LA CONVENCION DEMOCRATA

EXPRESO 18 de septiembre de 2008

El pánico de Barack Obama
Por Michael Gerson

Washington D.C.- Pocas veces ha existido un contraste mayor entre el estilo de un candidato y la estrategia de su campaña.
Barack Obama es frío, firme y permanentemente sereno. Es precisamente este rasgo de persistencia lo que le ha hecho parecer un futuro presidente creíble, teniendo el más escaso de los currículos.

Pero la campaña de Obama está infundada, es reactiva y asustadiza. A cada paso desde que asegurara la candidatura, ha dado imagen de ser temerosa de dar mal paso e insegura de sus propios principios organizativos. También ha adoptado invariablemente las creencias demócratas convencionales del momento.

La primera decisión de calado de Obama fue su segundo de lista. Podría haber reforzado un mensaje de cambio y moderación con un gobernador demócrata que gane en un estado republicano, u optado por la historia al elegir a Hillary Clinton. Pero su elección se producía poco después de que Rusia invadiera Georgia, y el sentir popular requería una persona con experiencia que supiera dónde se encuentra Tbilisi.

Cuando la crisis de Georgia se desvaneció, Obama se quedó con un político progresista del Congreso, partidista y sin disciplina, a su lado. Esto ha servido para socavar el mensaje de cambio de Obama –y ha permitido a Sarah Palin sisar una parte de ese lema–.

Verdadero demócrata
La segunda decisión de Obama concernía al tono y el contenido de su convención. Aquí la sabiduría popular demócrata era casi unánime. Obama debía prescindir de su retórica pretenciosa y hablar como un verdadero demócrata. Ir por McCain. Hablar de temas “cotidianos” –palabras en clave en realidad para ataques de lucha de clases a los consumidores de blinis y caviar–.

Obama siguió su consejo al pie de la letra –al precio de su identidad política–. En su discurso de Denver, parecía que cada obra americano se encontraba en lista para ser subastada, que cada coche estaba tirado por falta de gasolina, cada tarjeta de crédito anulada por impago, cada trabajador tratado como un siervo ruso. ¿Y McCain? Era distante, con “juicios” deficientes. Su vida dedicada a servir a las petroleras y las grandes corporaciones. Y a propósito, no tuvo el valor de perseguir a Osama Bin Laden “hasta la caverna donde vive.” En total sumisión al mejor consejo demócrata, Obama logró ser convencional, resultar amargado y carecer de gracia.

Ahora Obama ha tomado su tercera decisión de importancia de campaña –ponerse duro de verdad con McCain. En respuesta a los ataques y las encuestas poco halagüeñas, la disciplina del Partido Demócrata es una vez más casi uniforme. Los demócratas perdieron porque no son lo bastante agresivos. Y una vez más, la campaña de Obama ha seguido este consejo sin dudar. “Responderemos con celeridad y ferocidad a los ataques de John McCain y pasaremos a la ofensiva”, dice el director de campaña de Obama.

Obama se siente aludido –y lo ha sido–. No hay pruebas de que Obama apoyara explícitamente la educación sexual en parvulario, como daba a entender un anuncio de McCain. Habiendo acusado ya a McCain de ser una herramienta cobarde corporativa desvinculada de la realidad, la escalada no es tarea fácil para Obama. Pero lo ha logrado. En un anuncio reciente, McCain es claramente ridiculizado a cuenta de su edad –comparado con una bola de discoteca y un teléfono móvil de ladrillo–. Otro anuncio utiliza la palabra “deshonroso”, junto a una fotografía de McCain –un ataque que viene de un candidato que tiene escasa familiaridad práctica con el precio del honor–.

Una imagen que se deteriora
¿Quién sale más perjudicado en esta campaña? McCain, a juzgar por su propia convención, quiere ser percibido como un luchador –al que un enfrentamiento sirve de poco para socavar–. Obama fue presentado a América como un tipo de político diferente y mejor –una imagen que ahora se viene abajo–.

Aún peor para Obama, todo este cambio encaminado a ponerse a la cabeza confirma las preocupaciones más serias acerca de su carácter político. Como senador, casi nunca se opuso al consenso ideológico de su partido. (La reforma ética que con frecuencia cita como su contribución de valor fue aprobada con el tiempo en el Senado 96 a 2). Y ahora como candidato presidencial, Obama ha encabezado su campaña con la constancia de un bote sin timonel en un océano con marejada.

He aquí una estrategia diferente. Obama podría intentar “repeler la política del miedo, la duda y el cinismo”. Podría intentar levantar una coalición que “se extienda a través de los estados demócratas y republicanos”. Podría rechazar “la política en la que nos hacemos pedazos entre nosotros, en lugar de levantar este país”.

El candidato que pronunció esas palabras la noche que ganó los caucus de Iowa iba bastante bien. Pero sea cual sea el resultado de estas presidenciales, ese candidato ya no se presenta.
© 2008, The Washington Post Writers Group
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EL COMERCIO SETIEMBRE 10, 2008

El mundo quiere a Barack Obama como presidente

8:50 | Más de 22.000 ciudadanos de 22 países fueron consultados por la cadena británica BBC

Londres (EFE).- El demócrata Barack Obama es el candidato presidencial preferido fuera de Estados Unidos para ocupar la Casa Blanca, según un sondeo de opinión divulgado hoy por el Servicio Mundial de la cadena pública británica BBC.

