ellos porque "hacen el arte que les nace".

Precisamente, para perfeccionar la técnica de un aprendizaje que muchas veces se origina en los semáforos, se han formado talleres como los que dicta la agrupación Pie Derecho o el grupo circense Agárrate Catalina (AC). El cofundador de AC, Miquel de la Rocha, estudió en la escuela de Circo Baltazar (Francia) y cree que son dos los tipos de personas que llegan a los semáforos: el artista que se 'recursea' un poco y el oportunista que ha aprendido un par de cosas y aprovecha el crecimiento de espectáculos en los semáforos.

Él cree que la principal diferencia entre aquellos que tienen propuestas interesantes en los semáforos y los números de los circos es el espacio escénico y la variedad de números que se presentan. "Si en un semáforo existe la intención de recrear un universo, lo único que cambia es el escenario", afirma.

Estos chicos malabaristas pasan sus días así, entre monedas, semáforos, talleres y viajes. Más allá de que la mayoría no accede a una formación profesional --La Tarumba, por ejemplo, aún no puede ofrecer un título profesional en el área circense--, cabe rescatar la voluntad de estos chicos por perfeccionar su técnica, y por hacernos más llevadera la espera hasta que el semáforo cambie nuevamente a verde.

EL QUE SABE
Fernando Zevallos Fundador y Director de La Tarumba
 "El público pone el filtro en los semáforos"
¿A qué atribuye el auge de los shows en semáforos?
Existen dos razones que explican el auge de los espectáculos en los semáforos: el movimiento internacional del circo por incursionar en espacios no convencionales y la accesibilidad al espacio del semáforo. En este contexto, y dado que en Lima no hay un desarrollo fuerte de las artes circenses, nace este fenómeno.

¿Cómo ve usted este tipo de espectáculos?
Yo valoro a la gente que busca espacios alternativos, pero hay que diferenciar entre los espectáculos creativos y los que funcionan como un mero recurso para recoger monedas. Al respecto, creo que el público mismo es quien establece el filtro y se da cuenta de si los números están hechos con un fin artístico o no.

¿Es suficiente para los jóvenes este espacio?
Me gustaría que esta generación joven vaya más allá de los semáforos. Vemos que a veces se les reprime y eso ocurre por la falta de información sobre los malabares y las artes circenses. El colectivo De La Guarda en Argentina, por ejemplo, opta por un trabajo callejero en el que toma calles y edificios. Ante la ausencia de una política cultural y escuelas donde puedan formarse, se crean estos espacios alternativos. Al final, en el semáforo o en el circo, seduce la verdad y la verdad es el esfuerzo que se le ha puesto al trabajo.
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EL COMERCIO 22 de agosto de 2008

PUNTO DE VISTA
Amabilidad viral

Es muy probable que la buena actitud se contagie a aquellos a los que tratamos amablemente
Por Rolando Arellano. Doctor en Marketing*

Aunque no lo queramos admitir abiertamente, la verdad es que Lima no se ha caracterizado por ser una ciudad amable, y uno de los culpables de ello parecía ser el cielo plomo, que nos acompaña siempre. En estos últimos meses, esa característica limeña se ha vuelto mucho más evidente, cuando a ese clima deprimente se le añade la grave molestia que ocasionan la multitud de atoros de tráfico por las reparaciones de calles de último momento. En esta situación, cuando millones de limeños --sobre todo los choferes-- nos hemos convertido en una especie de energúmenos de las pistas, conviene recordar algunos refranes de nuestras abuelas.

