"LA DIFERENCIA ENTRE EL ORIGINAL Y LA COPIA HAN DESAPARECIDO"

SUPLEMENTO DOMINGO LA REPUBLICA ENERO 3, 2010

“La diferencia entre el original y la copia ha desaparecido”

Entrevista/Eduardo Villanueva. El mayor experto en nuevas tecnologías en el Perú sienta posición en el debate surgido en torno a la vigencia de los derechos de autor en internet. Villanueva también analiza las nuevas formas de consumo de los contenidos culturales y aconseja que los artistas se apoderen de sus obras y sustenten su nuevo modelo de negocio en las presentaciones en vivo. Aquí los argumentos de un libertario de la era digital.

Entrevista: GHiovani Hinojosa

–En la blogósfera peruana se te alude como el ideólogo detrás de movimientos virtuales como “No soy delincuente”, que propone cambiar la legislación tradicional de los derechos de autor y erradicar la criminalización de los internautas que descargan contenidos gratuitamente, ¿qué piensas de esto?

–Es un despropósito llamarme ‘ideólogo’, lo que pasa es que hay un grupo de personas interesadas en el tema de la propiedad intelectual –ex alumnos míos y ex compañeros de trabajo– que conocen mis preocupaciones y que me acompañaron en un debate sobre este asunto realizado el mes pasado en la plataforma Google Wave. Participaron, por ejemplo, Marco Sifuentes, Roberto Bustamante y Jacqueline Fowks. Esta semana lanzaremos el blog “Derechos digitales en el Perú”, que será el punto de partida para promover una discusión sobre el conflicto evidente que hay entre el interés privado y el público en relación con los contenidos culturales.

–¿Cuáles son “las fuerzas” que están opuestas?

–El interés privado está expresado por los creadores intelectuales, que piden una remuneración por su trabajo, y por la industria de los contenidos, que es muy importante en economías como la norteamericana. Por su lado, el interés público vela por la posibilidad de que los individuos accedan a los contenidos de manera flexible, sea para el consumo, la producción o el “prosumismo” (producción y consumo). No hay que asumir que el interés privado es lo único que importa, ni tampoco que el interés público pasa por ‘bajarse’ lo que uno quiera por internet. Pero debemos aceptar que la realidad tecnológica ha cambiado las posibilidades de consumo y producción de la cultura. Hoy, por ejemplo, el concepto de control de la escasez –en que se basaba la industria– ya no existe.

–¿Qué entiendes por ‘control de la escasez’?

–Antes, si uno quería ver una película, debía ir al cine y, eventualmente, esperar a que la transmitieran por televisión; había una escasez de posibilidades manejada por la industria. En los 80, cuando apareció el VHS, surgió la posibilidad de copiar filmes de una cinta a otra. Desde fines de los 90, cuando empezaron a salir en el mercado otras opciones, los consumidores fueron ganando un gran poder de elección: hoy podemos esperar que una película sea estrenada en el cine o bien descargarla legalmente en la red –aunque no en el Perú–. Y, si la tenemos en formato DVD, la podemos trasladar a nuestro iPhone para verla donde queramos. Esto sin contar las opciones que se crean a partir de la piratería. Hace unos años, los conglomerados culturales controlaban la producción, la distribución y la comercialización de la obras; en la actualidad, solo controlan la producción y la distribución de primera copia o versión, ya que luego deben lidiar con Apple, Google, Microsoft y otras empresas para echar a andar esta enorme variedad de plataformas.

–¿Un derecho, como el de la propiedad intelectual, deja de existir solamente porque la tecnología hace imposible su cumplimiento?

–No, el derecho sigue existiendo. Para empezar, la propiedad intelectual tiene varios aspectos: los derechos de autor (creaciones artísticas e intelectuales), las patentes (invenciones) y las marcas registradas (signos distintivos). Los derechos de autor muestran, a su vez, dos niveles: el moral (reconocimiento de la autoría o de la ejecución) y el patrimonial (pago de rentas). Esta entrevista, por ejemplo, me genera un derecho de autor moral (atribuirme estas frases), pero no patrimonial. Ahora, la tecnología hace mucho más difícil el cumplimiento de la legislación tradicional, que está planteada bajo la idea del control de la escasez y el cobro por copia (hoy copiar no cuesta nada). Los empresarios culturales deben comprender que, si salen perjudicados, es porque, como en cualquier economía capitalista, algunos negocios con el tiempo pierden importancia. Ellos deben “agiornarse”, adecuarse a la realidad actual. Si no, desaparecerán.