La encuesta, hecha entre más de 22.500 ciudadanos de 22 países entre los pasados meses de julio y agosto, indica que un 49 por ciento quiere a Obama como presidente estadounidense, frente a un 12 por ciento que se decanta a favor del republicano John McCain.

Además, un 46 por ciento cree que las relaciones del país norteamericano mejorarán si el político demócrata, de 47 años, gana las elecciones presidenciales del próximo 4 de noviembre.

Sólo un 20 por ciento considera que las relaciones de EEUU con la la comunidad internacional mejorarán con un Gobierno presidido por McCain, de 72 años.

"A un gran número de personas en todo el mundo claramente les gusta lo que representa Barak Obama (primer candidato negro a la presidencia de EEUU)", afirmó Doug Miller, presidente de GlobeScan, la empresa demoscópica que ha realizado el sondeo.

Los países más optimistas sobre una eventual Administración dirigida por Obama incluyen algunos aliados de Washington en la OTAN, como Canadá (69 por ciento a favor de Obama), Alemania (61 por ciento), Reino Unido (54 por ciento) e Italia (71 por ciento).

El apoyo al candidato demócrata también es sólido en Australia (62 por ciento) y en países africanos como Kenia (87 por ciento) y Nigeria (71 por ciento).

En algunos países, la mayoría de los encuestados no expresaron una preferencia clara por ninguno de los contrincantes en liza. Tal fue el caso de Rusia (75 por ciento), Turquía (63 por ciento) y Egipto (61 por ciento).

Un sondeo distinto hecho por los mismos encuestadores entre mil ciudadanos de EEUU arrojó que un 46 por ciento piensa que las relaciones de su país con el mundo mejorarán con Obama, frente a un 30 por ciento que ve esa mejora bajo una presidencia de McCain.

El sondeo internacional de la BBC se efectuó en Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Egipto, Filipinas, Francia, India, Indonesia, Italia, Kenia , Líbano, México, Nigeria, Panamá, Polonia, Rusia, Singapur, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido.
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EXPRESO SETIEMBRE 9, 2008

“Mi fe musulmana, digo cristiana”

Washington D.C.- Barack Obama cometió el domingo un desliz que lo ha convertido en objeto de comentarios y murmuraciones en Internet.Durante un pasaje de la entrevista con el espacio periodístico “This Week”, de la cadena estadounidense ABC, el senador por Illinois dio a entender que profesa la religión musulmana pero se corrigió inmediatamente y ratificó su fe cristiana.

Irónicamente, Obama fue a hacer frente a los falsos rumores de que él es musulmán y sugirió que su rival republicano, el senador John McCain, estaba detrás de ellos, según reseña la prensa estadounidense.

Sin embargo, Obama recordó que el republicano negó la propagación de rumores. “Esa es la razón por la que John McCain no ha hablado de mi fe musulmana”, dijo Obama, antes de ser corregido por el periodista George Stephanopoulos. “Mi fe cristiana”, retractó de inmediato. Efe
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EXPRESO 02 de septiembre de 2008

“Un Gatsby misterioso y encantador”
Por Charles Krauthmmer

Washington D.C.- Barack Obama es un hombre que con gran talento se ha dedicado en gran medida a redactar, y relatar, su propia vida. No cosas. No ideas. No instituciones. Sino su propia persona.

No hay nada de malo en eso, ni tremendamente extraño siquiera, aparte del hecho de que él está aspirando al puesto para redactar la historia próxima de los Estados Unidos. Un salto de tal magnitud es extraño. El aire de inquietud en la convención demócrata esta semana no era resultado únicamente del psicodrama Clinton. El motivo de ansiedad más profundo es que el partido está nominando a un hombre de mucha poesía, pero muy contados ejemplos de prosa –que tienen aún menos testigos–.

Cuando presentaron a John Kerry en su convención hace cuatro años, un pelotón de la guardia de honor integrado por una docena de compañeros de sus días de Vietnam le rodeó en el podio dando fe de su carácter y su predisposición al liderazgo. Tales testimonios personales son la norma. La plana de compañeros militares o colegas senadores que a partir de la experiencia personal podría avalar a John McCain es larguísima. En una fecha menos partidista del calendario, esa lista podría incluir incluso a los demócratas Russ Feingold y Edward Kennedy, con quienes John McCain ha trabajado en la redacción de legislaciones importantes.

Brillando por su ausencia en la convención demócrata de este año estaban las personas de nivel implicadas seriamente en algún momento de la vida de Obama dando la cara para decir: Conozco a Barack Obama. Yo he trabajado con Barack Obama. Hemos trabajado sin descanso, prosperado a pesar de tener todo en contra. Podéis confiar en él. Yo confío.

Hillary Clinton podría haber dicho algo parecido. Después de todo, Obama y ella habían tomado parte en una competición histórica totalmente apasionante por la candidatura. Durante su discurso de convención, estuvimos en vilo esperando a que ella ofreciera una sola línea de testimonio: He llegado a conocer a este hombre, a admirar a este hombre, a ver su carácter, su valor, su sabiduría, su juicio. Cualquier cosa. Lo que fuera.

En su lugar, nada. Ella por supuesto le dio su apoyo. Pero el apoyo fue completamente mecánico: Todos nosotros somos demócratas. Él es demócrata.
Él cree en lo mismo que vosotros. De forma que nuestro deber es elegirle –ahora mismo no estoy disponible yo para cortar el bacalao demócrata–. Que Dios bendiga a América.