¿Recuerda usted, estimado lector, lo bien que se sintió cuándo hace unos días otro chofer le cedió amablemente el paso? ¿Recuerda lo agradable de esa ocasión cuando paró un instante para dejar pasar tranquilamente la calle a esa señora con sus hijos? Paralelamente, ¿podría usted valorar cuánto perdieron, en tiempo o en esfuerzo, el otro chofer o usted por ser amables? Tal vez unos pocos segundos. Lo que es seguro es que ese tiempo fue recompensado con creces para ambos por el sentimiento de haber hecho algo bueno y, mejor aún, por la sonrisa de agradecimiento que eventualmente dieron a cambio usted y la señora. El refrán de nuestras abuelas "Al mal tiempo, buena cara" funcionaría perfectamente en este caso.

Ahora bien, sabemos que esos segundos usados en ser amables podrían significar para usted un problema con sus tiempos, pues probablemente llegará tarde a su cita, al trabajo o al colegio de sus hijos. Faltaría, sin embargo, hacer un análisis más práctico del tema y preguntarse si esos segundos que 'perdió' dando el pase hacen una verdadera diferencia en el tiempo final que tomó para llegar a su destino. Tal vez la respuesta será que no es así. "Da lo mismo ir preso por mil que preso por mil quinientos", diría entonces el refrán de nuestras abuelas. La diferencia en el fondo es simplemente que en un caso llegamos tarde amargados, y en el otro llegamos tarde, pero contentos.

Pero esos refranes se hacen más importantes cuando pensamos que es muy probable que la buena actitud se contagie a aquellos a los que tratamos amablemente. ¿Cuál es entonces la verdadera ganancia? Que los limeños comencemos, con esa amabilidad viral, a respetar los semáforos, a no bloquear el paso en las esquinas, a permitir que pasen unos para luego pasar los otros en lugar de hacer nudos en los cruces. En fin, que comencemos a comportarnos como seres civilizados. "Amor con amor se paga", diría con justicia el refrán de las abuelas.

Finalmente, mientras nos civilizamos un poco, quizás sea bueno recordar otro refrán antiguo que nos ayudará a ignorar a quienes nos quieren obligar a ser agresivos o a romper las reglas de la urbanidad. En este caso, el refrán: "A cláxones necios, oídos sordos" cae "como pedrada en ojo tuerto".
* CENTRUM CATÓLICA / ARELLANO MÁRKETING, INVESTIGACIÓN Y CONSULTORÍA
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LA REPUBLICA 23 de julio de 2008

Sucedió. El caos urbano
Antonio Zapata.

Hace ya muchos años empezó la costumbre de ponerle un nombre al año. El actual, por ejemplo, es el año de las cumbres mundiales. Esta costumbre es internacional, no es exclusivamente peruana. El mundo entero se rige por el mismo hábito, nominar el año para que todas las actividades de ese período se orienten en la dirección establecida. Es la idea de una campaña anual a ser cumplida en forma acompasada por las diversas reparticiones públicas. En ese sentido, las Naciones Unidas han decidido que este año sea el internacional de la papa.

De primera impresión, pareció extraño que habiendo recibido esa distinción internacional, la papa no fuera honrada dentro del Perú nominando al 2008 en su nombre. Luego, se escuchó decir que eran dos grandes celebraciones, la del mundo entero a la papa y la del Perú al resto del planeta recibiéndolo en dos cumbres.

Con ese argumento inauguramos el año y se han ido desenvolviendo los acontecimientos. Ahora llegamos al 28 de julio y aunque corresponde al sétimo mes, en el Perú equivale a medio año político. Es el momento de observar cómo han avanzado los propósitos de comienzos de año. En ese sentido, resulta obvio que en Lima el 2008 será ante todo el año del gran caos urbano. Ni la papa ni las cumbres resultan estrellas de primara magnitud. Ocupan su espacio, pero el centro del firmamento está ocupado por las interminables obras de reparación de calles y avenidas que han logrado transformar el acto de manejar en una operación infernal.

La simple observación del plan de obras en ejecución muestra una enorme ausencia de planificación. Nadie ha imaginado las obras en su conjunto como una progresión continua. Debería haber sido responsabilidad de la Municipalidad de Lima Metropolitana, pero no la ha cumplido. Por otro lado, las municipalidades distritales están realizando obras en base a su autonomía sin orden ni concierto.