–Entonces, algunos bloggers exageran al pretender desconocer la propiedad intelectual en internet. Una pregunta que sus opositores les suelen formular es ¿si se desarrolla una aplicación que permite invadir una computadora para obtener datos personales, una suerte de ‘troyano’ legal, esta tecnología haría obsoleto el derecho a la privacidad de los internautas? ¿Qué piensas sobre esto?

–El derecho a la privacidad no está necesariamente regulado para considerar este tipo de situaciones. Se supone que todos tenemos derecho a la intimidad, a que nadie nos mire las computadoras; pero esas aplicaciones lamentablemente existen. Entiendo que en países como Estados Unidos no se puede utilizar esta tecnología sin la autorización previa de un juez.

–¿Qué estrategias propones para hacer respetar los derechos de autor en este nuevo escenario tecnológico?

–Primero, hay que abrir más el mercado, es decir, crear más opciones comerciales y ofrecer precios de acceso viables. Si hoy yo quiero poner contenido legal en mi iPhone, no puedo, ya que sencillamente no hay en el país ningún operador que me lo ofrezca. Tampoco puedo ‘bajarme’ películas a través de la aplicación iTunes. Allí hay un vacío empresarial. Segundo, se debe facilitar que los mismos creadores intelectuales vendan su música, por ejemplo, ya que los intermediarios –empresas distribuidoras de contenidos– encarecen los costos de producción. Tercero, hay que despenalizar la utilización de contenidos que se ‘bajan’ por internet cuando antes ya se ha pagado por los mismos en otros formatos (esto debería ser responsabilidad del futuro Ministerio de la Cultura). Lawrence Lessig –gurú de la ‘cultura libre’ online– cuenta que en los 80 compró long plays de un artista X, en los 90 adquirió CDs con la misma música (en ambos casos pagó las licencias originales), y que ahora que desea descargar estas canciones por internet tiene que pagar los derechos por tercera vez. ¿Acaso esto no es absurdo?

Nuevo modelo de negocio

–El costo cero de las copias en la música parece estar consolidando la cultura de la gratuidad en el mundo virtual.

–Vivimos en un ambiente de desmaterialización de las copias, es decir, ellas no existen sino como archivos en una computadora, fuera de su soporte físico original. En realidad –quizás esto sea lo más crítico– las copias ya no existen como tales: la diferencia entre el original y la copia ha desaparecido en los nuevos usuarios digitales. Antes, la valorización de un original estaba amarrada a su soporte físico, tú decías orgulloso ‘yo tengo un LP’. Hoy tenemos a un público consumidor de archivos sueltos. En la sociedad de la información, los jóvenes no atesoran un CD tanto como la posibilidad de consumirlo en cualquier soporte, por ejemplo, en la computadora y en el iPod.

–¿Cómo están reaccionando los artistas frente a esta nueva forma de consumo?

–En la actualidad, muchos músicos peruanos con distintos niveles de popularidad se ‘autopiratean’, es decir, se publican a sí mismos en términos piratas; ya no se molestan en hacerlo legalmente. Hace algunos años me topé con el Osito Barny, un músico de huaino contemporáneo, que publica CDs impecablemente producidos y VCDs con videoclips, y jamás los ha comercializado conforme a ley: sus copias se venden a 5 soles, como si fueran piratas.

–¿Y dónde reside su rentabilidad?

–En los conciertos, como ocurre en la industria musical en general hoy, desde los artistas más grandes hasta los más pequeños. El rol de las presentaciones en vivo ha cambiado completamente: antes estas eran una forma de promover las ventas de los discos, hoy son ellas mismas el negocio; ahora los discos sirven para difundir los conciertos. En el Perú, esto está clarísimo: La Sarita, Bareto y el Grupo 5 no ganan dinero con su música grabada, sino con los shows que realizan.

–¿Qué características debería tener este nuevo modelo de negocio?

