ALAN GARCIA PIDE QUE EE.UU. MIRE MAS HACIA EL SUR PARA SALIR DE LA CRISIS

EL COMERCIO ABRIL 21, 2009

EDITORIAL

Nuevo discurso de América Latina frente a EE.UU.

Aunque la quinta edición de la Cumbre de las Américas realizada en Trinidad y Tobago terminó sin una declaración conjunta suscrita por todos los presidentes asistentes a la cita, también es claro que el cónclave ha dejado cierto aire auspicioso en la región y en las relaciones con Estados Unidos, de enorme importancia sobre todo en la crítica coyuntura financiera que hoy golpea al mundo.

Sin duda, la asistencia del presidente Barack Obama y su predisposición al diálogo y a escuchar a todos —incluyendo a colegas antagónicos, como el de Venezuela—, dio un cariz diferente a esta cumbre de mandatarios que hace ya varios años cayó en la retórica política más aplastante, alejándose de los objetivos primigenios que originaron su creación.

Pero también tienen razón quienes sostienen que en comparación con reuniones similares, esta fue diferente porque la mayor parte de Sudamérica cambió el tono de sus demandas, para exigir un tratamiento más equitativo en el intercambio comercial con Norteamérica, en la consolidación de acuerdos bilaterales o regionales en las que las partes actúen como socios estratégicos, y en la lucha contra el narcotráfico y sus vinculaciones, problema frente al cual las responsabilidades son evidentemente compartidas, como lo ha reconocido la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton. Y es que sin el consumo de estupefacientes que se da en EE.UU., no habría producción en países como el nuestro.

Salvo los extremismos de quienes pretendieron resucitar en la cumbre viejos fantasmas del pasado, la región dio muestras de madurez y expuso un discurso realista, actuó a cuenta de los avances que ahora exhiben algunas de sus economías y subrayó que el trato con el continente tiene que ser más fluido; no más patio trasero de Estados Unidos, sino igualdad de condiciones.

En adelante, como ha señalado el presidente Alan García al referirse al caso peruano, la relación con el Gobierno Estadounidense no debe ser un pedido mendicante, sino un acuerdo basado en la igualdad en la compra de bienes y servicios, sobre todo de cara al tratado de libre comercio suscrito con nuestro país.

Asimismo, en cuanto al resto de Latinoamérica, de lo que se trata es que el gobierno de Barack Obama valore las potencialidades de esta parte del mundo que, en principio, ofrece un mercado de 500 millones de habitantes, actualmente con una capacidad de consumo mayor a la de otros países.

Esperemos que más allá de esta cumbre, el mandatario de EE.UU. siga apostando por el diálogo con sus pares latinoamericanos para instaurar verdaderamente esa “nueva diplomacia”, que se ha bautizado ya como la doctrina Obama. En principio, es positivo que reconozca que si bien su país es el más poderoso y próspero de la tierra, solo es una nación que no puede resolver los problemas mundiales pero sí escuchar la opinión de los demás. Si eso se cumple, se habrá dado el primer paso.

El segundo paso debería ser nombrar a un representante del departamento de Estado para América Latina, cargo que suprimió el anterior gobierno. El tercero es pasar de las palabras a los hechos para suscribir acuerdos conjuntos y enfrentar juntos la crisis económica, los proteccionismos, la migración, el déficit de energía, el cambio climático, la migración y el narcotráfico.
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EL COMERCIO ABRIL 20, 2009

Alan García pide que EE.UU. mire más hacia el sur para salir de la crisis

7:24 | Entrevista exclusiva en Puerto España. El mandatario intentó convencer a Barack Obama que EE.UU. recupere cuanto antes su velocidad de crecimiento.

Cecilia Rosales

PUERTO ESPAÑA. Hay un nuevo vecino en el barrio y parece que se cumplió la costumbre de recibirlo con sonrisas y galletas. ¿Pero qué tan real es el acercamiento entre América Latina y Estados Unidos tras la V Cumbre de las Américas, la cual ha sido calificada por algunos de un éxito? Eso le preguntamos al presidente Alan García, quien expresó sus reservas: “El estilo y el discurso han cambiado, pero los intereses de cada país siguen primando”.

