INFORME.21: LOS 1,000 DIAS DE ALAN GARCIA

PERU 21 ABRIL 22, 2009

Informe.21: Los 1000 días de García

El presidente perdió la oportunidad de aprobar varias reformas fundamentales. El sur y el oriente del país le han dado la espalda a la gestión del gobierno aprista.

Alguien debería pasarle la voz al presidente Alan García. Alguien debería darle un codazo y avisarle. Hoy, que cumple 1,000 días de gestión, es bueno que sepa que el bus de las reformas trascendentales ya ha pasado por la estación de Palacio de Gobierno sin recoger pasajeros. Es más, ante la posibilidad de que el segundo mandato de García se convirtiera en un exigente rally, los peruanos nos hemos quedado con un presidente que ha preferidos los pedales a la Fórmula 1.

Basta una mirada rápida a los sectores que tienen relación diaria con los ciudadanos de a pie para confirmar lo dicho anteriormente. Si en octubre de 2006 el Gobierno inició un duradero conflicto con el Sutep al anunciar la implementación de la evaluación docente, y luego, en julio de 2007, consiguió que el Congreso aprobara la necesaria Ley de Carrera Magisterial para asegurar la calidad de la educación pública, ahora hay dudas de que esta se implemente pues el Ejecutivo no ha garantizado fondos para un financiamiento sostenido de la nueva escala salarial. Es decir, en educación nos pusimos el buzo, las zapatillas de correr y hasta hicimos calentamiento, pero no llegamos al estadio.

En salud pasa lo mismo. Hace 14 días, el presidente García promulgó la Ley de Aseguramiento Universal, una de las principales reformas propuestas en su plan de gobierno. La Asociación Médica, sin embargo, ya ha advertido que la norma es inaplicable porque no cuenta con el presupuesto necesario. Es decir, volvemos al “síndrome del corredor frustrado’.

El analista Santiago Pedraglio afirma que, durante los dos años y medio que lleva en Palacio, el jefe de Estado pecó de conservador y decidió mantenerse estático ante el espectáculo del crecimiento económico. “Tanta pelea con el Sutep para no implementar la Ley de la Carrera Magisterial. De nada sirvió el examen docente. El otro tema es la reforma administrativa. No se ha metido con esto, que es el paquete grande”, dice Pedraglio, quien aún prefiere darle el beneficio de la duda al Gobierno.

Quien ya no espera nada de este régimen es el periodista Juan Carlos Tafur. Su diagnóstico es demoledor. “La madre de todas las reformas es la del Estado, pero creo que este gobierno ni siquiera entiende de qué se trata”, señala, y advierte que no solo se ha congelado una serie de reformas sino que, en otras, como seguridad nacional o gasto social, se ha retrocedido.

El economista Pablo Secada comparte esta visión. Según su percepción, se ha priorizado la cantidad en el gasto público sin darle importancia a la calidad de la inversión. Para graficar el tema, pone como ejemplo el programa Juntos. Secada indica que este organismo pudo absorber a otros programas, como los desayunos escolares, el Vaso de Leche y el Pronaa, para que se tuviera un manejo más transparente de sus recursos. El problema, dice, es que los programas menores de nutrición cobran vida propia, generan cuotas de poder y son más susceptibles de ser usados para hacer proselitismo político. Ello explicaría el porqué de la negativa gubernamental a fusionar programas de asistencia.

TAN LEJOS DEL SUR. De otro lado, las consecuencias de la fatiga prematura del segundo gobierno aprista van dejando al mandatario sin respaldo en provincias. Pero en el sur del país se va quedando sin apoyo y sin oxígeno. En agosto de 2006, cuando García ya había asumido la Presidencia, todo el Perú –incluso las regiones que no votaron por él– le dieron un voto de confianza.

Una encuesta de Apoyo de esa fecha precisa que la costa norte le daba 76% de respaldo, la selva 65%, la sierra norte 58%, la sierra centro 53%, y una sierra sur llena de esperanza lo respaldaba en un 49%, a pesar de su histórico distanciamiento con el Apra.

Hoy, ese respaldo se ha diluido. En la última encuesta de Ipsos-Apoyo, en la que, dicho sea de paso, el jefe de Estado cae en casi todas las regiones (excepto en el norte), su aprobación en el sur es de 14%, y en el oriente, de 17%.

La periodista Patricia del Río y Pedraglio coinciden en señalar que, más allá de las reformas sectoriales, este es el verdadero vacío en los 1,000 días de gestión alanista: no haber lograr que las zonas más pobres de Cusco, Puno, Ayacucho y de todo el sur andino se sientan incluidas. “El sur sigue tan radical y tan abandonado como García lo encontró”, afirma Del Río. Pedraglio, por su parte, sostiene que esta “ceguera gubernamental” se debe a que el Gobierno se planteó como única estrategia de desarrollo una “alianza unilateral con la gran inversión” que terminó por aislarlo.

Si a esta visión se suman el poco liderazgo que ha demostrado el régimen en materia de lucha anticorrupción –como lo recuerda la directora de Proética, Cecilia Blondet– y la aparición de escándalos como la sobrevaluación en la compra de patrulleros y ambulancias, además de los “petroaudios’, los 1,000 días de García no hacen avizorar que el Gobierno esté por alcanzar sus metas, sino que –cual fondista envejecido– solo piensa en un retiro sin sobresaltos.

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