Que Clinton se abstuviera del “He llegado a conocer a este hombre” fue “vengativo e interesado” pero también desagradable, porque uno se da cuenta que si ella no lo hizo, nadie más lo va a hacer. No a causa de alguna deficiencia inherente en el carácter de Obama. Si no simplemente como reflejo de una vida joven con una biografía notablemente escasa según los estándares de los candidatos a la presidencia.

¿Quién estuvo allí presente para hablar acerca del verdadero Obama? Su esposa. Ella pudo hablar del Barack padre, marido y hombre de familia de una manera perfectamente sincera y atractiva. Pero no da de sí mucho más. No le da pistas a uno de la figura pública, el líder nacional.

¿Quién va a dar fe de eso? El marido de Hillary sí llegó a la noche tercera a afirmar
ceremonialmente que Obama está “preparado para liderar”. Sin embargo, no ofreció ni rastro de pruebas, por no hablar de experiencias personales con Obama. Y aunque lo expresó a su manera encantadoramente, todo el mundo sabía que, habiéndose sugerido exactamente lo contrario durante meses, ni una de sus palabras iba en serio.

La elección vicepresidencial de Obama, Joe Biden, naturalmente promocionó las virtudes de su patrón, como el hecho de que había “superado divisiones partidistas... para mantener las armas nucleares lejos de las manos de terroristas”. Pero tener controladas las armas nucleares es igual de bipartidista que la maternidad y tan falto de controversia como el pastel de manzana. La medida legislativa era tan escasa que fue aprobada a mano alzada y no recibió casi ninguna atención mediática.

Obama sin amigos
Experimento mental. Supongamos que John McCain se ha jubilado de la política. ¿Daría él fe del valor político de Obama a la hora de dialogar con el otro extremo del hemiciclo para trabajar con él en la reforma ética, una colaboración de la que Obama presumió en el debate de Saddleback? “En la práctica”, informa Annenberg Political Fact Check, “los dos trabajaron juntos durante apenas una semana, tras la cual McCain acusaba a Obama de “posicionamiento partidista” –e iniciaba un volcánico intercambio epistolar acusándole de traicionar acuerdos previos–.

De forma que, ¿dónde están los colegas? ¿Los amigos? ¿Los amigos del alma políticos o espirituales? Su consejero espiritual más importante y mentor fue Jeremiah Wright. Pero ya no está. Después está William Ayers, con quien ocupó un cargo en una junta. Se ha ido. ¿Dónde están los demás?

Lo infrecuente de esta convención es que su figura central es el hombre hecho a sí mismo definitivo, un Gatsby misterioso y encantador. El motivo palpable de aprehensión es que el elegido es un completo desconocido –un extraño profundamente motivador, elegante y brillante con el que los demócratas mantuvieron un tórrido romance–. Despertando lentamente, están viendo la alianza y preguntándose con quién se han casado la noche anterior exactamente.
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LA PRIMERA 29 de agosto de 2008

¿Por qué mataron a los Kennedy y a Luther King, quisieron echar a Clinton y ahora apuntan contra el candidato demócrata?.

Obama puede ser el próximo blanco

(1) Pese a los desmentidos, hay numerosas amenazas de muerte contra Barack Obama. (2) La muerte de Kennedy habría sido un golpe de Estado de Johnson. (3) A favor del refuerzo de los derechos civiles, Kennedy fue asesinado en un complot. (4) Martin Luther King.

Varias personas fueron arrestadas con armas y droga en Denver, donde se realizó la Convención Demócrata. Uno de los detenidos confesó que la intención era disparar contra Barack Obama durante su discurso de aceptación de la candidatura presidencial.

No debe extrañar que quieran matarlo
El candidato demócrata a las próximas elecciones supone –en relación a George W. Bush y también respecto a John McCain– un profundo cambio en la Casa Blanca. Sólo el hecho de que un afroamericano o un negro –que son dos maneras de decir lo mismo– sea elegido presidente de Estados Unidos ya sería en sí mismo un acto revolucionario.

Hasta el momento, hay tres detenidos: Tharin Gartrell (28 años), Nathan Johnson (32) y Robert Adolf (30). La policía requisó dos fusiles Winchester Mágnum 300, especiales para francotiradores, y que tienen un alcance de 700 metros.

¿Quién cantó? Johnson, un camionero desocupado. Al parecer, la idea era entrar en acción el jueves 29, durante el plenario de la convención demócrata. Ese día se recuerda el discurso “I have a dream” de Martin Luther King y se conmemora los 40 años de su homicidio.

El primer arrestado fue Gartrell, porque su camioneta tenía, al parecer, problemas con la dirección y la policía intervino. En el interior del vehículo había dos fusiles, una mira telescópica, munición, chalecos antibalas, un walkie-talkie, tres documentos de identidad falsos, dos pelucas, y metanfetamina. Este arresto llevó a las detenciones de Adolf –quien como su epónimo, lucía esvásticas– y Johnson.

Menos reticente que los otros, Johnson dio detalles del plan y reveló que los tres integran una célula de supremacía blanca. Con llamativa prisa, la policía y la Casa Blanca declararon que esos “locos” no constituían un peligro efectivo. Curiosa interpretación en un país donde cualquier ciudadano armado masacra estudiantes.