–En la música, para empezar, debe reconocerse el derecho del usuario a hacer lo que le dé la gana con la obra comprada. Esto ya está pasando: Apple ha logrado que las industrias musicales le vendan música para que ellos la revendan a través de iTunes sin restricciones (el consumidor puede reproducir las canciones en su PC y ‘quemarlas’ en un CD, todo legalmente). Hay que hallar fórmulas similares. Por ejemplo, lograr que un grupo de rock promueva su música ofreciéndola junto con otros contenidos y servicios –como libros y entradas a conciertos– en promociones cruzadas. Internet permite depender menos de los sellos discográficos y poner el negocio en manos de pequeñas empresas dedicadas a servir a los productores; en este caso, a las bandas. Se anularía a los grandes intermediarios. El problema es que hoy la banda tiene que lidiar con el sello, el sello con Apple, y Apple con los usuarios. Antes era más simple: la banda trataba con el sello, y el sello con nosotros. Lo ideal sería que desaparezca la capa del sello.

–Pero concretar esto parece algo complicado, considerando que las industrias musicales están muy interesadas en incrementar sus utilidades en internet.

–Es cierto, de hecho algo que no suele estar considerado en algunos contratos musicales y que les produce mucho dinero a los sellos discográficos es vender tonos para celulares. Es un gran negocio, ya que se trata de sonidos de 30 segundos –ya producidos y pagados– que llegan a costar un dólar en algunos mercados. Los músicos que se liberen de los intermediarios tienen aquí una gran oportunidad comercial.

–En el mundo, Radiohead fue el primer grupo en publicar un disco gratuitamente en la red. En el Perú, Turbopótamos inauguró esta tendencia de libre acceso al colgar su último álbum en una página web. ¿Estas bandas son ya parte del nuevo esquema de negocio?

–Sí, el que se sustenta en los shows en vivo. En el país, esto coincide con un momento de expansión económica que lleva a la gente a consumir más música en vivo. Así, los conciertos son hoy la gran puerta a la rentabilidad para los promotores y para los músicos.
–¿Y qué hay de otros ámbitos culturales?

–En los libros, la venta de ejemplares sigue siendo importante. En el cine, la rentabilidad del negocio continúa dependiendo de la asistencia a las salas. Sin embargo, la piratería los ha afectado fuertemente.

Licencias libertarias

–¿Qué son las licencias Creative Commons?

–CC es un colectivo norteamericano que tiene versiones en distintos países y que ha creado licencias compatibles con la legislación de cada territorio para dar opciones a los creadores intelectuales que deseen poner su obra a disposición del consumidor final de forma libre. La idea es decir “yo no tengo problemas en que se ‘bajen’, copien y redistribuyan lo que yo he hecho, siempre y cuando me lo atribuyan y no cambien el contenido de la obra”.

–En internet flota con fuerza la idea de exigir a todos los autores que se adhieran a Creative Commons.
–No se puede: si los autores no quieren, no quieren. Así de simple.

–¿Un músico o un escritor que no está dispuesto a obsequiar su trabajo en internet está impidiendo el libre acceso a la cultura?

–No. A mí no me preocupa que una persona tome esa decisión, sino que se vea obligada a hacerlo presionado por la estructura comercial a la que pertenece. El problema es que un artista no pueda publicar su música con entera libertad; que si yo, por ejemplo, deseo que mis libros se distribuyan gratuitamente, me vea impedido por la industria con la que estoy comprometido. Es ideal que el creador intelectual decida los términos de su negocio como le dé la gana.

–El debate ha estado muy matizado: tú, por ejemplo, has discrepado de Marco Sifuentes en el sentido de afirmar que en la red “no todos los casos son de producción cultural, sino algunos de reproducción y copiado descarado”.

–Claro, la idea de que todos los consumidores son “prosumidores” es falsa. Buena parte de la gente entra a internet para ‘bajarse’ música de moda. Y no hay razón alguna por la que ellos no tengan que pagar por esto.

¿Bye, bye, prensa escrita?

–¿Cómo ves el afán de los conglomerados mediáticos que, liderados por el magnate Rupert Murdoch, pretenden instaurar en internet una cultura de pago por los contenidos periodísticos?

