LA ECONOMIA MUNDIAL NO SE HUNDIRA EN UNA NUEVA RECESION, SEÑALA FMI

EL COMERCIO JULIO 9, 2009

La economía mundial no se hundirá en una nueva recesión, señala FMI

12:41 | Así lo señaló el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, tras indicar que aumento del desempleo es preocupante en los próximos alños

L’AQUILA, Italia (Agencias)).- La economía mundial no volverá a hundirse en una nueva recesión, dijo el jueves el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn.

En la cumbre del G-8 y de las potencias emergentes que se realiza en Italia, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de una recaída de la economía global, el jefe del FMI dijo: “nuestra mejor proyección no es esa. Creemos que la recuperación tendrá lugar en el primer trimestre de 2010”.

Agregó que “todavía existen algunos riesgos a la baja. Uno es bien conocido: es lo que está pasando en el sector financiero (...) el proceso de retornar a la normalidad en términos del crédito aún está en juego”.

Strauss-Kahn señaló que el aumento del desempleo es “una gran preocupación” para los próximos años. “Aunque regrese el crecimiento, lo que todo el mundo predice y nosotros confirmamos (...), el desempleo va a aumentar tanto en los países desarrollados como en ciertas economías emergentes”, declaró.

Según la última estimación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de desempleados en todo el mundo podría haber aumentado en 39 millones desde 2007.
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EL COMERCIO JUNIO 28, 2009

¿El fin de la era de predominio del dólar?

16:02 | Especialistas afirman que las monedas regionales saldrán fortalecidas tras la crisis

Basilea, Suiza (Reuters) . El dólar estadounidense tendrá que compartir el escenario global con divisas regionales fuertes como el yuan chino y el real brasileño en el futuro, dijo el domingo el gobernador del Banco Central de Argentina, Martín Redrado.

En una entrevista con Reuters Televisión en la ciudad suiza de Basilea, Redrado dijo que el dólar no dejaría de ser usado como moneda de reserva, pero que otras divisas tendrían mayor importancia.

“El yuan tendrá un rol en Asia con el yen, obviamente el euro, en Sudamérica probablemente el real (...) de modo que estamos viendo un mundo en el que el dólar seguirá siendo la moneda líder, pero será un enfoque mucho más compartido”, expresó.

China, con las más grandes reservas mundiales en moneda extranjera, renovó su llamado el viernes para la creación de una moneda de reserva súper-soberana para reducir el dominio mundial del dólar, una divisa que dijo había empeorado la crisis financiera.

Redrado dijo que los llamados de China por una moneda mundial alternativa eran factibles y debían ser explorados, aunque dudaba que el Derecho Especial de Giro (DEG) del FMI tomara el lugar del dólar.

“El Derecho Especial de Giro podría ser una moneda alternativa pero creo que será más bien una cesta de monedas lo que estamos viendo”, sostuvo.

Banqueros centrales de todo el mundo se están reuniendo en la sede del BIS en Suiza este fin de semana para reuniones anuales y Redrado dijo que la inestabilidad de la divisa era un tema de preocupación.

Algunos países estaban devaluando sus monedas y esto “es un tema delicado porque podrías estar llevando la crisis o las turbulencias a tu vecino”.
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LA PRIMERA 22 de septiembre de 2008

“Modelo neoliberal se fue al tacho”

(1) La construcción de carreteras debe ser el motor de la economía, manifiesta el especialista. (2) Según García, la crisis estaba más cantada que ‘La Cumparcita’. (3) “Esta crisis es la más grave del sistema capitalista”, sostiene Gonzalo García.

El economista Gonzalo García, quien fue miembro del directorio del Banco Central de Reserva (BCR) durante el gobierno de Alejandro Toledo, analiza en esta entrevista la profundidad de la crisis económica mundial que ha remecido el sistema financiero internacional y sus repercusiones en el Perú. Su primera conclusión es que esta crisis representa el final del modelo neoliberal. García cuestiona con severidad la política económica del actual gobierno, advierte que las medidas que está tomando para enfrentar la crisis mundial ahondarán los problemas y critica duramente al actual directorio del BCR, al que acusa de falta de manejo y credibilidad.

¿Cuál es la magnitud de esta crisis económica mundial, que ya ha producido una serie de quiebras en el sistema financiero norteamericano?
Lo que está ocurriendo en Estados Unidos es una catástrofe. Esta crisis es considerada como la más grave del sistema capitalista desde la gran depresión de los años treinta.

¿Estamos en el punto más grave de la crisis o sólo en el comienzo?
Esto ha sido como la bomba atómica. Ha explotado el sistema, que es el momento más grave, pero ahora se vienen los efectos de la crisis: recesión, deflación, quiebras, desempleo. La crisis no va a durar menos de un año y van a haber altísimos costos, que van a afectar seriamente los ahorros de las familias. Se habla de inyectarle aproximadamente un billón de dólares al sistema financiero. Ese dinero hay que crearlo y eso significa que se viene un alza de las tasas de interés y si eso ocurre se muere una generación completa de empresas que no van a poder sostener sus obligaciones financieras. Esto va a crear una onda deflacionaria a nivel mundial, debido a una caída de los precios.

¿Cómo quedan los neoliberales después de que Bush, abanderado del libre mercado, respondiera a la crisis con la intervención del Estado en la economía?
En los hechos se ha dado una estatización de la economía norteamericana. Esto ha dejado en ridículo a todo el coro neoliberal. Lo que está ocurriendo es que Bush se tiene que rendir ante la evidencia de la crisis y la imposibilidad de la economía de autorregularse y la vacuidad del discurso neoliberal. Esto ha echado a la basura el discurso neoliberal con el que han estado engañando a la gente.

¿Qué futuro tiene el modelo neoliberal después de esta crisis?
La crisis lo ha tumbado. Esto es la liquidación abrumadora de todos los postulados neoliberales. Esta es una crisis terminal del neoliberalismo. No entiendo cómo algunos bellacos siguen acomodando el discurso neoliberal para tratar de entender una crisis que significa la destrucción de todo lo que han dicho.

Si es una crisis terminal del modelo neoliberal entonces, ¿qué se viene después de la crisis?
Una economía regulada. Esa regulación puede ser estatal, institucional, social, pero todos coinciden en que se requiere una autoridad que regule la economía.