Los hermanos Kennedy
El presidente John F. Kennedy, demócrata, partidario de que los negros tuvieran idénticos derechos civiles que los blancos, fue víctima de un atentado en Dallas, en noviembre de 1963, meses después del sueño de Luther King.

Bob Kennedy, demócrata, ministro de Justicia y hermano de John, fue asesinado también. Corría el año 1968, había sido liquidado Luther King y Bob Kennedy acababa de ser designado candidato a la Presidencia. Habría triunfado probablemente. Pero segaron su vida. ¿Por qué?

¿Por qué unos pistoleros de ideología neonazi han estado a punto, al parecer, de disparar contra Obama? Podríamos peguntarnos también por qué el demócrata Bill Clinton –admirado por la mayoría de la comunidad negra norteamericana– fue sometido a un juicio inquisitorial, a cuenta de una historia privada sexual y, en todo caso, políticamente irrelevante. El objetivo de la derecha norteamericana era –sin lugar a dudas– embestirlo y echarlo de la Casa Blanca antes que terminara su mandato o, en todo caso, obligarlo a dejar de lado sus políticas más progresistas.

La respuesta admite, por supuesto, muchos matices. Sin embargo, todo esto viene a demostrar que –a pesar de numerosas renuncias y no pocas contradicciones– el Partido Demócrata no es igual que el Partido Republicano, aunque a algunos observadores les parezca lo contrario.

Obama representa un centro de izquierda moderada e inclusive tal vez pusilánime. Pero al lado de los núcleos más duros de la derecha republicana, que encarna un tipo como George Bush, los demócratas son la única esperanza posible para que tanto el sueño de Luther King como otros muchos sueños se hagan realidad.

Emboscada en Dallas
Dallas. 12:30 p.m. del 22 de noviembre de 1963. Varios tiros suenan en la Plaza Dealy, justo al paso de la comitiva presidencial, a la entrada de Elm Street. En el coche principal, el presidente de los EE.UU. John Fitzgerald Kennedy ha sido abatido por tres tiros, uno de ellos en la cabeza, y cae sin vida sobre las rodillas de su esposa Jacqueline, quien viajaba a su lado. Frente a él, el gobernador Connally también ha recibido disparos de pronóstico grave.

En uno de los edificios de enfrente, Lee Harvey Oswald es detenido después de haber asesinado a un policía que le dio el alto, el agente Tippit. Esa misma noche, Oswald fue declarado culpable de la muerte del Presidente a pesar de que en todo momento alegó su inocencia. Dos días después, Oswald también fue asesinado por Jack Ruby frente a los ojos de todo el mundo.

Las teorías que han circulado sobre esta tragedia han sido muchas, y seguirán siendo muchas, pues hasta el día de hoy, aún no se han podido esclarecer, o no se han querido esclarecer. Y es que muchas fueron las irregularidades que se cometieron en la investigación: desde trasladar el cuerpo de Kennedy del hospital antes de que le hicieran la autopsia, hasta enterrarlo en breve tiempo, no haberse tenido en cuenta las declaraciones de testigos presenciales, e inclusive haber desaparecido sospechosamente pruebas contundentes de que los disparos vinieron justo del lado contrario de donde se encontraba Oswald. A este respecto, varios testigos revelaron que detrás de la valla que aparece en la foto, había alguien con un arma justo en ese momento. Inclusive, en algunas fotos se detecta a esa persona no identificada.

Johnson, el beneficiado
Todas las sospechas de conspiración se desataron desde el mismo momento que se supo que Lee Harvey Oswald fue agente de la CIA, y que Jack Ruby, su asesino, trabajó para Richard Nixon durante la famosa caza de brujas anticomunista de inicios de los años ’50.

La teoría de la conspiración envolvería a organizaciones tales como el Sistema de Reserva Federal, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la KGB, la Mafia, el director de la Oficina Federal de Investigación (FBI) J. Edgar Hoover, el vicepresidente Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, George H. W. Bush, exiliados cubanos anticastristas, e incluyen intereses del aparato militar de Estados Unidos.

Kennedy le dijo a su colaborador Clark Clifford (al poco tiempo de la fallida invasión de la Bahía de Cochinos) que, “algo muy malo está ocurriendo dentro de la CIA y quiero saber qué es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y moverlos a los cuatro vientos”.

El vicepresidente Lyndon B. Johnson se convirtió en Presidente como resultado del asesinato. En el momento de la muerte de Kennedy, Johnson estaba sujeto a cuatro importantes investigaciones criminales, por violación de contratos gubernamentales, prevaricación, lavado de dinero y soborno. Todas estas investigaciones fueron finalizadas cuando ascendió a la Presidencia.

Johnson estaba relacionado tanto en el campo profesional como el personal con un asesino convicto, Malcolm 'Mac' Wallace, quien a su vez estaba relacionado con el asesinato de JFK tanto por testimonio cuanto por evidencia forense, incluyendo huellas dactilares; sin embargo, ambas evidencias aún son discutidas.

El gangster Meyer Lansky y el vicepresidente Lyndon B. Johnson usualmente forman parte de esta teoría como organizadores del golpe, por lo que también son utilizados en varias de las otras teorías.

El sueño de Luther King
El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King pronunció su célebre y hermoso discurso llamado Tengo un sueño.