Así, algunas obras metropolitanas precisan desvíos que también están siendo intervenidos por la respectiva municipalidad distrital. Desvíos que llevan a otros desvíos. Es el mismo Estado empírico que constituye un clásico de la historia peruana. El desorden de las autoridades que realizan sus iniciativas sin planeamiento. No les importa mucho y esto conduce al segundo punto.

El tipo de autoridad que realiza actividades de este modo empírico y desordenado es altamente autónomo y discrecional. Maneja el poder como le parece, sin dar cuenta en forma regular a nadie. No imperan reglas ni procedimientos administrativos preestablecidos. Lo que importa es la voluntad del poderoso y de su círculo de allegados. El cuerpo político no es transparente ni está sometido al control público. En el ideal, es un poder mudo. No se comunica. Este paradigma se halla bien representado en el alcalde de Lima y constituye una parte de su éxito. Representa bien al político empírico pero emprendedor, desordenado y en constantes conflictos con los vecinos, pero a causa de sus obras. Hace atropellando, aunque nunca debate ni pelea en los medios.

El impacto de estas obras públicas en el imaginario de los limeños es enorme. Los transportistas de pasajeros han perdido alrededor de un quinto de sus negocios. Los ciudadanos otro tanto de su tiempo. Todos estresados y sometidos a atracones inesperados. Aquí, la autoridad no respeta al ciudadano. No lo toma en cuenta ni le importa su opinión. Buena parte de alcaldes limeños de hoy actúa con gran prescindencia de la voluntad de sus representados.

Este giro de las cosas llevaría a pensar que Luis Castañeda debería estar cayendo en las encuestas y acercarse a las peores cifras que tuvo que soportar Alejandro Toledo. Pero, no. Se sostiene muy alto. De hecho, como van las cosas es una figura protagónica de las futuras presidenciales del 2011. Por lo pronto, con las obras aún en construcción, ha logrado opacar a la papa y a las cumbres. Suyo es el año.

Así sea por el caos urbano, el alcalde Castañeda ha logrado la obra de mayor impacto de esta primera parte del 2008. Pero, ¿cómo serán los próximos años? ¿Cuando termine las obras urbanas, se vivirá un romance del electorado limeño con Castañeda? ¿Podrá proyectarlo a nivel nacional? ¿Lo apoyará Palacio? Las apuestas son altas y variadas.
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EXPRESO 22 de julio de 2008

El tonel de diógenes
Lima sitiada
Alejandro Tudela Chopitea

Lima desde las alturas parece una ciudad cercada, aunque, militarmente hablando, no está en medio de una guerra. Pero, es lo único que le falta
. Si uno se pregunta cuál es la diferencia entre este cerco urbano y el estado de sitio constitucional, habría que decir que poco: en el que estamos viviendo la autoridad local ha suspendido “manu militari” nuestros derechos fundamentales a la salud, a la paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre, al descanso, y, por supuesto, al libre y ordenado tránsito vehicular y peatonal, mientras que en el estado de sitio –que, ojalá jamás se dé–, el Poder Ejecutivo decide qué derechos humanos no se restringen o suspenden.

No hay otra manera de calificar este absurdo frenesí municipal de obras viales, en la que las trincheras para los soldados se han trocado por huecos, zanjas, trancas y desvíos que amenazan con llevar al manicomio a buena parte de los limeños, y a no pocos de éstos al hospital. Jamás en nuestro más de medio siglo de vida hemos visto y padecido tamaña falta de previsión y planificación en la ejecución de obras viales, y en cuya incompetencia se dan la mano el silente alcalde metropolitano y decenas de alcaldes distritales parlantes o parleros. Estamos seguros que si viviese don Federico Elguera, el gran burgomaestre y escritor, artífice de la renovación urbana de la capital a comienzos del siglo XX, pegaría tal grito que haría hablar sin parar al actual alcalde provincial.