¿Qué efectos va a tener esta crisis en el Perú?
El efecto mundial de la crisis va a ser una deflación global y una tendencia a la recesión, lo que va a impactar directamente en la demanda y los precios de las exportaciones peruanas, basadas fundamentalmente en los minerales, con lo que el sector público va a tener menos ingresos. De otro lado, las exportaciones no tradicionales ya no van a tener mercados y van a tener que buscarse mercados dentro del país. También van a bajar las remesas en dólares que llegan al país. Otro efecto va a ser el retiro de las inversiones extranjeras. En un primer momento el dólar se va a revaluar, pero el tipo de cambio va a oscilar y eso va a generar incertidumbre. La economía se va a enfriar. El próximo año el crecimiento va a bajar al menos tres puntos del PBI.

Con esta crisis está bajando el precio del petróleo y subirá el del oro, lo que va a beneficiar a la economía peruana…
Sin duda eso es positivo, pero no va a compensar los efectos negativos de la crisis.

¿Qué debe hacer el Perú para enfrentar esta crisis?
Debe orientar su crecimiento hacia adentro y hacia América Latina, a través de la construcción de infraestructura vial. Eso debió hacerse hace tiempo, porque esta crisis está más cantada que ‘La Cumparcita’, pero no se hizo. Con la crisis encima, ahora debe apoyarse a los sectores que producen alimentos para crear lo que se llama soberanía alimentaria y se debe invertir en construir carreteras para unir los mercados internos…

Pero eso pasa por inversión pública y el gobierno está en una etapa de reducción de la inversión pública.
Eso pasa por varias modalidades de inversión, una de ellas pública, efectivamente, pero también por concesiones y fórmulas público-privadas. Hay que llevar las inversiones en carreteras a su máxima potencialidad. Detrás de las carreteras hay una serie de industrias, como la del fierro o el cemento. La construcción de carreteras debe ser el motor de la economía. El Estado tiene que ser un vector principal de inversión, un elemento dinámico acompañado del sector privado.

¿Cómo queda con esta crisis la apuesta que hizo el gobierno por el TLC con Estados Unidos como factor clave del crecimiento económico?
Queda liquidada. Lo primero que va a hacer el próximo gobierno norteamericano es echarle candado a los TLC, porque Estados Unidos va a cerrar sus mercados para enfrentar la recesión.

¿Vamos a pagar el error de sacrificar nuestras relaciones con la región a cambio del TLC con Estados Unidos?
Así es. Nos olvidamos del Mercosur, de la Comunidad Andina, miramos por encima del hombro a nuestros socios de la región, y ahora en esta crisis vemos que esos son nuestros mercados naturales. Hay que recomponer las relaciones económicas con la región. Podemos crear las condiciones de expansión de nuestra economía vinculándola a los países de la región.

“Las horas del ministro de Economía están contadas”

El presidente del BCR, Julio Velarde, ha dicho que como consecuencia de la caída de precios por la crisis mundial la inflación podría reducirse prácticamente a cero…
Eso es cierto, pero lo que él no dice es que si los precios caen y el próximo mes la inflación es cero, lo que se le viene al Perú es una deflación, lo que va a producir que el precio de venta sea inferior al costo de producción. Eso puede estar muy bien en el corto plazo para los consumidores, pero produciría la quiebra de prácticamente todo el aparato productivo y la pérdida de ingresos y empleos.

¿Cómo evalúa la actual gestión del BCR?
Constitucionalmente el BCR es el responsable de la estabilidad de los precios, pero todos opinan sobre la inflación menos el BCR. Esto demuestra una falta de conducción. El actual directorio del BCR le quitó seriedad a la política cambiaria y ha perdido credibilidad. Eso crea expectativas inflacionarias. En los últimos tres años la inflación ha sido mayor que lo previsto por el BCR. Se le debe exigir al directorio del BCR que cumpla con los niveles inflacionarios que ha previsto y si no consigue eso, entonces debe irse.

¿Qué opina de la estrategia del gobierno de enfrentar la crisis económica bajando aranceles y reduciendo el gasto público?
Con la baja de aranceles no sólo no han bajado los precios, sino que han subido. Nadie se explica por qué se han bajado los aranceles a los yates o automóviles de lujo, que sólo beneficia a un grupo de gente adinerada. Con la baja de aranceles el Estado ha dejado de percibir una cantidad muy importante de ingresos. El actual ministro de Economía es un especialista en reducir el gasto público, a eso se ha dedicado muchos años en el Fondo Monetario Internacional. En Rusia hizo eso y casi logra que los comunistas retornen al poder. En un contexto de recesión y deflación mundial como el actual, lo que debe hacerse es subir los aranceles y aumentar el gasto público; es decir, todo lo contrario a lo que el gobierno está haciendo. Para tener más recursos el gobierno debe poner un impuesto a las sobreganancias de las mineras y otras empresas. El equipo económico de Valdivieso es el mismo que estuvo durante el gobierno de Fujimori y de Belaunde, y con esta fórmula de bajar aranceles y reducir gasto público produjo las crisis de 1982 y 1995, y ahora nos está llevando a una tercera crisis. Las horas del ministro de Economía hay que contarlas con los dedos.

Entrevista: Carlos Noriega
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PERUANO 11 de septiembre de 2008

PERSPECTIVA. POLÍTICAS INTERNAS PARA MINIMIZAR EL IMPACTO DE ESA CRISIS EN EL PERÚ SON PRUDENTES
EE UU sigue en ojo de la tormenta

Todo hace prever que en 2009 seguirá la volatilidad en los precios
Estiman que situación estadounidense empeorará próximo año
SONIA DOMÍNGUEZ DOMÍNGUEZ
sdominguez@editoraperu.com.pe

Con el rescate de las dos gigantes del crédito hipotecario, Fannie Mae y Freddie Mac, el gobierno de Estados Unidos dio un paso sin precedentes en la intervención del sector financiero, en una clara apuesta por calmar el enfermizo mercado inmobiliario y aliviar el golpeado crédito global.
Para el jefe de estudios económicos de la consultora Maximixe, Carlos Valderrama, la intervención confirma que Estados Unidos está pasando por una gran crisis.