Algunos piensan que esta cumbre es un nuevo comienzo en las relaciones entre América Latina y Estados Unidos.
Eso depende de en qué sitio ideológico y pirotécnico verbal esté uno. Nosotros tenemos una relación fluida y armónica con Estados Unidos. Al suscribir nuestro tratado de libre comercio (TLC), entendemos que se abre una posibilidad. No es un pedido mendicante del Perú, sino de igualdad de compra de bienes y de servicios. A nosotros nos interesa fundamentalmente, y se lo decía al presidente Barack Obama, que EE.UU. recupere cuanto antes su velocidad de crecimiento económico. Es el mejor favor que podría hacerle a América Latina.

¿Ha sido una cumbre menos ideológica?
El presidente Obama actuó con inteligencia. Antes de la cumbre, señaló que Cuba tendría nuevamente mayores remesas; y los ciudadanos cubano-norteamericanos, derecho a viajes. Él ha fraseado muy bien su relación con (el presidente de Venezuela, Hugo) Chávez, de manera que ha aquietado las aguas. Se ha mostrado desde el comienzo dispuesto a escuchar. Él dice que se aprende más escuchando que hablando. Que todos pudieran hablar sin interrupciones y sin pirotecnia verbal bajó mucho el ambiente con respecto a otras cumbres. Naturalmente es una personalidad diferente a la de George W. Bush. Es un estilo distinto.

¿Cómo definiría el estilo del presidente Obama?
Cordial, afable y hasta humilde, a pesar del inmenso poder que representa.

Invita al diálogo.
Sí y tiene gestos de cordialidad que me ha reiterado varias veces. Él (Barack Obama) gestionó que estuviera a su lado en el almuerzo. Estuvimos hora y media conversando.

¿Cómo ve en adelante la relación entre América Latina y Estados Unidos?
En EE.UU. van a cobrar conciencia del enorme valor que tiene la región para su reconstrucción económica: América Latina como mercado para EE.UU. Desde la bipolaridad y la lucha contra la Unión Soviética, ha habido una tendencia a entender horizontalmente la historia. Es decir: la relación de EE.UU. con Europa para oponerse a la Unión Soviética; y con China, que está al este de la Unión Soviética. Ahora tiene que mirar desde el norte al sur, pues tiene un continente de 500 millones de habitantes con una capacidad de consumo tres veces superior a la de un ciudadano chino en promedio.

¿Por qué (Obama) tendría que mirar hacia abajo?
Porque el fenómeno de la migración no lo sufre Estados Unidos de China o de Europa del Este. El fenómeno de la migración es fundamentalmente latinoamericano y, cuando se tiene decenas de millones de migrantes latinoamericanos aportando dentro de Estados Unidos, uno debe saber que eso no lo va a detener nadie. La globalización de los bienes, de los servicios, de la información necesariamente abre el paso a la globalización del ser humano sin fronteras. Y si ahora (Estados Unidos) tiene 45 millones (de migrantes), tendrá 60 millones más adelante. Lo mejor es tratar las cosas directamente así.

¿Usted cree que se acabaron las cumbres donde las tensiones ideológicas desplazaban a los temas de fondo de la agenda? ¿Han madurado algunos presidentes de la región?
Yo no me arriesgaría a decirlo. EE.UU. es un inmenso poder que tiene intereses definidos por su historia; tiene puntos de vista de la democracia y de libre comercio que no va a abandonar fácilmente. El cambio de personas cambia el estilo, el discurso; pero los intereses básicos siguen primando. De manera que en algún momento eso puede colisionar con la expectativa de los que creyeron que por el cambio de personas todo cambia. No creo que podamos adelantar ni pensar que ha quedado postergada la relación conflictiva, pero por lo menos tenemos unos meses de relación más fluida.

¿Es que Barack Obama ha adormecido a algunos tigres, pero no los ha domado?
Es imposible hacerlo. Cada uno de los que vienen aquí tiene su propio interés. En cada una de las regiones hay intereses diferentes y regímenes que piensan de manera diferente y EE.UU. representa un punto de vista de democracia con libre comercio que coincide más con algunos en el continente que con otros. Yo le decía a Obama: un paso fundamental es que el diálogo sea con todos y la coincidencia puede ser con algunos de ese todo.

Él ha llegado con un mensaje de equidad, pero a la hora de tomar las decisiones van a primar los intereses. ¿Es más retórica o espera realmente un cambio?
La retórica es parte de la realidad. Creo que en este momento la prioridad es enfrentar el tema de la crisis. Se habla de otros temas porque son históricos. Están el tema de Cuba, viejos reclamos que algunos han traído, pero hoy día todos estamos pensando cómo hacemos para que haya más plata en la mesa para que el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) tenga más dinero, cómo hago para que EE.UU. me compre más y genere más trabajo al interior de cada país. El momento es difícil para esos objetivos, pero yo estoy convencido de que, con las capacidades de pago y financiamiento que tiene la humanidad, con el mercado activo y la velocidad de transacciones, el tema de la crisis va a ser más pasajero de lo que pensamos.

