PRENSA CHICHA

LA REPUBLICA OCTUBRE 20, 2009

¿Quién mató a la chicha fuerte?
Por Mirko Lauer

Hay un permanente debate en torno de los diarios populares llamados, aunque cada vez menos, prensa chicha. Para unos se trata de medios que les hacen flaco favor a sus lectores, al alimentarles una dieta de violencia, morbo y tratamiento sensacionalista de la noticia. Se estaría reforzando, cuando no creando, así aspectos cuestionables de la cultura de los pobres, o de los menos instruidos entre ellos.

En cambio otros ven a los diarios populares como espacios que, más allá de su bajo precio, atraen a los sectores populares por ser espacios donde ellos se pueden ver como protagonistas de la realidad social, y a sectores medios en pos de una lectura más liviana. La idea es que por entre los resquicios de la sordidez asoma un paisaje de identidad real de los postergados.

Sandro Macassi ha planteado que “En el momento en que surgieron los principales diarios amarillistas en el Perú, no existía una oferta periodística sostenida que recogiera el ‘mundo popular’, estos diarios ingresaron porque los diarios serios excluían a amplios sectores del protagonismo de sus noticias”.

Luego están quienes piensan que los tabloides populares han contaminado a los demás medios, al grado de volvernos a todos ciegos a sus defectos específicos, que ahora están en todas partes. Podría argumentarse que los demás diarios están menos serios o descuidados en su tratamiento de los temas, pero no más picantes o populares: la línea divisoria entre un tipo de prensa y otro se mantiene.

Luego están los propios lectores, que de alguna manera expresan sus opiniones a través del mercado. Estas opiniones han ido cambiado con el tiempo. El tabloide radical en su tratamiento de sexo y violencia (no necesariamente juntos) ha venido quedando relegado a un muy segundo plano de ventas en la pasada década, pero la mala fama ha quedado.

Los diarios populares con más venta hoy en el Perú son bastante más serios y menos estridentes que hace un decenio. Es cierto que mantienen un nicho para la calatería y la farándula, y otro para los delitos violentos. Pero en eso pocos medios locales, a cualquier nivel social, pueden lanzar la primera piedra, o el primer portaligas.

El tema es debatible, pero es probable que los dos tabloides populares de más venta –El Trome y El Popular– sean los que practican el periodismo popular menos obsesionado por lo escandaloso. Lo menos que puede decirse es que el público y la oferta hoy son más amplios que antes, y que el material mal afamado llamado chicha ya es solo una suerte de sección menor.

¿Qué es lo que mató a la chicha fuerte en el periodismo popular impreso? Ya hemos mencionado una evolución en el público popular peruano, más interesado ahora en algo de información real con su entretenimiento. Pero quizás el factor más fuerte es la expansión del negocio del espectáculo de sexo y crimen a través de diversos otros medios.

Quizás hubo un tiempo en que la dieta transgresora de los tabloides locales podía saciar curiosidades morbosas, populares, masculinas o juveniles. Hoy las emociones genuinamente fuertes en el área están en el video pirata, el cable trasnochador, la página Web libre de todo control, la figura de TV deschavada. Frente a ese mundo la mal llamada prensa chicha simplemente no puede competir.

* Tomado de Le Monde Diplomatique, setiembre-octubre 2009.
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LA PRIMERA 14 de Julio de 2008

Luis Torres Montero
malaspalabras@diariolaprimeraperu.com

¿Y tú, por qué compras ese periódico?

¿Por qué comprar un periódico que perjudica al que lo lee? Tengo un abanico de posibles respuestas. Algunos prefieren aquel periódico porque les gusta adornar la mesa sentimental con la fachada de un nightclub; ‘¡calatas a mí!’ es el grito de guerra que se traslada desde el quiosco a la casa; es tanta la publicidad de las ‘kinesiólogas’ que bien podrían forrar todos los cuadernos que se usan en las grandes unidades escolares. ¡Recicle, ponga el celofán y se ahorra millones, ministro Chang! En ese periódico se urge un cartel en sus portadas que diga “prohibido la venta a menores de edad so causal de aborto, paternidad irresponsable y contagio de enfermedades”, ojo con eso, Garrido Lecca.

Digamos que se tomó muy en serio el ‘tu amor es un periódico de ayer’ de Lavoe. O les gustará leer su editorial televisivo de un redactor que se cree ‘ave’; la noticia principal viene de la escuela ‘Urraquismo’, un doctorado de ‘cómo darle chamba a las bataclanas y a las que dejaron de serlo también’; más honesto es comprar un tabloide que a cambio te dé un cupón de fideos, como dijo mi tía Camucha. Otros compran periódicos para sentirse un yuppie redomado del siglo ‘21’ atolondrándose ante la oferta de columnistas soporíferos. Hay quienes compran periódicos para quedar atrapado en la telaraña conservadora del súper combo mediático Miró Quesada.

EStimado Malapalabrero, ¿por qué gastarse una ‘china’ o más en cortinas encubridoras que tarde o temprano infestará el seno familiar rociándolo de insensibilidad social. ¿Desde cuándo se viene olvidando esto de que uno es lo que lee?

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