–Uno de los aspectos que a mí me impactan más de la actual crisis del periodismo escrito es que es altamente posible que triunfe el modelo de distribución libre en internet, y que los diarios, como empresas periodísticas, se deterioren al punto de que casi desaparezcan. En términos de negocios, a mí eso no me preocupa; pero, en términos sociales, me asusta muchísimo. Si en sociedades como la nuestra los diarios impresos desaparecen, se disiparía buena parte del escaso espacio público del que disponemos. Eso sería horrible. Si las empresas mediáticas peruanas no encuentran un negocio viable –el que sea, no se me ocurre cuál– o un modelo alternativo de rentabilidad, la gran víctima de este cambio será la esfera pública.

Perfil

Nombre: Eduardo Villanueva Mansilla.

Edad: 44 años.

Profesión: Bibliotecólogo y magíster en Comunicaciones.

Cargo académico: Profesor asociado del Departamento de Comunicaciones de la Universidad Católica y miembro de varios comités académicos de eventos sobre tecnologías de la información.

Libros: “Internet: breve guía de navegación en el ciberespacio” (1996), “Senderos que se bifurcan: dilemas y desafíos de la sociedad de la información” (2005), “Comunicación interpersonal en la era digital” (2006) y en el primer semestre del 2010 publicará “Vida digital”, un estudio dirigido al público general sobre cómo es la relación entre la tecnología, la vida cotidiana y el consumo. Además, es autor de múltiples textos académicos sobre nuevas tecnologías que se pueden hallar en www.eduardovillanueva.com. Su blog es http://evillan.blogspot.com/.
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LA REPUBLICA OCTUBRE 31, 2009

Patentes: nos ganan 47 a 1
Por Humberto Campodónico

En América Latina y el Caribe hay 234,000 investigadores en Ciencia y Tecnología a Jornada Completa (1), lo que solo representa solo el 3.8% del total mundial de 6’175,000 investigadores. Los países asiáticos lideran el ranking mundial con el 44.7% del total, seguidos de América del Norte (26.4%) y Europa (22.8%).

Esto quiere decir que la Región no anda bien en su avance a las tecnologías de la información y del conocimiento (TIC) que determinarán el siglo XXI. Más aún cuando se analizan las exportaciones de la Región, dice la OMC que seguimos dependiendo de las materias primas (y de sus precios). Si estas se excluyen, se nota más claramente aún el rezago en las exportaciones de productos industriales con mayor valor agregado.

La cuestión es que la Región no se puede analizar como un conjunto, pues existen claras diferencias entre los países. En un anterior artículo (Por las patas de los caballos, www.cristaldemira.com, 30/09/09) vimos que Brasil, Chile, Argentina y México lideran la inversión en ciencia y tecnología, medida en porcentaje del PBI, mientras que Perú ocupa uno de los últimos lugares en la Región.

Con la cantidad de investigadores a tiempo completo sucede algo parecido. De los 234,000 ya mencionados, Brasil solito tiene el 50.4%, seguido de México, Argentina y Chile con 21.1, 14.9 y 6.8%, respectivamente. El resto de la Región tiene el 7% restante.

Estas estadísticas provienen de la RICYT, que no consigna cifras del número de investigadores para el Perú.

Otra manera de ver el rezago tecnológico es analizando cifra de patentes inscritas en toda la Región que, según el RICYT, ascendieron a 63,000 en el 2007. De estas, 49,651 correspondieron a extranjeros (no residentes) y 13,365 a residentes. Increíble, ¿no? Así, la tasa de dependencia fue de 3.7 (49,651 / 13,365). Para Brasil la tasa de dependencia fue de solo 1.6, de lejos la mejor de América Latina.

En Chile, en el 2007, se inscribieron 3,913 patentes, de las cuales 3,427 fueron de No Residentes y 486 de Residentes, lo que da una tasa de dependencia de 7.1 (Brasil está mucho mejor). Pero la cosa se pone patética en Perú, pues en el 2007 se inscribieron solo 1,359 patentes (la tercera parte que en Chile), de las cuales 1,331 fueron de No Residentes y solo 28 (sí, veintiocho) de Residentes, con lo cual nuestra tasa de dependencia fue de 47.

