SINESIO LOPEZ: "SIMON NO TIENE FUERZA PARA EL CAMBIO".


LA PRIMERA 10 11 08

“Simon no tiene fuerza para el cambio”

Sociólogo y analista político, Sinesio López examina en la siguiente entrevista los anuncios y silencios de Yehude Simon durante su mensaje ante el Congreso, en el que presentó su plan de gobierno. López, catedrático de la Universidad Católica y ex director de la Biblioteca Nacional, advierte que si el nuevo primer ministro no lleva a la práctica su promesa de una política de desarrollo con inclusión, las protestas sociales crecerán y habrá una crisis de gobernabilidad. Y pone el mes de diciembre como fecha límite para que se comiencen a ver las políticas concretas de ese cambio. Por ahora, dice Sinesio López, lo de Simon son sólo palabras.

¿Qué impresión le ha dejado la presentación de Yehude Simon en el Congreso?
Los seis puntos que Simon anunció, que serán centrales en su gestión, me parecen bien. Su propuesta de desarrollo con inclusión significa el despido del capitalismo salvaje que elimina todos los derechos sociales de los trabajadores. Esta propuesta es un cambio básico que había que hacer…

¿No le parece que esa propuesta de desarrollo con inclusión se ha quedado sólo en las palabras?
Sí, es verdad, ha sido un mensaje de líneas generales y hasta ahora no se ven políticas concretas. Cada ministro deberá traducir esos enunciados generales en políticas concretas. Hay que ver si ese giro de desarrollo con inclusión, que me parece central como viraje del gobierno, también se da en los hechos.

¿Qué políticas concretas debe aplicar el nuevo gabinete para llevar a la práctica su propuesta de desarrollo con inclusión?
Reconocer los derechos laborales y sociales, que hasta ahora han sido desconocidos por el actual modelo. Eso debe traducirse en una nueva ley del trabajo, que favorezca a los trabajadores. Debe ponerse en marcha una política de distribución del ingreso, que debe hacerse a través de una reforma tributaria para que paguen más impuestos los que más tienen.

Pero Simon no dijo una sola palabra sobre una reforma tributaria.
Esa ha sido una ausencia notoria en su mensaje que llama la atención, porque si se pasa a una etapa de redistribución la reforma tributaria es una herramienta básica. Se debe aumentar impuestos a las grandes compañías que han tenido ganancias inmensas e incrementar la base tributaria para que paguen impuestos quienes ahora no pagan, como el sector informal. La única forma de tener más gasto público es haciendo caja y para eso se tiene que recaudar más.

¿Coincide con quienes opinan que Simon puede representar un cambio en el modelo económico?
No veo una ruptura con lo que ha sido el gobierno hasta ahora. Algunos, como mi amigo Carlos Franco, dicen que con el nombramiento de Simon el gobierno se ha orientado hacia una etapa distributiva. Hasta ahora yo ese cambio lo veo como discurso de Simon, pero no como política. Simon no tiene la fuerza para producir un cambio en el modelo económico.

¿Qué tiempo tiene el nuevo gabinete para mostrar resultados?
No hay mucha capacidad de espera en la población. La gente necesita ver signos de un cambio y hasta ahora no hay signos, sino sólo palabras de cambio. Si hasta diciembre Simon no ha definido claramente políticas para traducir en hechos sus palabras de desarrollo con inclusión, de lucha contra la corrupción, de una descentralización seria, creo que tendría que renunciar.

¿Si hasta diciembre no hay un giro en la política económica para ir a una mayor distribución, los conflictos sociales pueden incrementarse hasta crear una crisis de gobernabilidad?
Creo que sí. Si para diciembre no hay signos de un cambio, puede venir una ola de protestas, la aprobación de los gobernantes puede acercarse a cero y la gente perder la fe, y puede producirse una crisis de gobernabilidad fuerte.

Simon comenzó su gestión abriendo un diálogo, pero frente a las últimas protestas ha asumido el discurso que ha tenido el gobierno de desconocer las causas sociales de las protestas y atribuirlas a la acción de supuestos pequeños grupos radicales y extremistas que quieren tumbarse la democracia. ¿Esto es un error que puede incentivar las protestas?