Obama mencionó en su discurso la posibilidad de recapitalizar el BID, propuesta que usted le hizo en una carta. Pero él habló de evaluarla. ¿En las conversaciones hubo algún avance?
En el almuerzo, lo que intentaba hacer era convencer al presidente (Obama) para que adelantara la decisión. Esta es una decisión que le cuesta poquísimo a Estados Unidos. De lo que estamos hablando es de un aporte de 1.500 millones de dólares reales de Estados Unidos en cinco años. Yo intentaba que nos lleváramos una decisión concreta. Lamentablemente, esto no es una decisión del presidente, sino del Congreso norteamericano, que tiene que autorizarlo y acordarlo. Él puede llevar la idea, pero va a tener que trabajar para que se la aprueben.


“SE TRATA DE SUSTITUIR CULTIVOS Y CREO QUE SE HA AVANZADO”*

¿Hay un cambio en el tema del narcotráfico?
Sí. Hay una vuelta a conceptos que el Perú defendió entre 1989 y 1990: la responsabilidad compartida. La señora (secretaria de Estado norteamericana, Hillary) Clinton ha vuelto a poner el tema con la misma frase.

¿Hay alguna estrategia del Gobierno Peruano para hacer ver a la administración estadounidense que lo que existe en el Perú es una alianza entre el narcotráfico y el terrorismo, lo cual ha quedado en evidencia con los últimos acontecimientos en el VRAE?
Hay dos maneras de entender de qué manera Estados Unidos puede ayudar a cumplir su parte de responsabilidad compartida. Una es estirar la mano y decir “dame dinero para comprar helicópteros”, y la otra es (decir) también “ábreme tu mercado para venderte lo que voy a producir en palma de espino o café”. Creo que en eso hemos avanzado sustantivamente con el TLC (tratado de libre comercio). Ahora se trata de sustituir los cultivos y en muchos lugares se ha avanzado bastante.

¿Y la alianza narcoterrorista?
No he conversado específicamente sobre esto con (el presidente) Obama o Clinton, pero tuve una conversación con congresistas estadounidenses y ellos tienen claro que hay una coalición de intereses del terrorismo con el narcotráfico.
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EL COMERCIO ABRIL 16, 2009

Barack Obama escribe en El Comercio: Por un futuro mejor para las Américas

7:53 | “La relación entre EE.UU. y Cuba es ejemplo de un debate en el continente que no sale del siglo XX”, dijo el mandatario estadounidense

Por: Barack Obama
PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS

Al acercarse la Cumbre de las Américas, nuestro hemisferio enfrenta una opción clara. Podemos superar los desafíos que compartimos con un sentido de unión en este propósito común o podemos seguir enfrascados en los trillados debates del pasado. Por el bien de todos nuestros pueblos, debemos optar por el futuro.

Demasiadas veces, Estados Unidos no ha buscado ni mantenido las relaciones con sus vecinos. Nos hemos dejado distraer por otras prioridades, sin darnos cuenta de que nuestro progreso está directamente vinculado al progreso en todo el continente americano. Mi gobierno se ha comprometido con la promesa de un nuevo día. Renovaremos y mantendremos relaciones más extensas entre Estados Unidos y el hemisferio, por el bien de nuestra prosperidad común y nuestra seguridad común.

Con antelación a la cumbre, hemos comenzado a avanzar en esa nueva dirección. Esta semana modificamos una política hacia Cuba que durante décadas no ha logrado promover la libertad ni oportunidades a favor del pueblo cubano. En particular, prohibir que los cubano-americanos visiten a sus familiares en la isla o les brinden recursos carecía de sentido, especialmente tras años de dificultades económicas en Cuba y los devastadores huracanes del año pasado. Ahora, esa política ha cambiado.

La relación entre Estados Unidos y Cuba es ejemplo de un debate en el continente que no sale del siglo XX. Para hacerle frente a nuestra crisis económica, no es necesario debatir si es mejor una economía rígida y dirigida por el gobierno o un capitalismo desenfrenado y sin reglamentar; es necesario tomar medidas pragmáticas y responsables que promuevan nuestra prosperidad común. Para combatir la criminalidad y la violencia, no es necesario debatir si la culpa la tienen los paramilitares de derecha o los insurgentes de izquierda; es necesaria la cooperación práctica para reforzar nuestra seguridad común.