La cantidad de patentes inscrita es un claro indicador de cómo avanzamos (o no) hacia las TIC que van a marcar el siglo XXI. Y el estancamiento (miren cómo las patentes de Residentes casi no se mueven desde 1990 mientras que las de Residentes se disparan) indica claramente que aquí seguimos un modelo primario exportador, al cual poco o nada le interesan las innovaciones tecnológicas.

El más claro indicador de esta situación es que en el Perú solo se gastan US$ 100 millones al año en ciencia y tecnología (lo que es poquísimo) de los cuales solo US$ 6 millones corresponden a la empresa privada (ver Francisco Sagasti, “Fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en el Perú”, PCM, mayo 2009). Mientras esta realidad no cambie mucho se hablará de un supuesto “jaguar” de América Latina pero que, en realidad, no es mucho más que un gatito.

(1) Ver “El Estado de la ciencia” en www.ricyt.org
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PERUANO 27 de Mayo de 2008

RECOMENDACIÓN. LE CONVIENE IMPLEMENTAR UNA POLÍTICA DE INNOVACIÓN CONSTANTE PARA MANTENERLA VIGENTE

La marca como patrimonio empresarial

Es una herramienta estratégica del entorno económico.Le sirve para generar ventajas competitivas y estar un paso adelante. En un ambiente tan competitivo y tan cambiante como el de los negocios, la palabra clave para mantenerse es la innovación. No hay de otra forma.

Para ello es imprescindible innovar de manera defensiva, adaptándose al mercado para no quedar fuera; o de forma ofensiva, creando ventajas competitivas para ir siempre un paso delante de los competidores.
Lo importante es no estancarse, pues sería lo mismo que suicidarse, comercialmente hablando.

La innovación en el negocio debe surgir desde que se crea la marca, entendiendo el nombre, término, señal, símbolo, diseño; la combinación de alguno de ellos que sirva para identificar a una empresa, así como a sus productos y servicios, diferenciándolos de sus competidores.

En la actualidad, la marca se ha convertido en una herramienta estratégica del entorno económico.
De este modo, la marca involucra relaciones públicas, inventarios de mercado, puntos de venta, identidad y no meramente publicidad.
DiferenciaciónHoy, que cada vez hay más productos similares entre sí, resulta más difícil para los consumidores distinguir la diferencia o las ventajas que cada uno le ofrece.

Ahí es donde surge la importancia de la marca, pues si está bien cimentada, logrando una identidad favorable como sinónimo de calidad y estableciendo una relación emocional con el público consumidor, el éxito está asegurado y seremos objeto de su preferencia.

Otro factor fundamental por el cual resulta indispensable reinventar siempre la marca, es el caso de la nueva competencia: los productos sustitutos o alternativos, como la crema, el azúcar; o los productos reciclados, ya que se pueden convertir en reemplazo directo de nuestros productos.

RegistroUna prioridad al iniciar el uso de una marca es tenerla registrada para protegerla legalmente, porque a medida que la marca crece y va siendo cada vez más posicionada en la mente y corazón del público, se vuelve más propensa a sufrir copias (piratería). El registro ayuda también a protegerla estratégicamente de los competidores y posibles plagios.

La fortaleza de una marca no constituye algo que se construye antes de lanzar sus productos al mercado ni termina al registrarse bajo los mecanismos para tal propósito, sino que tiene que ver con una estrategia enfocada a mantener su posición continua, dando seguimiento a su preferencia en campañas y medios publicitarios. Ello con la finalidad de que la dinámica propia del mercado no le afecte y se debilite.

Promoción
El factor promoción –mediante el cual la audiencia objetivo prefiere y adquiere el producto que se ofrece– es determinante en la colocación de la marca en el mercado.

Para esto, resulta preciso influir en el comportamiento del grupo o sector al cual va dirigido, pues aunque no es algo fácil de lograr, constituye precisamente el objetivo global de la promoción.

El producto –según Philip Kotler en su libro Fundamentos del marketing– es cualquier cosa que se puede ofrecer en un mercado para su atención, adquisición, uso o consumo y que podría satisfacer un deseo o una necesidad.

Sin embargo, el concepto de producto no está limitado a objetos físicos; cualquier cosa que pueda satisfacer una necesidad se puede llamar producto (objetos físicos, servicios, personas, lugares, organizaciones e ideas).

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