Ocurrió con motivo de la gigantesca marcha pacífica realizada en Washington para reivindicar la igualdad entre blancos y negros. “Tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel, sino por la firmeza de su carácter”, dijo Luther King.

En 1965 recibió el Premio Nobel de la Paz y tres años más tarde lo asesinaron. Ahora, es muy probable que uno de sus hijos –Obama– se convierta en el primer presidente negro de EEUU.

El 4 de abril de 1968, el reverendo King fue abatido de un tiro en la cabeza por un francotirador mientras saludaba a sus seguidores desde el balcón del motel Lorraine, acompañado por sus colaboradores.

El atentado provocó estupefacción en la nación y fue el inicio de graves desórdenes e incendios que se extendieron a otros estados con un lamentable saldo de 50 muertos.

King era visualizado como una amenaza para los intereses del establishment por su poder de movilización y convocatoria.

El presunto asesino de Luther King, James Earl Ray, fue detenido 6 meses después pero las sospechas de una conspiración en contra de King siguen perdurando 30 años más tarde.
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COMERCIO 29 de agosto de 2008

ESTADOS UNIDOS. ACEPTÓ NOMINACIÓN A LA PRESIDENCIA EN CONVENCIÓN DEMÓCRATA
Obama acusa a los republicanos de obstaculizar el sueño americano

Criticó a John McCain y afirmó que este seguirá las políticas de Bush. Dijo que ocho años de gobierno republicano son suficientes

DENVER [EFE]. El candidato demócrata a la presidencia de EE.UU., Barack Obama, aseguró ayer que los estadounidenses, agobiados por la crisis económica, no pueden cumplir sus sueños de progresos y prosperidad debido a la política fallida del gobierno republicano.

Obama puso ayer punto final a la convención demócrata que se celebró esta semana en Denver, que pasará a la historia por haber confirmado, por primera vez, la candidatura de un afroamericano a la presidencia de EE.UU.

En su discurso, pronunciado ante unas 75.000 personas y en horario de máxima audiencia televisiva, Obama detalló los problemas concretos que acosan a la clase trabajadora, y pidió que, después de ocho años de políticas fallidas, no se vote por el republicano John McCain.
"John McCain es un hombre que se merece nuestro respeto porque ha sido soldado y ha defendido al país con valentía, pero no puede darnos el cambio que se merece EE.UU.", recalcó Obama.

"John McCain ha votado con George W. Bush el 90% de las veces. Al senador McCain le gusta hablar de tener criterio, pero realmente qué criterio tienes si piensas que George W. Bush ha estado en lo cierto en el 90% de las veces", dijo.
"No creo que al senador McCain no le importe la vida de los estadounidenses. Realmente lo que creo es que no sabe lo que les pasa. ¿Cómo se puede explicar que defina la clase media como la familia con ingresos por más de cinco millones de dólares al año?"

LLUVIA DE PROMESAS
El senador, que hace solo cuatro años era una figura desconocida en la política nacional, recordó que su vida y su experiencia reflejan lo que significa el sueño americano, pues fue capaz de salir adelante con sacrificio y trabajo.
Recordó que muchos estadounidenses están sin trabajo o cobran menos, han perdido sus casas y no pueden pagar el crédito del automóvil o pagar la educación de sus hijos.

"El gobierno no ha sido el causante de todos estos problemas, pero el fracaso en afrontarlos sí es culpa del gobierno fallido de George W. Bush y de la política quebrantada que se hace en Washington. EE.UU. es mucho mejor que lo que hemos vivido en estos ocho años. Somos mucho mejor que todo eso".
En su opinión, una de las diferencias que separan a los demócratas de los republicanos es la forma de entender el progreso.

Ante este aforo multitudinario, Obama recordó las promesas que ha lanzado durante su campaña, como reducir los impuestos para el 95% de la población, y no solo a las grandes corporaciones.
También se comprometió a promover la energía alternativa con una inversión de US$150.000 millones en la próxima década, para acabar con la dependencia del petróleo de Medio Oriente.

En política exterior, uno de los ámbitos donde los republicanos más lo han criticado por su inexperiencia, recordó que se opuso desde el principio a la guerra de Iraq y anunció que acabará con la presencia militar en este país de manera responsable.
Se comprometió a defender EE.UU. y a enviar las tropas al exterior, pero con el equipamiento adecuado y con las condiciones y beneficios que se merecen.
Al final de su discurso, recuperó el mensaje de cambio y de ilusión que defendió hace cuatro años cuando tomó la palabra en la convención del 2004 para hablar de sus ideales.

Así, animó a los estadounidenses a dejar la frustración que les infunde Washington, a abandonar los prejuicios raciales y a caminar todos juntos de la mano para recuperar la prosperidad del país.

Marchan por reforma inmigratoria
DENVER [EFE]. Cientos de manifestantes marcharon ayer en Denver para pedir una reforma migratoria durante el primer año de gestión del próximo presidente de Estados Unidos, en el último día de la convención nacional demócrata.

"La movilización nacional por una reforma inmigratoria justa y humana" estuvo encabezada por Enrique Morones, de la organización civil Border Angels, y Federico Peña, ex alcalde de Denver y actual codirector nacional de la campaña presidencial del candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama.
Según Morones, Obama le prometió recientemente que, si es elegido el 4 de noviembre, presentará un plan de reforma migratoria en los primeros 100 días de su mandato y buscará su aprobación en el primer año en el cargo.