“El no intervenir hubiera implicado que las cosas están aterrizando suavemente, pero esta intervención confirma el mal estado de las cosas”, comentó.
Con esta operación, agregó, la bolsa estadounidense atenuará su caída en los primeros días de la medida, pero mantendrá su tendencia a la baja debido a que las perspectivas de desaceleración de la economía estadounidense se mantienen.

Por su parte, el gerente de estudios económicos del Scotiabank, Guillermo Arbe, advirtió que la envergadura de la crisis financiera en Estados Unidos es más grande de lo que se esperaba.
“La delicada situación del sistema financiero va a empeorar en Estados Unidos, ello afectará su crecimiento y hará que la política monetaria de ese país sea expansiva”, dijo.

Impacto
Valderrama dijo que evaluando variables reales en Estados Unidos, se ve que el empleo se sigue deteriorando. “Estados Unidos está llegando a un nivel récord de desempleo”.

Además, con esta intervención, que reduce el riesgo pero no soluciona el problema, la economía estadounidense amplía su déficit fiscal. “El problema de fondo se mantiene”, acotó.
Inclusive, refirió que hace un par de semanas diversos analistas habían pensado que la tasa de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos había tocado fondo, pero al ver las tasas de desempleo esa opinión cambió.

Consideró que una nueva rebaja en esa tasa para reactivar su economía tendrá un impacto en nuestra economía.
“Emitiría una señal con la cual el Banco Central de Reserva (BCR) podría elevar su tasa y se ampliaría la diferencial entre ambas. Ello ejercería presión para que el tipo de cambio nuevamente descienda”, comentó.

Precios
De acuerdo con Arbe, la forma en que esa crisis afecta al Perú es mediante los canales de precios más que a través de las exportaciones. “Es el factor que está tras el desorden de los mercados internacionales. Es lo que está detrás de la inflación, de la volatilidad en el precio de los metales y de la volatilidad en los mercados cambiarios”, aseveró.

Consideró que esa volatilidad se mantendrá. Eso implica que vamos a entrar a 2009 con mucha incertidumbre sobre los precios al que nos importan, sobre los precios de los metales, los precios de los productos agrícolas y los tipos de cambio.

Con la volatilidad de estos precios las empresas no sabrán cuáles serán los precios a los cuales pueden vender sus productos ni los costos que enfrentarán. “Esa falta de visibilidad afectará sus decisiones y los hará más cautelosos”, advirtió.
El Scotiabank proyecta que la economía crecerá este año 8.9%. En 2009 lo hará en 7%, pero si el entorno internacional fuera el normal podría crecer entre 8.0% y 8.5%. “Esa es más o menos la magnitud de lo que estaría afectando el entorno internacional”, acotó Arbe.

Valderrama estimó que el próximo año nuestra economía se verá más afectada por la situación externa. “No sólo por lo que sucede en la economía estadounidense sino también por lo que está pasando con la Unión Europea.”
Por esta razón, prevé una desaceleración en el crecimiento de la economía el próximo año. “En 2009 la producción estaría creciendo entre 6% y 7%”, comentó.

Respuesta
En lo que concierne a la política económica local, Valderrama dijo que se están tomando las acciones necesarias para minimizar el impacto del factor externo en nuestra economía.
“En lo que concierne al país, se está desacelerando la demanda interna, que es uno de los principales factores que explica la inflación”, dijo.
No obstante, consideró que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) está reaccionando un poco tarde.

El jefe de estudios económicos de Maximixe aseveró que el MEF debió haber tomado acciones en paralelo con el Banco Central de Reserva (BCR). “A nuestro parecer hay un divorcio entre estas dos entidades. Creo que debería haber una mayor coordinación entre ambas”, dijo.

Comentó que las cosas se están haciendo bien, pero no tan rápido como debería ser ni con la agresividad que se espera. “Pero vamos por buen camino”, concluyó.
¿Qué son Fannie Mae y Freddie Mac?
Son compañías que cotizan en Bolsa de EE UU y que están patrocinadas por su Congreso para brindar financiamiento en el mercado de la vivienda.

En inglés, las siglas Fannie Mae significa Asociación Nacional Federal de Hipotecas; mientras que Freddie Mac significa Corporación Federal de Hipotecas para Viviendas.
Incluyendo los bonos hipotecarios que garantiza, el registro de todos los negocios de Fannie Mae en mayo alcanzó por primera vez los 3 billones de dólares, el doble que a principios del 2002.

Si a eso se le suman las inversiones de Freddie Mac por 2.2 billones de dólares en títulos respaldados por hipotecas, ambas empresas abarcan casi la mitad de todo el mercado hipotecario de Estados Unidos.

Ajustes en la Fed
De acuerdo con Arbe es complicado prever cómo actuará la Reserva Federal de EE UU para atender esta crisis. “Es posible que baje sus tasas de referencia pero lo dudo, porque en términos reales ya está en niveles negativos, lo cual no es sostenible”, comentó.

Explicó que si se bajara la tasa de interés nominal la real caerá más y eso terminaría siendo más inflacionario y más distorsionante. “Tampoco la pueden subir. Por lo menos deben mantenerla”, subrayó.
En el aspecto local, dijo que el BCR está aplicando una política prudente. “Por algo la inflación en el Perú es la más baja en comparación con otros países de la región y del mundo.”
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GATOENCERRADO AGOSTO 28, 2008

EEUU: Alza de combustibles reduce muertes por accidentes de tránsito

Los precios de la gasolina han subido tanto que muchas personas se están absteniendo de usar sus vehículos en Estados Unidos. Ello ha llevado la tasa de muertes en accidentes de tránsito a sus niveles más bajos desde 1961, cuando la cifra de fallecidos en calles, autopistas y carreteras fue de 36,200 muertes.

Con la gasolina superando los cuatro dólares el galón ($1.05 por litro), muchos estadounidenses han cambiado sus hábitos de conducir, según el Instituto de Investigación del Transporte de la Universidad de Michigan.

El estudio del instituto, que cubre los 12 meses que concluyen en abril, determinaron una correlación inversa entre los precios de la gasolina y las muertes en accidentes de tránsito: a gasolina más costosa, menos muertes en accidentes en las carreteras.