A ojos vista, vivimos literalmente en el caos, y tenemos hueco para varios meses, con la única esperanza que este desbarajuste pueda estar en algo arreglado para noviembre próximo, cuando se inicie la dichosa Cumbre de la APEC. Mientras tanto, las ineptas autoridades ediles y ad láteres, que han perpetrado este atentado contra el vecindario limeño, podrían hacer algo –además de acelerar la conclusión de las obras–, para atenuar el stress y los signos de paranoia que nos acosan. Aquí algunos “tips”.

n Redoblar el apoyo policial.- En las vías en construcción y, sobre todo, en sus cruceros, los peatones transitan a salto de mata, por más que una insufrible funcionaria municipal dice a diario con voz chirriante “que todo está coordinado”. Los conductores no respetan los semáforos –si estos funcionan–, y donde no funcionan no hay policías suficientes ni hacen respetar los derechos del transeúnte.

n Reprimir la contaminación sonora.- Si Lima ya era la capital del ruido, ahora es la locura. Los bocinazos impunes de los ómnibus y automóviles se han multiplicado, a lo que se suman las alarmas interminables y las estentóreas sirenas de ambulancias y vehículos bomberiles que suenan sin parar durante los embotellamientos. Por dios, por qué no se aplican, al menos, las multas establecidas en el Reglamento de Tránsito.

n Pedir disculpas.- Aunque es tarde para ello, serviría para una catarsis vecinal. Sabemos que en varios distritos limeños se están recolectando firmas para promover la revocatoria del mandato de alcaldes y regidores por éste y otros motivos. Sin duda, se tienen bien merecido el rechazo ciudadano. ¡Amén!
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CORREO 15 de Julio de 2008

LUIS REY DE CASTRO

Castañeda,“Chespirito” y la razón

• Felices los nietos de Castañeda.- Debo felicitar al doctor Luis Castañeda Lossio no sólo por sus brillantes soluciones a la circulación vehicular en el damero de Pizarro y en todos los demás dameros, sino también porque cuando sus nietos estén en capacidad de manejar automóviles –esperamos que con carné de conducir auténtico y no falsificado en la Videna–, es casi seguro que sus vehículos podrán pasar el examen técnico vehicular: esa maravilla de la tecnología del primer mundo que nos ha sido negada desde hace 18 años y que parece imposible para los próximos 30.

Envidiemos a los nietos de Castañeda Lossio. Sus alcaldes ya no tendrán que pensar en nuevas licitaciones públicas, ni en rechazar los recursos y arbitrajes que habían aprobado, ni en decir “no” a lo que dijeron “sí”, ni en conseguir nuevas empresas españolas a las cuales engañar, etc., etc. Todos los carros fluirán felices a sus ordenadas y programadas revisiones técnicas, que sólo aprobarán los que merezcan aprobar. Porque para entonces el municipio de Lima será gobernado desde La Paz, Santa Cruz, Tarija, Caracas o Quito, en concesión por 300 años, en vista de la manifiesta incompetencia local y repetición sistemática de los mismos errores.

• “Lo admiro desde que...”.- En todo caso, el tema del tiempo y de su extensión no parecen constituir un problemas para el alcalde de Lima, el actual. Quizás él tiene otra manera de medirlo. Lo podemos deducir de sus propias palabras. Hace poco celebró la presencia en Lima de Chespirito, es decir, del Chapulín Colorado, que resulta ser el Chavo del Ocho, para más señas, el señor Gómez Bolaños. Al otorgarle la merecida distinción de la ciudad, el doctor Castañeda Lossio sentenció, sin ningún temor: ”Lo admiro desde que tengo uso de razón...“

Hechos los cálculos, resulta que las primeras películas y programas de Chespirito y El Chavo se difundieron en Lima hace 35 años. Para entonces, el doctor Castañeda debía haber cumplido otros tantos. Lo cual indica que el alcalde de Lima alcanzó el uso de razón entre los 30 y 35 años de edad –a los niños normales les ocurre a los 6 y a los genios a los 4– y permite suponer que antes de que El Chapulín llegara a Lima, el señor Castañeda no la usaba.