"Por eso esta marcha tiene sentido y por eso acepté la invitación para participar", dijo el dirigente.
Los cuatro puntos claves enfatizados durante la marcha fueron: poner fin a la criminalización de los inmigrantes, dar derechos a los estudiantes hijos de inmigrantes indocumentados para que puedan asistir a la universidad, dejar sin efecto la construcción de un muro en la frontera con México y terminar con las redadas.

CLAVES
Celebridades y encuesta
La convención demócrata reunió a estrellas de Hollywood como Eva Longoria y Jennifer López.
Algunas acudieron a Denver por intereses personales, como las actrices Annette Benning y Rosario Dawson, y otros por trabajo, como los cantantes John Legend y Sheryl Crow.
La mayoría de los californianos apoya a Barack Obama, acepta las bodas gay y considera que la situación en Iraq ha mejorado para EE.UU., según una encuesta.
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EXPRESO 29 de agosto de 2008

Obama promete restaurar la ‘promesa americana’

Quiere bajar impuestos a la clase trabajadora y reducir la dependencia del petróleo en 10 años.
Denver.- El candidato presidencial demócrata Barack Obama prometió ayer restaurar la promesa americana de sueños y progresos que los ocho años del gobierno del presidente republicano George W. Bush destruyeron.

“Ya basta, ya es suficiente de las políticas fracasadas de los republicanos”, dijo Obama, ante un auditorio de 85,000 personas que lo aclamaron en el estadio de fútbol americano Invesco Field, un hecho sin precedentes en la historia de la política norteamericana. El senador de Illinois puso fin así a cuatro días que tomó la convención demócrata en Denver y en donde se oficializó su candidatura para las elecciones presidenciales de noviembre.

“Con profunda humildad y orgullo acepto el honor de ser el candidato presidencial de los demócratas”, fueron las primeras palabras de Obama, que provocaron la euforia de los asistentes.

Durante su discurso, Obama describió las penurias de la clase trabajadora que ha visto cómo aumenta el costo de vida, de salud y educación, pero no suben los sueldos y se pierden los empleos.
“McCain ha llevado una vida –militar– con coraje y valentía, pero él no entiende lo que está en juego. Él no va a traer el cambio que necesitamos”, declaró el senador en uno de los ataques más directos contra su contrincante republicano, en el que apeló también a la ironía.

“No es que John McCain no sepa, sino que no lo entiende”, sostuvo Obama, quien delineó las líneas maestras de su programa gubernamental para llegar a la Casa Blanca.
Respecto a la economía prometió recortes de impuestos al 95% de las familias trabajadoras y no sólo a las grandes corporaciones como lo han estado haciendo los republicanos. También señaló que dará beneficios impositivos a las empresas que creen buenos puestos de trabajo.

Fuentes alternativas
En materia energética prometió poner fin en 10 años a la dependencia de EE UU al petróleo de Medio Oriente e impulsar fuentes de energías alternativas como la nuclear y el gas con una inversión de
US$ 150,000 millones. Obama se mostró contrario a la perforación de pozos petroleros en la placa continental, que postula McCain, porque es un “paño caliente” que no soluciona el problema de fondo.

Otra de las promesas de campaña fue la mejora de la educación reclutando a un ejército de buenos profesores y elevando los estándares para préstamos educativos.
En este aspecto hizo un llamado a los padres para que trabajen en conjunto con el gobierno por la educación de sus hijos. “Se trata de un asunto de responsabilidad individual y mutua”, señaló.
En el área de la salud prometió luchar por lograr un seguro de calidad para todos los estadounidenses “en el que las compañías no discriminen a los que están enfermos”.

Defender al país
En política exterior, una de las áreas que ha recibido más críticas de los republicanos por su inexperiencia, prometió terminar la guerra de Iraq de forma “responsable” y concentrarse en Afganistán, donde se oculta Osama Bin Laden.
“Franklin D. Roosevelt –que lideró EE UU en la Segunda Guerra Mundial– y John F. Kennedy –que superó con éxito la crisis de los misiles con la URSS y Cuba en 1962– fueron demócratas. Que nadie diga que no podemos defender a nuestro país”, señaló en forma desafiante.
Por último, Obama dijo que está listo para debatir con John McCain y demostrar que puede ser un Comandante en Jefe, pero no permitirá que se le cuestione su patriotismo. “Sin flaquear con nuestra fe”, culminó Obama entre ovaciones.

El dato
La campaña de John McCain aseguró que el discurso de Obama fue “engañoso” y que cuando terminen los fuegos artificiales se demostrará que el candidato demócrata no está preparado para ser presidente de EE UU. Sergio Paz Murga
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EXPRESO 28 de agosto de 2008

No hay que subestimar el momento

Washington D.C.- Entrevistado por The New York Times durante la Convención Nacional Demócrata de 1960, un chico de 10 años anónimo se dirigió a generaciones de audiencias de la convención: “Vaya, esto es muy aburrido de verdad, pero por algún motivo, vosotros no estáis aburridos”.
Por: Michael Gerson

La política de cualquier convención política es interesante apenas durante el más breve de los momentos. Presentando la convención de 1960, Eleanor Roosevelt manifestaba públicamente sus esperanzas en que “el valor y la falta de egoísmo” de John F. Kennedy le condujeran a aceptar la vicepresidencia, donde podría “crecer y aprender”. El novelista Gore Vidal aportaba un borrador novel del discurso de convención de Kennedy. Sammy Mysels –el compositor de “Mention My Name in Sheboygan”– firmaba como coautor de la canción de campaña demócrata.
Pero el discurso de convención adecuado puede trascender lo trivial, y Kennedy tuvo el talento para inyectar significado a un momento político.