La gran sorpresa, dijo el profesor Michael Sivak, autor del estudio, fue la enorme declinación de muertes por accidentes de tránsito en marzo y abril, cuando los precios de la gasolina superaron los $3.2 por galón ($0.84 por litro).

Durante los 10 meses previos, las muertes en accidentes de tránsito bajaron un 4.2 por ciento en promedio comparado con el año anterior. Según los datos de Sivak, las muertes se redujeron 22.1 por ciento en marzo y 17.9 por ciento en abril del 2008.

La declinación en las muertes por accidentes de tránsito sugiere que los conductores, dijo Sivak, llegaron a lo que se denomina ''el punto de inflexión'' en su conducta.

Eso no sólo cambió la cantidad de horas que pasa un individuo al volante, sino dónde, cuándo y cómo maneja, agregó el investigador. Según Sivak, los primeros datos sobre mayo y junio muestran tendencias similares.

''Existe algo más que la simple reducción en la conducción que debe ser tomado en cuenta como una explicación de por qué se ha reducido tanto la cifra de víctimas'' por accidentes de tránsito, dijo Sivak.

Otros expertos han señalado que las personas más afectadas por los altos precios del combustible son los adolescentes y los ancianos, los sectores que registran las tasas más altas de accidentes en las carreteras.

Sivak pronosticó que las muertes en las carreteras de Estados Unidos este año serán inferiores a los 37,000 por primera vez desde 1961, si continúan las tendencias de marzo y de abril.

En 1972, las muertes por accidentes de tráfico llegaron a un récord de 55,600. El promedio de los últimos años ha sido de 42,000 muertes anuales por accidentes de tráfico.
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-----Mensaje original-----
De: noticiaslatinas@yahoogroups.com [mailto:noticiaslatinas@yahoogroups.com] En nombre de Salvador Tio
Enviado el: Martes, 20 de Mayo de 2008 03:00 p.m.
Asunto: [Noticias Latinas] El hundimiento del centro del mundo

El hundimiento del centro del mundo

Estados Unidos entre la recesión y el colapso

Mayo 2008
Jorge Beinstein
jorgebeinstein@yahoo.com

La recesión se ha instalado en los Estados Unidos, los subsidios alimentarios que
cubrían a unas 26 millones y medio de personas en 2006 subieron en 2007 a 28
millones, nivel nunca alcanzado desde los años 1960. Recientemente la OCDE ha
revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía estadounidense asignándole una expansión igual a cero para el primer semestre del año actual, por su parte el FMI acaba de hacer un pronóstico aún más grave incluyendo períodos de crecimiento negativo.

Estos organismos venían bombardeando a los medios de comunicación (que a su vez bombardeaban al planeta) con pronósticos optimistas basados en la supuesta fortaleza de la economía norteamericana; sostenían que no habría recesión y que lo peor podría ser un crecimiento bajo rápidamente desbordado por una nueva expansión... si ahora admiten la recesión es porque algo mucho peor está en el horizonte.

Bajo la apariencia de varias crisis convergentes se despliega ante nuestros ojos el
final de lo que deberíamos mirar como el primer capítulo de la declinación del
Imperio norteamericano (aproximadamente 2001-2007) y el comienzo de un proceso turbulento disparado por el salto cualitativo de tendencias negativas que se fueron desarrollando a lo largo de períodos de distinta duración.

De todos modos las malas noticias financieras, energéticas y militares no parecen
aplacar los delirios mesiánicos de Washington sino todo lo contrario, es como si
Bush y sus halcones no fueran a dejar la Casa Blanca dentro de unos pocos meses.

Siguen amenazando a gobiernos que no se someten a sus caprichos, insinúan nuevas guerras y afirman querer prolongar indefinidamente las ocupaciones de Irak y Afganistán, incluso un ataque devastador contra Iran todavía es posible. De tanto en tanto emerge una nueva ola de rumores bélicos apuntando hacia Iran por lo general originados en declaraciones o trascendidos de altos funcionarios del gobierno, un ataque contra ese país tendría consecuencias inmediatas catastróficas para la economía mundial, el precio del petróleo se dispararía hacia las nubes, el sistema financiero global pasaría a una situación caótica y la recesión imperial se convertiría en ultra recesión encabezada por un dólar en caída libre.

Tal vez algunos estrategas del Pentágono y del círculo de halcones mas radicalizados estén imaginando un gran fuego mundial purificador del que emergería victoriosa la nación elegida por Dios: los Estados Unidos de América.

Se trata de una locura pero forma parte de la configuración psicológica de una porción importante de la elite dominante atravesada por una corriente letal que combina virtualismo, omnipotencia, desesperación y furia ante una realidad cada día menos dócil.

En los grandes centros de decisión económica actualmente domina la incertidumbre que se va convirtiendo en pánico; el fantasma del colapso comienza a asomar su rostro. Mientras tanto la autoridades económicas norteamericanas inyectan masivamente liquidez en el mercado, otorgan subsidios fiscales e improvisan costosos salvatajes a las instituciones financieras en bancarrota intentando suavizar la recesión sabiendo que de ese modo aceleran la inflación y la caída del dólar: su margen de maniobras es muy pequeño, la mezcla de inflación y recesión hace completamente ineficaces sus instrumentos de intervención.

La palabra "colapso" fue apareciendo con creciente intensidad desde fines del año pasado en entrevistas y artículos periodísticos muchas veces combinadas con otras expresiones no menos terribles, en algunos casos adoptando su aspecto más popular (derrumbe, muerte, caída catastrófica) y en otros su forma rigurosa, es decir como sucesión irreversible de graves deterioros sistémicos, como decadencia general. Paul Craig Roberts (que fue en el pasado miembro del staff directivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y editor de Wall Street Journal) publicó el 20 de marzo un texto titulado “El colapso de la potencia americana” donde describe los rasgos decisivos de la declinación integral de los Estados Unidos (1), el 27 de marzo “The Economist” titulaba “Esperando el arnagedon” a un articulo referido a la marea irresistible de bancarrotas empresarias norteamericanas.

El 14 de marzo “The Intelligencer” titulaba “Expertos internacionales pronostican el colapso de la economía norteamericana” donde recogía las opiniones entre otros de Bernard Connelly del Banco AIG y de Martin Wolf, columnista del Financial Times.