Esta revelación resulta menos frívola de lo que parece. Más bien explica el modus operandi de la Municipalidad de Lima, la admirable destreza con que introduce el caos y se implantan los desórdenes públicos mejor organizados, convirtiendo la vida de la ciudad en una agonía.

La ausencia de uso de razón parece inspirar todos los programas, remodelaciones, destrucciones urbanas, cortes, cierres, desvíos, alternativas que no alternan y demás catástrofes, extendidas como una epidemia a diversos distritos de la ciudad. El alcalde de Miraflores, aplicado discípulo de Castañeda, organiza sus propios minicaos distritales, que nada tienen que envidiar a los macrocaos provinciales.
El uso de la razón, ¿no debería ser requisito electoral...?
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-----Mensaje original-----
De: valetodo@yahoogroups.com [mailto:valetodo@yahoogroups.com] En nombre de Alfredo Grados
Enviado el: Martes, 20 de Mayo de 2008 12:25 a.m.
Para: Chimu; Respeto a la vida; Interquorum Peru; Valetodo; Realidad Peruana; GatoEncerrado
Asunto: Valetodo - Las cumbres de Lima

Las cumbres de Lima
Por: Gustavo Espinoza (NUESTRA BANDERA)

Dos Cumbres, dos escenarios, dos realidades, dos manejos concretos de los problemas. Dos clases, en el fondo, que reflejan intereses distintos, que ven el mundo de diferente manera, y que tienen apreciaciones disímiles en torno a la vida y a la sociedad.

La Cumbre oficial, la “Cumbre enjaulada”, a la que asistieron los Jefes de Estado y de Gobierno de casi 60 países, se desarrolló en nuestra capital en medio de herméticas medidas de seguridad. Vías cerradas, barrotes, comunicaciones a distancia, locales aislados y salas lujosas en donde no pudo ingresar ningún peruano “de a pie”, y opíparas comidas.

Por los pasillos del Museo de la Nación no pudieron desplazarse ni siquiera los periodistas, que debieron cubrir las noticias desde el edificio contiguo -la Biblioteca Nacional- a través de un circuito cerrado de televisión. En las inmediaciones, personas “sospechosas” fueron detenidas. Unos, no tenían documentos de identidad. Y otros, transitaban distraídamente por allí sin reparar siquiera que esa era una manera temeraria de arriesgar su libertad.

La Cumbre alternativa, la Cumbre de los Pueblos, un escenario abierto. Miles de personas de distintos segmentos sociales: indígenas, campesinos, jóvenes, mujeres, poblaciones desplazadas y marginadas, sindicatos, instituciones profesionales, colectivos del más diverso tipo; se congregaron en los amplios predios de la Universidad Nacional de Ingeniería para analizar y debatir sus problemas. Un ingenioso había dicho: La UNI, UNE. Y así fue, en efecto.

En pocos días los organizadores de “Enlazando Alternativas 3” que hasta ese entonces eran simples transeúntes, se vieron ante la responsabilidad de organizar la Cumbre de los desheredados en un centro universitario que les daba todas las garantías, Y entonces, dieron rienda suelta a un evento abierto, amplio, unitario, y -¡albricias!- enteramente pacífico.

Reporteros de la televisión peruana debieron admitir que para ellos era infinitamente más facial ingresar a la Cumbres de los Pueblos que al evento oficial, encopetado, despótico y displicente. Incuso, la televisión italiana –la de Claudio Berlusconi- se apareció en la UNI diciendo que no habían podido ingresar a la cita formal, y por eso se habían trasladado a la alternativa, para poder “enviar algo” a su país. Y así lo hicieron.