Después de casi 50 años, el “New Frontier” sigue siendo un concepto vago, que tiene algo que ver con la generación madura que libró la Segunda Guerra Mundial y soportó el peso inminente de la Guerra Fría. Pero el discurso concedió al joven senador una importancia que llega con la rigurosidad, prometiendo “más sacrificios en lugar de más seguridad”.
Una vez más, nos encontramos inmersos de lleno en la política de convenciones, y Barack Obama no anda falto de consejo táctico: criticar por doquier a John McCain. Tratar los temas económicos esenciales que preocupan al ciudadano corriente.

Prescindir de toda esta “retórica” pomposa. Y Obama parece haber suscrito las creencias ampliamente difundidas: “No pretendo el uso de una gran cantidad de retórica elevada”, decía el lunes. “Me preocupa mucho más comunicar cómo pretendo a que las familias de clase media salgan adelante... Va a ser un discurso más mundano”.
Ese sería un error de proporciones históricas, precisamente porque Obama ha aportado un momento histórico único. Lo llenará de significado o con el tiempo se llenará de arrepentimiento.

Obama es aconsejado de poner énfasis en los temas económicos de la clase media, igual que han hecho todos los demócratas recientes. Pero para pronunciar un discurso que sobreviva al paso del tiempo, también debe tratar las divisiones más profundas de América basadas en la salud y las oportunidades, enraizadas en la esclavitud y la segregación, escondidas detrás de barreras insonorizadas, que afloran en crisis como la de Katrina, olvidadas en una política en la que la clase media parece contar en exclusiva. La desigualdad es inseparable de la libertad en una sociedad que recompensa la lucha –pero la desigualdad pasa a ser moralmente injustificable en ausencia de movilidad económica–. América no puede aceptar la existencia de una subclase social permanente sin alterar sus ideales definitorios. Si Obama no se enfrenta a esta realidad –teniendo en cuenta su ascendencia y aspiraciones de unidad y justicia– es difícil imaginar que vaya a poder ser confrontada alguna vez.

En su discurso, Obama debería profundizar en sus argumentos acerca del papel esencial público de la religión y sacar a su partido de su secularismo reciente. Los valores religiosos no deberían ser tolerados por educación simplemente; en la historia americana son inseparables de la búsqueda de justicia. Ellos proporcionan una fuente divina de dignidad humana, –un cimiento firme de la igualdad humana que ninguna ley ni tirano ni prejuicio puede borrar–.

Reafirmar la unidad
Y para pronunciar un discurso memorable, Obama tiene que encontrar alguna forma de reafirmar su temática inicial de unidad nacional, asfixiada recientemente por el intercambio de ataques diario de la política presidencial. Cada discurso de convención bueno incluye guiños partidistas inteligentes (como el discurso del programa New Frontier de Kennedy). Pero si Obama no se desmarca de su unidad postpartidista, no queda mucha justificación positiva para su candidatura. Y este énfasis es necesario en un país enfermo de su propia amargura estancada. Las naciones democráticas están diseñadas para la discrepancia. Se ven debilitadas por el desprecio.

La lealtad a América, en cierto nivel, exige lealtad con el prójimo. El amor a la patria exige un respeto y un afecto hacia nuestros conciudadanos.
Obama puede utilizar todas estas ideas con fuerza añadida porque forma parte de una gran historia moral que incluye aspiraciones, religión y la lucha por la unidad. Es la historia de las vidas y los salarios robados mediante el fraude y la violencia, de familias rotas por las diferencias económicas, de los millones que murieron sin ver cumplidas sus esperanzas, de los millones que nunca perdieron la esperanza. La historia de verdades evidentes en sí mismas es más importante que los hombres imperfectos que la llevan al papel, y que los hombres y mujeres valientes que plasman esas promesas en hechos y la ley.

Este es el motivo de que convocase a mis hijos ante la televisión para ver el discurso de Obama. Porque no son “algunos hombres” sino “todos los hombres”. Porque un viaje histórico que comenzó en la ruta de los esclavos puede terminar en el Despacho Oval. Porque “un sueño pospuesto” puede verse cumplido.
Obama no debería subestimar su oportunidad, ni desperdiciarla.
© 2008, The Washington Post Writers Group
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EL COMERCIO 25 de agosto de 2008

La Convención Demócrata
Por: Sergio Muñoz Bata |

El gran reto que Barack Obama enfrenta no es que el color de su piel sea diferente al de todos los hombres que han llegado a la Casa Blanca. Ni que su nombre no suene 'estadounidense' ni que el origen de algunos de sus antepasados sea africano.
El gran desafío que Obama, su esposa Michelle y sus estrategas enfrentan la próxima semana en la Convención Demócrata en Denver, Colorado, es cómo hacer añicos la perversa percepción de que su color, su nombre y su origen invalidan su 'americanidad', ponen en duda su patriotismo, destacan su 'otredad', y facilitan definirlo como ajeno a los 'valores' estadounidenses tradicionales.