El 3 de abril Peter Morici en una nota aparecida en “Counterpunch” señalaba que
“es imposible negar que la economía (estadounidense) ha entrado en una recesión cuya profundidad y duración son impredecibles” (2). A modo de conclusión el 14 deabril Financial Times publicaba un articulo de Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos donde señalaba que “la era unipolar, periodo sin precedentes de dominio estadounidense, ha terminado. Duro unas dos décadas, algo más de un instante en términos históricos” (3).

Una prolongada degradación

Para entender lo que está ocurriendo así como sus posibles desarrollos futuros es
necesario tomar en cuenta fenómenos que han modelado el comportamiento de la
sociedad norteamericana durante las últimas tres décadas generando un proceso más amplio de decadencia social.

En primer lugar el deterioro de la cultura productiva gradualmente desplazada por
una combinación de consumismo y prácticas financieras. La precarización laboral
incentivada a partir de la presidencia de Reagan buscaba disminuir la presión
salarial mejorando así la rentabilidad capitalista y la competitividad internacional de la industria, pero a largo plazo degradó la cohesión laboral, el interés de los
asalariados hacia las estructuras de producción.

Ello derivó en una creciente ineficacia de los procesos innovativos que pasaron a ser cada vez más difíciles y caros comparados con los de los principales competidores globales (europeos, japoneses, etc.). Uno de sus resultados fue el déficit crónico y ascendente del comercio exterior (2 mil millones de dólares en 1971, 28 mil millones en 1981, 77 mil millones en 1991, 430 mil millones en 2001, 815 mil millones en 2007).

Mientras tanto se fue expandiendo la masa de negocios financieros absorbiendo
capitales que no encontraban espacios favorables en el tejido industrial y otras
actividades productivas. Las empresas y el Estado demandaban esos fondos, las
primeras para desarrollarse, concentrase, competir en un mundo cada vez más
duro, y el segundo para solventar sus gastos militares y civiles que cumplían un
papel muy importante en el sostenimiento de la demanda interna.

Recordemos por ejemplo las erogaciones descomunales motivadas por la llamada "Iniciativa de Defensa Estratégica" (mas conocida como "Guerra de las Galaxias") lanzada por Reagan en 1983 en el momento en que la desocupación superaba el 10% de la Población Económicamente Activa (la cifra más alta desde el fin de la Segunda Guerra Mundial).

Un segundo fenómeno fue la concentración de ingresos, hacia comienzos de los años 1980 el 1 % más rico de la población absorbía entre el 7 % y el 8 % del Ingreso Nacional, veinte años después la cifra se había duplicado y en 2007 rondaba el 20 %: el más alto nivel de concentración desde fines de los años 1920, por su parte el 10 % mas rico paso de absorber un tercio del Ingreso Nacional hacia mediados de los años 1950 a cerca del 50% en la actualidad (4).

Contrariamente a lo que enseña la “teoría económica” dicha concentración no derivó en mayores ahorros e inversiones industriales sino en más consumo y más negocios improductivos que con la ayuda del boom de las tecnologías de la información y la comunicación engendraron un universo semi-virtual por encima del mundo, casi mágico, donde fantasía y realidad se mezcla caóticamente. Por allí navegaron (y aún navegan) millones de norteamericanos, en especial las clases superiores.

Enlazado a lo anterior irrumpió un proceso, casi imperceptible primero pero luego
arrollador de desintegración social uno de cuyos aspectos más notables es el incremento de la criminalidad y de la subcultura de la transgresión, abarcando a los más variados sectores de la población, acompañada por la criminalización de pobres, marginales y minorías étnicas.

Actualmente las cárceles norteamericanas son las más pobladas del planeta, hacia 1980 alojaban unos 500 mil presos, en 1990 cerca de 1.150.000, en 1997 eran 1.700.000 a los que había que agregar 3.900.000 en libertad vigilada (probation, etc.), pero a fines de 2006 los presos sumaban unos 2.260.000 y los ciudadanos en libertad vigilada unos 5 millones; en total más de 7.200.000 norteamericanos se encontraban bajo custodia judicial (5).

En abril de 2008 un articulo aparecido en el New York Times señalaba que los
Estados Unidos con menos del 5 % de la población mundial alojan al 25 % de todos los presos del planeta, uno de cada cien de sus habitantes adultos se encuentran encarcelados; es la cifra más alta a nivel internacional (6).

Militarización y decadencia estatal

Otro fenómeno a tomar en cuenta es la larga marcha ascendente del Complejo
Industrial Militar, área de convergencia entre el Estado, la industria y la ciencia que se fue expandiendo desde mediados de los años 1930 atravesando gobiernos
demócratas y republicanos, guerras reales o imaginarias, períodos de calma global o de alta tensión.

Algunos autores, entre ellos Chalmers Johnson, consideran que los gastos militares han sido el centro dinámico de la economía norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial hasta las guerras eurasiáticas de la administración Bush-Cheney pasando por Corea, Vietnam, la Guerra de las Galaxias y Kosovo.

Según Johnson, que define a la estrategia sobre determinante seguida en las últimas siete décadas como "keynesianismo militar", el gasto bélico real del ejercicio fiscal 2008 superaría los 1,1 billones (millones de millones) de dólares, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial (7).

Estos gastos han ido creciendo a lo largo del tiempo involucrando a miles de empresas y millones de personas, de acuerdo a los cálculos de Rodrigue Tremblay en el año 2006 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos empleó a 2.143.000 personas, mientras que los contratistas privados del sistema de defensa empleaban a 3.600.000 trabajadores (en total 5.743.000 puestos de trabajo) a los que hay que agregar unos 25 millones de veteranos de guerra. En suma, en los Estados Unidos unas 30 millones de personas (cifra equivalente al 20 % de la Población Económicamente Activa) reciben de manera directa e indirecta ingresos provenientes del gasto público militar (8).

El efecto multiplicador del sector sobre el conjunto de la economía posibilitó en el
pasado la prosperidad de un esquema que Scott MacDonald califica como "the guns and butter economy", es decir una estructura donde el consumo de masas y la industria bélica se expandían al mismo tiempo (9). Pero ese largo ciclo esta llegando a su fin; la magnitud alcanzada por los gastos bélicos los ha convertido en un factor decisivo del déficit fiscal causando inflación y desvalorización internacional del dólar.