Debemos optar por el futuro en vez del pasado, porque sabemos que el futuro ofrece enormes oportunidades si trabajamos juntos. Es por eso que líderes desde Santiago y Brasilia hasta Ciudad de México procuran renovar la sociedad de las Américas para que alcance logros en asuntos fundamentales como la recuperación económica, energía y seguridad. No hay tiempo que perder. La crisis económica mundial ha perjudicado mucho al continente, particularmente a nuestros pobladores más vulnerables. Años de progreso en combatir la pobreza y la desigualdad ahora están en juego. Estados Unidos está trabajando para promover la prosperidad en el hemisferio impulsando su propia recuperación. Al hacerlo, ayudaremos a estimular el comercio, la inversión, las remesas y el turismo que le dan una base más amplia a la prosperidad del hemisferio.

También necesitamos actuar colectivamente. En la reciente cumbre del G-20, Estados Unidos prometió buscar casi US$500 millones en asistencia inmediata a poblaciones vulnerables, y a la vez trabajar con nuestros aliados del G-20 para asignar recursos considerables para ayudar a países a sobrellevar momentos difíciles. Hemos instado al Banco Interamericano de Desarrollo a que maximice los préstamos para reanudar el flujo de crédito y estamos listos para examinar la necesidad y capacidad futura del BID. Además, estamos trabajando para implementar normas estrictas y claras que sean apropiadas para el siglo XXI, a fin de evitar los abusos que causaron la actual crisis.

Al hacerle frente a esta crisis, debemos establecer nuevos cimientos para la prosperidad a largo plazo. Un sector que promete muchísimo es el de energía. Nuestro hemisferio tiene abundantes recursos naturales que podrían producir abundante energía renovable de manera sostenible y, a la vez, generar empleo para nuestra gente. En el proceso, podemos hacerle frente al cambio climático que amenaza con elevar el nivel del mar Caribe, reducir los glaciares andinos y producir potentes tormentas en la costa del golfo de Estados Unidos. Juntos tenemos tanto la responsabilidad de actuar como la oportunidad de dejar un legado de mayor prosperidad y seguridad. Es por eso que estoy deseoso de crear una nueva sociedad de las Américas en materia de energía y clima que nos ayude a aprender unos de otros, compartir tecnología, potenciar la inversión y maximizar nuestra ventaja comparativa.

Así como promovemos nuestra prosperidad común, debemos promover nuestra seguridad común. Demasiadas personas en nuestro hemisferio se ven forzadas a vivir con temor. Es por eso que Estados Unidos respaldará firmemente el respeto por el Estado de derecho, la mejor observancia de la ley y la mayor solidez de las instituciones judiciales.

La seguridad de nuestros ciudadanos se debe promover por medio de nuestro compromiso de aliarnos con quienes combaten valientemente los cárteles de drogas, las pandillas y otras redes criminales en todas las Américas. Y debemos empezar por casa. Si reducimos la demanda de drogas y restringimos el flujo de armas y grandes cantidades de dinero en efectivo a través de nuestra frontera sur, podemos promover la seguridad en Estados Unidos y en otros países. Y en el futuro, mantendremos un diálogo duradero en el hemisferio para asegurarnos de desarrollar prácticas óptimas, adaptarnos a nuevas amenazas y coordinar nuestros esfuerzos.

Finalmente, la cumbre le da a todo líder que ha sido elegido democráticamente la oportunidad de reiterar los valores que compartimos. Cada uno de nuestros países ha emprendido su propio camino democrático, pero debemos estar unidos en nuestro compromiso con la libertad, igualdad y los derechos humanos. Por eso anhelo que llegue el día en que todos los países del hemisferio puedan tomar su lugar ante la mesa, conforme a la Carta Democrática Interamericana. Y así como Estados Unidos va en pos de ese objetivo en su acercamiento al pueblo cubano, esperamos que todos nuestros amigos en el hemisferio se nos unan para apoyar la libertad, igualdad y los derechos humanos de todos los cubanos.

Esta cumbre ofrece la oportunidad de un nuevo inicio. La promoción de la prosperidad, seguridad y libertad a favor de los pueblos americanos depende de actualizar las sociedades del siglo XXI, sin adoptar las poses inflexibles del pasado. Ese es el liderazgo y la colaboración como socio que Estados Unidos está listo a proporcionar.

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