En eso se equivoca Simon, que sabe que eso que dice no es cierto. Puede haber grupos extremistas, pero no tienen la fuerza para canalizar un movimiento de protesta. La gente no es tonta, ni loca, y si protesta y sale masivamente a las calles es porque hay una demanda social legítima. Eso no lo mueve un pequeño grupo de exaltados.

¿A qué nos puede llevar ese discurso de mano dura?
Eso va a llevar a un mayor divorcio entre los ciudadanos y el gobierno y, por lo tanto, a una mayor confrontación. Es un error de Simon hablar del principio de autoridad y negarse a negociar si siguen las protestas. Tengo la impresión que hay gente en el gabinete, y el mismo presidente García, que le dicen a Simon que tiene que poner orden. Pero lo que tiene que hacer es negociar, reconocer que los ciudadanos tienen razones para protestar y ver qué salidas hay. Lo que hizo en Sicuani, que fue negociar con la población, debe hacerlo en Tacna y en otros casos

Frente a lo de Tacna su postura es no negociar hasta que no se levanten las protestas.
Eso es un error. El gobierno piensa que negociar ante una protesta es un signo de debilidad porque es un gobierno autoritario. Creo que Simon se ha dejado presionar dentro del gabinete para no negociar. Han mandado el Ejército a Tacna y la gente sigue protestando. Frente a miles de personas un batallón no puede hacer nada. El poder no es el arma, el poder es el número.

¿El futuro del gobierno de García depende del éxito de Simon?
Si fracasa Simon, seguro habrán problemas de gobernabilidad, pero eso no significa la caída del gobierno, que puede llegar a cero de aceptación ciudadana y seguir hasta el final. Pero a García no le interesa que Simon tenga un éxito resonante, le va a administrar su éxito.

¿Cómo interpreta el silencio de Simon en su mensaje al Congreso frente a la intención del oficialismo de dar una ley de amnistía para militares acusados de violar derechos humanos?
Espero que ese silencio no sea una aceptación de esa propuesta. En el Apra, comenzando por García, hay una corriente dispuesta a limpiar a todos los militares, porque las investigaciones por violaciones a los derechos humanos lo tocan a García. Si se da una amnistía, Simon tendría que renunciar. Si no lo hace, se quemó.

Alan García es el “gran lobby”

Simon ha dicho que la lucha contra la corrupción será el eje de su gestión. ¿Cree que tendrá éxito en esa tarea?
Eso dependerá mucho del Plan Nacional Anticorrupción. Para que este plan tenga fuerza debe apoyarse mucho en la sociedad civil y en la esfera pública. Los grandes cambios que se han producido en los gobiernos corruptos han venido desde la sociedad civil. Se deben fortalecer los organismos de control que existen y reforzar el control ciudadano a las autoridades. Estimular y fortalecer la intervención de la sociedad civil y de la esfera pública en la lucha contra la corrupción es lo que este gobierno debería implementar como novedad, revirtiendo lo que hasta ahora ha sido su política de perseguir a las organizaciones de la sociedad civil y bloquear el control a su gestión.

En su mensaje Simon no hizo anuncios concretos sobre su política contra la corrupción y se limitó a decir que el Plan Nacional Anticorrupción se presentará recién en 45 días. ¿Ese es un síntoma de su debilidad en este tema?
Es un síntoma de que es un primer ministro que no tiene un equipo de gobierno propio. Tiene una gran ambición política, que es legítimo, pero no tiene las herramientas. Ahora debe estar organizando un equipo para que haga una propuesta para este Plan Anticorrupción. Si de verdad quiere llegar al fondo de la corrupción, tiene que abrirle las puertas a la sociedad civil y a todo lo que es control y fiscalización, que ahora se trata de cerrar con propuestas como la de evitar la difusión de pruebas como los “petroaudios”. Un resultado inmediato de esa política anticorrupción debería ser la captura de Rómulo León.