Además su hipertrofia otorgó un enorme peso político a elites estatales (civiles y
militares) y empresarias que se fueron embarcando en un autismo sin contrapesos
sociales.

La creciente sofisticación tecnológica paralela al encarecimiento de los sistemas de armas alejó cada vez más a la ciencia militarizada de sus eventuales aplicaciones civiles afectando negativamente la competitividad industrial. Esta separación ascendente entre la ciencia-militar (devoradora de fondos y de talentos) y la industria civil llegó a niveles catastróficos en el período terminal de la ex Union Soviética, ahora la historia parece repetirse.

A todo esto se agrega un acontecimiento aparentemente inesperado, las guerras de Irak y Afganistán y de manera indirecta el fracaso de la ofensiva israelí en el Líbano muestran la ineficacia operativa de la súper compleja (y súper cara) maquinaria bélica de última generación puesta en jaque por enemigos que operan de manera descentralizada y con armas sencillas y baratas. Planteando una grave crisis de percepción (una catástrofe psicológica) entre los dirigentes del Complejo Industrial Militar de los Estados Unidos y de la OTAN (en la historia de las civilizaciones no es esta la primera vez que ocurre un fenómeno de este tipo).

Ahora bien, la hipertrofia-crisis de la militarización esta estrechamente asociada
(forma parte de) la decadencia del Estado expresada por el repliegue de su
capacidad integradora (declinación de la seguridad social, predominio de la cultura
elitista en sus centros de decisión, etc.), la degradación de la infraestructura y por un déficit fiscal crónico y en aumento que ha derivado en una deuda pública

gigantesca.

Si nos remitimos a las últimas cuatro décadas los superávit fiscales
constituyen una rareza, desde los años 1970 los déficit fueron creciendo hasta

llegar a comienzos de los 1990 a niveles muy altos, sin embargo Clinton se despidió a fines de esa década con algunos superávit que observados desde un enfoque de largo plazo aparecen como hechos efímeros. Pero desde la llegada de George W. Bush el déficit regresó alcanzando cifras sin precedentes: 160 mil millones de dólares en 2002, 380 mil millones en 2003, 320 mil millones en 2005...

Nos encontramos ahora frente a un estado imperial cargado de dudas, cuyo
funcionamiento depende ya no solo del sistema financiero nacional sino también
(cada vez más) del financiamiento internacional, le hubiera resultado
extremadamente difícil a la Casa Blanca lanzarse a su aventura militar asiática sin
las compras de sus títulos por parte de China, Japón, Alemania y otras fuentes
externas.

La dependencia energética

A lo anterior es necesario agregar la dependencia petrolera, hacia 1960 los Estados Unidos importaban el 16 % de su consumo, actualmente llega al 65 %. Durante mucho tiempo pudieron importar a precios bajos pero ahora la situación ha cambiado, la producción mundial de petróleo se esta acercando a su máximo nivel (dentro de muy poco tiempo comenzará a descender) lo cual combinado con el debilitamiento del dólar esta llevando el precio a niveles nunca antes alcanzados.

Y el reemplazo parcial de combustible de origen fósil por bio-combustibles (en el que también están empeñadas la otras grandes potencias industriales) reduce la disponibilidad relativa global de tierras agrícolas para la producción de alimentos lo que provoca la suba general de los precios de los productos de la agricultura, en
consecuencia el efecto inflacionario se amplifica.

Los Estados Unidos emergieron como un gran país industrial porque desde
comienzos del siglo XX fueron también la primera potencia petrolera internacional.

Al igual que Inglaterra durante el siglo XIX respecto del carbón, gozaron de una
ventaja energética que les permitió desarrollar tecnologías apoyadas en dicho
privilegio y competir exitosamente con el resto del mundo. Pero a mediados de los
años 1950 prestigiosos expertos norteamericanos como el geólogo King Hubbert
anunciaron el fin próximo de la era de abundancia energética nacional, según lo
anticipó Hubbert (en 1956) desde comienzos de los 1970 la producción petrolera
estadounidense comenzaría a declinar: así ocurrió.

La incapacidad de los Estados Unidos para reconvertir su sistema energético (tuvo
casi cuatro décadas para hacerlo) reduciendo o frenando su dependencia respecto
del petróleo puede ser atribuida en primer lugar a la presión de la compañías
petroleras que impusieron la opción de la explotación intensiva de recursos
externos, periféricos, que fueron sobrestimados.

Podría afirmarse en este caso que la dinámica imperialista forjó una trampa energética de la que ahora es victima el propio Imperio. El estado no desarrolló estrategias de largo plazo tendientes alahorro de energía, lo que probablemente habría desacelerado (no evitado) la crisis energética actual, no solo por la imposición del lobby petrolero sino también porque sus cúpulas políticas (demócratas y republicanas) se fueron sumergiendo en la cultura del corto plazo correspondiente a la era de la hegemonía financiera, subordinándose por completo a los intereses inmediatos de los grupos económicos dominantes.

Pero también deberíamos reflexionar acerca de los límites del sistema tecnológico
occidental-moderno que los estadounidenses exacerbaron al extremo. El mismo se ha
reproducido en torno de objetos técnicos decisivos de la cultura individualista (por ejemploel automóvil) que definen el estilo de vida dominante y a procedimientos productivos basados en la explotación intensiva de recursos naturales no renovables o en la destrucción de los ciclos de reproducción de los recursos renovables. Gracias a esa lógica destructiva el capitalismo industrial pudo en Europa desde fines del siglo XVIII independizarse de los ritmos naturales sometiendo brutalmente a la naturaleza y acelerando su expansión.

Ello aparecía ante los admiradores del progreso de los siglos XIX y XX como la gran proeza de la civilización burguesa, una visión más amplia nos permite ahora darnos cuenta que se trataba del despliegue de una de sus irracionalidades fundamentales que los Estados Unidos, el capitalismo más exitoso de la historia, llevó al más alto nivel jamás alcanzado.

Desequilibrios, deudas, caída del dólar

La pérdida de dinamismo del sistema productivo fue compensado por la expansión
del consumo privado (centrado en las clases altas), los gastos militares y la
proliferación de actividades parasitarias lideradas por el sistema financiero. Lo que
engendró crecientes desequilibrios fiscales y del comercio exterior y una
acumulación incesante de deudas públicas y privadas, internas y externas.