Hay que resaltar las semejanzas del aspirante a la presidencia con el resto de sus compatriotas, pero no basta con eso. Hay que persuadir a los votantes independientes que no están prejuiciados, que el viejo cliché del país, como una entidad nacional racialmente homogénea, hace tiempo que dejó de existir.

Hay que modificar de manera convincente la narrativa tradicional de lo que significa ser estadounidense y replantearla en términos más amplios.

Empezar por admitir que si bien Obama no es el jugador de fútbol americano colegial blanco, limpio, de pelo corto y de clase media que cumplía con el estereotipo del 'All American', sí es un ciudadano estadounidense que se parece a muchos de los 102 millones de estadounidenses minoritarios que representan el 34 % de la población actual, pero que también se parece a americanos de origen anglosajón, como el ex presidente Bill Clinton, o a judíos estadounidenses, como el congresista Henry Waxman.

La participación de Hillary Clinton, programada para el segundo día de la convención, refuerza el mensaje de la unidad partidaria a la hora de la verdad. También le da credibilidad al mensaje sobre la necesidad del cambio de rumbo y de foco en la política económica del país para beneficio de la gente común y corriente que ha perdido sus trabajos y sus casas, que no tiene seguro de salud y no puede pagar el costo de una educación universitaria.

El programa del miércoles aborda el tema de la seguridad nacional. Además de ratificar la posición del candidato sobre la guerra de Iraq, planteándola como un error fatal de la actual administración que se perpetuaría si en noviembre los votantes se inclinaran por un candidato del mismo partido del actual presidente, deberá confirmar la decisión de empezar el retiro de las tropas estadounidenses a la brevedad posible.

Otro mensaje importante ese día estará a cargo de un selecto grupo de políticos que tienen fuerza en estados claves, como Nuevo México, Indiana, Colorado, Nevada, Carolina del Sur y Pensilvania.

Contar con el respaldo del ex presidente Bill Clinton y del senador Ted Kennedy simboliza el apoyo incondicional de los dos políticos de mayor jerarquía dentro del partido demócrata al candidato.

Este es el marco en el que Barack Obama dará el discurso más importante de su vida. Y aún reconociendo sus grandes dotes de orador, lo que habría que esperar en esta ocasión única es mayor claridad en el mensaje del candidato. El aplauso de las masas no se consigue con mensajes sutiles, pausados, reposados, inteligentes y matizados. Se consigue despertando la pasión y el entusiasmo de la gente.

Lo que tiene que hacer Barack Obama es mostrarle a la nación que puede emocionar a los 75 mil estadounidenses que se espera asistan a oír en vivo su discurso, y a los millones de compatriotas que lo verán por televisión, de la misma manera que logró conmover a cientos de miles de alemanes durante su reciente gira por Europa.
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LA REPUBLICA 21 de agosto de 2008

Mal con Hillary, ¿peor sin ella?
Por Mirko Lauer.

La encuesta Reuters/Zogby acaba de mostrar que Barack Obama ha perdido los siete puntos de ventaja que le llevaba a John McCain en julio, y un poco más. El hecho se atribuye a la eficacia de los ataques publicitarios republicanos que pintan al candidato demócrata como inadecuado para manejar con mano firme la economía de los EEUU.

Obama ha respondido con su propia batería de ataques en los medios, con lo cual se termina de abrir la clásica fase "sucia" de la campaña. Pero además del fuego cruzado de imputaciones y caricaturizaciones están los hechos que se produzcan. El más importante de ellos la designación del compañero de fórmula presidencial esta semana o la próxima.

Para McCain el desafío es claro: necesita a alguien que proyecte una imagen de juventud y que sin ofender al voto republicano también sea atractivo para críticos de la gestión de George Bush en los dos partidos. La caída a 41%, frente a 46% de McCain, le complica a Obama todavía más la designación de su compañero de fórmula presidencial.

Entre los demócratas el tema ha venido siendo en lo esencial si se designa a Hillary Clinton o no. La precandidata derrotada, que en cierta medida representa al ala izquierda de las bases demócratas, tiene fuertes anticuerpos. Pero a la vez parece haber conservado un importante bolsón de seguidores, hoy descontentos.

Un temor de Obama es que sin Hillary en la plancha un porcentaje decisivo de demócratas no saldrá a votar el próximo cuatro de noviembre. Lo cual en el cálculo final beneficia a McCain. En cambio son varias las encuestas en las que la vicepresidencia de Hillary le da un importante empujón hacia arriba al candidato.
Los enemigos de la presencia de Hillary en la plancha hacen notar que por múltiples razones Obama precisa un acompañante lo más convencional y lo menos controvertido posible.

De alguna manera, se dice, Hillary refuerza el carácter peligrosamente contestatario de la candidatura Obama, al sumarle una mujer a un afro-estadounidense.
No solo la encuesta Reuters delinea problemas para Obama, sino casi todas las demás. Lo cual lo coloca en el terreno de a grandes males grandes remedios. Algunos analistas sostienen que otro temor de Obama es que si sube a Hillary (y también, inevitablemente, a Bill) a bordo puede ganar la elección pero perder parte de su presidencia.

Pero quizás mejor perder una parte, y compartir algo de su poder e imagen para lograr un partido demócrata unificado, que perder la presidencia entera. La central de apuestas en red Intrade.com ya no considera a Hillary. El favorito de esa timba es Joe Biden, con 38.5% y ojos muy azules. En la carrera central: Obama 59%, McCain 38.5%.

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