Los temas del debate, en ambos escenarios, fueron sin embargo –y sorprendentemente- los mismos: bio diversidad, eco-sistema, recursos energéticos, pobreza, inclusión social, derechos humanos.

Sólo que en el Museo de la Nación se dijo todo en alambicados discursos de los que el peruano de la calle pudo enterarse por la Tele; mientras que en la residencia universitaria los medios de comunicación se limitaron a reflejar informaciones episódicas, o noticias pintorescas. En los hechos, se confirmó el rostro de una prensa al servicio de las peores causas.

Algunos Jefes de Estado estuvieron en ambas. Evo Moraes, por ejemplo, bajó el avión y se fue a jugar un partido fútbol con la selección peruana de México 70 en la UNI, donde metió un gol.

Fue “el gol de la cumbre” como lo tituló un diario capitalino.

Hugo Chávez hizo presencia casi formal en los predios del Museo de la Nación, pero no alcanzó a llegar a la Cumbre de los Pueblos donde lo esperaban para vitorearlo, la noche del viernes 16 miles de personas congregadas en la Plaza Dos de Mayo.

Sus expresiones, sin embvargo, fueron categóricas y rotundas. Como lo fue su identificación con los intereses de los pueblos, y su manera de afrontar los retos de nuestro tiempo.

Y lo mismo podría decirse de Rafael Correa, el Jefe de Estado del Ecuador, o de Daniel Ortega, el Presidente Sandinista de Nicaragua. Ellos también fueron esperados con singular expectativa por una abigarrada multitud que ya no cree en los modelos neo liberales y sí busca alternativas y caminos de otro signo.

Por eso, el común denominador de todos, fue la adhesión a cuba, el saludo a la delegación de su gobierno revolucionario, y la identificación con su lucha por la justicia y el socialismo, contra el bruta bloqueo, y por la libertad de los 5 héroes confinados en las mazmorras del Imperio..

Un trabajador anónimo dijo que los verdaderos presidentes no necesitaban “aparatos de seguridad” para desplazarse por las calles de Lima. Esos los necesitaban otros, que no asomaron siquiera la nariz, más allá de las rejas tras las cuales se desplazaron sin que virtualmente se les notara.

De todos modos, los documentos oficiales aportaron ideas concretas. En la lucha contra la pobreza se fijaron prioridades, aunque no plazos. Y se formuló un llamado severo en torno al cambio climático y a las presiones sobre la bio diversidad. La crisis alimentaria concitó también la preocupación de todos, y se subrayó el peligro que entraña para la estabilidad de las naciones el tema de la exclusión.

Hubo consensos en los principales aspectos del documento central y por eso la “Declaración de Lima” fue aprobada sin resistencias. Y es que no estuvo Washington, ni George W. Bush, para que marcara la disidencia.

La INTERPOL quiso, sin embargo, interferir en los temas del debate. Y saltó con un “informe” de acuerdo al que: ”los archivos de la computadora personal de Raúl reyes” no fueron ni manipulados, ni modificados”. Hoy se sabe que fue al revés. Que el estudio dejó claramente establecida la manipulación que se hizo de una computadora que fue usada con aviesos propósitos.

Quiso ser entonces el aporte del policía norteamericano -Ronald Noble- empeñado por encargo en un propósito deleznable: enturbiar otra vez las relaciones entre Ecuador, Colombia y Venezuela.

Claro que el “informe” de INTERPOL nació muerto, porque nadie en su sano juicio puede creer en los “documentos” salidos de una computadora que permaneció “activa e intacta” luego de los bombardeos gigantescos a los que fuera sometida el último día de febrero de este año en la frontera colombo- ecuatoriana.

Pero Alvaro Uribe y sus socios se empeñarán por cierto en insistir en el tema, considerando que aún faltan por identificar 37,872 documentos de texto, 210 mil imágenes, 10 mil archivos y casi 8 mil direcciones electrónicas Un verdadero océano de información que servirá para involucrar a organizaciones y personas de todos los países.