La deuda pública norteamericana pasó de 390 mil millones de dólares en 1970, a 930 mil millones en 1980, a 3,2 billones (millones de millones) en 1990, a 5,6 billones en 2000 para saltar a 9,5 billones en abril de 2008; por su parte la deuda total de los estadounidenses (pública más privada) rondaba en la última fecha mencionada los 53 billones de dólares (aproximadamente equivalente a Producto Bruto Mundial) de al 30 % del Producto Bruto Interno norteamericano) (10). El proceso fue coronado por una sucesión de burbujas especulativas que marcaron, desde los años 1990 a un sistema que consumía más allá de sus posibilidades productivas.

A partir de los años 1970-1980 es posible observar el crecimiento paralelo de
tendencias perversas como los déficit comercial, fiscal y energético, los gastos
militares, el número de presos y las deudas públicas y privadas. Todas esas curvas ascendentes aparecen atravesadas por algunas tendencias descendentes; por ejemplo la disminución de la tasa de ahorro personal y la caída del valor
internacional del dólar (que se aceleró en la década actual), expresión de la
declinación de la supremacía imperial.

La articulación de esos fenómenos nos permite esbozar una totalidad social
decadente a la que se incorporan (convergen) una gran diversidad de hechos de
distinta magnitud (culturales, tecnológicos, sociales, políticos, militares, etc.).

Esta visión de largo plazo ubica a la era de los halcones presidida por George. W.
Bush como una suerte de “salto cualitativo” de un proceso con varias décadas de
desarrollo y no como un hecho-excepcional o una desviación-negativa.
Nos encontraríamos ante la fase más reciente de la degradación del capitalismo
estatista-keynesiano iniciada en los años 1970 puntapié inicial de la crisis general
del sistema. La experiencia histórica enseña que esos despegues hacia el infierno
casi siempre debutan en medio de euforias triunfalistas donde detrás de cada señal de victoria se oculta una constatación de desastre.

La loca carrera militar sobre Eurasia estaba (está aún) en el centro del discurso acerca del supuesto combate victorioso contra un enemigo (terrorista) global imaginario que sumergió en el pantano a las fuerzas armadas imperiales, las expansiones desenfrenadas de la burbuja inmobiliaria y de las deudas eran ocultada por las cifras de aumento del Producto Bruto Interno y la sensación (mediática) de prosperidad.

El centro del mundo

Los Estados Unidos constituyen hoy el centro del mundo (del capitalismo global), su declinación no es solo la de la primera potencia sino la del espacio esencial de la interpenetración productiva, comercial y financiera a escala planetaria que se fue acelerando en las tres últimas décadas hasta conformar una trama muy densa de la que ninguna economía capitalista desarrollada o subdesarrollada puede escapar (salir de esa tupida red significa romper con la lógica, con el funcionamiento concreto del capitalismo integrado por clases dominantes locales altamente trans-nacionalizadas).

Durante la década actual la expansión económica en Europa, China más otros
países subdesarrollados y el modesto (efímero) fin del estancamiento japonés solían ser mostrados como el restablecimiento de capitalismos maduros y el ascenso de jóvenes capitalismos periféricos cuando en realidad se trató de prosperidades estrechamente relacionadas con la expansión consumista-financiera norteamericana. Estados Unidos representa el 25 % del Producto Bruto Mundial y es el primer importador global, en 2007 compró bienes y servicios por 2,3 millones de millones de dólares, es el principal cliente de China, India y Japón, Inglaterra, el primer mercado extra europeo de Alemania.

Pero es sobre todo en el plano financiero, área hegemónica del sistema internacional, donde se destaca su primacía. Por ejemplo, la red de los negocios con productos financieros derivados (más de 600 millones de millones de dólares registrados por el Banco de Basilea, es decir unas 12 veces el Producto Bruto Mundial) se articula a partir de la estructura financiera norteamericana, las grandes burbujas especulativas imperiales irradian al resto del mundo de manera directa o generando burbujas paralelas como fue posible comprobar con la experiencia reciente de la especulación inmobiliaria en los Estados Unidos y sus clones directos en España, Inglaterra, Irlanda o Australia e indirectos como la superburbuja bursátil china.

Si observamos el comportamiento económico de las grandes potencias comprobaremos en cada caso como sus esferas de negocios superan siempre loslímites de los respectivos mercados nacionales e incluso regionales cuya dimensión real resulta insuficiente desde el punto de vista del volumen y la articulación internacional de sus actividades. La Unión Europea está sólidamente atada a los Estados Unidos a nivel comercial e industrial y principalmente financiero, Japón agrega a lo anterior su histórica dependencia de las compras norteamericanas, por su parte China desarrolló su economía en el último cuarto de siglo sobre la base de sus exportaciones industriales a los Estados Unidos y a países, como Japón, Corea del Sur y otros, fuertemente dependientes del Imperio.

En fin, el renacimiento ruso gira en torno de sus exportaciones energéticas (principalmente dirigidas hacia Europa), su élite económica se fue estructurando desde el fin de la URSS multiplicando sus operaciones a escala transnacional en especial sus vínculos financieros con Europa occidental y los Estados Unidos. No se trata de simples lazos directos con el Imperio sino de la reproducción ampliada acelerada de una compleja red global de negocios, mercados interdependientes, asociaciones financieras, innovaciones tecnológicas, etc., que integra al conjunto de burguesías dominantes del planeta.

El mundo financiero hipertrofiado es su espacio de circulación natural y su motor geográfico son los Estados Unidos cuya decadencia no puede ser disociada del fenómeno más amplio de la llamada globalización, es decir la financierización de la economía mundial.

Podríamos visualizar al Imperio como sujeto central del proceso, su gran
beneficiario y manipulador, y al mismo tiempo como su objeto, producto de una
corriente que lo llevo hasta el más alto nivel de riqueza y degradación. Gracias a la
globalización los Estados Unidos pudieron sobre-consumir pagando al resto del
mundo con sus dólares devaluados imponiéndoles su atesoramiento (bajo la forma
de reservas) y sus títulos públicos que financiaron sus déficit fiscales. Aunque
también gracias al parasitismo norteamericano, europeos, chinos, japoneses, etc.,
pudieron colocar en el mercado imperial una porción significativa de sus
exportaciones de mercancías y de excedentes de capitales.