¿Si Simon se empeña en luchar a fondo contra la corrupción no terminaría chocando con el propio gobierno?
Podría chocar. Simon es honesto, tiene energía personal y una gran confianza en sí mismo como para plantear estas cosas, pero no tiene una fuerza política que lo apoye y el gabinete no es totalmente suyo. Pero si quiere salir bien librado de esto, tiene que presionar en el mismo gabinete y tensionar la situación para imponer una verdadera lucha contra la corrupción. Tiene que dar esa pelea hasta el final; podría perder ahora, pero ganará para el futuro. Si no da esa pelea, entonces él estará perdido.

¿Qué opina del pedido de García a los empresarios para que hablen directamente con él y no lo hagan con lobbistas?
Con esa afirmación García está diciendo: “yo soy el gran lobby”, y con eso abre la puerta a todas las sospechas, porque García no es un ángel. Es una manera de centralizar el lobby y eso es muy peligroso.

(1) “Si para diciembre no hay cambio, el premier debería renunciar”, afirma Sinesio López. (2) “Es un error de Simon negarse a negociar si siguen las protestas”. (3) “García le va administrar su éxito a Simon”.

Entrevista:
Carlos Noriega
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EXPRESO 10 11 08

El arte de lo imposible
El desafío de Yehude
jorge alania vera

Es evidente que Alan García eligió a Yehude Simon para presidir el Gabinete con el objetivo de intentar una reconciliación con ese país descentralizado en la forma pero no en el fondo, que reclama con desesperación la presencia del Estado en su vida diaria. Durante sus dos primeros años de gobierno intentó tender puentes con el Perú profundo y distante pero, pese a lo que hizo y lo que quiso hacer, los puentes no alcanzaron a llegar al otro lado. O escogió las rutas más largas o los materiales más débiles. Lo cierto es que el Presidente ha seguido parado en una orilla y los pueblos del interior en la otra, sin reconocerse. La espera se convirtió en impaciencia y ésta en ira y comenzaron a estallar, uno tras otro, diversos conflictos. Cierto es que el extremismo anacrónico y apátrida se aprovecha de ellos para minar la democracia y hacer creer al pueblo que no es la solución a sus grandes carencias. Pero cierto también es que la desatención existe, que la indiferencia existe y que el Estado real tiene unos límites mucho más estrechos que el Estado formal.

Acercar el Estado a la gente, extender sus fronteras hasta tocar el último confín del arenal o la altiplanicie requiere un gobierno que dialogue, que escuche, que persuada. Pero al mismo tiempo que preserve la seguridad y el orden interno, para que ese diálogo se dé sin presiones ni amenazas de ninguna de las partes.

Arduo y complejo encargo, sin duda. Pero imprescindible. Situados en los extramuros del Perú real, los pueblos del interior reclaman y el gobierno debe atender ese reclamo. Pero en primer lugar esa atención tiene las virtudes de la escucha. No va a poder llevarse el Estado a donde no estuvo nunca de la noche a la mañana, pero sí puede decírsele a esos pueblos que se va para allá con la mayor celeridad posible, y que se va por las rutas y con los mecanismos democráticos, que son los únicos que aseguran permanencia y efectividad a mediano y largo plazos. Para dar ese mensaje está Yehude Simon y para garantizar que ese mensaje llegue y cale en la colectividad están los mismos pueblos, su participación protagónica escuchando, fiscalizando, e interviniendo como actores activos en este proceso de reconciliación y aprendizaje democrático y nacional.

Pero mientras el Estado inicia su marcha hacia su profunda razón de ser en un país multicultural y de accidentada geografía, acecha a tentación de la anarquía y de la violencia. ¿Cómo hacer que las naturales dificultades de ese viaje no se transformen en convulsiones que pongan en peligro el orden y la paz social?

Gobernar en el Perú del 2008 no es sólo hacer. Es hacer y escuchar. Es hacer y persuadir. La mano que pone las primeras piedras debe ser la misma que se extiende al compatriota lejano y resentido, y hasta al adversario que también es peruano aunque piense distinto. No es el arte de lo posible del que hablaron los griegos sino el arte de lo imposible que balbucean los peruanos. Felizmente entre lo posible helénico y lo imposible peruano hay una frase de Parménides que debiera, que necesita ser común: ser griego es saber hablar con los hombres.

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