Todo podría esperarse entonces, en las próximas semanas. Porque tras las Cumbres, seguirán las luchas. Y con ellas, la política artera del Imperio.
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LA REPUBLICA 08 de Julio de 2008

Sin ánimo de ofender. Modales, urgente
Por Eduardo Adrianzén

Lector, ¿pasa un día entero sin que en algún momento se haya quejado o fastidiado por la malcriadez de alguien? Si viaja en transporte público, la rarísima excepción es la cortesía. Si maneja, es imposible que no maldiga mínimo una vez durante el trayecto, o que sufra la incontinencia del claxon hasta en luz roja. Si no sale, quizá tenga un hijo, sobrino o nieto en la casa cuya conducta le parezca chocante. Y ya ni qué decir de los que orinan o escupen en la calle, o los que manejan moto haciendo ruido a propósito. En resumen, no damos la impresión de ser una ciudad tan educada ni respetuosa con el prójimo. ¿Pero qué se podía esperar, si quienes deberían dar ejemplo de mesura son los peores, comenzando por nuestro Presidente?
Estamos de acuerdo en que Evo Morales no tiene derecho a decir que hay bases militares norteamericanas en el Perú –al margen de que sea cierto o no–, pero tampoco se le puede responder: "No jales la pita, no te metas", etc. Un buen estadista diría: señor presidente X, le exijo que nos respete y no declare sobre asuntos internos… o algo así, y siempre de usted. Porque tal como fue dicho, en boca de García sonó a señorón resondrando a su empleado desde su altivo metro 90. Si no lo creen, hagan este ejercicio mental: ¿le hubiera hablado así a Álvaro Uribe, por ejemplo? Igual, decir que los huelguistas "chillan", que los maestros son "comechados", y otras perlas, no vuelven al presidente más enérgico, no, más bien lo vuelven tan grosero y prepotente como Hugo Chávez. Y si el extraño razonamiento es: "usamos ese lenguaje para que entiendan las masas", entonces que después no se quejen cuando la "masa" responda con piedras y mentadas de madre cada vez que hay un reclamo social.

Las abuelas tienen razón: respetos guardan respetos. Se extraña más que nunca a políticos educados como Valentín Paniagua… y la señora Frieda Holler debería ser contratada con carácter de urgencia para enseñar modales en Palacio.

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De: gtejadad [mailto:gtejadad@terra.com.pe]
Enviado el: Lunes, 07 de Julio de 2008 03:52 p.m.
Para: gtejadad
Asunto: COMBIS MAL EDUCADAS Y NADIE HACE NADA....

Sr. Director:

COMBIS MAL EDUCADAS

Chequeando algunos diarios del mes de marzo me topo con esta nota: “Caerá multaza a ferchos que no recojan escolares”, en la cual se precisaba que caería una multa a quienes no recogieran a los escolares de sus respectivos paraderos pues de esta manera incumplen con las normas establecidas por la Policía Nacional del Perú.

Estando ya en la segunda mitad del año la realidad es simple y llanamente otra. He comprobado in situ que casi un 99% de las líneas de transporte en todo Lima Metropolitana no recogen a los escolares tanto en las primeras horas de la mañana como en las horas de la tarde, cuando estos niños salen de sus centros educativos.

Empezando por la línea 20 (ruta que cubre Lima- Chorrillos), 49 (Chorrillos- San Borja), 34 (Surco- Lima), 48 (Callao- Zarate), etc., quienes no sólo recogen a los niños cuando les da la gana o cuando se ven forzados a parar porque en determinado paradero hay más personas esperando además de niños escolares, sino que una vez dentro del transporte, en la mayoría de los casos se les cobra de manera agresiva y violenta el pasaje urbano y no el escolar.