En ese sentido el parasitismo financiero, producto de la crisis de sobreproducción crónica, es a la vez norteamericano y universal, la otra cara del consumismo imperial es la reproducción de capitalismos centrales y periféricos que necesitan desbordar sus mercados locales para hacer crecer sus beneficios. Ello es evidente en los casos de Europa occidental y Japón pero también lo es en el de China que exporta gracias a sus bajos salarios (comprimiendo su mercado interno).

Lo que se está hundiendo ahora no es la nave principal de la flota (si así fuera,
numerosas embarcaciones podrían salvarse); solo hay una nave y es su sector
decisivo el que está haciendo agua.

Horizontes turbulentos e ilusiones conservadoras

Debemos ubicar en su contexto histórico a las actuales intervenciones de los
estados de los países centrales destinadas a contrarrestar la crisis. En los últimos
meses han proliferado ilusiones conservadoras referidas al posible desacople de
varias economías industriales y subdesarrolladas respecto de la recesión imperial
pero lo hechos van derrumbando esas esperanzas. Junto a ellas apareció la
fantasía del renacimiento del intervencionismo keynesiano: según dicha hipótesis el neoliberalismo (entendido como simple desestatización de la economía) sería un fenómeno reversible y nuevamente como hace un siglo el Estado salvaría al
capitalismo.

En realidad en las últimas cuatro décadas se ha producido en los países centrales un doble fenómeno: por una parte la degradación general de los estados que manteniendo su tamaño con relación a cada economía nacional quedaron sometidos a los grupos financieros, perdieron legitimidad social. Y por otra fueron progresivamente desbordados por el sistema económico mundial no solo por su trama financiera sino también por operaciones industriales y comerciales que burlaban los controles (cada vez mas flojos) de las instituciones nacionales y regionales.

En los Estados Unidos dicho proceso avanzó más que en ningún otro país
desarrollado, nunca fue abandonado el histórico keynesianismo militar por el
contrario el Complejo Militar-Industrial se hipertrofió articulándose con un conjunto
de negocios mafiosos, financieros, energéticos, etc., que se convirtió en el centro
dominante del sistema de poder apropiándose groseramente del aparato estatal hasta convertirlo en una estructura decadente.

En los países centrales el estado intervencionista (de raíz keynesiana) no necesita
regresar porque nunca se ha ido, a lo largo de las últimas décadas, obediente a las necesidades de las áreas más avanzadas del capitalismo, fue modificando sus

estrategias, apuntalando la concentración de ingresos y los desarrollos parasitarios, cambiando su ideología, su discurso (ayer integrador, social, productivista-industrial, hoy elitista, neoliberal y virtualista-financiero).

Es en el mundo subdesarrollado donde el estatismo retrocedió hasta ser triturado en numerosos casos por la ola depredadora imperialista, la desestatización fue su
forma concreta de sometimiento a la dinámica del capitalismo global. Allí el regreso al estado interventor-desarrollista de otras épocas es un viaje en el tiempo
físicamente imposible, las burguesías dominantes locales, sus negocios decisivos,
están completamente trans-nacionalizados o bien bajo la tutela directa de firmas
transnacionales.

Ahora en plena crisis quedan al descubierto los dos problemas sin solución a la vista del Estado desarrollado (imperialista): su degeneración estructural y su insuficiencia, su impotencia ante un mundo capitalista demasiado grande y complejo. Es lo que señala Richard Haas en el articulo arriba citado aunque sin decir que no se trata de una reconversión positiva sobre-determinante del capitalismo internacional lo que acorrala al estado norteamericano y a los otros estados centrales sino más bien de un fenómeno mundial negativo que de manera rigurosa deberíamos definir como decadencia global (económica-institucional-política-militar-tecnológica).

Es por ello que el paralelo ahora de moda en ciertos círculos de expertos entre la implosión soviética y la probable futura implosión de los Estados Unidos es totalmente insuficiente porque existe entre otras cosas una diferencia de magnitud decisiva, el hiper-gigantismo del Imperio hace que su hundimiento tenga un poder de arrastre sin precedentes en la historia humana. Pero también porque los Estados Unidos no constituyen “un mundo aparte” (marginado) sino el centro de la cultura universal (el capitalismo), la etapa más reciente de una larga historia mundial en torno de Occidente.

La inmensidad del desastre en curso, la extrema radicalidad de las rupturas que
puede llegar a engendrar, muy superiores a las que causó la crisis iniciada hacia
1914 (que dio nacimiento a un largo ciclo de tentativas de superación del
capitalismo y también al fascismo, intento de recomposición bárbara del sistema
burgués) genera reacciones espontáneas negadoras de la realidad en las elites
dominantes, los espacios sociales conservadores y más allá de ellos, pero la
realidad de la crisis se va imponiendo. Todo el edificio de ideas, de certezas de
diferente signo, construido a lo largo de más de dos siglos de capitalismo industrial
está empezando a agrietarse.
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(1), Paul Craig Roberts, “The collapse of American power”, Online Journal, 20-03-2008.

(2), Peter Morice, “Bush Administration Dithers While Rome Burns. The Deepening recesion”, Counterpunch, April 3, 2008.

(3), Richard Haass, “What follows American dominion?”, Financial Times, April 16, 2008.

(4), Center on Budget and Policy Priorities.

(5), U.S. Department of Justice - Bureau of Justice Statistics.

(6), Adam Liptak, “American Exception. Inmate Count in U.S. Dwarfs Other Nations”, The New York Times, April 23, 2008.

(7), Chalmers Johnson, "Going bankrupt: The US's greatest threat", Asia Times, 24 Jan 2008.

(8), Rodrigue Tremblay, "The Five Pillars of the U.S. Military-Industrial Complex", September 25, 2006, http://www.thenewamericanempire.com/tremblay=1038.htm.

(9), Scott B. MacDonald, "End of the guns and butter economy", Asia Times, October 31, 2007.

(10), Grandfader Economic Report (http://mwhodges.home.att.net/nat-debt).

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