El uniforme escolar nada tiene que ver con la “Calidad” del cobro ya que tenga o no el uniforme, tengan o no el carnet escolar, sus exigencias y malacrianzas además de la matonería y el abuso es el mismo. Lo peor de todo es que los cobradores se ponen “machitos” con las niñas/os y los chóferes concentrados en su música se hacen de la vista gorda. ¿Cambiará esto algún día?, ¿Existirá alguna entidad que controle esto?, ¿Tiene que ocurrir alguna desgracia para que alguien habrá los ojos?, ¿A quién hay que darle la palabra? ¿Acaso a la Defensoría del Pueblo?

Guillermo Tejada Dapuetto
DNI 07541222
www.guillermotejadadapuetto.blogspot.com

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EL COMERCIO 26 de Junio de 2008

PARA LEVANTAR LA MORAL POLICIAL
Desconozco, mayormente
Por Fernando Vivas. Periodista

Fea temporada para la Policía Nacional del Perú. Uno de sus generales, Alberto Jordán, fue zarandeado y tomado de rehén por la turba moqueguana y después, justo cuando lo liberaron y se estaba limpiando el fundillo, ¡zas!, le cayó un patadón de Alan García.

El presidente dio con la punta del zapato en la retaguardia moral de la PNP, ahí donde se asientan sus prejuicios, complejos y falso perfil: el policía como el macho que se impone sobre el caos, el que no tiene miedo de nada porque todos le tienen miedo a él, el que no negocia sino que mete palo nomás. Y si la ley pide rendir cuentas la mejor respuesta es: "Desconozco, mayormente".

García, fustigando a Jordán como miedoso, alimentó esta visión retrógrada del policía como matón de reglamento en guerra contra los alzados. Y vaya que rindió frutos el vapuleo: la PNP, en la figura de Octavio Salazar, ha tenido que responder, entregando la cabeza de Jordán, por un 'moqueguazo' cuya principal responsabilidad política en realidad atañe a don Jorge del Castillo cuya PCM no previno el bolondrón originado en los malos cálculos del MEM y del MEF que cuando se las dan de redistributivos, a veces redistribuyen a favor del que más tiene, en este caso, Tacna. Y, claro, a don Luis Alva Castro que bien pudo, por responsabilidad solidaria con su jefe policial, al menos salir a respaldarlo y, corear junto a él, ¡desconozco mayormente!

Si la PNP debe estar en el banquillo de los interrogados no es por el 'moqueguazo' sino por inventar el cuento de los Malditos de Larcomar, por dejar libre al español rabioso Pedro Reyes, por detener y empapelar a los choferes Edison Tejada y Lizandro Díaz acusados sin evidencias de atropellar a la suboficial Lady Anaya (se acaba de ordenar la liberación de Tejada).

Esos son los serios cargos que tiene que responder la policía de Salazar y Alva Castro pues no solo comprometen su eficiencia, como en Moquegua, sino su esencia, que no es la de matón de estado policiaco como sugiere García cuando le conviene, sino la de guardián de Estado democrático.

El lema de la PNP es "vida que protege tu vida" y no "al cholo le meto palo y al blanco le cobro coima" o "el policía es bien macho y no tiene miedo" o "el que me da la contra va preso". Para honrarlo las últimas generaciones de oficiales se han formado en el respeto de los derechos humanos y la no discriminación y en técnicas para calmar los ánimos. A cada rato encuentro buenos policías que confirman esta evolución que pudo tomar mayor viada si el Apra no politizaba la cartera del Interior con Alva Castro. A esos buenos tombos hay que protegerlos legalmente y bien se haría en reactivarles la Defensoría del Policía.

Pero también hay tombos corruptos que nos avergüenzan y tombos prejuiciosos que descargan su racismo contra mestizos inocentes y se cargan de complejos ante blanquiñosos prepotentes. A estos son a los que hay que levantarles la moral, porque la tienen por los suelos.

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